• Edgar Tarazona Angel
UBASTET
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  • País: Colombia
 
  Doña Purificación era una señora muy piadosa, católica apostólica y romana, como le enseñaron a decir en la escuela en clases de religión, sin embargo, creía en espíritus malignos, ensalmos y hechicerías, muy contrarios a sus creencias religiosas y cargaba sobre su cuerpo cadenas con imágenes de santos, escapularios en los tobillos, pulseras, dijes, estampitas milagrosas, patas de conejo en la cartera, en fin, cuanto talismán le regalaban o compraba contra el mal de ojo y otros maleficios. Con ella vivía una nieta de diez años inquieta, desobediente y pícara que le hacía muchas diabluras, pero la acompañaba a rezar el rosario todas las noches con mucha devoción. Todo lo malo que ocurría en la casa y fuera de ella era culpa de los espíritus. Decía doña Purita, y empezaba a rezar para alejarlos de su vida. Un día, que necesitaba salir con urgencia, no encontraba las llaves y sin ellas debía permanecer en casa. Revolcó todos los rincones, destendió camas, buscó por todas partes y nada que aparecían las benditas. Tanta sed le dio que preparó una limonada y, como le gustaba bien fría abrió el congelador de la nevera y ¡oh, sorpresa! Allí estaban, entre los comestibles y el hielo. Mientras la buena señora maldecía a los engendros del demonio y todos los espíritus malignos por ser tan desgraciados con ella que le escondían las cosas importantes, su nieta se tapaba la boca para disimular la carcajada. Edgar Tarazona Angel  
PENSANDO EN EL MAR Y TÚ Recuerdo el mar Sentado en la playa a oscuras Con el fondo musical Del rumor de las olas Y te siento junto a mi Como en esas noches estrelladas Cuando juntos mirábamos el cielo Y soñábamos el mismo sueño. Todo acabó con tu partida, No sé si hay otra vida Pero deseo que tengas lo mejor Más allá de la muerte Donde estés. Espero que seas feliz Y tengas una playa blanca Para soñar conmigo Y lo que no pudo ser. Sin embargo, estás conmigo en cada noche Cuando te recuerdo Arrullados por las olas Y cobijados por ese cielo estrellado De tantas noches de amor.   Edgar Tarazona Angel
  Cinco jóvenes de edades similares, los rebeldes del pequeño barrio de una ciudad de provincia, inseparables como hermanos siameses, para todo lo que a sus mentes malévolas les llegaba. En realidad, no eran delincuentes, sólo picaros estudiantes de clase media con todo el tiempo libre durante las vacaciones escolares. El grupo no tenía un líder definido, todo se realizaba según la inspiración del momento de alguno del quinteto y siempre tenía que ver con alguna picardía que muchas veces rayaba con el delito. Para unas vacaciones de fin de año llegó un circo a la pequeña ciudad y los Hermanos Centella, como decidieron llamarse, fueron a merodear por el lugar mientras levantaban las carpas y se acomodaban los integrantes de la familia circense. No encontraron en que fijar su atención hasta que sus miradas se detuvieron en unas jaulas y allí vieron dos leones, un tigre de Bengala y otros animales; pero su atención quedó fija en los grandes felinos, entonces decidieron hablar con el jefe del espectáculo: -         ¿Señor, nos dice quien es el dueño de este circo? -         Soy yo, jóvenes, ¿en qué puedo servirles? -         Es una curiosidad – respondió Hernando, el más pícaro del combo- ¿Con qué alimenta los gaticos? -Refiriéndose, claro está, a los felinos y a sabiendas que son carnívoros. -         Pues con carne, muchachos, como todos lo saben -         ¿De cualquier carne? Preguntaron en coro. El hombre los miró detenidamente como sospechando algo y les respondió: -         Cualquier carne, si jóvenes, mientras no esté en estado de descomposición. -         ¿Por ejemplo, perros y gatos? El hombre los miró con asombro y les preguntó: -         ¿Por qué esta pregunta? Claro que pueden comer hasta ratas y otros pequeños mamíferos. Y como sospechando algo, agregó: -         ¿Es que ustedes pueden venderme animales para dar de comer a mis leones y tigre? -         Por supuesto, respondieron. -         Que no sea nada ilegal, agregó el dueño; no quiero líos con la justicia… -         No se preocupe por eso, hay muchos animalitos sufriendo sin dueño y vagando por el campo. Lo importante es que nos pague. -         Eso se sobreentiende. Y les agradezco porque me quitan un peso de encima. Desde esa noche comenzaron a desaparecer los perros y gatos callejeros. Cuando ya no quedaban más en el pueblo, en los campos vecinos los caninos amistosos que se acercaban a los Centella, terminaban primero entre un costal y luego en la panza de un depredador. Como en la canción de Juan Charrasqueado “en esos campos no quedaba ni una flor”, con la diferencia que en esa se refiere a mujeres y aquí a animales domésticos- Edgar Tarazona Angel
Encontré a la escritora sentimental cuando yo era un adolescente y me refugié en sus letras, como para encontrarle salida a muchos de mis romances frustrados; su palabra fácil y el feliz término de sus historias me hacían ver la vida color de rosa, el mismo color de su literatura. En forma paralela continuaba con mis lecturas de siempre, en forma desordenada pero continua y revolvía en un sancocho inverosímil a Emilio Salgari con Julio Verne, Alejandro Dumas, José María Vargas Vila, Clark Carrados, Marcial Lafuente Estefanía y Corín Tellado. Aparte debía leer los clásicos (consagrados, si lo prefieren) que imponían los profesores en el colegio: Homero, Cervantes, Isaacs, Bécquer,  Dostoievski, Goethe y otros que, en ese momento me aburrían en forma letal. Cuando me saturaba de los “buenos” acudía a la señora Corín y soñaba con todos los amores imposibles, los amantes decepcionados (en su primera época poco de erotismo, amor puro y punto, con fidelidad a prueba de bombas), sus  novelas estaban por todas partes y las mujeres de mi casa y sus amigas las devoraban semanal o quincenalmente en las revistas del corazón. No puedo precisar cuantas docenas de novelas leí, de la dama del sentimiento (no del romanticismo, digo yo), y menos, recordar ningún título; no existe un ser humano que se precie de haberlas leído todas pero, con diez o veinte tiene para adivinar el resto, sin menospreciar la capacidad de trabajo de la escritora. Al leer las alabanzas en  los mensajes que sus admiradores de todo el mundo enviaron, muchas cosas me dejaron pensativo. En varios países fue objeto de condecoraciones y de premios y, en su España natal fue dama honorífica en todas las provincias en diferentes épocas, y me viene una pregunta: ¿En realidad, que dejó? Digo, qué dejo para rescatar digno de recordar, fuera de la cantidad inmensa de títulos. Según me enseñaron (y yo aprendí) el título de Romántica, de la mayor escritora “romántica” (excusen la redundancia) de todos los tiempos le queda grande, por varias razones: 1.     El Romanticismo literario no es el sentimiento amoroso, va por otros caminos bien distintos, nada que concuerde con el manejo literario de la señora; me permito enumerar sus características: ·        Los escritores románticos son anarquistas; van en contravía con lo establecido. ·        El Romanticismo, como género literario, floreció antes de que naciéramos todos los habitantes actuales del planeta tierra. ·        Es un género rural, más bien, se ubica en ambientes naturales y destaca la naturaleza al máximo. ·        Obsesión por la libertad (todos los próceres de la Independencia americana fueron románticos) y anteponen la idea de Libertad a cualquier otro ideal. ·        Gran preocupación por el más allá, las historias de ultratumba y lo macabro. ·        Ambientación geográfica en lugares exóticos. 2.      La nunca bien ponderada Corín Tellado es, a lo sumo, una escritora sensible que le canta hasta la saturación a las emociones producidas por la atracción natural entre hombres y mujeres. Que yo sepa jamás escribió una novela de una pareja homosexual. 3.     Siempre el amor se da en sus obras entre seres casi perfectos, este sentimiento no lo da a personas mayores. Sus personajes parecen inspirados en  los actores y actrices de moda. Un admirador de la doña casi me pega cuando le dije que la cantidad no la hacía una gran escritora y qué, pasados unos años sería un número más en las estadísticas. Me pregunto cuantas personas tienen en su mente varios nombres de escritores con enorme cantidad de obras escritas y publicadas. Doy una lista corta y me dicen si los recuerdan y sus respectivas novelas. 1.     Jacqueline Susan: millonarias ventas en USA y Europa. Su obra “maestra” “El valle de las muñecas”, ¿La recuerdan? 2.     George Simenon (1903-1989): algunos afirman que escribió más que Corín pero en el género policiaco, ¿Podrían darme tres títulos” de su enorme producción? 3.     Barbara Cartland (1901-2000): es la versión inglesa de nuestra Corín Tellado;  una de las escritoras más prolíficas y leídas de todos los tiempos; abuela política de la princesa Diana de Gales ¡Casi nada!, gran exponente del género rosa. ¿recuerdan, por lo menos, un título de su enorme producción? 4.     Xavier de Montepin: contemporáneo de Alejandro Dumas y, como él, prolífico en su producción literaria, ¿Lo recuerdan?   Bueno, la lista no es muy extensa. Quiero comentarles que uno de los grandes dedicó su vida a escribir un tratado acerca de la condición de los seres humanos y, además de algunos estudiosos, no creo que nadie le meta muela a esa obra. La nombro porque es una muestra de que la cantidad no es calidad. El autor es Honoré de Balzac (1799-1850) y la obra “La comedia humana”: nace de la idea que tuvo el escritor de fundir todas sus novelas en una sola. “La obra incluiría 137 novelas divididas en tres grupos principales: 1. Estudios de costumbres, 2. Estudios filosóficos y 3. Estudios analíticos. Las novelas incluyen unos dos mil personajes y el escritor logró completar unos dos tercios de su proyecto (2/3). ¡Quien la ha leído completa…?   Bueno, no sé porqué se me ocurrió discurrir sobre la obra de la famosa Corín Tellado. Sé que sus admiradores me van a maldecir, que le voy a hacer. Mi maestro Juan Rulfo, pasó a la inmortalidad con dos escritos (que yo sepa): “El llano en llamas” y “Pedro Páramo” (una gran lección sobre cómo escribir bien). Admiro en Corín Tellado su tenacidad, su consagración, su capacidad de trabajo, su devoción por los sentimientos amorosos y deseo que en un futuro cercano la recuerden las generaciones actuales que llevan sus relaciones de pareja por caminos que harían sonrojar a doña Corín, tan conservadora ella. En un futuro más lejano, sólo será un dato estadístico en los Güines Records.      
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DESCORAZONADO
Autor: Edgar Tarazona Angel  455 Lecturas
En los últimos estertores del orgasmo no compartido pensó en la joven que lo acompañaba en ese momento. Sus ojos cerrados, su piel pálida y fría y su rigidéz pétrea le recordaron qué, desde ayer, ella sólo era un cadáver.
NECROFILIA
Autor: Edgar Tarazona Angel  323 Lecturas
6.  El niñito avanzó con pasos inseguros y tambaleantes hasta el señor que era su padre, según decía su mamá y, al llegar junto a él, se agarró de sus rodillas rodeándole las piernas con sus bracitos regordetes de infante que tenía un año y medio y no comprendió el porqué de su famoso padre que le impedía corresponder a su infantil caricia tan espontánea y tan tierna... La Gloria se había llevado los afectos del progenitor famoso dejando tan sólo una estatua familiar.
Quiero decirte en un verso Lo que eres para mí: Todo el amor.
MINIPOEMA UNO
Autor: Edgar Tarazona Angel  321 Lecturas
II Sin palabras, me expresaste todo Lo que deseaba saber de ti.  Me diste un beso.
MINIPOEMA DOS
Autor: Edgar Tarazona Angel  307 Lecturas
III Ayer eras toda mi  alegría, Hoy,  sólo el recuerdo. Paz en tu tumba.
IV ¿Cómo decir que nos amamos Y que lo sepa todo el mundo? Eres mi hermana
VCuando tus manos recorren todo mi cuerpoencuentro la Paz total.Gracias por ser mi masajista.
El último cóndor de los Andes soñó que su especie se había extinguido…...y era cierto, estaba muerto.
PESADILLA
Autor: Edgar Tarazona Angel  347 Lecturas
 La tarde murióDespués del último suspiroDel amante moribundo
DE AMANTES I
Autor: Edgar Tarazona Angel  378 Lecturas
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DE AMANTES II
Autor: Edgar Tarazona Angel  485 Lecturas
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DE AMANTES V
Autor: Edgar Tarazona Angel  333 Lecturas
Una luciérnaga macho volaba sin rumbo en una cálida noche del trópico buscando una hembra en celo para satisfacer sus ansias pasionales.Sentada en una banca del parque una hembra humana exhalaba efluvios inequívocos de luciérnaga hembra que lo embriagaron. El no lo sabía pero era el perfume de moda.Observó como arrojaba al piso lo que él creyó que era una hembra de su especie y se arrojó sobre ella para poseerla.En sus últimos estertores sintió como ardían sus entrañas, quemadas íntegramente por la brasa de la colilla del cigarrillo que confundió con una amante.
Cuando la profesora explicó, en clase de historia sagrada, lo del diluvio universal todos nos miramos asombrados. ¡Había llovido durante cuarenta días y cuarenta noches, que chévere!, pensamos y nos quedamos callados, ojala aquí lloviera así. En este bendito pueblo, metido entre la jungla, llovía casi todos los benditos días, no del año sino de la historia. Ninguno de los ancianos, a los que preguntamos después de clases, recordaba haber pasado cuarenta días y cuarenta noches sin lluvia, la misma historia pero al contrario. Cuando uno preguntaba a los pocos viajeros como era el mundo de afuera, le contestaban que igual: los mismos árboles, la misma selva, los mismos ríos, los mismos animales y los mismos seres humanos, y es que ninguno había salido muy lejos, lo más que se habían alejado era hasta donde podían ir y regresar en lancha el mismo día, y casi ninguno había estado en algo parecido a una ciudad. La aldea no tenía carretera que la comunicara con otros poblados; la única vía de comunicación eran los innumerables ríos que aprendíamos a conocer desde la cuna, lo mismo que a manejar las canoas. Sólo los veteranos de muchos años se aventuraban en el río grande que desemboca en el mar, el inmenso Océano Pacífico. Era mi sueño; había recreado la inmensidad de esa masa de agua, uniendo los retazos de los relatos de los viajeros, y todos los niños teníamos un sueño parecido, para montar en un barco inmenso y conocer una montaña o cualquiera de esas maravillas que nos mostró un hombre blanco. Había caído del cielo. Mejor dicho viajaba en una barca muy rara que podía navegar en las nubes y seguro una corriente fuerte la volteó y la hizo naufragar, lo cierto es que cayó sobre los árboles en medio de llamas. ¡Qué brutos –pensamos-, ponerse a cocinar en una barca!, pues se le prendió la candela a las tablas   y la incendió. Nos contó  que eran dos pero el otro murió incinerado, sabrá Dios que significa pero así murió. En un libro nos mostró unos cuadros que llamó fotografías y nos dijo que todo existía muy lejos, cruzando este mar y otro mar y muchas selvas. Lo cierto es que lo agarraron los males de la selva y se marchó para siempre. Le quitamos la ropa y lo acomodamos lejos del pueblo para que los animales salvajes lo devoraran; daba pena desperdiciar toda esa carne. Lo cierto es que, de vez en cuando alguno del pueblo se va y años después regresa. No sabemos qué encanto tiene este rinconcito perdido que ni aparece en los mapas, pero vuelven. La profesora es una de esas personas. Se fue como ocho años (yo no puedo saberlo pero eso dice mi papá) y volvió con el corazón destrozado. Yo no le creo porque la veo completa y cuando uno quiere matar un animal le parte el corazón o la cabeza. Si yo me voy algún día no sé si volveré, pero de lo que estoy bien seguro es que voy a contarle a todo el que quiera escucharme que ese cuento del diluvio es una gran mentira; ¡cómo se iba a inundar todo el mundo con una lluvia miserable de un mes y diez días si en mi pueblo no escampa y nadie cuenta que alguna vez se haya inundado!    
EL DILUVIO
Autor: Edgar Tarazona Angel  377 Lecturas
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DE AMANTES VI
Autor: Edgar Tarazona Angel  382 Lecturas
Muchos ojos, El cielo diurno y diáfano Salpicado de ovejas Algunos ríos; Lagunitas espejos, Pedazos de mares Y océanos; La sangre real Y el corazón De muchos políticos colombianos.    
Mi amor el marMi amor, el marTe quiero mimarEn el mar, mi amor,Amarte, mimarteHacer el amor en el mar,Entre el mar,Junto al mar.Mimar, mi mar.Soñar, amarAmarte amorMimarte amorEn el mar eterno:Mi mar caribe… 
MIMAR MI MAR
Autor: Edgar Tarazona Angel  368 Lecturas
Hace unas semanas escribí: ¿perdón, que puedo comer? Y la respuesta de los lectoresme tiene contento y asombrado; ha pasado a ser el artículo más leído en estemes. Pues mis meditaciones siguieron y en conversaciones con mis amigos y conocidos toqué otro punto que es tema de diálogos entre los pensionados y personas de la llamada tercera edad: las dolencias, achaques  y enfermedades; no quiero decir en qué se diferencian unas de otras, pero lo cierto es que las personas mayores (y algunas menores) se quejan de alguna de  ellas.Escuchaba las charlas como el famoso invitado de piedra, o sea sin decir ni pio. Unohablaba de hemorroides, otro de úlceras, aquel de diabetes, ella de osteoporosis, la otra de problemas de colon  y así todos se expandían describiendo una cantidad de porquerías que me ponían el estómago revuelto. Cambiaba de grupos pero el eje de las conversaciones siempre recaía en médicos, especialistas, hospitales, clínicas, medicinas, drogas, tratamientos, terapias y otras palabrotas de grueso calibre, algunas de las cuales no alcanzaba a entender y con disimulo escribía en mi agenda para buscarlas luego en mi diccionario de la Real Academia Española.Entré a grupos de pensionados de todas las empresas y la visión global era similar. Los más progresistas se dedicaban a componer el país en discusiones interminables sazonadas con el consumo de la píldora o las gotas. Me metí en billares y canchas de tejo por ver si daba con un oasis donde pudiera compartir algo relacionado con mis intereses. En estos sitios todo está adobado con licor y cigarrillos, elementos que no utilizo. En los casinos encontré la nuevaadicción de los jubilados: el juego... pero siempre, en todos los sitios veía al candidato a viejo consumiendo fármacos para alguna dolencia y me asombraba ver como los pasaban con cerveza, aguardiente o en el mejor de los casos con café negro sin azúcar; ¿no le sabe muy amargo don Pacho?, preguntaba,  "Mijo, es que tengo el azúcar muy alto y olvide el endulzante que me dieron en la EPS"En las cafeterías se reúnen a diario grupos de tres, cuatro o cinco seudo viejitos a tomar café o gaseosa y hablar pendejadas. Intenté entablar amistad con algunos de esos pequeños grupos y pronto salí corriendo. Después de los temas de rigor: política, deportes y mujeres, pasan a comentar sus achaques, los médicos que los están auscultando, los especialistas, los exámenes clínicos y los medicamentos que deben tomar con dosis, horarios y componentes de cada droga. Tienen mala memoria para muchas cosas pero no para las medicinas, no me joda, todos parecen graduados en farmacia y discuten sobre la efectividad de cada remedio porque dependiendo de su EPS o IPS, el nombre de las medicinas cambia, pero como se saben de memoria los ingredientes que las componen por unos miligramos de más o de menos arman una discusión bizantina.De pronto notan mi presencia y me interrogan a sangre fría: "¿Bueno compañerito, por qué tan callado? Díganos su Seguro Social y su historia Clínica. Pues para no quedarme atrás hablo del asma que me acompañó doce años cuando niño, de la operación de hernia inguinal en 1970, de algunas calzas en mis muelas y de un esguince que tuve cuando jugaba fútbol en el colegio. Me miran acusadores y me espetan a mansalva: "No se haga el pendejo, estamos hablando del presente"... paso saliva, me humedezco los labios con la lengua y me atrevo a decir que devez en cuando tomo una o dos aspirinas... ah, y cuando tomaba licor hace años para la resaca tomaba una o dos tabletas de Alka Seltzer, digo con gesto triunfal. Su mirada indica que esperaban algo truculento y como no tengo de que ufanarme en materia de enfermedades y todo lo que ellos manejan con tanta propiedad, me ignoran de manera olímpica...  prefiero irme a casita y refugiarme en mis libros, mis pinceles  y mi música.Asolas pienso con velocidad en todo lo que me ha ocurrido en más de seis décadasde vida y encuentro accidentes, caídas, esguinces, patadas, botellazos,resbalones y todo el pandemónium que puede sucederle a un muchacho hiperactivoo a un adulto que practica deportes de diferentes disciplinas y en sus ratoslibres se mete en lo que no le importa. Todo ha sido curado con algunos puntosde sutura, algunas inyecciones y fisioterapia, pero enfermedad, así como paradecir que se pueda llamar crónica no encontré nada. Me arme de esta informacióny en un fin de semana Salí a enfrentarme con los grupos de pensionados adictosa los medicamentos, los centros de salud, las droguerías y todo eso que yacomente. A las primeras de cambio me sacaron de la conversación. No tenía nadagrave, crónico, de especialistas o con peligro de infarto fulminante. Salí conel rabo entre las piernas a documentarme.Meinvente drogadicción, alcoholismo, ludopatía, hipertensión, pre infartos, una odos gonorreas y hasta adicción al sexo. ¡Eureka!, la atención quedó centrada enmi humilde persona y como tengo una imaginación desbordada, conté con tododetalle los síntomas y evolución de las enfermedades según me habíadocumentado; como en las enciclopedias y en internet todo viene acompañado defotografías el asunto marcho perfectamente hasta que llegó la pregunta que nohabía previsto: ¿Qué medicinas le recetaron para sus males, compañero?Ahífue el despelote porque yo decía que el bencetazil era para la úlcera gástrica,el sindenafil para la tensión arterial, el captopril para la anemia, elibuprofeno para la garganta y así todo ante la mirada burlona de los cuchos,todos ellos si, como lo dije antes, expertos en medicinas para todos losachaques del género humano. Con todo respeto me dijeron que fuera a burlarme demi madrecita y salí mas cariacontecido que en otras ocasiones. Por el caminorecordé a mis amigos muertos que en su momento merecieron alguno de misartículos y estoy decidido a buscar alguna enfermedad, por diminuta que sea,para lucirme ante las personas de mi edad...Pedícita con el médico general y le dije que unos lunares y verrugas cambiaron detamaño y de color en el último año, me reviso y me dijo que no veía nadaextraño pero ordenó unos exámenes de rutina para comprobar mi estado de salud.A los ocho días regresé con los resultados y me pregunto que si fumaba, tomabalicor trasnochaba, fornicaba, etc. Al decirle que no a todas las preguntas medijo que si me gustaba el brócoli y le respondí que me encantaba, sonrió bonachóny me prohibió el consumo de brócoli y me remitió al Dermatólogo.  Por fin iba yo a conocer un especialista. Pasarontres largos meses antes de que hubiera un espacio en la agenda de dichoprofesional que me resultó doctora, joven y muy bonita. Me revisó y decretó quetodos mis lunares y esas otras cosas no revestían ninguna gravedad. Le pedí,por favor, que me hiciera una operación aunque fuera chiquita y en medio de unadeslumbrante sonrisa me dijo que volviera a mi EPS  a que me programaran de nuevo otra cita. Comoesto es la historia de nunca acabar, me resigné a esperar a la señora muertepara cuando me tenga programado y me consuelo pensando que seré un cadáver muysaludable. http://edgarosiris310.blogspot.comhttp://chistedgarygustavo.blogspot.com
  El asesino se despertó un domingo con deseos de realizar una buena obra; pensó que era la manera correcta de redimir algunos de sus mayores pecados mortales. Caminó por los sectores miserables de la ciudad hasta encontrar un mendigo en el peor estado al que puede llegar un ser humano: semidesnudo, enfermo, desnutrido y el cuerpo lleno de llagas sangrantes y purulentas, llegó hasta él y le dijo: -       Hermano, Dios me iluminó esta mañana para ayudarte a dejar de sufrir. -       ¡Gracias Dios mío! – dijo el pordiosero alzando la vista al cielo– por fin escuchaste mis plegarias. El matón lo levantó del piso, lo abrazó con ternura y le pegó un balazo en el corazón.   
BUEN SAMARITANO   El asesino se despertó un domingo con deseos de realizar una buena obra; pensó que era la manera correcta de redimir algunos de sus mayores pecados mortales. Caminó por los sectores miserables de la ciudad hasta encontrar un mendigo en el peor estado al que puede llegar un ser humano: semidesnudo, enfermo, desnutrido y el cuerpo lleno de llagas sangrantes y purulentas, llegó hasta él y le dijo: -       Hermano, Dios me iluminó esta mañana para ayudarte a dejar de sufrir. -       ¡Gracias Dios mío! – dijo el pordiosero alzando la vista al cielo– por fin escuchaste mis plegarias. El matón lo levantó del piso, lo abrazó con ternura y le pegó un balazo en el corazón.   
¡SI DIOS QUIERE! Este caso lo escuché hace años en mi pueblo de la infancia (Chipaque); se refiere a una pareja campesina que vive sola en su pequeña finca con sus animales, su huerta y sus animalitos. Esto no tiene nada de raro, el asunto es que ella tenía una Fe como para mover montañas y ante todo lo que ocurría en la cotidianidad agregaba: “¡Si Dios quiere! El pobre hombre estaba aburrido de tanto escuchar el estribillo, algo así como: -         Vieja,  esta noche va a llover. -         Si Dios quiere. -         La cosecha se va a dar muy bien. -         Si Dios quiere. -         Mañana voy a bajar al pueblo. -         Si Dios quiere. -         Los muchachos vienen para el día de la madre. -         Si Dios quiere. Esto ya no sonaba a Fe sino a cantaleta y el viejo estaba hasta la coronilla con la muletilla de su esposa. Una noche la señora despertó alertada por ruidos sospechosos y rebulló al viejo para que saliera a ver qué pasaba. El hombre, sumiso como siempre, se armó con la escopeta y, alumbrado con la linterna, fue a dar una vuelta… Cuando regresó, le dijo sin esperar preguntas de su mujer: -         ¡Vieja, si Dios quiere, se robaron todos los animales. www.molinodeletras.net
Haceunas semanas escribí: ¿perdón, que puedo comer? Y la respuesta de los lectoresme tiene contento y asombrado; ha pasado a ser el artículo más leído en estemes. Pues mis meditaciones siguieron y en conversaciones con mis amigos yconocidos toqué otro punto que es tema de diálogos entre los pensionados ypersonas de la llamada tercera edad: las dolencias, achaques  y enfermedades; no quiero decir en qué sediferencian unas de otras, pero lo cierto es que las personas mayores (yalgunas menores) se quejan de alguna de ellas.Escuchabalas charlas como el famoso invitado de piedra, o sea sin decir ni pio. Unohablaba de hemorroides, otro de úlceras, aquel de diabetes, ella deosteoporosis, la otra de problemas de colon  y así todos se expandían describiendo unacantidad de porquerías que me ponían el estómago revuelto. Cambiaba de grupospero el eje de las conversaciones siempre recaía en médicos, especialistas,hospitales, clínicas, medicinas, drogas, tratamientos, terapias y otraspalabrotas de grueso calibre, algunas de las cuales no alcanzaba a entender ycon disimulo escribía en mi agenda para buscarlas luego en mi diccionario de laReal Academia Española.Entréa grupos de pensionados de todas las empresas y la visión global era similar.Los más progresistas se dedicaban a componer el país en discusionesinterminables sazonadas con el consumo de la píldora o las gotas. Me metí enbillares y canchas de tejo por ver si daba con un oasis donde pudiera compartiralgo relacionado con mis intereses. En estos sitios todo está adobado con licory cigarrillos, elementos que no utilizo. En los casinos encontré la nuevaadicción de los jubilados: el juego... pero siempre, en todos los sitios veía alcandidato a viejo consumiendo fármacos para alguna dolencia y me asombraba vercomo los pasaban con cerveza, aguardiente o en el mejor de los casos con cafénegro sin azúcar; ¿no le sabe muy amargo don Pacho?, preguntaba,  "Mijo, es que tengo el azúcar muy alto yolvide el endulzante que me dieron en la EPS"Enlas cafeterías se reúnen a diario grupos de tres, cuatro o cinco seudo viejitosa tomar café o gaseosa y hablar pendejadas. Intenté entablar amistad conalgunos de esos pequeños grupos y pronto salí corriendo. Después de los temasde rigor: política, deportes y mujeres, pasan a comentar sus achaques, losmédicos que los están auscultando, los especialistas, los exámenes clínicos ylos medicamentos que deben tomar con dosis, horarios y componentes de cadadroga. Tienen mala memoria para muchas cosas pero no para las medicinas, no mejoda, todos parecen graduados en farmacia y discuten sobre la efectividad decada remedio porque dependiendo de su EPS o IPS, el nombre de las medicinascambia, pero como se saben de memoria los ingredientes que las componen porunos miligramos de más o de menos arman una discusión bizantina.Depronto notan mi presencia y me interrogan a sangre fría: "¿Bueno compañerito,por qué tan callado? Díganos su Seguro Social y su historia Clínica. Pues parano quedarme atrás hablo del asma que me acompañó doce años cuando niño, de laoperación de hernia inguinal en 1970, de algunas calzas en mis muelas y de unesguince que tuve cuando jugaba fútbol en el colegio. Me miran acusadores y meespetan a mansalva: "No se haga el pendejo, estamos hablando del presente"...paso saliva, me humedezco los labios con la lengua y me atrevo a decir que devez en cuando tomo una o dos aspirinas... ah, y cuando tomaba licor hace añospara la resaca tomaba una o dos tabletas de Alka Seltzer, digo con gestotriunfal. Su mirada indica que esperaban algo truculento y como no tengo de queufanarme en materia de enfermedades y todo lo que ellos manejan con tantapropiedad, me ignoran de manera olímpica...  prefiero irme a casita y refugiarme en mislibros, mis pinceles  y mi música.Asolas pienso con velocidad en todo lo que me ha ocurrido en más de seis décadasde vida y encuentro accidentes, caídas, esguinces, patadas, botellazos,resbalones y todo el pandemónium que puede sucederle a un muchacho hiperactivoo a un adulto que practica deportes de diferentes disciplinas y en sus ratoslibres se mete en lo que no le importa. Todo ha sido curado con algunos puntosde sutura, algunas inyecciones y fisioterapia, pero enfermedad, así como paradecir que se pueda llamar crónica no encontré nada. Me arme de esta informacióny en un fin de semana Salí a enfrentarme con los grupos de pensionados adictosa los medicamentos, los centros de salud, las droguerías y todo eso que yacomente. A las primeras de cambio me sacaron de la conversación. No tenía nadagrave, crónico, de especialistas o con peligro de infarto fulminante. Salí conel rabo entre las piernas a documentarme.Meinvente drogadicción, alcoholismo, ludopatía, hipertensión, pre infartos, una odos gonorreas y hasta adicción al sexo. ¡Eureka!, la atención quedó centrada enmi humilde persona y como tengo una imaginación desbordada, conté con tododetalle los síntomas y evolución de las enfermedades según me habíadocumentado; como en las enciclopedias y en internet todo viene acompañado defotografías el asunto marcho perfectamente hasta que llegó la pregunta que nohabía previsto: ¿Qué medicinas le recetaron para sus males, compañero?Ahífue el despelote porque yo decía que el bencetazil era para la úlcera gástrica,el sindenafil para la tensión arterial, el captopril para la anemia, elibuprofeno para la garganta y así todo ante la mirada burlona de los cuchos,todos ellos si, como lo dije antes, expertos en medicinas para todos losachaques del género humano. Con todo respeto me dijeron que fuera a burlarme demi madrecita y salí mas cariacontecido que en otras ocasiones. Por el caminorecordé a mis amigos muertos que en su momento merecieron alguno de misartículos y estoy decidido a buscar alguna enfermedad, por diminuta que sea,para lucirme ante las personas de mi edad...Pedícita con el médico general y le dije que unos lunares y verrugas cambiaron detamaño y de color en el último año, me reviso y me dijo que no veía nadaextraño pero ordenó unos exámenes de rutina para comprobar mi estado de salud.A los ocho días regresé con los resultados y me pregunto que si fumaba, tomabalicor trasnochaba, fornicaba, etc. Al decirle que no a todas las preguntas medijo que si me gustaba el brócoli y le respondí que me encantaba, sonrió bonachóny me prohibió el consumo de brócoli y me remitió al Dermatólogo.  Por fin iba yo a conocer un especialista. Pasarontres largos meses antes de que hubiera un espacio en la agenda de dichoprofesional que me resultó doctora, joven y muy bonita. Me revisó y decretó quetodos mis lunares y esas otras cosas no revestían ninguna gravedad. Le pedí,por favor, que me hiciera una operación aunque fuera chiquita y en medio de unadeslumbrante sonrisa me dijo que volviera a mi EPS  a que me programaran de nuevo otra cita. Comoesto es la historia de nunca acabar, me resigné a esperar a la señora muertepara cuando me tenga programado y me consuelo pensando que seré un cadáver muysaludable. http://edgarosiris310.blogspot.comhttp://chistedgarygustavo.blogspot.com
Dejé de bebercuando el mejor licorme sabía tan amargocomo la Viday tan tristeComo la Muerte 
DEJE DE BEBER
Autor: Edgar Tarazona Angel  301 Lecturas
    V El alcohol fue mi amigo Y la alegría de largas noches Cuando la botella estaba sola Y ella se marchaba Con la luz del sol.
    IX Ya no sé qué vendrá. Pasaron los años De forjar quimeras Y el otoño de la vida Deshoja los minutos finales Para el adiós postrero.

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