• Daniela Saleh Naveas
DanSaleh
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  • País: Chile
 
¿Y si te beso para olvidarnos del mundo? Para perdernos entre el mar de gente, en la nube de nuestros pensamientos. Entre tanto te decides, me tomas con una mano tras el cuello para que no haya oportunidad de escape, sin que tus labios se separen de los míos ni por un segundo y yo me aferro a tu espalda como si se me fuera la vida en ello, mientras tú con la otra me sostienes la cintura, mano que luego avanza hasta la parte baja de mi espalda anhelante de caricias. En susurros y con poco aire en los pulmones, con la respiración agitada, mi cuerpo te advierte que si no te detienes no volveré a dejarte a ir, que no podrás apartarme de ti, pero continúas hasta que recuerdas quiénes somos y cuál es nuestra historia.Te detienes. Retrocedes, pero sigues ahí, mirándome con la transparencia de tus verdes ojos, recordándome que son ellos quienes dicen lo que el corazón no puede, y vuelves a acercarte.¿Y si me besas para olvidarnos que tenemos los pies en la tierra? Para perdernos en el deseo de ser solo tú y yo, en que el tiempo se para por completo. Ahora tu beso es cada vez más intenso, cada vez más posesivo, cada vez me habla más de ti y de lo que sientes.Bésame para olvidar que no hace mucho tiempo atrás nos separaron todos los océanos, todas las estrellas, todos los continentes, todos los climas y 16 horas. Bésame con la misma desesperación de no habernos visto en ese tiempo pero con la firmeza con la que se besa cuando a pesar de tanta distancia en espacio y tiempo, no hubiera día en que no me llevaras en el corazón. Bésame con delicadeza y suavidad, con dulzura, como si estuvieras diciéndome todo lo que me quieres, para demostrarme que lo único que nos separa ahora es el miedo, nuestro miedo y la incertidumbre del futuro y no la falta de amor. Bésame con la fragilidad de la porcelana, con la precaución con la que se acaricia una rosa para no lastimarse con sus espinas. Bésame como lo hace el Rey al despedirse de su Reina antes de partir a la guerra, con el miedo vivo en los ojos al saber que corre el riesgo de no volver a verla.Bésame para no volver a olvidarnos, para recordar que nos quisimos, que te amé como a nadie, que nos amamos como jamás ninguno de los dos amó antes. Bésame para saciar tu necesidad de mí, para acabar con tu mal genio, como si fuera lo mejor que la vida haya puesto en tu camino y estuvieras agradecido de ello, para grabarme en tu alma.Bésame para olvidar que existimos, para recordar que no fuimos un sueño o al menos no uno que se tiene estando dormido sino más bien despiertos. Bésame para olvidar tus problemas, para recordar cuál es tu lugar en el mundo, para sentir que tienes tu propio hogar además del que te dieron tus padres.Bésame ahora para ser feliz cada día al abrir los ojos por la mañana y cada noche antes de soñar con lo felices que hemos sido luego de que volvieras a besarme por primera vez.  Bésame. Bésame para olvidar, bésame para recordar, pero hazlo. Bésame.
Bésame.~
Autor: Daniela Saleh Naveas  517 Lecturas
Hoy encontré mi lugar en el mundo: es un café del centro, pequeño y acogedor, al que vine por primera vez con una de mis mejores amigas a comer un helado en un día soleado. Nos sentamos en un patio interior al que llaman terraza a conversar de la vida, de los actuales y antiguos amores, a intentar arreglar el mundo cucharada tras cucharada. De aquella visita resultaron planes y muchas y muchas sonrisas. Hasta hoy, siempre vine acompañada, el garzón ya reconoce mi cara cuando me ve entrar y estoy segura de que de aquí en adelante ya no tendrá que preguntar más que se me ofrece si no que solo traerá para mí un tazón de chocolate caliente que suelta vapor con la fría brisa que entra a ratos por una puerta abierta.Hoy estoy sola, sentada en la misma mesa de la esquina de siempre y el resultado de hoy serán estas líneas, y probablemente alguna que otra traidora lágrima. El día está frío, pero me agrada, a tal punto que podría acostumbrarme a este ritual e incorporarlo a mi rutina de escribir, incluso a la de estudiar. Aquí hay paz, no entra ni sale mucha gente, hay siempre buena y tranquila música, un televisor encendido cerca del techo sobre mi cabeza con el volumen casi inaudible, luz natural y tenue, y cada vez el chocolate caliente sabe mejor.Si hace poco más de un año atrás, me hubieran preguntado cuál era mi lugar en el mundo, habría respondido sin lugar a dudas: "los brazos de la persona por la que más me he apasionado en mi corta vida", él, el mismo del que tantas veces he escrito, del que tantas veces me he despedido y jurado que no volveré a escribir, pero nuevamente hoy me resulta inevitable. ¿Después de tantas palabras, aun me quedan más? Sí, y creo que siempre las tendré, así es que no batallaré más contra el pensamiento de hacerlo o no hacerlo.Si me nace, simplemente lo haré.Hace poco más de un año atrás, no veía mi mundo propio gobernado solo por mí, me aterraba la soledad y aunque a ratos la disfrutaba, nunca lo hice por tardes completas como lo hago ahora. El tiempo y la distancia me ensañaron a poner energía y amor en otros lugares donde antes mi mente y corazón no estaban tanto tiempo y no ocupaban tanto espacio. Siempre estuve presente para mis amigas, pero mientras estaba acompañada era muy difícil que tuvieran mi prioridad a menos de que fuera realmente importante. Nunca las dejé, pero ahora las compensé, lo sigo haciendo, y lo seguiré haciendo. Ahora, cuando se trata de mi, ya no está ese sin sentido pensamiento de sentir que estoy perdiendo el tiempo cuando podría estar en otro lugar o con alguien más, ahora ese tiempo lo vale cada segundo. Creo que a todo esto le llaman crecimiento, y creo que nunca dejaré de crecer, tampoco de creer.Porque cuando creía que ya no había más espacio para un “nosotros”, el destino me mostraba un camino que yo no había considerado, ojos brillantes que no esperaba por nada del mundo volver a encontrármelos de frente, saludos cariñosos, conversaciones banales y una promesa que hace varios años atrás me juré a mi misma que no aceptaría de ningún antiguo amor: “¿Amigos?”.  Y como dice la canción: ¡Amigos para qué maldita sea!¿Se puede? El cariño con el tiempo se transforma así que sí, sí se puede, pero solo con el tiempo, sin contacto permanente, guardando distancia y siempre y cuando ambos hayan continuado con sus vidas y tengan el corazón cien por ciento volcado en ello, en ella o en él, porque si uno de ellos aun mantiene la esperanza de un reencuentro, la promesa se vuelve una agonía, que queda flotando en el aire, porquedespués de todo cuando se trata de las cosas importantes de la vida, seguimos estando aquí, yo para ti como siempre a pesar de todo y tu para mí; pero sin los besos y las caricias de antes, demostrando a los demás que formaron parte de nuestra destrucción que está todo bien y mejor que nunca,  pero sin los compromisos que trae implícito el amar.No sé exactamente qué es lo que sucede para que dos personas se unan. Tal vez la sintonía, tal vez la sonrisa, tal vez las palabras o probablemente las ganas de compartir algo nuevo, de hablar de sí mismos, de descubrir lentamente lo que el corazón desea, aprender a quererse o tal vez todo esto sucede sólo porque tenía que suceder, porque las almas están destinadas a encontrarse antes o después, pero sucede. Llegamos a convertirnos para algunos en “lo más importante que haya tenido”.Pero que no sea tarde, que no sea demasiado tarde, para darse cuenta y recordar el sentimiento, para que el universo nos guíe para hacer todo por amor y con amor, a sentir desde adentro. Quizás puedas ver lo que muchos ven y nadie te dice y tú te niegas a ver y puedas volver a maravillarte con aquella pequeñez que te enamoró. Un día marqué tu vida y precisamente ese día fue un antes y un después, para ti y para mí. No estás solo, mira en tu interior, escucha a tu corazón y aléjate del miedo que nunca ha sido buen consejero y que precisamente hoy te tiene donde posiblemente no quieras estar.No espero que se la juegue por mí como yo lo he hecho por el hasta el cansancio. Deseo que apueste la suma más alta por si mismo, por sus sueños y metas, por su crecimiento y ser mejor persona cada día; porque guardo la mínima esperanza de que cuando lo haga realmente, se despojará definitivamente de todo lo que no aporta en su vida, de los buitres que lo rodean, del deseo mal canalizado de querer a alguien, y que al fin de ese proceso, cuando esté realmente consigo mismo y con el tremendo ser humano que lleva dentro oculto y muestra solo a algunos, vuelva sobre sus pies y caminos que lo llevaron un día a preguntarme si era capaz de acompañarlo a vivir una vida a ochenta kilómetros por hora, porque llevaba un ritmo de doscientos, mismo día que respondí con la mayor convicción de la que soy capaz: “si puedo, si quiero”. Que ese día que recuerde todo ello, recuerde también que jamás en la vida le haría daño y que tampoco volvería a ser capaz de aguantar que él me hiriera a mí, al mismo tiempo en que entono al cielo la plegaria de que no sea demasiado tarde, que no sea demasiado tarde.Durante algo así como una hora, en la mesa de al lado, un par de colegiales adolescentes de último año, conversaron sobre la pena del más corpulento de los dos, su compañero de café, de extrañar a una compañera que este año ya no está en su colegio, y de su tranquilidad de saber que aunque sus amigos le decían que ya bastaba con seguir jugándosela por ella, él ahora sabía que había hecho de todo cuanto pudo y no pudo por tenerla con él, pero ella había decidido bajar los brazos definitivamente: “Amigo-le decía- palabras solo traen más palabras, quédate con los hechos que son tan diferentes de sus palabras, esos son los que realmente cuentan y lo que nunca vas a olvidar. Le demostraste que la querías para no tener que decírselo más, tal como tiene que ser. Eso es amor. Tú lo intentaste y ella se rindió, ahora tienes que continuar viviendo como hacías antes de que ella apareciera en tu vida.” “No puedo- respondió-” “¿No puedes o no quieres?-replicó”.
Muchos conocen la historia de su llegada. Lo que pocos saben es que vino acompañada de un salvavidas: su Coach y al poco tiempo mi Coach también, porque al querer que ella aprendiera a comportarse educadamente y tuviera cierto grado de control sobre sus instintos terminé aprendiendo muchísimo yo también pero no sobre cómo ejercerlo sobre ella porque resulto ser muy inteligente, receptiva y estable, sino sobre mi propio comportamiento y autocontrol.Aprendió a sentarse y echarse: en ese momento descubrí que soy de bambú y no de roble; que la vida me ha golpeado muchas veces y que a pesar de eso sigo en pie. Aprendió a caminar junto a mi pierna y a mi ritmo: ahí aprendí a escuchar y cuán importante es quererse a uno mismo. Que las cosas pasan por algo  y cuando tienen que pasar no cuando uno quiere o cuando uno espera que pasen.Aprendió a dar la mano: fue cuando supe que está bien ceder hasta encontrar un punto medio, de equilibrio, porque no puede ser siempre el mismo el que ceda.Cuando quise enseñarle a cerrar la puerta, porque con lo arrebatada que es sólo las abre, mi papá me demostró que la sabiduría no sólo se gana con los años sino que también con la experiencia:-¿No has escuchado mi amor una frase que dice que "Ni los reyes ni los perros cierran las puertas"?Ese día aprendí que sin importar cuánto empeño y dedicación le ponga a una tarea o a alguien que no está destinado a resultar, jamás resultará.Cuando ella aprendía dos veces por semana estas lecciones, lo que con orgullo me permite decir que la convirtieron en un espíritu libre que puede desenvolverse con su entorno tranquila, feliz y educadamente, yo aprendí sobre el significado e importancia que tiene darle a toda clase de relaciones interpersonales "espacio", ya que esta es de la única manera en que prosperan.Aprendió ataque y defensa y esta fue mi mayor lección, porque entendí el verdadero valor de la confianza. Ese día supe que aunque a ratos me sienta sola, en realidad jamás lo estaría, porque está ella en mi vida. Ha recogido mis lágrimas hasta que amanece, no duerme profundo hasta que no comprueba que estoy en mi cama y tampoco me despierta a menos que me descubra 100% despierta entre las sábanas. Espera por mí todas las tardes al llegar con una pelota de tenis en la boca, empujándome al jardín para que juegue con ella.  Es la responsable de muchos de los días en que tengo una sonrisa en la cara y no solo yo si no muchos otros más.Así todo, mi gran lección final es que no importa cuál fuera la tarea o proyecto que en la vida emprendamos, mucho menos con quien pero siempre, siempre, hay algo que aprender, alguien de quien aprender, y sí dios lo permite, también algo que enseñar; porque nunca se es muy viejo para aprender ni muy joven para enseñar.Así que, infinitas e interminables gracias de corazón Coach: por el tiempo, por las ganas, la buena vibra, las sonrisas, las lágrimas y todas las enseñanzas. Fue increíblemente nutritivo y sanador, e incluso relajante, LA MEJOR TERAPIA DE MI VIDA!Formarás por siempre parte de aquellas personas a las que jamás se olvidan. Mis más sinceros respetos y cariños, en este día de tu cumpleaños, en los pasados y en los que sigan.
Se trata de aquellas situaciones que luego de que ocurren, terminan con un fluir de conciencia que difícilmente puedes transcribir. Te recorre todo el cuerpo, de arriba abajo, de abajo arriba y sin pensar suspiras y acabas mirando el techo, tendido en tu cama, recordando aquel exacto movimiento, palabra, beso o caricia. La mayoría de las veces te cuestiones cómo fue que empezó, otras tantas de por qué acabó como acabó y algunas otras no piensas: esas son las que más se disfrutan. Sin ver, a ojos cerrados, en silencio y con la delicadeza misma con que palpas el terciopelo, la magia está en sentir cada centímetro de piel, en concentrarse solo en la respiración de uno y de otro. Velas, aromas, ternura y amor, sobre todo amor. El recuerdo se lleva estos momentos, para jamás perderlos, son tesoros, los más grandes y preciados tesoros. ¿Quién no quisiera poder gozar de ellos también? Pero es solo una la sensación que llena el alma, que genera la satisfacción y aquella no llega sino junto con la transición del tiempo y los movimientos: Es mía. Y de ahí, ya nada es lo mismo. Son un cúmulo de sentimientos que explotan en un suspiro, en un beso, en una mirada en blanco y negro. La mayoría de las veces es la mejor parte, pero luego también viene la añoranza de las caricias en el pelo, en las mejillas. Y sigue aquí su deseo de pertenencia: es una invitación a acomodar el oído cerca de los latidos de su corazón, porque es ahí donde disfruta de tenerme, de conversar, de reír como niños luego de hacer alguna maldad. Porque es ahí donde disfruta de mi y de nadie más que de mí, donde no queda espacio para malos entendidos, feas palabras o angustias. Ahí comienza y termina la más linda manifestación de amor que no conocía, que él me enseñó a entender y valorar; ahí es donde comienzan nuestros sueños juntos, ahí es donde me encuentro con la mujer que soy y a veces olvido ser. 
Han sido tiempos difíciles, meses tristes más que nada, de esos en que no sabes realmente que es lo que te levanta de la cama. Me declaro sobreviviente: de la batalla diaria de extrañar, necesitar, querer y amar desde lejos, cruzando miradas entre la gente. Deseando ser testigo de los momentos de arrepentimiento, soledad y aburrimiento. Llenando vacíos con canciones dedicadas, palabras dichas y memorias y memorias de recuerdos de un año de vida que sólo puede ser simplificado en una palabra: DEMASIADO. Hay toda clase de días; las noches son la peor parte: Unos en los que el cansancio de la sobrevivencia te dejan en la cama sin saber de ti hasta el día siguiente, otros en los que el uso constante del pensamiento en un fuero interno sin intervalos de ninguna clase te hacen despertar sin conciencia de que acabó el anterior al punto de no recordar que fue realmente de el, y otros en los que la luz de una vela que abriga la esencia de la vainilla que se dispersa entre las paredes y despierta toda clase de recuerdos, resulta la única manera de hacer las paces con el sueño, pagando el precio de las lágrimas como la mejor compañía, porque, como sea que termine el día, donde sea que tu mente y corazón hayan divagado, estas solo, rodeado de un mundo de gente que te quiere y disfruta de tenerte cerca, pero sólo, cuando lo único que deseas son aquellas caricias en el pelo, aquellas suaves manos rozando tu espalda y aquel beso en la frente antes de dormir aferrada a otra piel, que luego entre sueños y dormido vuelve a abrazarte, a acurrucarse y besarte. Entre nosotros siempre sabremos que no faltó, sobró amor. De dónde viniera, de quien viniera. Entre nosotros sabremos de que fuimos capaces de todo y entre nosotros siempre sabremos que amé cada minuto del arte de conocerle, porque si lo hice, lo conocí. Me mostró sus debilidades y sus virtudes, sus pasiones y todo cuanto detesta. Aunque no pueda reconocerlo, y me pase la vida esperando, que si lo haré si realmente fue eso lo que me pidió, entre nosotros siempre sabremos que nadie antes lo ha querido tanto como yo y que yo, así como el, lo sigo queriendo tanto como antes. 
En los últimos meses las palabras se cortan, es como una llave cerrada que gotea constantemente aunque está cerrada. En los últimos meses miras el todo y no te sientes parte de él y piensas que no le perteneces porque el todo continúa siéndolo aunque tu ya no seas parte de él y funciona aunque no estés.Sintiéndome observadora, a veces invisible de aquel todo, no puedo dejar de pensar en que vivimos en un mundo en el que todos y cualquiera somos absolutamente reemplazables aún cuando en algún instante alguien o alguna situación nos demuestre o convenza de lo contrario. Instantes preciosos y preciados que van completando un cuadro, definiéndonos como personas, como seres humanos. Habrán instantes que dejaremos atrás, que con cada respiro iremos dejando atrás y habrán otros que serán medidos en esfuerzos, otros en caricias y otros querremos simplemente no dejarlos pasar.No puedo dejar de pensar que vivimos en un mundo con cultura de lo desechable, donde todos y cualquiera, donde cada cosa, cada sentimiento, palabra, alegría, sueño y desilusión pueden caer al basurero convertidos en rabia, rebeldía o frustración. Vivimos en un mundo en el que la esencia del ser humano es dañar y ser dañado por los más amados, en el que un otro antes de pedirte algo o sacar algún provecho debe sentir la obligación moral, aunque la situación no lo sea, de sonreírte antes con tal de conseguir su cometido a toda costa.Vivo en un mundo, que es el mundo de todos, que choca con las expectativas que había generado para este. Vivo en un mundo donde se empuja a cumplir sueños aunque el precio de ellos sea la desgracia de otros, donde no importa cuantas veces se deba gritar y mover enérgicamente los brazos con tal de ser escuchado y aún así no conseguirlo y que te muestra que el único camino al éxito es pasar por encima de otro.Pueden no estar de acuerdo, la primera vez que mi visión chocó con todo esto yo tampoco lo creía y tampoco estaba de acuerdo hasta que la vida me mostró algo diferente: Pensaba que se trataba sólo de mi mundo, del mundo en el yo vivía y me desenvolvía, en el que yo estaba creciendo y madurando, pero no es así. Es el mundo de todos y que muy pocos hacen algo por querer mejorar.La felicidad alcanzada por quienes quiero siempre será mi felicidad también: así es el mundo en el que vivo y así es el mundo en el que siempre quiero vivir.
Fui feliz, y siento que con cada día que pasa, estoy cada vez más lejos de esa sensación, de aquel sentimiento y aunque he hecho muchos viajes en mi corta vida, el de los últimos nueve meses ha sido por lejos el más largo y el con mayor introspección.Todos somos diferentes, con afinidades que luego nos unen, pero todos y cada uno un mundo en sí mismos. De ahí que cada cual tenga “motores” diferentes que mueven e impulsan sus vidas. Es tan genuino como valido que así sea. Para algunos será el trabajo, para otros la familia o el dinero o como para mi, el amor; el amar y ser amada, por un príncipe azul, por un gallardo caballero.A pesar de mis pocas experiencias, sigo creyendo en los cuentos de hadas porque viví el mío propio y fui tratada y llamada princesa.Toda felicidad tiene su precio y yo ya pagué el mío con una cuota de sanación y sonrisas, con una cuota de dolor y lágrimas, pero no se puede ver el arco iris sin un poco de lluvia.No viví su amor creyendo que fuera para toda la vida, ni que tampoco podría seguir viviendo sin él, pero sin duda alguna, hacia mis días más alegres, más luminosos. Tal vez no se tratara específicamente de él, pero estoy segura de lo cómoda que me sentía conmigo misma mientras estuve con él y que por lo mismo lo extraño tanto como a mí misma, porque también de eso estoy lejos, tanto que hay días en que duele.Tengo muy claro todo lo que hice por él y cambio recibí la misma respuesta: “Tú también sabes lo que hice y di por ti”. Aquello no salió de mi cabeza hasta que descubrí la respuesta, porque tengo que reconocer que no la tuve inmediatamente, y es precisamente esta: Días más felices, más llenos de sonrisas, más vitalidad y ganas de vivir intensamente cada momento. Más juicio para tomar decisiones, más coraje y valentía. Mas colores, días más soleados que nublados, más colores, más sentimientos y sensaciones que no había experimentado antes, más libertad. Y no es que antes no hubiera tenido nada de todo aquello, sino que el tan solo hecho de tenerlo conmigo era suficiente para sacar lo mejor de mí y demostrárselo.Sufrí, sí. Discutimos más de lo que debíamos, sí. No fui lo suficientemente desprendida de mi núcleo, sí. Reconozco mis errores, lo hice también en su momento y di lo mejor de mí por componerlos y recompensarlos. Fui feliz y para mí eso lo valía todo y lo dije: “Yo solo quiero ser feliz contigo”.Fuimos apasionados, la química sacaba chispas entre nosotros con tan solo un par de miradas encontradas y a pesar de las diferencias, teníamos un punto muy potente en común: lográbamos sacar tanto lo mejor como lo peor de cada uno de nosotros, el apoyo era mutuo y ambos crecimos; pero no fue suficiente.Nos faltó paciencia, pero nos sobraba complicidad. Nos sobraban ganas, pero nos faltó voluntad. Nos faltó tiempo para un “solo nosotros”, pero nos sobró compañía. Tuvimos sueños y metas cumplidas, viajes y placer.Como en la vida, tuvimos altos y bajos. Unos días muy arriba y otros muy abajo.Como en las películas, no tuvimos un gran final feliz. ¡Pero qué gran historia!. 
Estuve siempre, sin importar cuán doloroso o triste fuera, cuan divertido o feliz fuera, cuanto esfuerzo requiriera o cuán difícil, fácil o serio fuera, mi respuesta fue “Siempre, por el amor incondicional que le tengo”.Si quiero tanto a su familia, como si fuera parte de la mía, es por lo tanto que le quise a él. Si cuide tanto de mi misma y de nosotros es por lo tanto que le quise a él y por el miedo a perderle y si sufrí tanto es nada más que proporcional al amor que sentí por él. Mi felicidad fue medida en el amor, dedicación y entrega que mostró por mí y así también yo por él.No importa todo lo malo que haya pasado entre nosotros, ya es pasado. El rencor ya me enfermó una vez y no guardarlo es una lección que ya aprendí hace unos años atrás y un error que no volveré a cometer. Todo ello está olvidado, está sanado, aunque ninguna actitud mía durante o después justificara por nada del mundo aquel dolor que tampoco lo justifica ahora, mucho menos después de todo lo que ha pasado en los últimos meses aun después de separados. He actuado con altura de miras, con la madurez necesaria, como una dama, incluso como una amiga, con respeto y educación y a pesar del tiempo solo yo sé si también movida por algo de amor, pero por ser precisamente la última vez, no diré si ha sido por amor o no, porque a pesar de que el día anterior a volar al otro lado del mundo se paró frente a mí y no por obligación si no por sentimiento dijo “Te amo” yo no tuve ni razones ni motivos suficientes para responder “Yo también”.Si hice todo lo que hice, si he hecho todo lo que he hecho es nada más que por el amor que sentí por él, por haberme hecho parte de su vida y de su historia, por haberme dado algunas de sus primeras veces y aunque ya no tengo la seguridad de antes sobre aquello que gritan sus ojos y su boca no dice, me basta con sentir que aquellos lindos verdes fueron reales conmigo alguna vez antes aunque para los demás se demuestre lo contrario; me basta con saber que alguna vez y no hace mucho tiempo atrás aquellos tan transparentes y dulces ojos sentían amor y decían: “Te amo. Te deseo. Me gustas.” ¡Qué lejos estamos de aquella tan perfecta triada!Nada de todo ello fue producto de mi imaginación, ni de mis mejores sueños hechos realidad, fue la vida misma enviándome un regalo en su momento y ahora enseñándome una lección, otra lección. Hubo muchas lindas palabras, muchos lindos recuerdos que probablemente ni aunque quiera pueda borrar de mi memoria, pero que sepa que aunque la responsabilidad de que las cosas salieran mal fue de los dos y compartida, su error tuvo el precio más alto.Tengo la ferviente intención de desearle todo lo mejor del mundo y lo hago, lo haré siempre, pero como el mismo alguna vez dijo y estuve de acuerdo, todo aquello no sirve de mucho si no tienes a tu lado a alguien que te empuje por tus sueños y que disfrute de tus logros y sufra con tus derrotas. Los grandes amores, las mejores personas, los buenos amigos y la indispensable familia, son los que sin importar qué esté ocurriendo en tu vida, están contigo. “Prometo amarte y respetarte, serte fiel, en lo prospero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza..” De ahí en adelante es cosa de Dios y del destino saber si será “Todos los días de mi vida” o “Hasta que la muerte nos separe”. Parece exagerado para una simple y corta relación, pero quiero creer que además de mi aun quedan quienes sin importar el nivel de compromiso que otorguen a sus relaciones interpersonales, esta es la mejor definición de AMOR INCONDICIONAL que conozco y practico.  Tengo una idea de >Gran Hombre< y creo que no es precisamente el que llega más alto, ni el que tiene más dinero o vive rodeado siempre de mujeres, tampoco el más lindo, sino aquel ser humano lleno de transparencia, que no oculta sus verdaderos sentimientos refugiándose en vicios. Es el que abre su corazón sin rechazar la realidad por cobardía, es quien admira a una mujer por sus cimientos morales y grandeza interior. Es el que camina de frente, sin bajar la mirada, que no miente y sabe llorar su dolor sin que le importe lo que digan los demás. Es quien simplemente nunca te hizo llorar y si lo hizo fue de felicidad y orgullo, es quien te hace sonreír por lo mucho que han logrado juntos, por todos sus recuerdos, por cada alegría que comparten y por todo aquello que llenó y unió sus vidas.Eres grande no solo cuando triunfas, sino cuando eres capaz de abrir caminos a otros construyendo puentes. Y yo colaboré para que los demás sonrieran mientras yo lo hacía también.Así que no obligues a nadie a quererte, mejor oblígalos a irse, porque para decir ''hola'' a la persona correcta debes decir ''adiós'' a la persona equivocada. Ignoramos a quien nos quiere, queremos a quien nos ignora, amamos a quien nos hiere y herimos a quien nos ama. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere.Ama a la persona que te vio cuando eras invisible para el resto. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado. El tiempo te va demostrando quienes valen la pena y quienes no, quien no te busca no te extraña, quien no te extraña no te quiere.Cuando estás arriba, tus amigos saben quién eres. Cuando estás abajo, tú sabes quienes son realmente tus amigos. No dependas de nadie en este mundo, porque hasta tu sombra te abandona cuando estás en la oscuridad. Aprende a apreciar lo que tienes antes de que el tiempo te enseñe a apreciar lo que tuviste.Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Éste, es el momento de dejarle ir, porque no se puede estar en el presente añorando el pasado, ni siquiera preguntándonos porqué. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. En la vida hay que aprender a perder y a ganar. Hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente, el pasado ya pasó. La vida está para adelante, nunca para atrás. No se puede andar dejando "puertas abiertas", por si acaso. No, no vuelven, porque ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año, ya no encajarás allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir. Porque sí, duele.Que sepa que con esto no busco ni reconocimiento ni gloria, mucho menos las gracias, porque todo lo dicho, echo y demostrado fue desinteresado. Fue amor, fue por amor. Y si lo escribo es por dejar la huella de mi espíritu en su alma y en su vida; ya dijeran: “No vivas para que tu presencia se note, sino para que tu ausencia se sienta”.Adiós y hasta siempre.
Hoy son tres meses, noventa días. Contados hacia atrás parecen poco, pero día a día fueron eternos. Visité el mismo lugar aquellos días, cada día, sin excepción. Estacionaba en el mismo lugar en que lo hice la primera vez, hace poco más de un año atrás. Cada visita traía consigo las mismas sensaciones de la primera vez, más intensas, más angustiosas. Fui noventa veces a buscar a la niña linda que la última estrellada noche de un noviembre daba un emocionado si de respuesta. Fui noventa veces siguiendo las mismas instrucciones de la vez primera, el mismo camino. Cada día con la esperanza de ver a lo lejos a un par de hermosos ojos verdes venir por mi, hasta mi y vendar mis ojos y guiar mi caminar hacia la arena fría, sintiendo la brisa marina en las mejillas. Vez tras vez cargué conmigo la esperanza de traer de vuelta a aquella dulce jovencita, de verla de nuevo y entregarle un corazón entero, eterno palpitante de aquel sano amor compañero. Tantos impulsos que fueron energía transmitida como momentos, hermosos recuerdos. Iba, porque siempre ahí, en el mismo lugar en el que dejo que las velas revelaran sus deseos, encontraba el verdadero consuelo de mi espíritu. Y aunque era la única sentada contemplando el ir y venir de las olas, siempre estuve acompañada: los primeros treinta fueron mis lágrimas, fiel reflejo de la angustia, Pena, melancolía y nostalgia que sentía, de mi misma. Los siguientes treinta o puede que incluso hasta los cuarenta y cinco, ni la rabia, ni la impotencia, mucho menos la frustración me dejaron sola. De ahí en más, poco a poco, y en considerable aumento, me reconcilie con mi paz interior, con mi amor propio. El primer día de ellos, traje conmigo de vuelta a casa a la pequeña de cabello rizado. No sonrió durante el viaje de regreso, iba muy atenta al camino, de no perder ningún detalle, de no olvidar el camino, de reconocer algún rostro. Aquel día no hubo más lágrimas, aquel día continuo la vida, más viva!Aquel día que la encontré debió tomar una decisión, pero la pregunta esta vez era distinta: te quedas aquí para siempre y te rindes? O vienes conmigo y continuamos?Opto por la tranquilidad de su corazón, eligió volver a intentarlo aunque fuera la última vez. Decidió darle espacio a la felicidad. Dejo fuera a su mente, espíritu, alma y corazón se hicieron eco de una misma respuesta.Sólo el destino, el tiempo y todo cuanto conspire en nuestras elecciones mostrarán si en realidad estuvo bien o mal. Sólo hay que disfrutar la espera, aprovecharla al máximo.No esta permitido volver a nada de esto, no es una opción. Aprendió su lección, todos aprendimos. Esa es nuestra misión en la vida: nos traen al mundo para aprender y no tan sólo conocimientos sino también acerca de nosotros mismos.  Con todo ello aprendí de mi, y es lo único positivo. Y una vez cumplida la misión un alguien superior nos llama a su costado.Adiós, fue un placer!
"No había miedo en sus ojos cuando preguntó la primera vez, solo fue la extrañeza de estar dándose cuenta de que se estaba sintiendo distinto. La sensación de estar cumpliendo un sueño tal vez, de pensar que estaba viviendo lo que hace tiempo estaba esperando volver a sentir y vivir. No eran esos ojos pequeños y alargados con los que me ve cuando ríe, eran unos hermosos ojos verdes, grandes, bien abiertos, que esperaban una respuesta, que aguardaban una reacción. Mi fuero interno, en ese instante no podía más que procesar: “¡que ojos más lindos!”. La verdad y sinceridad de la respuesta hizo que volviera a la posición tan cómoda en la que se encontraba, sonriendo. La suavidad de su piel, la ternura de mi tacto despertó todos sus sentidos, hasta los que tenían que estar más controlados. Extrañamente su corazón latía normalmente, latidos prácticamente imperceptibles, normales, no como siempre suele ser. Me intriga saber si aquella pregunta fuera una de esas que dan vueltas en la cabeza por días sin respuesta, una de esas que se tiene ganas de preguntar pero no se encuentra el momento ideal o si simplemente fue un pensamiento que no pudo contener y dijo en voz alta.Así lo creo y si no fue así, tampoco hay diferencia. De manera contraria habría pasado parte de su tiempo conmigo en su cabeza, pensándome, echándome de menos,queriéndome con él, para él. De la situación más cotidiana posible y en el estado de reposo más exquisito para dos,nacieron las más lindas, sinceras y reales confesiones.Alguna de las cuales son capaces de quitarte el sueño. De ahí, que en un movimiento casi instintivo, no le faltase más que declarar que le pertenezco, que estaba escrito en mi corazón y en su corazón que así es. Ahora recién entiendo cómo fue que había tanta convicción en sus palabras: nos estamos enamorando. Intensa, única e irreparablemente, tanto el de mi, como yo de él.Nunca pensé en volver a enamorarme, nunca creí que podría volver a querer a alguien así de nuevo tan intensamente, más que la primera vez,  menos de alguien que apareció tan de pronto, tan inesperadamente. Cayó del cielo, me hace sentir viva, pierdo el sentido del tiempo. ¿Cómo puede ser eso posible? Estuve enamorada ya antes, pero jamás, jamás perdí al tiempo en algún lugar con alguien. Siento un dolor y una opresión en el pecho tan grande cuando le escucho llegar hasta mi, mis latidos más fuertes, más sanos. El sonido de su voz, su respiración en mi oído, son una invitación para entregarse al placer de olvidarse de todo, de sentir como pelo a pelo se me eriza la piel. La delicadeza de sus manos, la suavidad de su tacto me encanta, no es algo a lo que se pueda renunciar ni evitar. La magia se siente, está ahí, al alcance de nuestras manos. Pretendo no dejarla ir, mantenerla viva día a día.Sentirme feliz y completa es lo que más quiero en la vida yestoy segura que teniéndote a mi lado y queriéndote cada día más y más, voy por el camino correcto, perfecto." 
Siempre he preferido el papel. Me trae buenos recuerdos, me habla del pasado, de cuando tenía la capacidad inquebrantable de dejar plasmados los sentimientos en cualquier lado apenas nacieran, de cuando mandar una carta era el gesto más romántico que pudieran tener con uno. Recibir una carta de puño y letra de quien se ama es cosa ya de otro mundo, son pocos los que lo hacen, pero son detalles que enamoran y quien ama de corazón y profundamente, no pone límite al fluir de sus emociones, son comunes estas manifestaciones. Son parte de un fluir de pasiones, como muchos otros, que maravillan a un enamorado corazón. Los sobre nombres cariñosos, las lindas palabras, los buenos días, las buenas noches. Un arreglo de perfumadas flores, una caja de bombones, una sorpresa cuando menos se espera, un beso robado, una caricia en el pelo, una mirada sostenida acompañada de una gigante sonrisa. Una llamada, un mensaje, una inesperada visita para dormir acompañada, un profundo y sentido “te amo” al oído..Tengo un palpitante corazón enamorado de esos detalles, enamorada del amor, de estar enamorada. Tengo un corazón sensible, afortunado, benevolente. Tengo un corazón dañado en espera constante de terminar de ser reparado, y aunque a veces despierto y pienso que no quiero levantarme para evitar sentir los efectos depresivos de la rutina, tengo un alma fuerte, guerrera. Respaldada por un espíritu aventurero, entregado a la vida, a vivir lo que sea y cuando sea. Soy una pequeña gigante derribada muchas veces pero sigo aquí. No me he ido a ningún lado y tampoco lo haré y aun cuando he prescindido muchas veces de arrancar incluso de mi misma, no me he abandonado y nunca lo haré, así sea lo último que haga.Amo la vida, las que no han llegado y vendrán y amaré aún más y por siempre a quien con su presencia o su recuerdo me haga sentir infinitamente viva.  
Al límite de sus sensaciones, en el tope de lo que está sintiendo, su boca dispara un juego de palabras impresionantes, de esas que te descolocan, que te mueven el suelo. Cuando te quedan mirando así, mas con ojos tan lindos, esperas que te dejen tres metros sobre el cielo y aunque no fueron esas palabras exactamente, la reacción fue la misma, la sonrisa no desapareció de mi cara.Sin pensar o imaginarlo, transformó un hilo de letras en una declaración de amor, tal vez. Confesó su odio por mí como un mal necesario, como una etapa superable, como el sentimiento más natural del mundo. Debía ser así para después amarme y mucho.No le importó, no tuvo cuidado menos delicadeza, al pronunciarlas. Y aunque luego de decirlas, en sus expresiones corporales es evidente que quisiera que se lo tragara la tierra, no responde ninguna de mis preguntas, tampoco dice más nada y solo sonríe y sonríe con esa sonrisa maravillosa que te impide pensar lógicamente y si al mismo tiempo te está mirando se vuelve realmente irresistible. ¿Cómo no besarlo? ¿Por qué habría de contenerme? Es mío. Lo miro y no lo creo, despierto y quiero seguir soñando. Entonces ahí vuelvo a cerrar los ojos, a imaginarlo, a escuchar el sonido de su respiración, los latidos de su corazón, su risa, la que al recordar hay  veces que me hace sentir como una loca porque a pesar de que solo está en mi cabeza, no puedo evitar reír con él. Y cuando no está y comento sus anécdotas, rio sola nuevamente antes de si quiera poder decir la tercera palabra de la historia.Nunca antes, ni en este tipo de situaciones, ni en ninguna otra, me había hecho sonreír que me dijesen en la cara y mirándome a los ojos o susurrando al oído cuánto me odian. Tiempo atrás habría llorado de la rabia, de un inmenso dolor en el pecho, pero no hoy, no con él, no por él.Lo quiero en mi vida, lo quiero para mí. No tuve que proponerme tener una relación especial, ni hacer cuanto se me ocurriese para que fuera una historia de amor que trascendiera en el tiempo y que él no olvidara jamás. Es así de especial por sí sola, sin forzar nada, por su naturaleza y la mía. Es una de mis partes favoritas, junto con la cantidad de músculos que entreno cada vez que estoy con él y rio a cada instante. Su forma de ser, de ver la vida, sus metas, sus expectativas, sueños y logros, todo lo que es, lo que no es y lo que será, hacen que mis ganas de vivir sean cada vez más firmes.La naturalidad y la química son increíbles. El reflejo del tiempo ha tenido todo efecto completamente inesperado, para variar. No es como que haya sido ayer, sino todo lo contrario. No hace mucho que apareció en mi vida, no hace mucho que las cosas cambiaron tanto en su cotidianeidad como en la mía y es como si el tiempo se hubiera triplicado. Y nos sorprendemos cuando estamos de acuerdo en las simplezas de la vida diaria, y como ningunos otros, en el corto tiempo hemos discutido y conversado muchas veces y seriamente, pero increíblemente el resultado es siempre positivo. Y aunque sabe que no es la instancia correcta, si tengo que provocar una discusión para escuchar de sus labios decir todo lo que piensa y todo lo que siente por mí, entonces lo haré: una y mil veces.-
La vida me sonríe ahora, me siento mejor que nunca, pero no siempre fue así. Antes de que te cruzaras en mi camino, viví muchas experiencias. El tiempo me ayudó a enterrar todo lo malo, los buenos recuerdos empezaron a aflorar sin que hiciera el mínimo esfuerzo. Los días pasaban por mí como horas eternas, no vivía realmente. Mi ser estaba perdido, fui un alma en pena caminante. Tuve muy pocos tiempos míos, de soledad, y los que fueron, solo vieron más y más de mis lágrimas correr por mis mejillas. Nunca estuve realmente sola, nunca demostré a todos lo muerta que estaba por dentro. Seguí viviendo normalmente, y durante un año estuvo siempre una misma persona dispuesta a hacerme reír y hacerme sentir bien. Creí sentirme bien, creí sentirme viva nuevamente. Compartí con mis pares todas las veces que quise y pude, baile como nunca, hice cosas que con otra persona no habría hecho. Logré convencerme de que por fin todo estaba bien, que había superado mi mayor pena, que mis heridas habían sanado, que estaba dispuesta a luchar por esa persona que tanto me daba. Me amenacé. Me dije a mi misma que tenía que intentarlo, que me iba a lanzar contra viento y marea, contra todo quien se interpusiera a mi felicidad, que asumiría el estar con alguien, aunque ese alguien fuera justo lo que mis papas no quería para mí. Puse fecha límite. Me aferré a la sensación de pertenencia que él provocaba, a la idea de lo que representaba, a sentirme una consentida, querida, adorada, prescindible. ¿Quién querría dejar todo eso para estar sola? La mitad estaba lista, el me quería y listo, pero no le querían donde más tenían que quererle, mi familia. Le adoraban mis amigos, encajaban perfecto con todos y por ese mismo motivo era que estaba en todas partes, incluso el día en que te vi por primera vez. Aquel día, mi vida se puso de cabeza. Yo juro, que cuando te vi y te reconocí, me ahogué. Fue una reacción automática a inspirar y contener el aire. Mi alma volvió a mi cuerpo. La pieza que estaba perdida, encajó perfectamente. Sentí de nuevo cómo me circulaba la sangre desde los pies a la cabeza. Logré poner atención nuevamente a los latidos de mi corazón. El revoloteo de las mariposas no me dejó dormir esa noche. Lo único que podía ver cuando cerraba los ojos, eran tus ojos. Mis cinco sentidos se hicieron presentes en su máxima expresión. Los pájaros cantaron como nunca cuando amaneció, las rosas estaban más rojas, más abiertas, ¡más vivas!. Intenté engañarme de nuevo, con más convicción que antes de que no estaba bien, que era un error, que no podía hacerle daño a quien estaba conmigo. No podía poner en jaque su felicidad. Comenzó el tiempo entonces a hacer lo suyo, y tú lo tuyo también, aunque no fuera voluntario tal vez, y mi concentración era cada vez más efímera y mis pensamientos cada vez más soñadores. Las noches me ponían a prueba, mi curiosidad en aumento y la intranquilidad por unos días se volvió mi compañera. Me sentí perdida y por alguna extraña e inconsciente razón de pronto mi corazón estaba tomando una decisión. En menos de una hora de conversación, mientras lo convencía de que eso no iba tan bien como esperaba, me convencía a mi misma de que mis ganas de estar con alguien estaban mal dirigidas. Se bajó del auto, le di vuelta a la calle y sin que me importara nada ni nadie te llamé. Sin algún pretexto previamente estudiado, sin saber qué decir, sin saber qué hacer cuando te tuviera enfrente. No me propuse conquistarte, no forcé que me gustaras, no me obligue a encantarme. Nació de mí sin la más mínima intención, sin previo aviso. Siempre he creído que la vida entrega señales para todo, que las cosas pasan por algo, que todo está escrito, que una acción es consecuencia de otra anterior y una siguiente. Que las decisiones son producto de la ley causa-efecto, pero cuando apareciste rompiste todos mis esquemas. ¿Cuál de todas mis decisiones fue la que te puso en mi vida así tan de pronto y tan espectacularmente? No es trascendente que conozcamos esa respuesta ahora, tarde o temprano la sabremos, pero no deja de ser interesante que sin más la persona que siempre idee para mi haya estado tan cerca y que la vida misma y todo lo que ella implica se haya encargado de ponerte en mi camino. Desde que salimos por primera vez juntos, no he dejado de sorprenderme: de las afinidades, de la química, de tus ojos, de tu sonrisa. No estás ni cerca de imaginar cuánto me gusta esa sonrisa, ni todo lo que me provoca esa sonrisa, de cuánto bien me hace tu compañía. Que desde que llegué a mi casa de esa salida tan improvisada de domingo, sentí por fin cómo cerraron todas mis heridas, como sanó mi piel, como se renovó mi energía. No podía hacer otra cosa que saltar, correr, gritar. La adrenalina estaba al máximo en mi sistema completo y de ahí que no paró de subir en intensidad. Se congelaron mis miedos, me entregué a vivir un sueño, mi sueño. 

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