• Guillermo Capece
GuillermoO
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  • País: Argentina
 
 ralátame la noche  te pedíestoy afiebrado para conceder alientoperdónamevoy muriendo en voz bajaeres tú que me acosas con palabras y caosamándome  dicesdices  yel vino deshojado de tu cuerpo abriendo memorias en mi pechote pide:cómo es la nochecuéntame qué parte de la vida es ésapor qué somos actorestú,  desnudo.tal vez tenga que soñarte nuevamentepero sin pensar en mi pielcerremos el infierno.hay quejas en las ramas de los árboleshay quejas en los árboles la fiebre no deja de ofrecerme remordimientos ya no creo en dioses    en las preguntas de los tigresni en tu imagen de aguabañándose en el cielo violeta de algun templo.el fallido nudo del amor me desgasta como el miedo a un hechizo de sombra.adivina ahora que duele mi contorno tan terrestre como tu cuerpocómo son tus manos humanas.yo las conozco.  adivina también quiénes somos.  
llueve. el día atardece, marchito. mi soledad se inflama. quiero ser viento, pero me hermano con la roca; soy algo de fuego y lluvia. piso la tierra y mi culpa al mismo tiempo. las nubes se unen. deseo el olvido perdurable como una gran amnesia cubriéndome el alma.             hoy soy agua que siempre muere ahogada.   
Siento
Autor: Guillermo Capece  456 Lecturas
 que quede la palabra desnuda la que sirve sólo ésa  la que vive ésa sólo la palabra que tiemble el corazón y que no sea escudo que surja de la noche o de la mañana plena  que no sea fugaz la palabra que salte de la boca y DIGA la única que no pronuncie soy sino somos la gozosa que salga de la soledad y se proyecte  que no se aferre a los casos y que sea fiel a las cosas decir alma  decir pupilas párpados mirada una palabra que haga bien que te nombre que en el curso de su vidase bañe en el río tres veceso ningunay salga impecablepura y cierta:AMOR   
ARS POETICA
Autor: Guillermo Capece  334 Lecturas
 Yo, que desconozco los rezos,siento que mi enemigo me atrapa.Son los ojos entornados del lobo, habitados por ondulaciones del mal.   Es una trampa de la que no salgo, y sigo caminando,pero como en un cuadro envolvente,allá están otra vez las cuatro patas extranjeras, las patas sin límites del lobo.Sabiendo todo no logrará nada,ni la escarcha de mi sangre.   ¿Cómo sollozar sin ser visto por sus ojos?No es feliz mi corazón en celda.Mi lobo sabe que dentro de mí hay personas que dictan las palabras, y sin remordimientos,trazará paisajes, para que antes de huír robe mi cadáver y lo transporte entre gente sedienta y misteriosa.  Aún cansado está allí,con su silbo cruel e inútil,parecido a glicinas encendidas,como un pájaro pintado entre las sábanas,impotente para el vuelo, pero feroz en el color de su plumaje. Pregúntenme ahora qué deseo.Y diré que solamente la música de mi libertad, envolviéndome a mí, que soy lobo en voz baja,y que espera que mi cadáver caiga para devorarlo en desafío. 
Lobo
Autor: Guillermo Capece  503 Lecturas
Revisa mi ojos:algo se mueve dentro de ellos en enmarañada trama. Me siento separado de la tierra,con fuego en las pupilas.Acabo de matar a un hombre.No sé qué designio me guió,pero hubo una luz trágica en mi puño,una pasión insatisfecha,una pluma de ave tocando el fondo de mi garganta.Oír voces desatadas destinadas a uno,-atributos de poseído-bailando sobre palabras desesperadas.Oye,revisa mis ojos.Qué idioma debo hablar sino el de mis entrañas.Maté a un hombre. A Sebastián.No me arrepiento.Aquí está la sangre ineludible, el duro pozo.Fue una tropilla de angustias acosándome el pecho(tan investido de tiempo,de terror de hombre solo),y un momento pequeño en que apreté el gatillohasta la fiereza inflexible de la bala.Maté a un hombre.Mira ahora mi cuerpo lánguido lejos de algún paraíso. Mira la nieve caer sobre mis ojos.Me llamo Sebastián y mis ojos lloran.  
pronto vendrá la nochey hace falta olvido pequeña aguja de cristalmi amorquiso izarse en el agua a veces un toque de sedasólo por eso pregunto a todos si el corazón duelepregunto, y dicen que sí:su mirada latente y rojay triste sangrando visiones. entro a una sala vacía:es el cuerpo de un animal vivienteque intuye su hallada borrasca  rondan solitarios los mastines en ese instante la cosa sucede:en lo más inesperadoen el momento más salvaje de la sed-cuando nos bebemos el rostro-mi cabeza desmontada queda colgando entonces   el poema claudicante   se diluye.     
vendrá la noche
Autor: Guillermo Capece  364 Lecturas
Hay instantes en que reconozco mi instinto,y vuelo sobre el tiempo, pesadillas de un demente arropándose en el miedo. Así los viajes son refugios para medir la sangre,o días en que se esparce el hastío flotando en parcelas imperfectas del alma. Sin embargo percibo los primeros designios:esa mano hechizando al hombre que miró su espejo,la mesa abandonada por el arrebato de la enajenación del hambre,y el cuerpo destrozado, para que la victoria reconozca su propio límite. Cuando lo líquido de mi piel escapa, el pálido inventario al que acudo en sitios como éste,me enardece,porque suena un humo triste entre los dedos,y fatigosamente lloro, como repitiendo frases ajenas, sin destino ni perduración.  Con los rastros de mi última sonrisa me concedo la tentación de ser otro.                                                                       (Texto editado)    
Poema IV
Autor: Guillermo Capece  340 Lecturas
Detrás de mi garganta un destello juega a morirse.Lo busco, y es corvatura de páramo; lo mantengo entre mis dedos.A veces me sorprende porque mi llamado es su llamado,y entre los dos imaginamos un bálsamo para la siesta.Pero lo definitivo rueda al pie de los recuerdos que todavía protegen.Entonces sobrevivo cuando imagino bañado por rocío aquello que alguna vez fue:la luz que perdura en melancolía al oír pasos ajenos que recuerdan otros pasos;el enfrentarme con manifiestos, dudas, sobresaltos, que amenguan mis labios en el azar de un beso.Si yo fuera otra vez el que recorrió las espinas y sus sombras,enmancipando los colores de la lluvia,el que viendo morirse el fuego entregó su violenta mano a los dioses para su devoración;el que existió sobre brillantes relámpagos y los apagó para la locura del amor.Pero se acerca el remoto mar transformado en vegetaciones inventadas por la suerte.Solamente mi asombro me conduce al inefable juego del olvido:el tiempo o la resignación me llaman.  
Sobre grandes sentidos: mi olfato, mi vista, mi tacto, descansa este amor por tu cuerpo. Tu cuerpo tiene invisibles obscenidades,marcas de lucha de amor,grandeza y dolor de peregrinaciones. Yo lo sostuve fundido en los límites de los grandes astros donde te movías en la noche.Era el umbral para despertar los aleteos del deseo,como lentas aves bravas en busca del estío. Yo amaba tu gozosa imagen que provenía de un vuelo humano,de una fiebre con tiempo envuelto,saliendo de un reino habitado por la hierba.Hirviente en frutos suspendidos en paraísos inabordables,obscuro,como si tu boca pudiera inclinarse hacia la muerte,nacido entre duras raíces insomnes, debajo de la niebla y sobre ella...,dónde colocarás los conciertos de música serenaenterrados en la senda por las que el tiempo vierte su equipaje. Ahora mi pecho yace sobre alucinaciones:un amanecer de madera, el naufragio narrado por la piel de algún hechicero. Acaso viva entre sueños a los que es imposible ponerles nombres,porque se derrumban, cuando alguien se acerca, me contiene,y es como un toque vacío.    
El toque vacío
Autor: Guillermo Capece  330 Lecturas
Me deleitaba con el último espacio de la noche mientras amanecía.Entonces yo buscaba miradas, sabor a párpados.Era una larga espera, de años.Porque en la noche yo cantaba a los árboles,a las lucecitas,a las flores de súbito nacidas.Solía hundirme en melodía y humos, buscando el amor. Y en cambio te encontré a tí,que eres amado. Ahora soy quien recibe caricias que fugan hacia la nada, el que corre con su angosto perro hacia los pasillos de los soles finos.Algunas pocas abejas libadorasme empujan entre sueños hirientes y sublimes.   Pero siento que a mi alrededor, perversamente,el tiempo agoniza.  
En cambio
Autor: Guillermo Capece  352 Lecturas
                           Así es la edad de hierro en la garganta. Ya                          todo es incomprensible. Sin embargo,                          amas aún cuando has perdido.                                              Antonio Gamoneda (español, contemp.)   en un puro vaivén nuestras aguas se estrechan(agua de enamorado la míay la tuya pequeña luz que el amanecer apaga) si en mi pena te embarcasrecuérdamelosi mi dolor es muchodime que duerma pero no te vayassin antes de haber olvidado el camino. 
El camino
Autor: Guillermo Capece  315 Lecturas
Es inútil;no me despertará la mañana ni el goce de la noche me traerá su calma:estoy hecho de trincheras, de incendiosque parecen distantes jugadas al borde del universo.Soy opaco a los guiños del sol;no conmueven mi pesada sustancia los relámpagos que braman la tormenta.Así he pasado los años.La ciudad que tanto amé quedó cercada como una barca a punto de caer:alguien se apodera de esa alondra que vuela hacia el sur,y seduce.Yo vi el amplio corredor de estrellas estampado en la distancia;me interné en la selva entreabierta a esperar el sermón a los muertos,y vi las brasas apagadas de una despedida.  Obtuve, sí, la sorpresa de mi fuga en tránsito,y el calendario de agua visitado por el tiempo. Sospecho que algún ángel brotó su sangre y me baña de olor hasta sangrarme.                                              G.C. 
Dulcísimo extremo de tu pieltus dedos son largos caminos hacia las cosas.Así,habituadas a maravillarlas cuando las tocas,poco a poco se adornan de día... Cuando beso tus manos las noches se vuelven espacios íntimos,llanuras imprevistas.Tus dedos están o se ocultan,albergan secretos de amantes,ignoradas ponencias de la vida,y fuertes nudillos con los que golpeaste aquella puerta que no se abrió, ¿recuerdas?.Te regalo azahares para que los toques,viejas estrellas que quisieron reencarnarse,tierra blanca para tu tacto blanco;además, ciertas preguntas que no están en mis labios,y, sobre todo, la efímera noche de mayo en que tus manos me tocaron... En el pudor de mi pobreza,la caricia que hoy evocoes sólo la inútil cacería de un horizonte en vuelo.                                            G.C.  
Palabras
Autor: Guillermo Capece  383 Lecturas
 I lagartotomo sol en la tardetú no me escuchas   ausente túyo sólo miro recuerdosy me anudo como boa a mi cuelloasombrándome   pidiéndome socorropero en voz baja (para que nadie me escuche)y con la fiebre fríade agosto  IIhaber tocado tu sexo hasta caérsemelas lágrimasy que en sus escalas más altasfueraalgo que ya no amaba lugares   cualquier caminomuros para que el amor no se vaya fueronbrisadas estrellas   la unión de los cuerposde los ojos de los labioscomo espaldas despidiendo instantes luego la ruptura de una ciudad a olvidarse y el desierto con su puñal infinito.  
 Estoy sobre la tierra.Para ser hijo de sus  manos desgajadasy tragar un pan desaliñado que no se brinda fácil,he multiplicado todas mis muertes.Mis rodillas han sentido el peso de un adiós,y lágrimas de muchas cobardías.Todo el cielo desplumado,mi sueño en el sueño de la sombra.Ah, bien séque el desierto se completa cada día, que del error a la verdad hay un pequeño margen,que no hay venganza más extrema que un aborrecible suicidio.La tierra es una mujer perdida:en las márgenes más engañosas de los ríospasea sus viejos pecados capitales,atrapada por el deseo insaciable de la furia. Noche sobre la noche.Esa luz que vive a veceses más fugaz que un beso encadenado al olvido. G.C.  
Es la madrugada.Alrededor, mixtura de aires.Tus ojos recuerdan viejos textos de sabiduría. No recuerdo haber amado así. Me  acerco y sopla el viento un arcano suave.Tu voz queda rezagada frente a tu cuerpo que se ofrecey espera. Afuera, los poseedores del dolor murmuran letanías.Vagos milagros en toneles de vidrio esperan la palidez que adquieren los enfermos tras su muerte.No recuerdo haber amado así. Desnudo palabras atadas a tu cuello,aquellas que no dijiste.Cavo trincheras en mi cuerpoybrota una alianza entre el vértigo y tu nombrecuando solitario te siento partir. Ahora iré en busca de apóstoles que den al corazón razonesde mi yo deshabitado, sin anuncios.Doblo mi corazón sobre mi mano.Manejo nubes, las lluvias y los llantos.Cae sobre los adoquines un viento noble y triste.Unos perros ladran.Yo camino hacia el apenas. G.C. 
IElegimos estar sobre las voces de un tigre. Un puerto final buscando interrogar las redes.Tanto dolor y tantos pensamientos para no poder oírnos.Te salvó una voz entre pajonales y miseria.Me busca una luna como  taberna roja.Una pregunta hecha silencio. IIDe todos estos inefables actos,y también de esta huella perseguida,no ha quedado más que un repartrirme entre arenas.Tocando bocas errabundas entraré a profesar mi miseria.Acaso un colosal pedido de auxilio sea como una tormenta que no termine. G.C. 
Dos poemas dos
Autor: Guillermo Capece  506 Lecturas
  Me importa saber si más allá de tus brazoscrece un pájaro sin alas.Si la nieve y lo extraño  de tu beso, desnudo y seco,son  muestras de un mundo que se quema a mediodía. Me importa saber si tu voz gira preguntas al silencio,o es una flauta precavida que grita sólo en el resplandor del sol poniente,o arde en un gran ofrecimiento para que el mar la llevehacia algún lugar donde los sueños se rescatan. Para dejar de amar me encerraré en un círculo violento, en una mañana espesa de colores pronunciados,en un árbol en el que cada siete días alguien inscriba tu nombre,y quizás cante.  Necesito saber en qué lugar habita el tiempo arrasado de los inocentes de la tierra. G.C. 
 En ese cruce mágico entre la noche y el albami corazón en duda tembló frente a tu recuerdo. Pero ahora converso con la espera:ojos que miraron mi voz muy cerca a mis dos ojosdijeron adiós en el tenue instante en que una noche tibia nos nombraba. Entonces cayó el corazón buscando su destino, y el horizonte de un beso se pronunció en la tiniebla débil del recuerdo que mi memoria resguarda. G.C.        
Viví una vida alrededor de tus ojos cuando los más hermosos pájaros que transitaron los fiordos de Noruega, los extraños gorriones que violaban los altos castillos de New York cayeron devorándose las alas igual que nosotros pobres que nos comimos nuestro amor. Quedaba la tierra removida en los cementerios de la espera, las estatuas en las que nos habíamos reflejado los olores fuertes y dulces de nuestros cuerpos como holocausto a la causa eterna de un amor en la que afirmábamos nuestra vida. Pero tus ojos tus ojos no fueron inhumados por ninguna mano vengativa. Tus ojos está conmigo y yo lo sé: toda una vida cercándolos fue poco. GuillermoO Direc.Nac. del Derecho de autor    
Nuestro amor
Autor: Guillermo Capece  350 Lecturas
 Reapareces como una paloma confusa,y me traes los años pasados para que estén conmigo.Nos vemos.No nos vemos. Nos miramos en todos los frentes;dicho en otras palabras: ¿reencuentro?Sólo en el  mapa de la memoria. Cómo ahora se queja  se aleja mi corazón,se queja bajo una baranda de frío.  Alguna vez, si nos encontrásemos en mitad de una habitaciónfina como un hilo,te diré cómo sucedieron las cosas. Guillermo C apece Direc.NAc. del derecho de autor        
Las cosas
Autor: Guillermo Capece  671 Lecturas
  En mi boca nocturna el amargo deseo;porque caen los abrazosy el amor se hace pobre como la niebla.¿Sabrás que la ciudad vendrá por mí con sus temibles huestes?¿Que desapareceré entre constelaciones del universo sin tu amor? ¿De quién eres tú, deseado?¿De quién?¿acaso de la furia?¿de la fuga?¿del silente frío de los inviernos? ¿del retumbo del aullido y  de la piel de nieve de todas las bocas que has besado?  Pero no serás tú, aunque yo no pida mucho:apenas un pájaro en pleno vuelo,una flor sesgada en otoño,una fiesta transparente,un lenguaje propio encontrado entre mañanas sin tumultos.    Guillermo CapeceDire.Nac.del derecho de autor 
Preguntas
Autor: Guillermo Capece  720 Lecturas
 pegada a mi destierrohay una bocaviendo a mi boca suplicante bajo mis pieslos impíos me obligana desollarme un rato másy pasará una esfera color hielomintiendo otra vezrodeada de burdas lechuzas asustadas si no es la muerte es algo parecido al deseo ahora es la horaahora es el minutohagamos del mundo una bahía penetrablede la vida una entrañacapaz de parir huesos y horizontesy de la casa un inmenso retorno.    GuillermoODirec.Nac.del Derecho de autor 
1poema1
Autor: Guillermo Capece  715 Lecturas
 .Emiliano,ovillado bajo mi abrazo,como si fuera un gato,duerme.De pronto una cucaracha surca su espalda.Pero no es una cucaracha;son mis dedos que lo acarician.Emiliano sueña.Ese sueño opresor: va a dejarme, me lo ha dicho.Nunca más tendré un gato al cual acariciar.En la dura noche espero un maullido que nunca llega. Marzo es el mes más oscuro,pienso. GuillermoOD:N:del Derecho de autor            
Gato
Autor: Guillermo Capece  618 Lecturas
                                          El que desea y no actúa, engendra peste.                                                                   William Blake   1La mitad de mi cuerpo estuvo en Marrakech matando palomas mientras los demás miraban. Les tiraba piedras del color del pan desde mi hueco y de pobres morían, hambrientas. Yo valgo menos que una paloma; hace dos días que no como, pero no podré consumir  migajas porque sé que ocultan la muerte.   2Tu disfraz blanco celebrado entre piedras, pude tocarlo, buscar su historia en él, inventándolo, pero al tercer día el sol en silencio fue una forma de amor.   3Con él viajé hasta las cercanías de las dunas. Llegamos a un hamman (baño turco) donde la lluvia y el calor nos hizo amigables. Sostuvimos nuestros cuerpos desnudos uno junto al otro, como antorchas que pelearan entre sí.  El deseo llevó su mano a mi boca...  4 No sólo lo que amamos es lo que perdemos: el pájaro cóncavo de nuestros sueños vuela y dibuja una estampa desconocida en el cielo.  Guillermo D:Nac. del Derecho de autor               
   describir el albamojados tus ojos en harina moradasentir el brevísimo rayo de luzsin que lastime la sonrisa prohibidatu sonrisa que tiene la edad de tus piernasconcretasde donde salen frascos de tierno venenoque se beben a sí mismos. en las mañanas de veranome gusta mirar el mismo sueño:el alba en tus ojos natalesbrindando esas lejanas cicatricessobre mi cuerpoabrigo rojo aprendidoentre dos ilusionesentre dos frentesdesnudasal amanecer. GuillermoD.N. del derecho de autor 
Describir el alba
Autor: Guillermo Capece  662 Lecturas
  despuéscuando tus brazos se hayan dormidoven a mí(no ceso de escribirlo)con flores rojas a turbarme el alma trescientos habitantes comotrescientos caballos derrumbados será cierto que así es el invierno lo que antes fue canción y bodashoy es doblez   una enorme ciudadmojada  te pedí tan poco(no ceso de escribirlo)recibí delirio   muroslaberintosviolentamente laberintosun color de hiena persiguiéndomeecos de la sombra de una hienala sombra de la risa de una hienapersiguiéndome queda el recurso de llorar ahorapero qué lágrimas poner en mis ojossino las que tú perdisteal entrar al mundo        Guillermo Capece                                                  
Después
Autor: Guillermo Capece  660 Lecturas
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                                             Juan Dichoso, changador de feria, vivía en el morro                                            Babilonia en una casilla sin número                                            Una noche entró al bar Veinte de Noviembre                                            Bebió                                            Cantó                                            Bailó                                            Después se tiró al lago Rodrigo de Freitas y                                                  murió ahogado.                                                                            Manuel Bandeira Porque no te dieron más que dos monedas,dos látigos en tu frente, tú creíste que estabas muerto,que tu destino era la seda lujosa de la muerte,y bebiste,cantaste, bailaste con ella en escandalosa cita.Tal vez se amaron antes de la definitiva llamada.Tal vez hicieron juntos el solitario proyectodel camino hacia el lago, pero considerando lo otro:la pavorosa atracción de su voz de sirenaque te llevaba al agua,apretadas las dos monedas en tu puño.En la marea angosta sumergiste tus pies.Tus ojos huecos como sombrapor un momento se extrañaron.Pero ella te empujaba suavemente,y tu coraje de siempre rodócomo el cobre que apretabas."¿Nunca más veré la mañana?""¿Nunca más tendré la mirada de mis hijos?""¿Dónde estará el sonido de la voz lejana de mi madre?""¿No hay entre mis fantasmas alguno que me salve?"Despojado,dijiste:"me llamo Juan Dichoso,pero la dicha para mí fue un mantel cerradopor el antojo de los otros,y ahora, yo, Juan, empiezo a entregar la simpleza de mi nombre breve."                                                             Guillermo Capece      
Destino de Juan
Autor: Guillermo Capece  955 Lecturas
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 Alguien está bailandoentre la nieblatal vez buscando con quien hablar;es tan sensual y hermosoel sonido frágil de sus pies,tan bello el contorno de sus brazos,tan atroz la oscuridadque si te acercasverásque está cavando una tumba.Extraído de "Maldiciones" (Antología poética), La Plata, 2001
                                    I A ratos la miseria inunda la habitación en que duermo.Cuando siento el peligro cerca de mi sangre, mi relinchose despliega como el de un caballo.La soga va partiendo mi cuello de a poco.El verdugo en su sitial como un monje irrespetuoso me llama.Tardo cinco mil años en morirme,y al final no muero.Camino lentamente con mi sueño para que no me atrapen.                                   II Muy lejos de aquel día en que la garganta empuñaba su llanto viejo,yoque soñaba con usanzas feroces,busqué caminos sobre mis últimos vestigios.La tristeza no sólo es palabra,también un enojo abandonado por el mundo.                              III Amor que fue socorro, pertenencias secretas,obscuridades decididas a permanecer intactas.Ninguno va a mirar tus ojos como si fuera demasiado mirar.Están hechos de apegos, de certezas que cortan puertaspara que pase tu rostro al olvido.             Guillermo Capece                                
Endechas
Autor: Guillermo Capece  312 Lecturas
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 Reapareces como una paloma confusa,y me traes los años pasados para que estén conmigo. Nos vemos.         No nos vemos. Nos miramos en todos los frentes;dicho en otras palabras: ¿reencuentro?Sólo en el mapa de la memoria. Cómo ahora se queja se aleja mi cuerpo,se queja bajo una baranda de frío. Alguna vez, si nos encontrásemos en mitad de una habitaciónfina como un hilo,te diré cómo sucedieron las cosas.                              Guillermo Capece ,
Las cosas
Autor: Guillermo Capece  1176 Lecturas
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  Tus ojos, celestemente, me miran. Daría mi casa, mi luna, mi pan, por tenerlos en el espacio de mi pecho cada día.Pero sólo hoy acuden como ráfaga que detiene mi tiempo. ¿Me mirarán otra vez celestemente o sólo hoy están cantando ? 
 El armonioso paso de la noche une silencios.Un cuerpo espera quieto,mientras que en las paredesuna multitud de sombras dibuja el canto de los solos.Alguien está por morir en ese cuarto.Alguien que no tiene abrigo ni socorro.Nadie vió nunca tanta oscuridad,ni estuvo antes tan ciego para descifrar los penosos documentos de la muerte.El transitado cuerpo pide con su mirada,pero a su alrededor un temblor callado la recoge y pasa. 
 Subyugan como el cansancio de los puertos estas despedidas, estos reencuentros, estas formas violáceas de la muerte.   Si no fuera así, en el jardín de tu frente habría palomas bebiendo. 
Palomas bebiendo
Autor: Guillermo Capece  463 Lecturas
¿Hasta cuándo los tigres que me habitancomerán de mi cuerpo?Yo que soñaba con caminos,acepto ahora las costumbres de fragmentaciones y de ecos. Ni siquiera los buenos mensajeros me eseñaron las rimas de la noche.  Náufrago en el espejo,ya no espero. 
De nada
Autor: Guillermo Capece  363 Lecturas
Mujerque estas en otro mundo cualquieracon tus carpetas tus peces de coloresa cada instantetus ovejas pastanárboles de gran alturadesnuda como una nubemiras correr mi ausenciamujerpan de maízcaña dulceviolínviolínmano fresca y entregamujercolor perdidosiempremujeralba sobre el albahumo de las azoteasflores del domingoy nieve.   
Mujer
Autor: Guillermo Capece  311 Lecturas
Su llamado de ceniza vuelve cada noche a la mitad de mi cuerpo desconocido. Baila con el viento hasta oír sus informes: una clamorosa oración en la boca de los árboles. Allí está ella, seduciendo.   (En el camino brillaba su pequeño gato gris.) 
El pasado me ata si dibujo el contorno de tu rostro y vuelvo a él, impensadamente, para entregarme como ofrenda conmovida, en sueños flotando entre las noches..., si dibujo el contorno de tu rostro, y siento que el pasado me ata.                                G.C.   
Círculo
Autor: Guillermo Capece  412 Lecturas
 Emiliano, ovillado bajo mi abrazo,como si fuera un gato,duerme.De pronto una cucaracha surca su espalda.Pero no es una cucaracha,son mis dedos que lo acarician.Emiliano sueña. Ese sueño opresor: va a dejarme, me lo ha dicho.Nunca más tendré un gato al cual acariciar.En la dura noche espero un maullido que nunca llega.  Marzo es el mes más oscuro,pienso.   G.C.         
Gato
Autor: Guillermo Capece  515 Lecturas
  (continuación)Luego las visitas de Sergio se fueron espaciando, a la vez que los pedidos de dinero eran mas frecuentes.Mientras tanto Julia se fue enamorando. Le propuso un viaje a Brasil que él aceptó, y cuando regresaron se separaron por varias semanas , porque él, cortesmente, dejó las valijas en la puerta del edificio, y ante la pregunta de ella, dijo que no, que no iba a entrar, y que la llamaría por la noche. Julia sabía de memoria el significado de esas palabras.Con su despecho a cuestas subió al ascensor, ventiló el departamento, y se sentó a escuchar el disco de Gato Barbieri. Luego echó una mirada a sus telas. Se levantó, abrió el piano, rozó con la yema de sus dedos las teclas.  No sucedió nada especial en Brasil. No hubo peleas, pero tampoco él se mostró demasiado interesado. "El tiempo y el amor son pájaros que siempre emigran juntos", pensó; y jugó con esta frase durante toda la tarde, a partir del momento en que la descubrió.Gato Barbieri no la sacaba de ese sabor amargo; dejó que el disco se fuera apagando, y buscó en su cartera el celular para hablar con Sergio, pero desistió porque el gusto amargo recrudecía. Meses después de ese acontecimiento Julia escucharía los verdaderos sentimientos de su corazón respecto del bebé. Desde luego que había pensado en un cochecito, en una mantita, en un sonajero. También en cuál sería su carita al nacer. Pero se llenaba de miedo cuando pensaba que lo más importante en su vida era Sergio.Se convenció cuando tiempo después en ese bar, esa tarde de lluvia habló con Sergio. Se diócuenta que no servía contarle esperanzas y miedos. No servía decírselo en ese momento, y calló.Sergio sabía lo que hacía, y le procuraba una especie de satisfacción saber que se estaban ocupando de ella, y que volvía a ser alguien para ese hombre que en una tarde lluviosala amara, aún después que ella hubiera fugado. 
Parte 6
Autor: Guillermo Capece  314 Lecturas
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