• facundo aguirre
ateo
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  • País: Argentina
 
besos de lengua en labios donde mueren la inocencia y la cordura. confunde su cuerpo en la piel tensa, apoya la cabeza sobre el duro torso de pezones vibrantes entre sabanas revueltas y semen derramado. hay sombras, deseos pariendo soldados del amor o del odio. gozo un rayo de luz en esta noche marica en celo.
rayo de luz
Autor: facundo aguirre  901 Lecturas
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Fiebre
Autor: facundo aguirre  898 Lecturas
LA CONDICION HUMANA Y SU MAS ALLA Misterios de Auschwitz El miércoles próximo se cumplen 65 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz. Las reflexiones imborrables de Primo Levi plantean por qué los hombres pueden “querer no saber”, por qué los que iban a la muerte no se rebelaban, por qué los que se sublevan son los que menos sufren y por qué, “aunque comprender es imposible, conocer es necesario”.Por Primo Levi * Esconder del pueblo alemán el enorme aparato de los campos de concentración no era posible, y además (desde el punto de vista de los nazis), no era deseable. Crear y mantener en el país una atmósfera de indefinido terror formaba parte de los fines del nazismo: era bueno que el pueblo supiese que oponerse a Hitler era extremadamente peligroso. Efectivamente, cientos de miles de alemanes fueron encerrados en los Lager desde los comienzos del nazismo: comunistas, socialdemócratas, liberales, judíos, protestantes, católicos, el país entero lo sabía, y sabía que en los Lager se sufría y se moría. No obstante, es cierto que la gran masa de alemanes ignoró siempre los detalles más atroces de lo que más tarde ocurrió en los Lager: el exterminio metódico e industrializado en escala de millones, las cámaras de gas tóxico, los hornos crematorios, el abyecto uso de los cadáveres, todo esto no debía saberse y, de hecho, pocos lo supieron antes de terminada la guerra. Para mantener el secreto, entre otras medidas de precaución, en el lenguaje oficial sólo se usaban eufemismos cautos y cínicos: no se escribía “exterminación” sino “solución final”, no “deportación” sino “traslado”, no “matanza con gas” sino “tratamiento especial”, etcétera. No sin razón, Hitler temía que estas horrorosas noticias, una vez divulgadas, comprometieran la fe ciega que le tributaba el país, como así la moral de las tropas de combate; además, los aliados se habrían enterado y las habrían utilizado como instrumento de propaganda: cosa que, por otra parte, ocurrió, si bien a causa de la enormidad de los horrores de los Lager, descriptos repetidamente por la radio de los aliados, no ganaron el crédito de la gente. El resumen más convincente de la situación de entonces en Alemania la he hallado en el libro Der SS Staat (El Estado de la SS), de Eugen Kogon, ex prisionero en Buchenwald y luego profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Munich: “¿Qué sabían los alemanes acerca de los campos de concentración? A más del hecho concreto de su existencia, casi nada. Sin embargo, no había un alemán que no supiese de la existencia de los campos. Pocos eran los alemanes que no tenían un pariente o un conocido en un campo, o que al menos no supiesen que tal o cual persona allí había sido enviada. Todos los alemanes eran testigos de la multiforme barbarie antisemita: millones de ellos habían presenciado, con indiferencia o con curiosidad, con desdén o quizá con maligna alegría, el incendio de las sinagogas o la humillación de los judíos y judías obligados a arrodillarse en el fango de la calle. Muchos hombres de negocios tenían relaciones de proveedores con la SS de los Lager, muchos industriales solicitaban mano de obra de trabajadores-esclavos a la SS, y muchos empleados estaban al corriente. No eran pocos los trabajadores que desarrollaban su actividad cerca de los campos de concentración o incluso dentro de los mismos. Profesores universitarios colaboraban con los centros de investigación médica”. Pese a las varias posibilidades de informarse, la mayor parte de los alemanes no sabía porque no quería saber, o más: porque quería no saber. Es cierto que el terrorismo de Estado es un arma muy fuerte a la que es muy difícil resistir, pero también es cierto que el pueblo alemán, globalmente, ni siquiera intentó resistir. En la Alemania de Hitler se había difundido una singular forma de urbanidad: quien sabía no hablaba, quien no sabía no preguntaba, quien preguntaba no obtenía respuesta. De esta manera, el ciudadano alemán típico conquistaba y defendía su ignorancia, que le parecía suficiente justificación de su adhesión al nazismo: cerrando la boca, los ojos y las orejas se construía la ilusión de no estar al corriente de nada, y por consiguiente de no ser cómplice de todo lo que ocurría ante su puerta. Saber, y hacer saber, era un modo (quizá tampoco tan peligroso) de tomar distancia con respecto al nazismo; pienso que el pueblo alemán, globalmente, no ha usado de ello, y de esta deliberada omisión lo considero plenamente culpable. Perros adiestrados En algunos Lager hubo efectivamente insurrecciones: en Treblinka, en Sobibor y también en Birkenau, uno de los campos dependientes de Auschwitz. No tuvieron gran peso numérico: como la parecida insurrección del ghetto de Varsovia, fueron más bien ejemplos de extraordinaria fuerza moral. En todos los casos fueron planeadas y dirigidas por prisioneros de alguna manera privilegiados, por lo tanto en condiciones físicas y espirituales mejores que las de los prisioneros comunes. Esto no debe sorprender: sólo a primera vista puede parecer paradójico que se subleve quien menos sufre. También fuera de los Lager, las luchas raramente son lideradas por el subproletariado. Los “harapientos” no se rebelan. En los campos para prisioneros políticos, o en donde éstos prevalecían, la experiencia conspiradora de éstos demostró ser preciosa, y a menudo se llegó, más que a rebeliones abiertas, a actividades de defensa bastante eficientes. Según el Lager y según las épocas, se logró por ejemplo chantajear o corromper a la SS, frenando así sus poderes indiscriminados; se logró sabotear el trabajo para las industrias de guerra alemanas; se logró organizar evasiones; se logró comunicar por radio con los aliados, dándoles noticias acerca de las horribles condiciones de los campos; se logró mejorar el tratamiento de los enfermos, sustituyendo a los médicos de las SS con médicos prisioneros; se logró “condicionar” las selecciones, mandando a la muerte a espías o traidores y salvando a prisioneros cuya supervivencia tenía, por algún motivo, particular importancia; se logró preparar, incluso militarmente, una resistencia en caso de que, al acercarse el frente, los nazis decidieran (como de hecho a menudo lo hicieron) liquidar totalmente los Lager. En los campos en los que los judíos eran mayoría, como los de la zona de Auschwitz, una defensa activa o pasiva era particularmente difícil. Aquí los prisioneros, en general, carecían de casi toda experiencia organizativa o militar; provenían de todos los países de Europa, hablaban lenguas diferentes, y por ello no se entendían entre sí: sobre todo, tenían más hambre, estaban más débiles y cansados que los demás, porque sus condiciones de vida eran más duras y porque tenían frecuentemente tras de sí un largo historial de hambre, persecuciones y humillaciones en los ghe-ttos. Por ende, la duración de su estancia en el Lager era trágicamente breve, constituían en definitiva una población fluctuante, continuamente disminuida por la muerte y renovada por las incesantes llegadas de nuevos cargamentos. Es comprensible que en un tejido humano tan deteriorado e inestable no prendiese fácilmente el germen de la rebelión. Podríamos preguntarnos por qué no se rebelaban los prisioneros no bien bajaban del tren, que esperaban horas (¡a veces días!) antes de entrar a las cámaras de gas. Además de todo lo que he dicho, debo agregar que los alemanes habían perfeccionado, en esta empresa de muerte colectiva, una estrategia diabólicamente astuta y versátil. En la mayor parte de los casos, los recién llegados no sabían qué se les tenía preparado: se los recibía con fría eficiencia pero sin brutalidad, se los invitaba a desnudarse “para la ducha”, a veces se les entregaba una toalla y jabón, y se les prometía un café para después del baño. Las cámaras de gas, en efecto, estaban camufladas como salas de duchas, con tuberías, grifos, vestuarios, perchas, bancos, etcétera. Cuando, por el contrario, un prisionero daba la menor muestra de saber o sospechar su destino inminente, las SS y sus colaboradores actuaban por sorpresa, intervenían con extremada brutalidad, gritando, amenazando, pateando, disparando y azuzando –contra esa gente perpleja y de-sesperada, marinada por cinco o diez días de viajes en vagones sellados– a sus perros adiestrados para despedazar hombres. Siendo así las cosas, parece absurda y ofensiva la afirmación a veces formulada según la cual los judíos no se rebelaron por cobardía. Nadie se rebelaba. Baste recordar que las cámaras de gas de Ausch-witz fueron puestas a prueba con un grupo de trescientos prisioneros de guerra rusos, jóvenes, con entrenamiento militar, preparados políticamente y sin el freno que representan mujeres y niños; tampoco ellos se rebelaron. Frente al olvido Cada uno de nosotros, los sobrevivientes, se comporta de manera distinta, pero se distinguen dos grandes categorías. Pertenecen a la primera categoría los que rehúsan regresar, o incluso hablar del tema; los que querrían olvidar pero no pueden, y viven atormentados por pesadillas; los que, al contrario, han olvidado, han extirpado todo y han vuelto a vivir a partir de cero. He notado que, en general, todos estos individuos fueron a parar al Lager “por desgracia”, es decir sin un compromiso político preciso; para ellos el sufrimiento ha sido una experiencia traumática pero privada de significado y de enseñanza, como una calamidad o una enfermedad: el recuerdo es para ellos algo extraño, un cuerpo doloroso que se inmiscuyó en sus vidas y han tratado (o aún tratan) de eliminarlo. La segunda categoría, en cambio, está constituida por los ex prisioneros “políticos”, o en todo caso con preparación política, o con una convicción religiosa, o con una fuerte conciencia moral. Para estos sobrevivientes, recordar es un deber: éstos no quieren olvidar, y sobre todo no quieren que el mundo olvide, porque han comprendido que su experiencia tenía sentido y que los Lager no fueron un accidente, un hecho imprevisto de la Historia. Los Lager nazis han sido la cima, la culminación del fascismo en Europa, su manifestación más monstruosa; pero el fascismo existía antes que Hitler y Mussolini, y ha sobrevivido, abierto o encubierto, a su derrota en la Segunda Guerra Mundial. En todo el mundo, en donde se empieza negando las libertades fundamentales del Hombre y la igualdad entre los hombres, se va hacia el sistema concentracionario, y es éste un camino en el que es difícil detenerse. Conozco muchos ex prisioneros que han comprendido bien la terrible lección implícita en su experiencia, y que cada año vuelven a “su” campo llevando de la mano peregrinajes de jóvenes: yo mismo lo haría de buen grado si el tiempo me lo permitiese y si no supiera que logro el mismo fin escribiendo libros y aceptando comentarlos ante los estudiantes. Comprender es imposible Como se sabe, la obra de exterminación fue muy lejos. Los nazis, que a la vez estaban empeñados en una guerra durísima, manifestaron en ello una prisa inexplicable: los cargamentos de víctimas destinadas al gas o a ser trasladadas de los Lager cercanos al frente tenían precedencia sobre los transportes militares. No llegó a su culminación sólo porque Alemania fue derrotada, pero el testamento político de Hitler, dictado pocas horas antes de su suicidio y con los rusos a pocos metros de distancia, concluía así: “Sobre todo, ordeno al gobierno y al pueblo alemán que mantengan plenamente vigentes las leyes raciales y que combatan inexorablemente contra el envenenador de todas las naciones, el judaísmo internacional”. Se puede afirmar que el antisemitismo es un caso particular de intolerancia; que durante siglos ha tenido un carácter principalmente religioso; que en el tercer Reich fue exacerbado por la explosión nacionalista y militarista del pueblo alemán, y por la peculiar “diferencia” del pueblo judío; que se diseminó fácilmente por toda Alemania y buena parte de Europa, gracias a la eficacia de la propaganda de los fascistas y de los nazis que tenían necesidad de un chivo emisario sobre quien descargar todas las culpas y todos los resentimientos; y que el fenómeno fue llevado a su paroxismo por Hitler, dictador maníaco. Debo conceder, sin embargo, que estas explicaciones comúnmente aceptadas no me satisfacen: son diminutas, no tienen común medida ni proporción con los hechos que pretenden explicar. Releyendo las crónicas del nazismo, desde sus turbios inicios hasta su fin convulsionado, no logro quitarme de encima la impresión de una atmósfera general de locura descontrolada que me parece ser única en la historia. Esta locura colectiva, este descarrío, suele explicarse postulando la combinación de muchos factores distintos, insuficientes uno a uno. El más importante sería la misma personalidad de Hitler y su profunda interacción con el pueblo alemán. Es verdad que sus obsesiones personales, su capacidad de odiar, su prédica de la violencia, hallaban una resonancia desenfrenada en la frustración del pueblo alemán, y de él le volvían multiplicadas, confirmándole su convicción delirante de ser él mismo quien encarnaba al Héroe de Nietzsche, el Superhombre redentor de Alemania. Mucho se ha escrito acerca de su odio hacia el pueblo judío. Se ha dicho que Hitler volcaba sobre los judíos su odio hacia todo el género humano; que reconocía en los judíos algunos de sus propios defectos, y que al odiar a los judíos se odiaba a sí mismo; que la violencia de su aversión provenía del temor de tener “sangre judía” en las venas. Insisto: no me parecen explicaciones adecuadas. No me parece lícito explicar un fenómeno histórico cargando todas las culpas sobre un individuo (¡los ejecutores de órdenes horrendas no son inocentes!), y además siempre es arduo interpretar las motivaciones profundas de un individuo. Las hipótesis propuestas justifican los hechos sólo parcialmente, explican la calidad pero no la cantidad. Debo admitir que prefiero la humildad con que algunos historiadores entre los más serios (Bullock, Schramm, Bracher) confiesan no comprender el antisemitismo furibundo de Hitler y, detrás de él, de Alemania. Quizá no se pueda comprender todo lo que sucedió, o no se deba comprender, porque comprender casi es justificar. Me explico: “comprender” una proposición o un comportamiento humano significa (incluso etimológicamente) contenerlo, contener al autor, ponerse en su lugar, identificarse con él. Pero ningún hombre normal podrá jamás identificarse con Hitler, Himmler, Goebbels, Eichmann e infinitos otros. Esto nos desorienta y a la vez nos consuela: porque quizá sea deseable que sus palabras (y también, por desgracia, sus obras) no lleguen nunca a resultarnos comprensibles. Son palabras y actos no humanos, o peor: contrahumanos, sin precedentes históricos, difícilmente comparables con los hechos más crueles de la lucha biológica por la existencia. A esta lucha podemos asimilar la guerra: pero Auschwitz nada tiene que ver con la guerra, no es un episodio, no es una forma extremada. La guerra es un hecho terrible desde siempre: podemos execrarlo pero está en nosotros, tiene su racionalidad, lo “comprendemos”. Pero en el odio nazi no hay racionalidad: es un odio que no está en nosotros, está fuera del hombre, es un fruto venenoso nacido del tronco funesto del fascismo, pero está fuera y más allá del propio fascismo. No podemos comprenderlo; pero podemos y debemos comprender dónde nace y estar en guardia. Si comprender es imposible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también. * Fragmentos del postfacio, escrito en 1976, en Si esto es un hombre (ed. Muchnik; totalmente agotado en Buenos Aires). //
Me siento observada como santo tomas en el prostíbulo como una novia virgen en la noche de boda como un drogadicto en el colectivo como las travestís en la panamericana como una marcha trotskysta en corrientes y callao como los ratones en el laboratorio como las pijas chorreantes en una tetera como la mantis religiosa comiendo la cabeza del macho como las orquídeas y los ladrones no me mires tan solo devorame y mastica mi piel chupa los huesos bebe mis jugos olisquea mis pedos pero no me mires soy un anónimo objeto del deseo.
p { margin-bottom: 0.21cm; }a:link { } betty boop habla guarani y baila la galopera sobre la tierra colorada. Su peor costumbre es enamorarse de casos perdidos (al menos de mí obtuvo una hija) la poesía en tono de drama y epopeya, la creencia ingenua de que la bondad va a parir revoluciones (es la maldad la fuerza de la historia). Los ojos de betty boop iluminan la noche son como una puerta a los infiernos del Dante donde hay que dejar toda esperanza.
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Un ultimo recuerdo
Autor: facundo aguirre  865 Lecturas
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Eran mis últimos pesos ... y lo que llevaba en el bolsillo  era lo único que tenia  para comer y moverme en los próximos días. Sin embargo, y siempre hay momentos donde prosperan los sin embargo, había perdido la cabeza por un par de rayas convidadas por un amigo y snifadas junto a él. Con mi cabeza danzando a mil por horas, haciendo un recorrido frio de mis problemas mientras alimentaba en el mismo registro un deseo caliente de sexo y un pensamiento obsesivo por tomar más cocaína.  Luego de debatirlo internamente -alcanzado por la ansiedad- opte por comprar más cocaína, del resto luego veríamos. Llame al dealer -nos vemos en media hora en San Juan y Pichincha,  fueron sus palabras.  Me fui caminando desde mi casa en Once  hasta aquel lugar. Mi estado no era el mejor para corretear por las calles  Transpiraba exageradamente y mi capacidad de conversación estaba prácticamente reducida a cero. Una fría mirada paranoica era mí guía. Antes de salir fume un poco de marihuana,  para bajar la ansiedad, lo que no hizo más que agregar paranoia a mi actitud.  Hacía un calor infernal y yo sudaba a raudales aterrorizado de todo lo que sucedía a mi alrededor: los autos, la oscuridad de la noche, la gente caminando en las veredas,  las miradas inquisidoras de los que ocupan la calle para mitigar el calor con algo del fresco de la noche. Un patrullero se detuvo a cincuenta metros de donde yo estaba parado. Dos policías armados con Itakas se dirigian hacia mí. No atinaba a salir por temor a llamar la atención inconsciente de si yo era su blanco, después de todo estaba limpio y tenía tan solo mi escaso dinero encima  En ese mismo instante siento una mano en mi espalda.  Salte sobresaltado como si todos los demonios del infierno  Se hubieran conspirado para destriparme.  Era el dealer, saludándome. -Como estas viejo, cuanto necesitas?. De frente a pocos metros dos policías amenazantes con sus Itakas,  el corazón latía al ritmo acelerado de un tambor de guerra. Cuando pienso que estoy perdido , atino a ver un gran cartel luminoso:"Pizza", la sangre me volvió al cuerpo.  El dealer saca su paquete de entre las piernas y me hace entrega de dos bolsitas.  Antes de retirarme,  Opto por ingresar al baño de aquella pizzería, los policías, en el mostrador, esperando el favor del pizzero.  En el baño, sobre la tapa del inodoro,  tomo un pase por cada orificio.  Cuando salí de aquel local,  sentí el latido del corazón  como una nota inspirada de la muerte. Regresando a mi casa,  la noche,  reiniciaba su ciclo.
ciclo nocturno
Autor: facundo aguirre  862 Lecturas
Espero mirando hacia el techo en la oscuridad. No busco a Dios -su idea hace todo tan vacío e insoportable- Espero encontrar héroes manchados de barro y sangre, pájaros negros de mal augurio.
mal augurio
Autor: facundo aguirre  856 Lecturas
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Orgia de poetas
Autor: facundo aguirre  839 Lecturas
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Fritanga
Autor: facundo aguirre  835 Lecturas
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La reunión
Autor: facundo aguirre  832 Lecturas
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Tren interurbano
Autor: facundo aguirre  827 Lecturas
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La noche de anoche que desconche pinto ponche merca porro puro morro oro y barro de la luz titilando a 200 wats y la pija fláccida y el deseo al palo de mucho falo mojada concha que desconcha picá fina la cocaína. recuerdo de favio posca estoy tomando alita de mosca.
Alita de mosca
Autor: facundo aguirre  826 Lecturas
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Sallinger me dijo eres un borracho de mierda. Y yo le conteste: -Y a vos que te importa pelotudo. Fue entonces cuando sentí por detrás que me entraba un puño en la cara, al darme vuelta, el segundo trompazo me dio de lleno en la nariz. Juro que vi estrellitas de colores estallando. Y  mis ojos se llenaron de lagrimas mientras manaba la sangre. Solo atine a sacudirme y en el movimiento brusco del cuerpo me encontré con una botella vacía de vino tinto, la tome y se la partí en la cabeza. El tipo era grandote y rudo, pero se desplomo sobre su culo. Cuando lo vi en el piso le patee la cara. Sallinger me freno. Papá Hemingwey desde el piso me insultaba. Me había tomado su whisky y estaba furioso. Le dije: -Anda a sobarle la verga a un viejo en el mar, forro.Me fui dando tumbos.El resto ya lo saben, el se convirtió en leyenda escribiendo sobre un viejo pescador que lucha con los tiburones por un gran pez y llevando a su cama a Marlene Dietrich y otras delicias. Un día sus sesos terminaron decorando la pared de una cabaña.Yo mientras tanto me deshago en un chute de morfina convencido de que aquello fue el origen de todo.
El comisario Ramón Falcón hombre de bien, de ley y de Dios (donde hay bien hay ley y Dios) ordeno con voz de trueno y serpientes venenosas en los ojos -Vamos a barrer la plaga anarquista y un Primero de Mayo de 1909, tiño de sangre la ciudad de Buenos Aires. (sangre roja como la de la bandera socialista, Almas negras de aquellos espíritus ateos) Falcón fue un héroe. Las damas de sociedad le brindaban sonrisitas complacientes (mientras sus bombachas ardían) y el Estado lo elevo al rango de salvador (se sintió reconfortado Falcón, salvador, como el señor Jesucristo). Ramón Falcón sello su nombre en la historia: es calle, monumento y hasta escuela de policía. Todo por servir a Dios, la Patria y la propiedad. El anarquista Simón Radowitzky, ajusticio a Ramón Falcón. En Recoleta donde las señoras de sociedad y los señoritos de moño y galera se pasean seguros por saberse cerca de Falcón lo hizo volar por los aires (las bombas de la vindicación son siempre sonoras, Como los fuegos artificiales). Simón Radowitzky termino con sus huesos En el frío penal de Ushuaia (donde hasta los pingüinos se congelan) No tiene calle ni monumento que lo honre. Radowitzky sello su nombre en la historia, Es el vindicador de mayo, el santo de la anarquía.
Te vi esta mañanatoda largay desnuda en mi cama.no lo podía creer.mi mano en la piel,retorciéndote los pezones,acariciando una colaque enloqueceríaal más cuerdo de todos.por la noche no cojimos,quiero decir,no hubo penetraciónni sexo genital.estaba demasiado borracho para intentarlo.no valía la pena.la pielimportaba más.tanto que,en la mañana,deseaba entrar en ellapara abrigarme del vientoy escondermede las miradas de la gente.en la camaolíamos a sueñomirándonos uno al otro a los ojos.ni estrellasni cometasni fuegos artificialesni el mar de un tsunamipuede atraparme tanto.por favorno lo hagas más,cuando veotanto fuego solo pienso en cenizas.
Pienso en cenizas
Autor: facundo aguirre  824 Lecturas
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Domingo de Pascuas
Autor: facundo aguirre  822 Lecturas
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Perro que ladra al hueso;   tigre devorando cat chow;   mujer de piernas largas y dulces ojos de almendra;   el trapecista del circo arrojándose al vació del amor;   la multitud ovaciona el show y la carnicería.  
circo
Autor: facundo aguirre  820 Lecturas
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La paz es un cementerio plagado de tumbas desconocidas. Los restos fantasmales de un ejercito derrotado anclado en la memoria de algunos testarudos. La paz es internet facebook una tv digital el rock and roll las siliconas de la madre tierra. La paz es el amor liquido Derrida la sonrisa de Obama. Es un ángel nazi predicando el evangelio. El yo como supremo principio. La paz es una playa perdida donde contemplan su suerte los desnudos y los muertos.
la paz
Autor: facundo aguirre  812 Lecturas
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p { margin-bottom: 0.21cm; }a:link { } Ella le dijo -sos muy puto y por eso me gustas. Él contesto -y vos muy puta y por eso te adoro. Y a renglón seguido le fue metiendo de a uno los dedos gordos y grandes de la mano derecha por el culo. Y ella le decia. -bestia me haces doler a propósito, así quiero ver que te rompan el culo y te lo llenen de leche. A mitad de la noche se fue y él quedo solo durmiendo en un oscuro cuarto de hotel. Días después el era un putito promiscuo, pasado de cocaína, mamando vergas en una tetera. Desnudo, en cuatro patas, sobre un sillón de cuero gastado en el fondo de una sala oscura donde proyectan porno, elogiando la verga del que se masturba en su cara, saboreando en su boca semen de ocasión y recibiendo duras palmadas en el culo. William Burroughs lleno de heroína le voló los sesos a la esposa mientras jugaba a Guillermo Tell. Jean Genet en Pompas fúnebres relata el desesperado intento de un chulo de salvar su vida cogiéndose a Hitler de tal manera, que haga indeseable la orden de asesinarlo. ¿Fedro habrá entregado su cuerpo para el goce del filosofo? Del semen derramado en los culos de la historia nacen rosas con espinas, larvas y sueños de universos donde reina el caos. Cuando él le contó, ella le pidió detalles de lo sucedido para hacerse una paja.
Una mariposa se desprendió de tu vientre y se dirigió al sol a la luna al centro del caos y las estrellas. Pario mil orgasmos enloqueció mil amantes provoco el caos del universo y el fuego en los corazones. Una simple mariposa que reposa en tu vientre.
una mariposa
Autor: facundo aguirre  811 Lecturas
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Del cuello del hombre cuelga una llamativa corbata rosa con pintitas blancas. Tiene una enorme papada que se confunde con el nudo de la corbata y el cuello de la camisa. Parece un sapo. Su cara es grotesca y blanca, su cabeza luce entradas pronicniadas y una calvicie incipiente en la punta de la bocha, su boca es grande y el sonido de sus palabras grandilocuente. -No puede hacer nada, estas son las condiciones que ustedes aceptaron, ahora no me vengan con que no están satisfechos. Bueno si no hay nada más que discutir, estoy muy ocupado.-El tema de si son las condiciones que aceptamos o no, es secundario. Las condiciones son impuestas, no es una elección voluntaria, ya que la opción es morir de hambre. El tema es que no estamos satisfechos y no tenemos porque estar satisfechos. -Como se atreve usted a hablarme así. Se exalto y la cara de sapo se puso roja como un pepino opacando el rosa de su corbata.-Y como sabemos que a las condiciones impuestas se le oponen las condiciones deseadas y que las condiciones deseadas se logran por la fuerza, venimos a decirle que nos importa muy poco que no tenga tiempo y que desde este instante, usted ha sido tomado como garantía de seguridad mientras ocupamos la planta hasta ver satisfechas todas nuestras demandas.Al gordo cara de sapo se le fue el color de la cara y se le derrumbo la papada. Estaba más pálido que las pintitas blancas de su corbata rosa. Se había creído demasiado aquello de que a los hombres se los manda por posición social. Ahora era una pasa arrugada a quien le temblaban los labios al hablar. Nosotros nos habíamos creído durante mucho tiempo que nuestra situación respondía a un orden natural de las cosas. Ya no creíamos, simplemente nos ubicamos en el mismo lugar que el de nuestro interlocutor.Es la historia que reclama ser oídadesenterrada de los libros y los cementerios, hablando desde las vigas de los edificioslos ladrillos y los cielorrasosdonde las manos obrerasestamparon su firma.En fin,es la lucha de clases, estúpido.
pintitas
Autor: facundo aguirre  808 Lecturas
p { margin-bottom: 0.21cm; }a:link { } Las sabanas revueltas. Sobre ellas un espejo, almohadas, ropa sucia, libros (Walter Benjamin decía que los libros y las prostitutas podían llevarse a la cama), el olor atrapado de la mierda, el semen y el sudor. Al costado un mate frío, un frasco con marihuana, tazas, las toallas y las paredes blancas cambiando de color ( la opresión brota de las sombras para dar lugar a los actos de la locura). No hay signos de la batalla y el silencio solo es interrumpido por los autos en la avenida. No hay rastros del dolor ni la angustia. Solo el observador comprometido con la escena comprende que aquel cuarto se asemeja a los de los ejércitos despedazados en un campo de batalla por los obuses y las esquirlas de la metralla. Un zapato viejo reclama su inocencia. Todo es derrota en la guerra del amor.
la guerra del amor
Autor: facundo aguirre  806 Lecturas
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Shakespeare escribió que quien cantaba cavando una tumba hacia algo terrible. Supongo que pensaba que se violaba la paz de los muertos, que se olvidaba, con el leve canto del hombre cavando, el dolor de los asesinados y envenenados, de los llantos de las viudas. Violaba el buen hombre con su canto humano, la terrible música del silencio eterno de los muertos, reducía la muerte a una cena de gusanos y cenizas. Para el cavador, después de todo, se trata de hacer llevadero su trabajo. Quizás el sol sobre su frente sudorosa, el contorno de las nubes o el vuelo rasante de algún pájaro hayan encendido en el hombre el deseo del canto. No es él, quien va a entregar un amor perdido a los brazos de la tierra (el cuerpo a enterrar es para el cavador una carga a dejar allí, a ser cubierta por tierra fresca y humus, que se hunde mientras el cuerpo se amolda al peso del barro). El cavador tampoco espera que salgan mariposas volando de lo que fue el vientre arrugado de una vieja (aunque ha visto gusanos devorando la carne pegada a los huesos y las cuencas de los ojos de algunos niños); no le interesa esconder ahí los desastres de la historia. Solo quiere cavar, hundir su pala en el humus negro, dejar un hueco decente donde depositar el cadáver que le toco en turno. Solo desea terminar su trabajo para marchar a casa y beber una fría cerveza. El acto terrible del cavador es cantar feliz por un buen trabajo.
Venéreas, los candiles de tu cuerpo tienen rutas venéreas(CL)una cueva oscura donde la sifilis y la gonorrea juguetean con las hormigas (FA)dulce vértigo de vetas me encandila (IR)enecegueciendo ladillas que en caravana protestan (JD)Tenga mano, aparcero! es Venerea Brisas esta poesía maldita!(RLP)Cosa de mandinga como pega esta mandanga. (FA) como gritos piedras grifos que en la memoria se lanzan (CL) sin pitonisas ni hechizos una marea de dagas (JD)sangre fresca de los nuevos sangre derramada sin historia, alimento del acero (FA) Alimento texturado en finas madejas de acero, y ya, alimenten con penicilina a Rex!(RLP) ahí va el ratón de tus ratos, negra! (ME) sin purgar aguas malditas ni lagañas de Langella (IR) Monstruo cósmico, con una enorme cabeza de Dios listó juzgará tu memoria y tu muerte disfrutará.(JD) Y la roja calva del diablo, entrando en las entrañas cavernosas de la cara de Dios (FA)La calva, maldita calva, todas las calvas! (RLP)Y es que de no ser poeta peco... pero para que sea potente lira debo de empacharme con cualquier cebo y embriagarme de cualquier orina........(HL)Llegando a derramar su gotas. Marcando las siluetas que desprende su figura. Dando lugar a la imaginacion.. Convinando sabores con total amargura. Percibiendo el aroma que la lleva a la exaltacion. Saboreando un cuerpo con heridas rotas.(L)
un hombre con la luna iluminando su espalda batiendose a duelo con sus pistolas desenfundadas cayendo mientras la sangre dibujaba en el aire pinceladas a lo pollock y las balas lo atravesaban haciendo que su cuerpo se contorsione como una marioneta enloquecida. la fria risa de sus enemigos se confunde con el silbido del viento que sopla leve sobre el cuerpo del hombre caído solo en la noche sin haber sabido apreciar el sabor del ultimo beso.
soy una marica chupando pijas en las escaleras y callejones oscuros. soy una de las zorras de la noche. mi lengua cura el mal de amor y la heterosexualidad. ya lo se, soy un puto exagerado.

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