OSCURIDAD ETERNA
Publicado en Sep 17, 2019
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Mientras yacía en la oscuridad de mi habitación, recordando aquella enfermedad que me mata lentamente, voy recordando los días restantes a mi partida. El camino el largo y tortuoso. Siento como cada día poco a poco, los demonios que rondan mi cabeza me atormentan sin descanso. Me siento solo ante un manto de oscuridad que rodea mi mente, mis pensamientos son cada vez más pesados. Mi cabeza se atormenta más y más con aquellas voces que susurran ante mí.
-          No tienes salida. Te encuentras en un laberinto donde todas tus ideas confluyen en una sola. Esperas tu destino. Tu única solución es la muerte.
Nunca creí sufrir un cuadro inmenso como este. Aun no recuerdo cuando fue la primera vez que me sucedió. Todo fue confuso ante mí. Como si mi memoria, mis recuerdos y todo lo que viví en el pasado fueran reiniciados a través de un botón. Un botón que, por más que intente recordarlo, no soy yo el que lo acciona.   
-          No tienes porque sentir miedo. Es el curso natural de la vida. Tu destino esta escrito. Nosotros lo sabemos. Tienes que unirte a nosotros.
Mi destino es inminente. No podre seguir viviendo más en este mundo. Moriré. Mi muerte será dolorosa. O peor aún. Que es aquella entidad que ronda en mi cabeza. Tiene forma propia. Tiene alguna forma física o simplemente es una entidad fruto de mi imaginación retorcida. Y, ¿a que se refiere a formar parte de ella? – digo.
No entiendo lo que sucede a mi alrededor. Me siento completamente solo. Mis días han sido oscuros desde el día que mi madre me abandono a los cinco años. No recuerdo a mi padre. Mi madre supo manifestarme que murió mucho antes de que yo naciera. En cambio, mi madre sufrió un ataque de locura antes de abandonarme, por lo cual, la internaron en un hospital psiquiátrico. Sin embargo, ella empeoro, hasta el punto de que murió dentro de aquel manicomio.
Desde ese entonces, me encontraba dentro de un orfanato hasta los 18 años. Nunca tuve una infancia plena. Desde pequeño escuchaba voces dentro de mi cabeza. Siempre los considere mis amigos, a aquellas voces que, sin lugar a duda estaban junto a mí, mientras a mi alrededor todo era oscuridad total. No tuve un amigo verdadero. A los 7 años, mientras daba un paseo por el bosque cercano al orfanato vi un nido de pájaros colibrís, el cual se encontraba en el piso. Aquellos pichones de colibrís habían eclosionado. Mientras esperaban por la comida que su madre, me atreví a colocar aquel nido de pichones en su lugar. Sin embargo, mientras me decidía a tomar a los pequeños pichones, aquellas voces cambiaron de tonalidad. Fueron completamente distintas. Eran oscuras, carentes de cualquier sentimiento. Faltantes de humanidad.
-          Porque dejarlos vivir. Mátalos. Serán mucho más felices si aquellas aves se marchan de este mundo efímero.
Cerré mis ojos. Me sumergí en lo más profundo de mis pensamientos. En busca de aquella entidad que me obligaba a cegar la vida de aquellos pobres pichones. Todo está oscuro dentro de mis pensamientos. No tengo recuerdo alguno de mi pasado. No tengo recuerdo alguno de mi madre. No tengo recuerdo alguno de mi padre. Ni siquiera tuve un padre, que me impida hacer este acto atroz. Me siento solo incluso dentro de mis propios pensamientos.
A lo lejos, veo una luz blanca tenue que me llama hacia ella. Me acerco lentamente. No avisto nada alrededor mío más que una oscuridad profunda, espesa, en donde encontrar una salida es difícil. Me acerco lentamente a aquella luz. Pienso por un momento que, a lo mejor, puede ser una salida a esta oscuridad. O mejor aún, aquellos recuerdos imposibles de recordar.
Al acercarme lentamente me percato de que se escuchan susurros provenientes de esa luz. No son susurros de felicidad. Me es difícil escuchar lo que dicen.
-          Acércate. Te encuentras en lo más profundo de tus sentimientos. Un lugar donde tus más oscuros pensamientos se hacen realidad – dice, un ente rodeada por una oscuridad aun mas profunda en donde solo puedo divisar sus grandes y enormes dientes con una sonrisa sádica que impacienta mi interior y un enorme ojo, muy parecido al de un ciclope.
-          No te preocupes. No te hare daño. Estas a salvo aquí adentro. Soy una pequeña parte de un ser omnipotente y omnipresente a miles de años luz – dice aquella entidad.
-          No entiendo porque estoy aquí – digo.
-          Tu misión es simple. Debes recolectar almas para mí. Almas que se almacenaran aquí, dentro de tus pensamientos. Y quiero que comiences por las almas de aquellos pichones que se encuentran en el suelo. Luego tráeme las almas de los animales que se encuentran a tu alrededor. Por último, necesito las almas de los seres humanos, de las personas que se encuentran a tu alrededor. Una cosa muy sencilla. Verdad – dice aquella entidad.
-          Pero, cual es el motivo para recolectar almas. Pregunto. Pero aquella entidad hace caso omiso a lo que pregunto.
-          Hay una condición fundamental para que puedas recolectar almas. Sin esta condición, tu trabajo será en vano y no tendrás las respuestas que necesitas. ¿Quieres saber cual es esta condición?
Asiento.
-          Es muy fácil – dice. Mientras en aquella oscuridad profunda escucho risas siniestras provenientes de diversos lugares, llantos desesperados, gritos desgarradores. Mientras aguzo mejor mis oídos, aquellos susurros fueron transformándose en lamentos, lamentos miserables que retumbaban en mi alma, esto es el interior de mi mente.   
-          Para poder recolectar las almas de tus victimas están requieren ser torturadas de formas muy atroces. Mira a aquellos pajaritos. Completamente indefensos en el piso, mientras su madre busca comida. MATALOS!!!!!
-          No puedo hacerlo, acaban de llegar a este mundo. Me es imposible – digo.
A mi alrededor, escucho la vociferación como si se tratase de un coro.
-          MATALOS!!!!! MATALOS!!!!
Cada vez aquellas voces son más y más fuertes. Resuenan dentro de mi cabeza. Me torturan lentamente. No tengo otra salida.
-          Esta bien. Lo hare – digo.
-          Jajaja – vocifera fervientemente aquella entidad desconocida. Sabía que accederías. Está escrito en tu destino. Este es tu destino. Es muy fácil. Para que puedas recolectar las almas de aquellos avechuchos debes de torturarlos. Como te los dije en un principio. Será divertido. Arráncales las patas, lenta y dolorosamente. Pero no permitas que se mueran en un instante. Mientras sigan vivos, arráncales los picos primero la parte superior y luego la inferior. Sácales los ojos como si fuera un festín de placer y luego arrebátales el corazón y comételos mientras aun laten solo así podrás recolectar sus almas. A que es divertido verdad – dice aquella entidad mientras se ríe a carcajadas deseoso de tal espectáculo.
Despierto de mi estado de trance y, tal y como aquella entidad me ordeno, me dirijo hacia los pequeños pichones que yacían en el piso. Indefensos ante todo peligro, sin embargo, aun llenos de vida. Tomo al primer picho entre mis manos y tal como me ordeno la entidad, arranco lentamente su patita izquierda mientras aquella avecita se revuelca de dolor sobre mi mano. Brota mucha sangre, termino manchando mi camiseta, pero no se nota ya que llevo una camiseta negra. Prosigo con mi acometida. Voy por la patita del lado contrario. Repito el mismo procedimiento. De igual forma, emana una gran cantidad de sangre. Aquel pajarito yace sin vida sobre mi mano.
Voy por la segunda avecilla. La tomo en mi mano. Esta vez decido arrancarle el pico. Tal y como me dijo aquella entidad, primero debo arrancarle la parte superior del pico y proseguir con la parte inferior. Con mis manos manchadas de sangre del primer pajarito, decido arrancarle el pico de aquella avecita, sin embargo, al nunca haber realizado este tipo de actos, termino arrancándole el pico entero y arrastra consigo sus entrañas. Aquella avecita muere al instante.
Por último, decido ir por la ultima avecita. Mis manos están completamente ensangrentadas mi camiseta, llena de un color mucho más oscura de su color original trae consigo la sangre de aquellos dos pajaritos. Tomo entre mis manos a aquella avecita. Esta vez decido arrancarle los ojos y antes de que muera, sacarle su corazón y comérmelo mientras aun late. Pero se me resulta difícil llegar al corazón. Lo único que sé, es que se encuentra en el pecho. Pero, ¿Cómo podre sacarle de aquel tórax? No pienso más y tras tomar una pequeña ramita que esta en el suelo, inserto sobre las orbitas de los ojos del pajarito y con un poco de fuerza los arranco de sus cuencas. Aquella avecita se retuerce de dolor. Mientras con mis manos ensangrentadas, hago acopio de mis fuerzas en los dedos y hago una abertura en el pecho de aquella avecita, su corazón aun palpita. La tomo firmemente entre mis dedos. Es un corazón muy pequeño, del porte de un grano de maíz. Lo arranco de su pecho. Aquella avecita muere al instante, sin embargo, su corazón sigue latiendo lentamente, finalizando su ciclo. Me llevo aquel corazón, que aun se conserva caliente hacia mi boca. Nunca antes había comido un corazón. Aquel corazón late dentro de mi boca. Lo mastico lentamente. Lo saboreo. Es un sabor que nunca antes lo haya experimentado. Me lo trago.
Una oscuridad se apodera lentamente del lugar en donde yacían los cuerpos de aquellas avecitas. Aquella oscuridad me engulle y me transporta nuevamente hacia el interior de mis pensamientos. Me encuentro frente a aquella entidad. Esta se encuentra completamente feliz. Su sonrisa es cada vez más grande. Más sádica. Más infernal. Por aquel ojo grande, emana como si fueran lágrimas, la sangre de aquellos pajaritos que hace unos instantes asesine. Sin embargo, esta sangre es más abundante.
-          JAJAJA – con una carcajada estrepitosa rompe el silencio aquella entidad. A que fue fácil verdad. Has cosechado un alma. Y ahora debes de cosechar muchas más almas hasta que el momento indicado llegue. Disfrútalo. Se que lo gozaras completamente.
A mi alrededor se escucha en coro, cada una de las voces articulando – almas queremos más almas. Tras eso soy expulsado de la oscuridad de mis pensamientos.
Me dedique a la cosecha de almas por alrededor de trece años. Fui cosechando almas de pequeñas aves, reptiles, ranas, sin embargo, estas eran almas muy pequeñas de acuerdo a lo que me decía aquella entidad, pasé a cosechar almas de gatos y perros callejeros, me dedicaba a comer sus corazones tal y como la entidad que habitaba en mi interior me ordenaba. Pero, no solo me dedicaba a la cosecha de almas, también coleccionaba las cabezas de cada una de mis víctimas. Dentro de mi habitación, se encontraba una alacena llena de cabezas disecadas de mis víctimas, desde animales pequeños, hasta la cabeza de personas, entre hombres mujeres y niños. Incluso las cabezas de recién nacidos.
Como regalo por las múltiples cosechas que realizaba, aquella entidad me otorgo el poder de las tinieblas. Gracias a esto pude fácilmente trasladarme por la oscuridad, de modo que mis cosechas fueran mucho más fáciles. No tuve en mente el número de almas que cosechaba.
No obstante, cuando cumplí 20 años mi condición empeoro. Mientras cosechaba almas, múltiples almas, descubrí que sufría de esquizofrenia, ya que cada una de las almas cosechadas se almacenaban en el interior de mi ser. Como si se tratase de un contenedor. A cada instante escuchaba voces, no solo voces sino el sonido de cada uno de los animales que asesine, voces y sonidos de lamento que resuenan en mi cabeza. Cada día fue mucho peor. Sentía que mi muerte estaba cerca.
Mientras yacía recostado en la cama, miraba fijamente la luna. Estaba en su máximo resplandor. Era la primera vez que veía una luna tan grande. Tan inmensa. Esta mucho más cerca que la tierra. A mi alrededor sentía como el tiempo transcurría tan lentamente. Como si alguien lo hubiera detenido a propósito. Tal vez con un objetivo o simplemente por capricho. Será aquella entidad la causante de todo esto. Siento que mi muerte esta cada vez más cerca. No tengo ninguna enfermedad terminal, más que esta esquizofrenia que fue acechándome con cada una de mis cosechas. Ya era parte de mí, sin embargo, me mataba lentamente como si se tratase de un veneno.
Mire el reloj de pared. Marcaban exactamente las 22:45. Decidí cerrar mis ojos y sumergirme dentro de mis pensamientos. Como pensaba en un principio, no había recuerdo alguno dentro de mí. No recordaba mi pasado. No recordaba a mi madre. Mi padre no formaba parte de tus sentimientos.
-          Pronto formaras parte de ellos – resuena una voz en mi interior.
Siento que he dormido por mucho tiempo, pero el reloj marca las mismas 22:45 de hace un instante. Siento que ha pasado una eternidad. Barro mi habitación con la mirada y me percato que sigue como siempre, sumergida en una oscuridad eterna. Aquella voz sádica, tenebrosa y misteriosa de mi cabeza ya no se escucha. Me parece raro. A mi alrededor hay un silencio absoluto. Como si se tratase del vacío del espacio en su lugar más profundo.
Me recuesto nuevamente en mi cama y decido mirar la luna por una segunda ocasión. Un escalofrió recorre todo mi cuerpo al observar que aquella luna se tiño de un color rojo intenso similar a la sangre. Un rojo rutilante únicamente comparable a la sangre de cada una de las victimas asesinadas por la cosecha de almas. Tras un instante caigo en un sueño profundo.
Al despertarme de nuevo me encuentro en la misma habitación. Sin embargo, el ambiente alrededor mío ha cambiado drásticamente. Todo es distinto. Ya no ronda una oscuridad a mi alrededor. Ha cambiado completamente. Un rojo intenso, como el color de la sangre de las venas cubre por completo mi habitación. Miro rápidamente mi habitación y veo que las cabezas de mi colección no se encuentran. Todo me parece extraño. En mi cabeza ya no se escuchan voces. Aquellas voces ya no forman parte de mis pensamientos. Ya no forman parte de mí.
Fijo nuevamente mi mirada a la luna. Me encuentro completamente atónico. Aquella luna que en un principio se encontraba hermosa en su máximo resplandor, ahora esta cubierta por una tonalidad negra. Más negra que el mismo carbón. Lentamente aquella luna va tomando una forma familiar para mí. A mi alrededor se escucha los lamentos de miles de almas cosechadas. Esta vez no se encuentran en mi cabeza, yacen fuera de ella en este mundo. En el mundo real. Al mismo tiempo observo como una gran sonrisa se va dibujando a los pies de la luna. Aquella luna se estaba convirtiendo en un ente fuera de este mundo.
-          Ha llegado el momento – resuena a mi alrededor.
Aquella entidad que habitaba en mi cabeza ha tomado vida propia y se encuentra en el plano real. Poco a poco, la entidad se derrite como un material viscoso, cae cerca del lugar donde me encuentro. Poco a poco va tomando forma. Un aspecto nauseabundo, nunca antes visto. Aquel ojo gigante similar al de un ciclope, yacía en el interior de las entrañas de un ser de dimensiones cósmicas. Su corazón se encontraba por encima de aquel ojo aberrante, y en ella se dibujaban los rostros de las almas cosechadas. Millones de almas daban forma a aquel corazón inmenso. A sus pies, extremidades de distintos seres. No solo humanos, también animales, insectos y seres que jamás había visto en mi vida. Su boca, formada por unos grandes dientes deformes, que asemejaban a los colmillos de un cocodrilo devoraba de forma descontrolada sus mismas partes que se encontraban cercanas a ella. Estas volvían a regenerar inmediatamente, sin embargo, eran mucho más asquerosas, repugnantes y tétricas que las mutiladas. Se arrastraba poco a poco a donde me encontraba. A mi alrededor no había ninguna persona más que yo. Las cabezas que coleccionaba de mis victimas yacían a mis pies. Tras un rugido estremecedor de aquella criatura, cada una de las cabezas volaron hacia ella y se unieron formando un rostro deforme, aberrante carente de sentido alguno. Estaba formado por miles de ojos. Sus pupilas estaban formadas por miles de dientes circulares que rugían como un animal hambriento. Aquel ser grotesco llego hacia mí. Mi fin estaba cerca.
Dentro de su boca, vi la silueta de dos personas. La primera era de mi madre muerta. Era completamente extraño. que hacia mi madre ahí, tiene algo que ver con todo esto. No me salían las palabras. Me mantenía en silencio. Una segunda silueta se dibujó detrás de ella. Era la silueta de un hombre. Al verlo sentí una calidez familiar. Una voz en mi cabeza retumbo.
-          Aquella persona es tu padre. Vino por ti. Ha llegado el momento. Las almas cosechadas por todo este tiempo fueron parte del ritual de invocación de tu padre. Un ser que adopta todo tipo de forma. Un ser cósmico, carente de forma propia. Aquel ser es tu padre y ha venido por ti.
Tras oír aquellas palabras entre en un estado de trance profundo. Este era mi destino. Formar parte de aquella entidad que, a la final fue mi padre. Camine al lugar donde se encontraba mi padre. Sentí como lentamente la piel de mi cuerpo se desgarraba con cada paso que daba. Mis ojos, al igual que un chocolate expuesto al fuego se derretían. Perdían toda forma. Mi mandíbula se iba desprendiendo de mi rostro. Poco a poco mi piel exponía los huesos de mi interior. Mis órganos internos al no estar protegidos por piel y músculo, también se encontraban expuestos. Cuando llegue a aquella silueta me encontraba totalmente vacío. Mi mente, mi alma, mi cuerpo estaba completamente vacío. Ahora formaba parte de aquel ser. Mi rostro formaba parte de aquella criatura. Un nuevo rostro, similar a la oscuridad de un agujero negro en los confines del universo, devoraba toda luz y esperanza de un mundo y de un universo.
 
 
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Foto del autor Cristian Curichumbi Cepeda
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Descripción

Relato corto de terror.

Palabras Clave: universo almas oscuridad.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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