• Cristian Curichumbi Cepeda
Thecourd
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  • País: Ecuador
 
 CAPITULO I Tras finalizar mi turno en el hospital como interno rotativo, me predispuse a descansar en mi departamento, fue un largo día de trabajo. Me encontraba parado en la estación del autobús, esperando a que el autobús pase y pueda dirigirme a mi departamento. Aun recuerdo el turno que tuve en el servicio de emergencia del hospital de la ciudad. Estuvo abarrotado hasta más no poder. Tuve que atender, junto al medico residente de turno seis casos de cirugía menor, todos iguales, heridas abiertas, laceraciones no mayores a cuatro centímetros de longitud, curaciones de heridas quirúrgicas, todo el trabajo normal que haría un interno de medicina. Fue tan frustrante el servicio. El residente de turno me pidió que realizara un ingreso a un paciente que, aparentemente se encontraba en estado crítico. Aun me encontraba atareado en el área de cirugía menor, pero tuve que ausentarme por un corto periodo de tiempo para realizar el ingreso de dicho paciente. Camine por el largo y ostentoso pasillo de emergencia, llena de pacientes durante la tarde de aquel día de invierno. -Si para colmo era invierno en aquel entonces, vaya mi suerte. Llegue hasta el área de críticos en emergencia, entre y hable con la enfermera. - Disculpe, me enviaron al área a realizar el ingreso de este paciente. Con permiso. Era la primera vez que veía a aquella enfermera. De las cuatro semanas que permanecí rotando por el área de emergencia nunca había visto a aquella enfermera de 1.55 metros de altura de tez blanca, rostro hermoso, ojos oscuros y una voz que encantaría a cualquiera. -Claro, puede realizar el ingreso del paciente. Estoy de turno hasta el día de mañana – fue lo que me dijo aquella enfermera. No me atreví a preguntarle su nombre. Comúnmente soy muy tímido al hablar con personas en una primera instancia. Sin embargo, como en toda casa de salud, el personal ya sea del hospital y la clínica suelen tener bordados sus nombres en la camiseta del uniforme, lo que me parecía extraño al ver a aquella enfermera, ya que al mirar la camiseta de su uniforme no llevaba bordado su nombre, probablemente seria porque ella es nueva en el hospital. En fin, decidí realizar mi trabajo y hacer el ingreso que me encomendaron. Me tardé alrededor de 20 minutos en realizar el ingreso del paciente. Me resultaba difícil ya que aquella paciente tenía una gran dificultad para hablar. Probablemente presente una disartria*. A lo mejor sufrió una caída desde una gran altura y por ende sufrió un trauma craneal. -Señor, disculpe me podría decir su nombre. -E…ee….steban – supo manifestarme. Tras hablar con aquel paciente por un lapso de tiempo y preguntarle los datos correspondientes para el ingreso llegaron sus familiares y junto al médico residente de turno procedimos a derivar a Rx** y TC*** para corroborar la situación del paciente. A partir de ese punto el médico residente de turno y el especialista tratante realizaron el procedimiento correspondiente. Regrese al área de cirugía menor a seguir con mi trabajo asignado en un principio, pero al parecer mi compañero lo hizo todo por mí. -Wahoo. Terminaste tu solo todas las suturas que debimos hacer – le expresé con gran admiración, ya que en 20 minutos que estuve ausente teníamos alrededor de seis suturas que realizar a seis pacientes diferentes. -A que no crees que lo realice todo yo. Mis manos son prodigiosas. -No te creo. Se que Anahi te ayudo por eso terminaste rápido. Ella tenia una gran habilidad con las suturas. -Ahh… Como lo supiste. Rayos quería sentirme importante – Tras escuchar eso se me dibujó una pequeña sonrisa en el rostro. Siempre me ha costado sonreír. Luego perder a mis padres hace ya un año en aquel trágico accidente de transito he perdido todo. Era hijo único. Mis padres era lo único que tenía. Ahora me encuentro solo. Pero mi mejor amigo ha estado conmigo siempre. Y, por azares de la vida pude realizar el internado junto a él. -Cambiando de tema. Recuerdas si había ingresado una nueva enfermera a trabajar en el hospital. -Yo que recuerde, no. En la última reunión que teníamos con el personal de docencia no nos informaron que había nuevo personal para emergencia. ¿Por qué lo dices? *Dificultad para articular sonidos y palabras. **Rayos X. ***Tomografía computarizada. -Acabo de ver a una nueva enfermera. Hermosa y con una voz linda. Se me hacia raro verla. Probablemente creí que era de nuevo ingreso. -Que extraño. No recuerdo haber oído que se uniría nuevo personal a emergencia. A lo mejor es una enfermera de otro servicio. No me digas que te enamoraste de ella. -No, pero me parecía linda. -Oye, no es aquella enfermera que esta en el consultorio 7. -Si es ella. Verdad que esta linda. -Siento un aura extraña alrededor de ella. La tenía un sentido sobrenatural sobre las cosas. Desde que lo conocí presentaba aquel sexto sentido sobrehumano sobre las demás personas, algo así como ver el interior de su ser ver su aura. Era una habilidad extraña pero interesante a la vez. Al principio me encontraba escéptico, pero luego de descubrir uno de mis secretos de mi infancia, me encontraba estupefacto ante sus habilidades “sobrenaturales”. Fue como su hubiera nadado en el mar de mis pensamientos, en la oscuridad de mi mente y en lo profundo de mi alma. -De verdad lo crees. Yo no lo veo así. Es una enfermera normal común y corriente como tu y yo. No creo que tenga nada de malo. -En fin, debes de tener cuidado hoy tenemos turno hasta el día siguiente. -Te tomo la palabra.    Llego la hora de la cena y como es costumbre, no suelo comer mucho. A veces pienso que mi estomago es la de una pequeña ardilla. La comida del hospital para el personal de salud es idéntica a la que sirven a los pacientes. Tenia un sabor rancio. No me hacía gusto comer, pero no tenia de otra más que hacerlo. No podíamos ir a comer fuera del hospital, ya que nuestro trabajo era permanecer allí internado por turnos de 36 horas. Solo faltaba 12 horas mas para que mi turno terminara. Veía el reloj, un reloj viejo que colgaba de la pared del comedor. Tras cada cucharada de sopa miraba fijamente el reloj. A veces sentía que el tiempo retrocedía. A lo mejor era mi imaginación. Tras unos minutos de permanecer mirando fijamente aquel reloj, escuche a lo lejos del comedor unos pasos que se iban acercando cada vez a la mesa en la cual me encontraba. Aparte la mirada del reloj y vi a mi alrededor. Era aquella enfermera nueva y desconocida que se acercaba paso a paso hacia mi mesa. Llevaba consigo una charola de comida. Algo sencillo, un par de sándwiches de pan blanco con lechuga, una rodaja de mortadela y un par de tomates. Todo acompañado de una taza de café. Algo que a mi me gustaba era tomar café y leer libros, lo cual realizaba en mis tiempos libres. Aunque no tenia tiempos libres en el hospital, me tomaba unos minutos libres, una escapadilla para leer y tomar una taza de café. -Disculpa, ¿esta silla esta ocupada? No creía que aquella enfermera linda, de tez blanca y de voz cálida iba a hablarme. -Ehh… Claro puedes tomarla. -No la voy a llevar a ningún lado. Quería sentarme aquí. ¿Te molesta? -Claro que no. Es agradable tener algo de compañía a estas horas de la noche. -Debes estar muy cansado. Yo empecé mi turno el día de hoy. Creo que nadie supo de mi llegada a esta nueva área. Verdad. -Estas en lo cierto. Me sorprendió ver una nueva cara. Yo y mi compañero creíamos que pertenecías a otro servicio del hospital.    -A decir verdad, si pertenecía a otro servicio. Aunque no fue en este hospital. -Lo dices enserio. -Si. Pertenecía al servicio de neurocirugía de un hospital prestigioso de tercer nivel en la capital. Pero por azares del destino aquel hospital tuvo un gran incidente y la mayoría del personal fue despedido. -Entonces también fuiste incluida entre esos despidos, verdad. -Si, estas en lo cierto. -Es una pena. Pero te encuentras ahora en un nuevo hospital, lejos de la capital. Dudo mucho que aun sigas recordando aquel incidente. -Sucedió hace ya más de un año. No salió a la luz debido a que afectaría completamente la reputación del hospital. Fue un embrollo bastante grande. -Que fue lo que sucedió. -…….. Debo irme necesito cubrir mi turno de la noche ha sido un gusto charlar contigo. -Podrías decirme al menos tu nombre. Ella se levanto y una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro. -Me llamo……. -A todo el personal de enfermería y médicos residentes reportarse en el área de críticos tenemos un código azul. -Debo irme. Hasta luego. En ese instante la jefa de enfermería, a través del megáfono manifestó a todo el personal la presencia de un código azul, lo que significaría una mujer embarazada con hipertensión arterial no controlada, lo que seria preeclamsia como el personal de salud lo conociéramos. Regrese a cubrir mi puesto en el área de observaciones y junto a mi mejor amigo veíamos como los médicos residentes de ginecología y los especialistas de turno de terapia intensiva se congregaban en el área de críticos por el código emitido desde la estación de enfermería. -Esta va a ser una larga noche verdad. -Solo espero no tener que presenciar otra muerte en emergencia. Aun me queda un mal recuerdo lo que sucedió con aquella niña que murió. -Si fue algo triste. Me recordó la muerte de mis padres luego del accidente. Mis padres sufrieron un accidente hace un año, viajaban en un autobús de regreso. Salieron en visita de uno de mis tíos que vivían en la capital. Una costumbre que fue común cuando era pequeño, pero desde que ingrese a la universidad no participaba en aquella tradición. En esa ocasión me encontraba en mi ultimo semestre de la medicina en la universidad, y como es costumbre en aquella carrera, teníamos que realizar turnos de 12 horas durante la noche. De repente sonaron las sirenas de la ambulancia. Primero una y luego otra se acercaba al estacionamiento, específicamente al estacionamiento de emergencia. En aquel entonces nos encontrábamos con un especialista en traumatología que al mismo tiempo era nuestro profesor. Al bajar al servicio de emergencia junto al especialista, oí la sirena de una segunda ambulancia. Luego de unos 15 minutos oí la sirena de una tercera ambulancia. Al momento que ingresaron a los pacientes de la tercera ambulancia no creí encontrarme con un escenario trágico. Mis padres yacían en aquella ambulancia, en estado crítico. Requerían de oxígeno. Rápidamente el personal de primeros auxilios de la ambulancia traslado las camillas en donde se encontraban mis padres. Fueron llevados al área de críticos. -Papá. Mamá – manifesté. No reaccionaban. Sentí como lentamente mi rostro se iba llenando de lágrimas. Mis padres fueron al área de críticos. Mi mejor amigo me detuvo ya que yo quería entrar ahí a como de lugar. No me importaba lo que sucediera, ya que era un área restringida para nosotros los estudiantes. Al ver el estado en el que me encontraba, decidí alejarme de ese lugar esperando lo peor. Los médicos intubaron a mis padres, lo conectaron a una máquina de respiración artificial, realizaron múltiples exámenes y yo me encontraba en la sala de espera, saltándome mi turno de clases que tenía en ese momento. Poco a poco toda expresión se me iba borrando de la cara. Mis lagrimas dejaron de salir. El llanto ya no estaba presente. De repente, escuche a lo lejos que los médicos debían realizar resucitación cardiopulmonar ya que mis padres estaban muriendo. Sentí un nudo en mi garganta. Quería llorar, pero mis lagrimas no salían. Luego de 10 minutos de realizar resucitación cardiopulmonar, mis padres murieron. -Oye, te encuentras bien – dijo mi mejor amigo. -Lo siento. Recordé lo que paso aquí hace un año atrás. -Fue algo muy duro para ti. -Es triste saber que la vida es efímera. El momento menos pensado pierdes a alguien importante. Tienes un vacío profundo en ti. Sientes que tu mundo llego a su fin. La soledad empieza a formar parte de ti, de tu vida, se convierte en tu única amiga. Te vuelves un contenedor vacío, tus sentimientos ya no forman parte de ti. Pierdes toda expresión. Lo pierdes todo -Que te pasa. ¡¡¡Crees que estoy pintado!!! Estoy aquí contigo, tu mejor amigo. -Lo sé, lo sé. No te alteres. Por cierto, hable con aquella enfermera en el comedor. -Enserio. Y que fue lo que te dijo. -Se acerco a mi y me pregunto y la silla que estaba frente a mi estaba ocupada. Creí en un principio que se la iba a llevar, pero se sentó en la misma mesa en la que yo me encontraba. -Al menos pudiste preguntarle su nombre esta vez. -No pude hacerlo. Sonó la alarma de código rojo y tuvo que irse. -Ah… veo que no tuviste oportunidad. Desde la muerte de tus padres no te he visto hablar con ninguna mujer. -Es verdad. Luego de ese incidente he querido estar solo, llenar el vacío que hay en mi con soledad. -Pero no lo lograste y por eso estoy aquí contigo. -Jaja. Es verdad. A veces siento que eres peor que una novia. -Oye. Yo soy como tu hermano. -Y gracias por eso. Oh ahora que lo recuerdo me dijo que ella era de nuevo ingreso aquí en el servicio. No es de ninguno de los otros servicios. -Entonces es alguien nueva en este hospital. Ojalá no la coman viva los doctores. Ya sabes a lo que me refiero.   -Sin embargo, hay algo que me dejo intrigado de ella. Me dijo que fue despedida de su antiguo hospital donde trabajaba. -Enserio. -Fue de un hospital de tercer nivel en la capital. Trabajaba en el área de neurocirugía, pero sucedió un incidente en donde todo el personal de ese servicio fue despedido. Lo ultimo que me dijo es que fue un caso puertas adentro. No fue publicado en ningún medio. No crees que es extraño. -A decir verdad, es muy extraño. Desde que la vi sentí un aura muy pesada rodeándola. -Aunque yo la vi normal cuando hable con ella. -Ah mira hablando del rey de roma mira quien sale de críticos. Vi salir a aquella enfermera sin nombre del área de críticos. Vi su rostro todo hermoso, como si brillara con luz propia. Pero luego de un instante se dibujo una pequeña sonrisa que se notaba muy poco en la comisura de sus labios. Escuche a los médicos realizar el procedimiento de resucitación cardiopulmonar a aquella paciente que llego con código rojo, luego de que la enfermera saliera de aquella área. Tras 15 minutos de procedimiento de resucitación cardiopulmonar, emergencia se lleno de una gran tristeza al saber que aquella madre y su pequeño hijo que se encontraba en el vientre, fallecieron. Fue una noche triste para el servicio. El medico de turno de emergencia me envió junto al especialista ginecólogo a que redactara el acta de defunción de la paciente. -A las 02:30 del día domingo, se reporta el fallecimiento de la paciente y el producto presente en ella, con motivo de código azul por preeclamsia. Se realizo resucitación cardiopulmonar por un periodo de 15 minutos, sin resultado alguno – dijo el especialista ginecólogo de turno. Mientras bajaba por las escaleras, vi cómo se llevaban el cuerpo sin vida de aquella mujer que murió aquella noche. Sin embargo, algo extraño sucedió en ese momento. Aquella enfermera sin nombre iba junto al personal de la morgue. Al principio me parecía extraño. A lo mejor debía realizar algún procedimiento de reconocimiento para los informes de defunción. En fin, debía de regresar a mi puesto. No podía seguir perdiendo más el tiempo, aún tenía pendientes que hacer.    Al día siguiente, aun había conmoción y tristeza por la muerte de aquella madre y su hijo. Tanto los médicos residentes, las enfermeras, los internos y los familiares yacían taciturnos ante aquel terrible acontecimiento. Faltaban minutos para que pueda terminar mi turno. Termine todos mis pendientes y no tenia nuevos ingresos que hacer. Era un turno cansado y solo quería llegar a mi departamento y dormir plácidamente. -Ah, ya mismo terminas tu turno – dijo mi mejor amigo. -Si. Estoy muy cansado. Un poco más y hay otro muerto en este servicio. -Te morirás de cansancio. Te parece si vamos por unas hamburguesas a lo que salgamos. -Interno Daniel – dijo el residente de turno. Necesito que realice este ingreso a medicina interna. -Pero yo ya terminé mi turno – dijo Daniel. -El ultimo ingreso que realizo está mal, tuve que corregirlo y por eso debe quedarse un tiempo más y realizar este ultimo ingreso. Y no quiero un no como respuesta. -Ah… no puede ser. Creo que dejaremos lo de la hamburguesa para otra ocasión. Nos vemos el lunes. -Está bien termina rápido. Hasta el lunes – dije. Eran las cuatro de la tarde a lo que termine mi turno aquel domingo. Fui a cambiarme mi uniforme y a ponerme ropa informal. Unos vaqueros negros, un buso color gris y una chaqueta abrigada. Esa tarde llovía y como era invierno tuve la suerte de llevar una chaqueta abrigada. En fin, decidí ir a comer algo, ya que estaba muy cansado para prepararme algo. Fui por una hamburguesa en un pequeño local que estaba cerca al hospital.    -Buenas tardes. Deme una hamburguesa de queso simple y una gaseosa por favor. -Son $2.50 – dijo el mostrador. -Aquí tiene gracias. Me dirigí hacia mi asiento y esperé mientras me traían mi hamburguesa. Luego de 30 minutos de haber comido decidí esperar a ver si cambiaba el clima, aunque ya iba a anochecer. Vi a la calle y aun llovía. Decidí esperar unos 15 minutos más. Al cabo de 20 minutos dejo de llover. Tomé mi mochila y me dirigí hacia la estación del autobús, ya había anochecido. No había nadie en la calle, algo que era normal en la ciudad un domingo. Mientras llegaba a la estación del autobús, una densa niebla empezó a cubrir las calles de la ciudad, la luz de los faros de luz de los coches y de los postes penetraban la densa niebla con dificultad. No había nadie en aquella estación. Espere a que el ultimo bus que salía a las 19:30 de la estación llegara. Mire mi teléfono celular y eran las 19:25 faltaban 5 minutos para que el ultimo autobús saliera. A lo lejos escuchaba unos pasos que se acercaban lentamente hacia donde me encontraba yo. Como aquella neblina era demasiada densa no veía quien era. Decidí ver mi teléfono por una segunda ocasión. El reloj marcaba las 19:32 pero no llegaba el autobús. Comúnmente suelen ser puntuales, pero en aquella ocasión el reloj no estaba de su lado. Dejé de oír los pasos acercándose y vi a una mujer frente a mí. Era aquella enfermera sin nombre que estaba de turno conmigo. La vi al rostro y me sonrió. -Creo que llego el momento.        
 CAPITULO II   Al día siguiente desperté en mi departamento. No sabia como había llegado allí. Todo me parecía extraño. No recordaba lo que sucedió luego de ver a aquella enfermera en la estación del autobús. -Creo que llego el momento. -Fue lo último que escuché y a partir de ese momento no recordé más. A lo mejor me desmayé y perdí el conocimiento. Pero eso no explica el porque estoy en mi departamento. A lo mejor aquella enfermera sin nombre me llevo hasta mi casa, aunque no tiene sentido porque ella no conoce donde vivo. Bueno no le daré tantas vueltas a este asunto siento que mi cabeza va a estallar por tanta información que asimilar.   Mire mi teléfono como es de costumbre cada mañana a ver si tenía algún mensaje. Al parecer Daniel me había escrito a eso de las 04:00 preguntándome si estaba bien. -Hey. Como estas. Ya te levantaste. Deja de ser un perezoso dormilón recuerda que tenemos clases a las 17:00. No lo olvides. -Oye. A que hora terminaste tu turno ayer – le respondí con una gran intriga. Luego de 30 minutos me respondió – Que fue. Ayer termine mi turno a las 22:00. Fue tan cansado. Ahh… Solo quiero descansar. Luego de leer aquel mensaje mi duda creció más y más. Pero decidí mejor que seria hora de desayunar. Me prepare un desayuno sencillo. Un par de huevos cocidos, un par de rebanadas de pan integral, y un jugo de manzana que tenia guardado en la refrigeradora. Me puse a ver videos en el teléfono para matar el tiempo y no pensar en lo que sucedió ayer en la noche.  Me cepille los dientes me cambie de ropa ya que amanecí con la misma ropa que tenia ayer luego de terminar mi turno. Mi cabeza daba vueltas por lo que había sucedido. No encontraba explicación alguna. Por más que evitaba pensar en la enfermera sin nombre y lo que sucedió después de aquella frase que ella me dijo mi cabeza daba vueltas sobre la misma duda.  Me puse al día con las materias que estaba llevando en la rotación actual. Seguía sin poder concentrarme en lo que hacía. La intriga me seguía matando lentamente, como si fuera un puñal tocando los músculos de mi corazón lentamente hasta llegar al centro. Probablemente me este volviendo paranoico con tantas cosas que hacer y tantos pensamientos en mi cabeza. Debo relajarme y estar cuerdo para las clases de la tarde. Talvez tenga la oportunidad de ver a aquella enfermera de nuevo en el hospital. Aunque no creo que este de turno. Eran las 14:30 minutos y para despejar mi mente decidí salir a caminar un rato. Suelo siempre caminar cuando tengo muchos pensamientos en mí, creo que es la mejor manera de despejar mi mente. Tome mis audífonos, mis llaves y guarde mis libros en la mochila, la tome y me la coloque en la espalda. Cerré con llave la puerta principal de mi departamento, por si las dudas y alguien entre mientras yo no estoy. Me puse mis audífonos, abrí el reproductor de música de mi teléfono y lo coloqué en aleatorio. No tenia una lista de reproducción surtida, pero me gustaba mucho escuchar rock clásico y rock alternativo. Baje las escaleras de mi departamento y Sali por la puerta del garaje. Era un día común y corriente. Estaba nublado, no hacia sol y el viento soplaba a rajatabla. No había probabilidades de lluvia, pero por las dudas decidí llevar un paraguas en mi mochila. Llegue hasta la esquina del barrio en donde vivo. Salude como es costumbre a la dueña de la panadería a la cual siempre compraba pan para mi desayuno.  -Muy buenas tardes Sra. Irene. Como se encuentra. Que tal su día. Aquella señora me devolvió el saludo y yo seguí con mi camino. Camine sin rumbo fijo por alrededor de 45 minutos. Las clases iniciaban a las 16:00, no sabia que más hacer así que decidí ir a visitar aquella estación de autobús donde sucedió todo en busca de una respuesta. Desde el departamento donde vivo hasta la estación el autobús se demora alrededor de 15 minutos y desde la estación hasta el hospital unos 5 minutos caminando. Debería de bastarme con 10 minutos que vaya y eche un vistazo a la estación. Llegue alrededor de 5 minutos antes del tiempo que me estimaba en mi cabeza. El autobús sí que vino rápido para un día como hoy. Baje del autobús y camine hasta el lugar donde me encontré con aquella enfermera si nombre. No note nada extraño en aquel momento. Recuerdo que ayer esta estación estaba completamente vacía y una densa niebla la cubría. Es más, aquella niebla casi no me permitía ni ver más allá de mi nariz. En esta ocasión había una señora madre con su hija y un anciano de alrededor de 67 años de edad. Aquella niña me miro y me sonrió de una manera alegre, como si su madre le hubiera comprado un dulce y ansiaba comerlo apenas llegara a su hogar. Aquel anciano de alrededor de 67 años me pregunto la hora. -Disculpe joven. Tiene la hora. -Si mucho gusto. Son las 16:33. -Muchas gracias jovencito. Que tenga una linda tarde.  Luego de 2 minutos de espera el autobús llego aquera madre y su hija y el anciano se embarcaron en el autobús, mientras yo me destinaba a caminar hacia el hospital. Sin embargo, una silueta se dibujo a ultima hora descendiendo por las escaleras del autobús. Me lleve una gran sorpresa al ver a aquella enfermera sin nombre de rostro hermoso y voz angelical bajando por las escaleras. No vestía su uniforme de trabajo. A lo mejor no tenia un turno asignado este día. ¿No debería estar descansando? -Hola Erick. ¿Cómo estás? ¿Cómo sabia mi nombre aquella enfermera si nunca se lo dije? ¿A lo mejor recuerda mi nombre por el uniforme que yacía puesto el día de ayer? Mi cabeza se llena cada vez más y más de preguntas sin respuesta alguna. -Hola, que tal. -Respondí. -Como te sientes. ¿Recuerdas lo que sucedió ayer en este lugar? No sabía que responder a eso. Me encontraba dubitativo en lo ocurrido ayer. Si quería encontrar respuestas debería preguntárselo directamente a ella. O la duda me seguirá comiendo por dentro. -No recuerdo lo que sucedió ayer. Te vi acercándote a mí. Y me dijiste – Creo que es el momento – luego de eso no recuerdo nada más al respecto. Solo que amanecí en mi departamento y no supe como llegué hasta ahí. ¿Acaso tú sabes algo al respecto? Aquella enfermera se quedo en silencio por unos instantes. -Si, lo sé. Te desmayaste antes de que llegara el autobús. No sabía cómo llevarte hasta tu casa. No conocía la dirección exacta donde vivías. Mi única opción era revisar tus documentos y ver donde vivías. Esa respuesta tiene mucha lógica, pensé. Mi dirección se encontraba escrita en la licencia de conducir que llevaba en mi billetera siempre. Antes solía conducir el auto de mis padres, pero antes de que ellos muriesen lo vendieron para pagar al banco. Algo que no tenía explicación lógica fue el porque me desmaye. Nunca antes me había desmayado. A mis 25 años nunca he sufrido eso. Recuerdo que muchas de las ocasiones los pacientes que ingresaban a emergencia presentaban desmayos por falta de alimento o fatiga extrema, y en muchos de los casos por cuadros más graves. Pero a pesar de la fatiga extrema que tenía ese día no era motivo para desmayarme. Aun más si tomo en cuenta que la noche anterior cené, aunque no una cena digna, pero lo hice. Talvez ella tenga algo que ver en todo esto. -Y te quedaste conmigo toda la noche. ¿Sabes porque me desmaye en la noche? -No, tuve que irme de tu departamento a media noche. Tenia asuntos que atender en otro lugar. Asuntos que atender en otro lugar. A media noche. ¿Quién atiende asuntos a esas horas de la noche? Se me hacía muy extraño eso. -¿Sabes porque me desmaye ayer durante la noche? -Probablemente debiste estar muy cansado por el turno de anoche. Fue una noche muy larga. La muerte de aquella paciente y su hijo. La conmoción que hubo en emergencia. Los ingresos y los informes que debías de hacer. Probablemente fue por eso que te sentiste muy fatigado y te desmayaste. Fue una suerte que yo estuviera por esta estación a esa hora. Aun se me hacia raro que me haya desmayado por la fatiga de mi turno del día anterior. No me encontraba cansado ni tenía ningún rasgo de fatiga. Era totalmente extraño. Aun recuerdo las palabras que me dijo Daniel. – Siento un aura extraña alrededor de ella – A lo mejor estaba en lo cierto. Pero como dicen: “Nunca juzgues a un libro por su portada”. Talvez debería conocerla más a fondo. En fin, debo darle las gracias por lo sucedido ayer. -Gracias, no creí encontrarme tan cansado ayer. Es la primera vez que me desmayo. Por cierto, podrías decirme tu nombre. Aquella enfermera saco su teléfono y miro lo que probablemente sería un mensaje. -Lo siento. Debo irme, me necesitan en otro lugar de emergencia. La próxima vez que te vea te diré con gusto mi nombre. Hasta pronto.  Rayos esta enfermera siempre me deja con la duda, - pensé. Miré mi teléfono y vi que faltaban 5 minutos para las 16:00. Diablos debo irme rápido o llegare tarde a clases. Llegue 3 minutos tarde al aula de clases, pero para mi suerte el profesor aún no había llegado. Fue un alivio. -Hey Erick – me expresó Daniel. Mira tengo guardado una silla aquí para ti. -Oh gracias. Por poco y no llego a clases. -Por cierto, Erick. Viste la luna ayer estaba hermosa. La luna estaba hermosa ayer – pensé. Pero en el lugar donde me encontraba estaba completamente cubierto por una neblina densa. A duras penas podía ver mi propia nariz. Eso es extraño. -No la pude ver. ¿No había neblina ayer durante la noche? -No que va. Si estaba completamente despejado había muchas estrellas y la luna se veía hermosa. Mira tome una foto de aquella luna hermosa. En realidad, era una fotografía de calidad baja de la luna tomada por su teléfono. Bueno supuse que siempre será así la calidad de una fotografía tomada a la luna. A menos que tengas una cámara profesional y con un gran zoom que puedas tener una toma perfecta de la luna – pensé. -Que extraño. En la estación donde siempre cojo el autobús estaba cubierta completamente por neblina. No había nadie más que yo y los faros de luz en esa estación. No pude ver la luna. -Eso si es extraño – con un gesto de admiración y duda expreso Daniel. Cada vez que el sentía duda sobre algo se tomaba la barbilla con su mano izquierda y esta vez no fue la excepción. No le hable sobre la enfermera sin nombre que estaba en la estación. A lo mejor tenga mas dudas que respuestas y también ronden por su cabeza. -Mira el profesor ya llego. Hablamos luego. Mientras recibíamos clases sobre tratamiento de pacientes en cirugía menor, no pude concentrarme completamente en las clases. Mi cabeza seguía pensando en aquel momento en donde aquella enfermera se acercó y pronuncio – “Creo que es el momento”. El momento de qué, pensé. En un pequeño monologo que tenia en mi cabeza con mis pensamientos dije, a lo mejor es el momento que dejé de estar solo. ¿Será que le gusto a aquella enfermera? No, no. Lo dudo. Eso seria absurdo apenas le conozco y ni siquiera se su nombre. Pero, ¿ella sabe mi nombre? ¿Además de que conoce mi departamento y pase casi 3 horas junto a ella? A solas en mi departamento. Tras esas preguntas mi cabeza seguía generando más y más dudas y ninguna respuesta. Terminaron las clases y fui con Daniel a comer unas hamburguesas a la salida del hospital. Mientras recorríamos los pasillos del hospital, escuche a un par de enfermeras susurrando y hablando. A lo mejor estén hablando sobre algún médico o alguna otra enfermera, - pensé. -Sabias que el feto de la señora que murió ayer en la madrugada desapareció de la morgue y nadie sabe quien fue. – Expreso una de las enfermeras. -Pero no hay cámaras de seguridad por todos los pasillos y en cada servicio. -Creo que dejaron de funcionar por unos minutos. -Pero quien puede ser capaz de realizar tal atrocidad – replico una de las enfermeras con un gesto de intriga y admiración. El feto de aquella mujer que murió de una forma agonizante con el deseo de ser madre y que su hijo en vientre que también murió desapareció. Fue totalmente extraño y muy difícil de digerir. Quien puede ser capaz de robarse un feto horas después de su deceso. Es muy extraño. A lo mejor es solo un rumor que ronda ahí entre las enfermeras y llenar de suspenso el área. Debe ser eso. En fin, ya tengo muchas preguntas en mi cabeza no quiero abarrotar de información y dudas a mis neuronas. -Hey, te encuentras bien. -Me dijo Daniel. Sucede algo, te veo distraído últimamente. -Tranquilo no me pasa nada. Sigo un poco cansado por el turno de ayer. Y más aun por la muerte de aquella madre y su hijo. -Escuchaste lo que dijeron aquellas enfermeras. El feto desapareció de la nada y las cámaras de seguridad no captaron nada ni a nadie saliendo de la morgue. -Es muy extraño. Lo crees verdad. -Si y se siente un aura muy pesada por el pasillo por el cual llevaron el cadáver de aquella mujer. Sufrió mucho al parecer. -Te reto. Vamos a la morgue antes de ir por unas hamburguesas. A que no te atreves – dije. Aunque sabia que era una mala idea incluso para mí. -Quieres probarme. Aunque me da muy mala espina, pero está bien. Vamos. Caminamos por el largo pasillo y llegamos a las escaleras que dirigían a la morgue. Había un ascensor al lado, pero necesitabas de un código para poder ingresar a él. Algo así como el ascensor de alimentos para los pacientes internados en pisos superiores. En fin, decidimos bajar las escaleras. Era un piso subterráneo oscuro en donde el sonido de las aspas de los ventiladores daba un aspecto de película de terror. Saqué mi teléfono y encendí la linterna que solía tener, como casi todos los teléfonos de hoy en día utilizan la luz del flash de la cámara como linterna es de gran ayuda en estos casos. Antes de eso vi la hora. Eran las 19:15, me imagino que aun debe estar el personal de limpieza nutrición y morgue en aquel piso.   -Solo espero que no nos encontremos con ningún fantasma – bromeo Daniel. -Te imagina si nos encontramos con el fantasma de aquella paciente que murió ayer con su hijo en brazos. -Ni lo digas. He escuchado relatos aterradores que pasan en los hospitales. -No es para tanto. Tampoco te puedes morir de un susto. Ni que tuvieras problemas del corazón y sufras de un infarto. -Aun así, aquí abajo hace mucho frio. -Cálmate por favor. No te voy a abrazar. – Bromeé -Ni lo pienses aléjate de mí. Fuera, sáquese. – Reaccionó Daniel. -Ahh… tu reacción hacia eso es muy graciosa. Aun así, aquí abajo el ambiente se siente muy pesado. -Tienes toda la razón. Siento un aura muy pesado y veo que aun el cadáver de aquella madre sigue ahí en la morgue. Supongo que los familiares todavía no realizan un funeral propicio para ella. - ¿Será que el esposo y los demás familiares saben acerca del rumor sobre el feto desaparecido? -Si se enteraran probablemente intenten demandar al hospital por mala práctica médica. Y seria algo muy serio para la reputación de la misma. -Umm. Creo que los directivos aun mantienen en secreto el incidente de ayer. Esperemos que la prensa no haga un gran escandalo por eso. Aumentaría los índices de muerte materna que hay ya en el país. Seria un completo caos para el sistema de salud del país. -Caería como balde de agua fría a todo el hospital. En fin, sigamos – dijo Daniel. Al parecer no había mucho personal esa noche. Las áreas de cocina, nutrición y mantenimiento se encontraron vacías. Las luces tenues de las bombillas en el techo eran muy tenues, no se veía muy bien lo que estaba más adelante. Pero con la ayuda de nuestros teléfonos seguíamos caminando. La morgue quedaba 3 pasillos más delante de las escaleras. Luego de eso teníamos que caminar hacia la derecha por un pasillo corto, de nuevo ir hacia la izquierda y por último a la derecha. Solía ser un laberinto llegar allí cuando recibíamos clases de medicina legal en la universidad, aun lo recuerdo. Al menos en esas ocasiones solíamos tener clases durante el día y no en la noche. A pesar de que era durante el día se sentía un ambiente pesado dentro de ese cuarto frio y triste. -Aun recuerdas como llegar – le pregunte a Daniel. -Recuerdo estos pasillos como si fueran las curvas de mi novia – bromeo él. -Ni me lo digas. No quiero saber lo que tu y tu novia hacen. -Tranquilo no te daré los sucios detalles, por ahora. -Guárdate esos detalles para otra ocasión. Caminamos por el primer pasillo. En el piso se veían las sombras de las aspas de los ventiladores grandes de la sala de mantenimientos. Se escuchaba aquel zumbido que solían hacer cada vez que se encontraban en funcionamiento. En fin, pasamos por el primer pasillo y veíamos una gran cocina en donde los cocineros preparaban cada uno de los platos de los pacientes internados en cada uno de los pisos. Terminamos de cruzar el segundo pasillo, cuando de repente sentí que alguien pronunciaba mi nombre. -Erick. Regresé a ver hacia atrás del pasillo, pero no vi a nadie. -Oye escuchaste algo. – Le pregunte a Daniel. De nuevo miré hacia adelante y me di cuenta que él no estaba. A lo mejor se adelantó sin mí. Este sinvergüenza siempre me deja atrás en los peores momentos. Seguí caminando hacia el tercer pasillo y girar hacia la derecha. – A lo mejor el esta ahí escondido y quiere pegarme un buen susto. No lo va a lograr – murmure. Llegué al tercer pasillo, pero no lo encontré. Sin embargo, escuche que alguien volvía a repetir mi nombre, pero en esta ocasión se escuchaba más y más cerca. -Erick. Erick. No creo que alguien más haya bajado hasta acá. No muchos se atrevían a bajar hasta el sótano del hospital. Solo el personal de cocina y mantenimiento suelen estar aquí abajo. La mayoría de ellos no nos conoce. – A lo mejor es Daniel con una de sus bromas pesadas. Decidí seguir caminando hasta la morgue. Atravesé aquel laberinto en el sótano que terminé exhausto. Estaba a unos pasos de llegar a la puerta de la morgue y tenía conmigo mi teléfono iluminando aquellos pasillos semi oscuros. Semi oscuros ya que la luz tenue de las bombillas de luz no alumbraba mucho aquellos pasillos. Llegue a la morgue, pero la puerta estaba cerrada. Daniel no se encontraba cerca de ahí. A lo mejor se regreso y no me di cuenta. Bueno creo que es momento que yo también me regrese. Camine unos cuantos pasos cuando de repente se cortó el suministro de energía del hospital. Era un mal momento para mí. En aquel lugar lúgubre y oscuro. Y en ese mismo instante tenia que cortarse la luz. Rayos últimamente no he tenido mucha suerte en estos días – pensé. Bueno creo que es momento de salir corriendo de aquí. Sin embargo, escuche de nuevo aquella voz que repetía mi nombre por una tercera vez. -Erick. Sentí que aquella voz estaba detrás de mi por lo que rápidamente volteé y no vi nada. Mas que la puerta de la morgue y un pasillo oscuro. -Erick. – Repitió de nuevo aquella voz. -Empezaste con tus bromas pesadas verdad Daniel – grite. -Erick. -Esto no es gracioso Daniel. Ya cálmate – dije. Decidí alejarme lo más que pueda de la morgue ya que no me sentía augusto cerca de allí. -Erick. Por aquí – dijo aquella voz que al parecer provenía de la morgue. En ese momento lo único que quería era largarme de allí. Debería de hacerlo – pensé. Pero se me ocurrió aplicar el típico cliché de las películas en las cuales el protagonista decide ir a investigar. Sin embargo, esta no es una película – pensé. Es el mundo real, puede aparecer un maldito fantasma blanco con un rostro deforme y asustarme o aquel maniático que decidió robar aquel feto el día anterior. Decidí hacer lo más lógico que pude hacer en ese instante. Salir corriendo lo más rápido posible. Caminé unos cuantos pasos cuando sentí que alguien me tomo por el brazo. En ese instante sentí como mi corazón empezaba a latir más y más de lo normal. La sangre se me helo. No sabia que hacer en ese instante. -Aun no puedes irte – dijo con un susurro aquella voz. No sabia que hacer en ese instante. Quede completamente paralizado. No podía caminar ni gesticular ninguna palabra. Pretendía gritar, pero la voz no me salía. -Todavía no puedes irte, Erick. Ha llegado el momento. Y tú formaras parte de ello. Por eso no puedes irte aún. No entendía exactamente que estaba pasando en ese momento. Mi mente trabajaba el doble para buscar una solución a esta situación. Sin embargo, algo me dejo atónito en aquel instante – ha llegado el momento. Recordé lo que sucedió el día anterior en aquella estación. Vi a aquella enfermera acercarse a mí y decirme – “Creo que llego el momento” y luego de eso no recuerdo nada más. Tiene tanta coincidencia. Decidí voltear y mirar lo que estaba detrás de mí. Al hacerlo no creía ver a aquella enfermera sostener mi brazo. Creía que estaba fuera de turno este día. Y, ¿Por qué esta utilizando su uniforme? Aquella enfermera sonrió de una manera despiadada y vi como una luz blanca brillante emergió de ella y rodeo aquel pasillo. Me sentí como aquella luz me absorbía lentamente. Luego de eso no recordé nada. Abrí los ojos lentamente y miré a mi alrededor. Me encontraba de pie en un lugar abandonado. Ya no estaba en la morgue ni en el hospital. Decidí caminar un poco. Al parecer estaba afuera. Se me hace familiar este lugar – pensé. Camine unos cuantos pasos más. A lo lejos veía a alguien, una mujer hermosa. Me acerqué lentamente a ella y mientras seguía avanzando, me di cuenta que me encontraba en la misma estación en la que comenzó todo este rollo. Decidí detenerme y mirar a mi alrededor. Volteé mi mirada hacia atrás y no había nadie más que yo y aquella mujer a lo lejos. Una densa niebla cubría aquel lugar. No escuchaba ningún coche pasar. Había faros que reflejaban una luz tenue. Me sentía confundido. No sabia en donde me encontraba y que era lo que había sucedido en el sótano del hospital. Estaba tan confundido. Decidí ir donde aquella mujer que se encontraba a lo lejos, pero al parecer ya no se encontraba allí. De repente sentí que alguien estaba detrás de mí. Volteé y no había nadie. De nuevo sentí la presencia de alguien cerca de mí, pero no veía a nadie. De repente escuche una voz femenina susurrarme al odio diciéndome. -Bienvenido.  
Mientras yacía en la oscuridad de mi habitación, recordando aquella enfermedad que me mata lentamente, voy recordando los días restantes a mi partida. El camino el largo y tortuoso. Siento como cada día poco a poco, los demonios que rondan mi cabeza me atormentan sin descanso. Me siento solo ante un manto de oscuridad que rodea mi mente, mis pensamientos son cada vez más pesados. Mi cabeza se atormenta más y más con aquellas voces que susurran ante mí. -          No tienes salida. Te encuentras en un laberinto donde todas tus ideas confluyen en una sola. Esperas tu destino. Tu única solución es la muerte. Nunca creí sufrir un cuadro inmenso como este. Aun no recuerdo cuando fue la primera vez que me sucedió. Todo fue confuso ante mí. Como si mi memoria, mis recuerdos y todo lo que viví en el pasado fueran reiniciados a través de un botón. Un botón que, por más que intente recordarlo, no soy yo el que lo acciona.    -          No tienes porque sentir miedo. Es el curso natural de la vida. Tu destino esta escrito. Nosotros lo sabemos. Tienes que unirte a nosotros. Mi destino es inminente. No podre seguir viviendo más en este mundo. Moriré. Mi muerte será dolorosa. O peor aún. Que es aquella entidad que ronda en mi cabeza. Tiene forma propia. Tiene alguna forma física o simplemente es una entidad fruto de mi imaginación retorcida. Y, ¿a que se refiere a formar parte de ella? – digo. No entiendo lo que sucede a mi alrededor. Me siento completamente solo. Mis días han sido oscuros desde el día que mi madre me abandono a los cinco años. No recuerdo a mi padre. Mi madre supo manifestarme que murió mucho antes de que yo naciera. En cambio, mi madre sufrió un ataque de locura antes de abandonarme, por lo cual, la internaron en un hospital psiquiátrico. Sin embargo, ella empeoro, hasta el punto de que murió dentro de aquel manicomio. Desde ese entonces, me encontraba dentro de un orfanato hasta los 18 años. Nunca tuve una infancia plena. Desde pequeño escuchaba voces dentro de mi cabeza. Siempre los considere mis amigos, a aquellas voces que, sin lugar a duda estaban junto a mí, mientras a mi alrededor todo era oscuridad total. No tuve un amigo verdadero. A los 7 años, mientras daba un paseo por el bosque cercano al orfanato vi un nido de pájaros colibrís, el cual se encontraba en el piso. Aquellos pichones de colibrís habían eclosionado. Mientras esperaban por la comida que su madre, me atreví a colocar aquel nido de pichones en su lugar. Sin embargo, mientras me decidía a tomar a los pequeños pichones, aquellas voces cambiaron de tonalidad. Fueron completamente distintas. Eran oscuras, carentes de cualquier sentimiento. Faltantes de humanidad. -          Porque dejarlos vivir. Mátalos. Serán mucho más felices si aquellas aves se marchan de este mundo efímero. Cerré mis ojos. Me sumergí en lo más profundo de mis pensamientos. En busca de aquella entidad que me obligaba a cegar la vida de aquellos pobres pichones. Todo está oscuro dentro de mis pensamientos. No tengo recuerdo alguno de mi pasado. No tengo recuerdo alguno de mi madre. No tengo recuerdo alguno de mi padre. Ni siquiera tuve un padre, que me impida hacer este acto atroz. Me siento solo incluso dentro de mis propios pensamientos. A lo lejos, veo una luz blanca tenue que me llama hacia ella. Me acerco lentamente. No avisto nada alrededor mío más que una oscuridad profunda, espesa, en donde encontrar una salida es difícil. Me acerco lentamente a aquella luz. Pienso por un momento que, a lo mejor, puede ser una salida a esta oscuridad. O mejor aún, aquellos recuerdos imposibles de recordar. Al acercarme lentamente me percato de que se escuchan susurros provenientes de esa luz. No son susurros de felicidad. Me es difícil escuchar lo que dicen. -          Acércate. Te encuentras en lo más profundo de tus sentimientos. Un lugar donde tus más oscuros pensamientos se hacen realidad – dice, un ente rodeada por una oscuridad aun mas profunda en donde solo puedo divisar sus grandes y enormes dientes con una sonrisa sádica que impacienta mi interior y un enorme ojo, muy parecido al de un ciclope. -          No te preocupes. No te hare daño. Estas a salvo aquí adentro. Soy una pequeña parte de un ser omnipotente y omnipresente a miles de años luz – dice aquella entidad. -          No entiendo porque estoy aquí – digo. -          Tu misión es simple. Debes recolectar almas para mí. Almas que se almacenaran aquí, dentro de tus pensamientos. Y quiero que comiences por las almas de aquellos pichones que se encuentran en el suelo. Luego tráeme las almas de los animales que se encuentran a tu alrededor. Por último, necesito las almas de los seres humanos, de las personas que se encuentran a tu alrededor. Una cosa muy sencilla. Verdad – dice aquella entidad. -          Pero, cual es el motivo para recolectar almas. Pregunto. Pero aquella entidad hace caso omiso a lo que pregunto. -          Hay una condición fundamental para que puedas recolectar almas. Sin esta condición, tu trabajo será en vano y no tendrás las respuestas que necesitas. ¿Quieres saber cual es esta condición? Asiento. -          Es muy fácil – dice. Mientras en aquella oscuridad profunda escucho risas siniestras provenientes de diversos lugares, llantos desesperados, gritos desgarradores. Mientras aguzo mejor mis oídos, aquellos susurros fueron transformándose en lamentos, lamentos miserables que retumbaban en mi alma, esto es el interior de mi mente.    -          Para poder recolectar las almas de tus victimas están requieren ser torturadas de formas muy atroces. Mira a aquellos pajaritos. Completamente indefensos en el piso, mientras su madre busca comida. MATALOS!!!!! -          No puedo hacerlo, acaban de llegar a este mundo. Me es imposible – digo. A mi alrededor, escucho la vociferación como si se tratase de un coro. -          MATALOS!!!!! MATALOS!!!! Cada vez aquellas voces son más y más fuertes. Resuenan dentro de mi cabeza. Me torturan lentamente. No tengo otra salida. -          Esta bien. Lo hare – digo. -          Jajaja – vocifera fervientemente aquella entidad desconocida. Sabía que accederías. Está escrito en tu destino. Este es tu destino. Es muy fácil. Para que puedas recolectar las almas de aquellos avechuchos debes de torturarlos. Como te los dije en un principio. Será divertido. Arráncales las patas, lenta y dolorosamente. Pero no permitas que se mueran en un instante. Mientras sigan vivos, arráncales los picos primero la parte superior y luego la inferior. Sácales los ojos como si fuera un festín de placer y luego arrebátales el corazón y comételos mientras aun laten solo así podrás recolectar sus almas. A que es divertido verdad – dice aquella entidad mientras se ríe a carcajadas deseoso de tal espectáculo. Despierto de mi estado de trance y, tal y como aquella entidad me ordeno, me dirijo hacia los pequeños pichones que yacían en el piso. Indefensos ante todo peligro, sin embargo, aun llenos de vida. Tomo al primer picho entre mis manos y tal como me ordeno la entidad, arranco lentamente su patita izquierda mientras aquella avecita se revuelca de dolor sobre mi mano. Brota mucha sangre, termino manchando mi camiseta, pero no se nota ya que llevo una camiseta negra. Prosigo con mi acometida. Voy por la patita del lado contrario. Repito el mismo procedimiento. De igual forma, emana una gran cantidad de sangre. Aquel pajarito yace sin vida sobre mi mano. Voy por la segunda avecilla. La tomo en mi mano. Esta vez decido arrancarle el pico. Tal y como me dijo aquella entidad, primero debo arrancarle la parte superior del pico y proseguir con la parte inferior. Con mis manos manchadas de sangre del primer pajarito, decido arrancarle el pico de aquella avecita, sin embargo, al nunca haber realizado este tipo de actos, termino arrancándole el pico entero y arrastra consigo sus entrañas. Aquella avecita muere al instante. Por último, decido ir por la ultima avecita. Mis manos están completamente ensangrentadas mi camiseta, llena de un color mucho más oscura de su color original trae consigo la sangre de aquellos dos pajaritos. Tomo entre mis manos a aquella avecita. Esta vez decido arrancarle los ojos y antes de que muera, sacarle su corazón y comérmelo mientras aun late. Pero se me resulta difícil llegar al corazón. Lo único que sé, es que se encuentra en el pecho. Pero, ¿Cómo podre sacarle de aquel tórax? No pienso más y tras tomar una pequeña ramita que esta en el suelo, inserto sobre las orbitas de los ojos del pajarito y con un poco de fuerza los arranco de sus cuencas. Aquella avecita se retuerce de dolor. Mientras con mis manos ensangrentadas, hago acopio de mis fuerzas en los dedos y hago una abertura en el pecho de aquella avecita, su corazón aun palpita. La tomo firmemente entre mis dedos. Es un corazón muy pequeño, del porte de un grano de maíz. Lo arranco de su pecho. Aquella avecita muere al instante, sin embargo, su corazón sigue latiendo lentamente, finalizando su ciclo. Me llevo aquel corazón, que aun se conserva caliente hacia mi boca. Nunca antes había comido un corazón. Aquel corazón late dentro de mi boca. Lo mastico lentamente. Lo saboreo. Es un sabor que nunca antes lo haya experimentado. Me lo trago. Una oscuridad se apodera lentamente del lugar en donde yacían los cuerpos de aquellas avecitas. Aquella oscuridad me engulle y me transporta nuevamente hacia el interior de mis pensamientos. Me encuentro frente a aquella entidad. Esta se encuentra completamente feliz. Su sonrisa es cada vez más grande. Más sádica. Más infernal. Por aquel ojo grande, emana como si fueran lágrimas, la sangre de aquellos pajaritos que hace unos instantes asesine. Sin embargo, esta sangre es más abundante. -          JAJAJA – con una carcajada estrepitosa rompe el silencio aquella entidad. A que fue fácil verdad. Has cosechado un alma. Y ahora debes de cosechar muchas más almas hasta que el momento indicado llegue. Disfrútalo. Se que lo gozaras completamente. A mi alrededor se escucha en coro, cada una de las voces articulando – almas queremos más almas. Tras eso soy expulsado de la oscuridad de mis pensamientos. Me dedique a la cosecha de almas por alrededor de trece años. Fui cosechando almas de pequeñas aves, reptiles, ranas, sin embargo, estas eran almas muy pequeñas de acuerdo a lo que me decía aquella entidad, pasé a cosechar almas de gatos y perros callejeros, me dedicaba a comer sus corazones tal y como la entidad que habitaba en mi interior me ordenaba. Pero, no solo me dedicaba a la cosecha de almas, también coleccionaba las cabezas de cada una de mis víctimas. Dentro de mi habitación, se encontraba una alacena llena de cabezas disecadas de mis víctimas, desde animales pequeños, hasta la cabeza de personas, entre hombres mujeres y niños. Incluso las cabezas de recién nacidos. Como regalo por las múltiples cosechas que realizaba, aquella entidad me otorgo el poder de las tinieblas. Gracias a esto pude fácilmente trasladarme por la oscuridad, de modo que mis cosechas fueran mucho más fáciles. No tuve en mente el número de almas que cosechaba. No obstante, cuando cumplí 20 años mi condición empeoro. Mientras cosechaba almas, múltiples almas, descubrí que sufría de esquizofrenia, ya que cada una de las almas cosechadas se almacenaban en el interior de mi ser. Como si se tratase de un contenedor. A cada instante escuchaba voces, no solo voces sino el sonido de cada uno de los animales que asesine, voces y sonidos de lamento que resuenan en mi cabeza. Cada día fue mucho peor. Sentía que mi muerte estaba cerca. Mientras yacía recostado en la cama, miraba fijamente la luna. Estaba en su máximo resplandor. Era la primera vez que veía una luna tan grande. Tan inmensa. Esta mucho más cerca que la tierra. A mi alrededor sentía como el tiempo transcurría tan lentamente. Como si alguien lo hubiera detenido a propósito. Tal vez con un objetivo o simplemente por capricho. Será aquella entidad la causante de todo esto. Siento que mi muerte esta cada vez más cerca. No tengo ninguna enfermedad terminal, más que esta esquizofrenia que fue acechándome con cada una de mis cosechas. Ya era parte de mí, sin embargo, me mataba lentamente como si se tratase de un veneno. Mire el reloj de pared. Marcaban exactamente las 22:45. Decidí cerrar mis ojos y sumergirme dentro de mis pensamientos. Como pensaba en un principio, no había recuerdo alguno dentro de mí. No recordaba mi pasado. No recordaba a mi madre. Mi padre no formaba parte de tus sentimientos. -          Pronto formaras parte de ellos – resuena una voz en mi interior. Siento que he dormido por mucho tiempo, pero el reloj marca las mismas 22:45 de hace un instante. Siento que ha pasado una eternidad. Barro mi habitación con la mirada y me percato que sigue como siempre, sumergida en una oscuridad eterna. Aquella voz sádica, tenebrosa y misteriosa de mi cabeza ya no se escucha. Me parece raro. A mi alrededor hay un silencio absoluto. Como si se tratase del vacío del espacio en su lugar más profundo. Me recuesto nuevamente en mi cama y decido mirar la luna por una segunda ocasión. Un escalofrió recorre todo mi cuerpo al observar que aquella luna se tiño de un color rojo intenso similar a la sangre. Un rojo rutilante únicamente comparable a la sangre de cada una de las victimas asesinadas por la cosecha de almas. Tras un instante caigo en un sueño profundo. Al despertarme de nuevo me encuentro en la misma habitación. Sin embargo, el ambiente alrededor mío ha cambiado drásticamente. Todo es distinto. Ya no ronda una oscuridad a mi alrededor. Ha cambiado completamente. Un rojo intenso, como el color de la sangre de las venas cubre por completo mi habitación. Miro rápidamente mi habitación y veo que las cabezas de mi colección no se encuentran. Todo me parece extraño. En mi cabeza ya no se escuchan voces. Aquellas voces ya no forman parte de mis pensamientos. Ya no forman parte de mí. Fijo nuevamente mi mirada a la luna. Me encuentro completamente atónico. Aquella luna que en un principio se encontraba hermosa en su máximo resplandor, ahora esta cubierta por una tonalidad negra. Más negra que el mismo carbón. Lentamente aquella luna va tomando una forma familiar para mí. A mi alrededor se escucha los lamentos de miles de almas cosechadas. Esta vez no se encuentran en mi cabeza, yacen fuera de ella en este mundo. En el mundo real. Al mismo tiempo observo como una gran sonrisa se va dibujando a los pies de la luna. Aquella luna se estaba convirtiendo en un ente fuera de este mundo. -          Ha llegado el momento – resuena a mi alrededor. Aquella entidad que habitaba en mi cabeza ha tomado vida propia y se encuentra en el plano real. Poco a poco, la entidad se derrite como un material viscoso, cae cerca del lugar donde me encuentro. Poco a poco va tomando forma. Un aspecto nauseabundo, nunca antes visto. Aquel ojo gigante similar al de un ciclope, yacía en el interior de las entrañas de un ser de dimensiones cósmicas. Su corazón se encontraba por encima de aquel ojo aberrante, y en ella se dibujaban los rostros de las almas cosechadas. Millones de almas daban forma a aquel corazón inmenso. A sus pies, extremidades de distintos seres. No solo humanos, también animales, insectos y seres que jamás había visto en mi vida. Su boca, formada por unos grandes dientes deformes, que asemejaban a los colmillos de un cocodrilo devoraba de forma descontrolada sus mismas partes que se encontraban cercanas a ella. Estas volvían a regenerar inmediatamente, sin embargo, eran mucho más asquerosas, repugnantes y tétricas que las mutiladas. Se arrastraba poco a poco a donde me encontraba. A mi alrededor no había ninguna persona más que yo. Las cabezas que coleccionaba de mis victimas yacían a mis pies. Tras un rugido estremecedor de aquella criatura, cada una de las cabezas volaron hacia ella y se unieron formando un rostro deforme, aberrante carente de sentido alguno. Estaba formado por miles de ojos. Sus pupilas estaban formadas por miles de dientes circulares que rugían como un animal hambriento. Aquel ser grotesco llego hacia mí. Mi fin estaba cerca. Dentro de su boca, vi la silueta de dos personas. La primera era de mi madre muerta. Era completamente extraño. que hacia mi madre ahí, tiene algo que ver con todo esto. No me salían las palabras. Me mantenía en silencio. Una segunda silueta se dibujó detrás de ella. Era la silueta de un hombre. Al verlo sentí una calidez familiar. Una voz en mi cabeza retumbo. -          Aquella persona es tu padre. Vino por ti. Ha llegado el momento. Las almas cosechadas por todo este tiempo fueron parte del ritual de invocación de tu padre. Un ser que adopta todo tipo de forma. Un ser cósmico, carente de forma propia. Aquel ser es tu padre y ha venido por ti. Tras oír aquellas palabras entre en un estado de trance profundo. Este era mi destino. Formar parte de aquella entidad que, a la final fue mi padre. Camine al lugar donde se encontraba mi padre. Sentí como lentamente la piel de mi cuerpo se desgarraba con cada paso que daba. Mis ojos, al igual que un chocolate expuesto al fuego se derretían. Perdían toda forma. Mi mandíbula se iba desprendiendo de mi rostro. Poco a poco mi piel exponía los huesos de mi interior. Mis órganos internos al no estar protegidos por piel y músculo, también se encontraban expuestos. Cuando llegue a aquella silueta me encontraba totalmente vacío. Mi mente, mi alma, mi cuerpo estaba completamente vacío. Ahora formaba parte de aquel ser. Mi rostro formaba parte de aquella criatura. Un nuevo rostro, similar a la oscuridad de un agujero negro en los confines del universo, devoraba toda luz y esperanza de un mundo y de un universo.    

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