Lo ve moverse al borde del risco. Por una parte se impacta con la capacidad del joven, para las artes marciales, por otra espera que se resbale y le ahorre una bala. Lamentablemente el joven es demasiado habilidoso, no cae. Se queda pensando por unos momentos en el desperdicio de tan eximio atleta, pues sino fuera por su profesión, hubiese tenido un futuro mas que brillante en la practica profesional del Karate. Pero el ser uno de los representantes emblemático, del nuevo cartel Luz de Luna, es demasiada responsabilidad. Seguramente el horario de oficina es esclavizante, control de tráfico clandestino, distribución y comercialización de la mercancía, pagos de coimas y un casi infinito etc. . Al verlo moverse con tanto brío, le párese verse a si mismo, con unos cuantos años menos. Bueno salvando las diferencias obvias, como por ejemplo el reutilizar las cabezas de sus más recientes victimas a modo de bolsas de entrenamiento. Otra de las discrepancias es la de estar, en este preciso momento, del lado seguro del rifle de asalto. En la espesura de la noche se oye, un potente estruendo. El joven narcotraficante, se paraliza, un pequeño hilo de sangre surge desde el centro de su frente y manchándole sus blancas vestimentas. Lugo simplemente cae por el risco. En plena caída da la impresión de ver precipitarse aun muñeco roto. Luego de eliminado el objetivo surge desde el interior del bosque, surge el francotirador. Se acerca al borde del risco para asegurarse de haber cumplido con el trabajo. Si hay muchas diferencias, pero también hay similitudes, pues ambos trabajan en los turbios ámbitos del tráfico. Ahora se ha sumado una igualdad más. El franco tirador ya no se encuentra del lado seguro del rifle. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
-Mira, te voy ha contar algo. Por favor no se lo digas a nadie. Resulta que yo tengo un amigo, piola el pibe, trabajador resulta que la madre de él, este… este, vende droga. Si, si son buena gente trabajadora, incluso está mujer, cuida chicos y aparte vende drogas. Como un ingreso extra, viste. Bueno la cuestión es que yo le guardaba la plata. No mucha, por que generalmente mí amigo, venia y me pedía. Supone, venia y decía dame quinientos y yo se los daba. Y así venia me pedía, otras veces dejaba plata. Yo se lo guardaba de gamba, de amigo. -¿Cómo controlaba la plata, que se sacaba?. Sino es muy fácil que desaparezca plata. -No, no teníamos ningún control, por eso se me ocurrió decirle, que la contáramos. Para que este tranquilo él y también yo. Así es como un día viene a mí casa y nos ponemos a contarla. Todo bien, había 6000 pesos, el me pide 500, quedaron 5500 pesos. Hasta ahí todo bien. El problema, fue cuando una semana después vuelve, ha pedir toda la plata. Yo agarro se la doy la cuenta y… solo quedaban 4500 pesos. Te juro por mí hijo muerto, que nunca había tocado nada de esa plata. Desesperado llame a toda mi familia, hasta ha mi novia. Gente que entra en mí casa, pero también gente que se que no la va ha tocar. Por las dudas pregunte, nadie sabia nada, ni mi novia ni mucho menos mi vieja. Bueno, no quedando otra voy a hablar con la madre de mi amigo. Para que te voy a decir, terminamos discutiendo fuerte. Pasamos unos meses sin hablarnos. Con el tiempo, empezamos a conversar y llegue a llevar a mi nene, para que lo cuiden. Son gente buena, por eso lo dejaron pasar. Incluso cuando mi bebe, come ese veneno ellos llamaron en seguida a la ambulancia y lo acompañaron hasta el hospital. Les sigo guardando la plata viste, por que son gente buena y por que me dijeron, que sino lo hacia ellos mataban a mí vieja. -¿Y la plata? - La plata, nosé debemos haber contado mal la primera vez. Te juro que en mi vida, la toque. Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
La mujer del capitán retirado de la milicia local, dijo que la vio caminar por la calle a altas horas de la noche por la calle y que iba en dirección a la que hace casi treinta años había sido su casa. Nadie pudo confirmar la historia pues la mujer del capitán era la única suficientemente vieja para recordarla. Lo único parecido fue la declaración de un joven que cortejaba a su novia en el umbral de la puerta de la casa de esta. El joven solo pudo decir, que vio pasar una mujer que pese a tener la piel morena parecía pálida y con la mirada perdida. Tres calles mas abajo, donde vivía Felicita Mentor, encontraron los cuerpos destrozados de un joven matrimonio que hacia dos meses se habían mudado allí. La escena era dantesca el marido un joven, atlético, trabajador de una metalúrgica, fue encontrado colgado como un trofeo de caza sobre la cama matrimonial. La esposa otro esbelta y atractiva, fue literalmente descuartizada con los dientes, que según los especialistas eran mordeduras humanas. Detrás en el patio de la casa se hallo el cuerpo en descomposición de una mujer mayor. Según los vecinos nunca la habían visto. Ante el desconcierto de los policías y la insistencia de la mujer del capitán retirado, fue llamada para que preste declaración e identifique el cuerpo. Ella entre nauseas, reconoció el cadáver de la vieja como Felicita Mentor. Si bien aclaro que tenia muchos mas años desde la ultima vez que la vio. Al entrevistar a los vecinos, para confirmar los dichos de la mujer del ex –capitán, ninguno dijo conocer a nadie apellidado Mentor. Los dichos de la mujer fueron desestimados, pues nada ni nadie podían apoyarlos. La policía se llevo los cuerpos y sin poder indagar sobre lo sucedido cerraron el caso. Después el hecho, el ex –capitán y su esposa abandonaron el barrio por varios días. Para luego volver y vender su actual casa. Lo que nunca supieron los vecinos de la familia Tormenta, es que el capitán retirado antes se apellidaba Mentor. Quien junto con su actual esposa, antes amante habían enterrado viva a la anterior esposa del capitán. La mujer agonizo durante horas hasta que sucumbió ante la asfixia. Lugo de cambiarse el apellido y vender su antigua casa el capitán y su amante se casaron. Lo que nunca esperaron que luego de treinta años de una vida cómoda Felicita volvería. Lamentablemente para la joven pareja que vivía en esa casa, es que si bien la sed de venganza era suficiente para hacerla volver de la muerte, no lo era tanto como para actualizarle la dirección. Es de esta manera que al ver al joven matrimonio durmiendo sobre la cama matrimonial los confundió con su marido la amante, masacrándolos violentamente sedienta de sangre. Treinta años tardo en llegar la venganza de Felicita, quien jamás se entero de su error. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Un niño en el Perú, nace con una cola y cuernos, predice la desaparición de su pueblo costero. Un pequeño tsunami asota únicamente a Punto Orca, eliminándolo por completo de la existencia, el niño de con cuernos y cola de tan solo cuatro meses desaparece junto con todos sus habitantes. Al cabo de dos meses el niño con apenas medio año de vida reaparece, en uno de los pueblos aledaños, a al desaparecido Punto Orca. La temible criatura camina con una soltura que desmiente su edad por la calle principal, gritando para todo aquel que quiera escucharlo. El veinticinco de diciembre el mundo se acaba. Los lugareños huyen despavoridos ante tal predicción, el niño ríe a carcajadas burlándose de los pobres pueblerinos. Su travesía es trasmitida a nivel nacional, gracias a Internet la noticia llega al mundo en tan solo unas horas. A lo largo de quince cuadras dos camarógrafos sufren sendos infartos. El niño evita cualquier tarea de resucitación acercándose a ellos y quemándole el rostro a cada uno de los fallecidos. En menos de cuarenta y ocho horas el mundo no habla de otra cosa que del niño satánico del Perú y del prodigio celestial de la India. Casi en simultaneo al niño de Punto Orca y a modo de respuesta otro niño prodigioso nace en la ciudad de India, llamada Shans. Esta joven criatura no dice mas que, veinticinco de diciembre. No camina tan solo flota sobre el suelo y utiliza sus alas como timones. En India todos le rinden homenajes y rezos, hay fiesta en la ciudad Shans el niño alado flota entre un grupo de desnutridos vagabundos, les sonríe y estos sienten como sus estómagos se hinchan de comida y la fuerzas vuelven a sus brazos. Las cámaras de televisión transmiten todo el suceso haciendo llegar la noticia al mundo. Los dos niños llevan una guerra mediática, durante varias semanas. Ninguno de ellos se llega a conocer. Ambos niños predican la destrucción del mundo, partidarios de uno o del otro se enfrentan en peleas tan violentas que provocan la congoja de cualquier ejércitos. Las potencias mundiales esperan que los países tercermundistas se eliminen entre si para ellos tomar lo que quede. En algún lugar del patio del mundo en un pueblo agropecuario un hombre con pocos años vividos y muchos sufridos, labra la tierra bajo sus pies. No hablan mucho, pero si alguien le pregunta dirá que el primero de enero del año que viene su hijo cumplirá su primer añito de vida. Sonríe como el sol y sus carcajadas parecen notas musicales. Esta juntando dinero para festejarle su primer año sobre la tierra. Este hombre silencioso, tranquilo y trabajador, demuestra cada día de su vida, que el único prodigio real es sembrar la tierra y esperar. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Caminan en línea perfecta por calles y avenidas. Sus rostros permanecen ocultos bajo unas aparatosas mascaras. Dos caños flexibles nacen de ellas se conectan a tubos de oxigeno ubicados a sus espaldas. Sus ojos permanecen ocultos por gafas oscuras. Las cabezas de estos seres están descubiertas, como provocando a posibles atacantes. Pero nadie se anima a combatirlos. Se supone que son humanos, pues sus cuerpos se encuentran cubiertos por enormes gabardinas que llegan hasta el piso. Entre sus manos enguantadas sostienen armas similares a fuciles. Parecen mantis religiosas, mostrando sus letales aguijones. Siguen avanzando nadie, los detiene. Mucho se ha especulado como seria el fin de la humanidad, jamás se pensó que la eliminarían como una plaga. Muchos han intentado resistirse pero no poseen organización o armas para vencerlos. Los ejércitos se ven diezmados ante el creciente numero de estos seres. Pocos combates pudieron afectar a esta marabunta, donde se elimina uno dos ocupan el lugar. Algunos intentaron humillarse ante ellos demostrando sumisión, ofreciendo regalos, información, sus cuerpos. Pero parecen no tener lideres y estas ofrendas son hechas ante la línea de avance, jamás los consideran, se limitan a golpearlos y pisotearlos, matándolos bajo sus numerosos pies. Talvez este final humillante es lo que tenemos merecido. Nada de invasiones estruendosas invasiones o grandes y piadosos meteoritos. Solo una purga silenciosa, una limpieza del planeta, para la siguiente especie dominante. Quien diría que el siclo vital estaba dado por fumigadores estelares. Supongo que esto sucede cuando las cucarachas y demás alimañas se hacen plaga se fumiga eliminándolos. Aun así nosotros los insectos reclamamos nuestra dignidad e intentamos convertirnos en letales escorpiones. Por eso a pesar de estar perdida reclamamos nuestro derecho a la lucha. Resistimos, perdemos amigos, familias y aliados. En nuestra segura derrota, estamos aquí de pie esperándolos. Los pocos, solo pedimos caer con la frente alta. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi.
El dios oscuro río salvajemente sobre el cuerpo inerte del dios padre de todos. Refregó sus vacuos ojos negros, para aclarar su vista, pues no creía posible lo que veía. Pero era así, ante sus pies yacía aquel quien siempre había odiado. Miro al cielo y dijo: -Tú que hace eones me habías confinado a esta cripta, húmeda y demasiado silenciosa. Tú pergeñaste mi caída. Hoy estas aquí implorando ayuda. Alimentándome con tu sangre traidora. Mueres según un ideal eso merece respetarse, así como tu petición-. Su tono de vos se vuelve mas grave y serio. Lleva la mano derecha ha su barbilla en señal de duda.- Si tus hijos te han traicionado, como te avise en el pasado, llevándote hasta mí, para pedirme su muerte. Solo hay alguien que puede, llevar acabo esta sanción. Esa es mi hija, Nermani y ha ella inconvocó en este momento. Sea derramado sangre de un dios muerto y solo he de dejar caer, sobre esta, la de un dios vivo para desatar la justicia celestial-. Así lo hace, con una de sus largas uñas perfora su brazo izquierdo, dejando caer su sangre sobre la del dios muerto. El inmenso charco de sangre bulle, como si hirviera. No coagula en ningún momento, pues la temperatura le impide hacerlo. Las burbujas y el vapor, dejan lugar al las explosiones. Un grito desgarrador, se oye en el recinto. Luego de un tiempo surge una mano del imposible, barro sanguíneo. La mano tantea los bordes donde no ha llegado la sangre, intentando sujetarse hasta que lo consigue. Otro grito desgarrador se oyó en el recinto y al cabo de un tiempo una hermosa mujer surgió del interior del foso sangriento. Bañada en sangre, Nermani, miro a su padre y grito con todas sus fuerzas, este cubrió sus oídos. Pues este desgarrador sonido solo debe de ser escuchado y sentido por los culpables. Todavía envuelta en sangre, con un gesto de sus manos reclamo sus armas. Arco y flecha, le fueron entregados. La justicia seria impartida sin piedad. En el piso, desde los ojos muertos del padre de todos, surgieron dos lágrimas de pena. Así canta el libro de los silencios. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Baja uno por uno los escalones de las escaleras que dan al primer piso lo hace con miedo e incertidumbre. Por la oscuridad apenas ve, así hubiese luz no notaria por donde transita pues el miedo que lo embarga lo a dejado casi ciego. Llega al final de las escaleras. Dobla hacia la cocina. Pasa por la puerta y siente que los pies séle mojan con un liquido espeso, calido, resbaloso. No es agua. Prende la luz y allí están. Siguen ahí, muertos sobre la mesada, todavía desangrándose. El piso de la cocina se ha vuelto rojo por la sangre. Él los mira por unos momentos, con ojos vacíos y lejanos. Luego camina al refrigerador, habré la puerta de este saca una botella de vino y toma un trago. Luego se marcha a dormir mañana va a haber mucho por limpiar. Siempre le dio miedo la oscuridad. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi.
El polvo blanco en una villa, tiene su equivalente al oro, pues gracias a él todos pueden olvidar sus penurias. La tristeza es remplazada por una sonrisa efímera, pero firme y sincera. El hambre es olvidada por unos pequeños momentos. No nos detengamos en describir las virtudes de este polvo mágico. Este polvo si bien tiene lo que parecen ser virtudes mágicas, no lo es, sino que es un producto industrializado obtenido atravez de sencillas transformaciones físicas y químicas. Primero, pasa por un exhaustivo control de calidad, donde se revisa que el producto mantenga sus propiedades intactas. En segundo termino, es fraccionado de acuerdo a su pureza y calidad, empaquetados en bolsas de aluminios para que no se contamine. Aquellos de mejor calidad es destinado a la comercialización directa en los estratos con ingresos económicos medios y altos. Los empaques de menor calidad, son destinados a los políticos que sostienen acuerdos comerciales para obtener votos. En tercer lugar viene la distribución del material terminado, los paquetes de comercialización directa son distribuidos al aparo de las ultimas sombras de la noche, durante la madrugada. Aquellos paquetes de menos calidad los cuales yacen en poder de los políticos, son administrados y distribuidos por ellos atravez de distintos subalternos que deseosos esperan ocupar y lucrar con la posición de sus patrones. En fechas puntuales, ya sin la nescecidad del aparo de las sombras y junto a otros productos el polvo blanco llega a la villa, donde indistintamente hombres, mujeres y niños los llevan a sus casas. Siempre recordando que su proveedor se postula en las elecciones que viene. Así es como el polvo blanco llega a la villa y hace su magia permitiendo que niños hambrientos puedan merendar aunque sea una vez por mes. Inocentes de todo aquello, que le permitió estar sobre su mesa en una tasa caliente. Solo sonríe burlándose del hambre por unas horas. Fin. Nicolás Vilaró-Tronfi
Judas mueve los huesos de su madre. Hace un año que ella murió y debe trasladar sus restos de la cripta al osario, el dolor que esto le provoca es igual a enterrarla nuevamente. Coloca los huesos al lado de su padre. Recuerda, recuerda cuando el era un niño apenas conciente del mundo que lo rodeaba. Su padre había fallecido, lo enterraron en el mismo lugar donde años después volvería ha enterrar a su madre. Pero vuelve a ese momento y la sigue viendo salir de la cripta, llorando, preguntándole. ¿Quién a tú padre, quien recordara sus palabras?. Años después en voz baja Judas le responde, tú madre. Toma un cincel y un martillo. Graba el nombre de su madre en griego. Mariamne e Marah (Maria, la "Maestra"). Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi.
Soy el monstruo que asota las pesadillas de los supersticiosos. Asecho en la oscuridad, siempre atento a mí alrededor. Esperando el momento de actuar, siendo testigo del horror y el crimen. Vivo en las sombras eternas, no necesito de la luz del día para ver. Siempre vigilante desde la cornisa de una iglesia. Veo como una mujer es golpeada, robada y abusada por tres hombres. La oigo gritar de desesperación. Siento el miedo de aquellos que la oyen pero no le prestan ayuda. Me enamoro de su soledad y ardo al querer defender su delicada debilidad. Pero aun así los tres hombre son implacables, no tienen alma solo disfrutan ultrajándola, se alimentan del terror que provocan. Mis garras aprietan el cemento de la cornisa, los músculos de estas poderosas se tensan para saltar. Los colmillos de mí boca ruegan por sangre pecadora. Siento ganas de batir las membranosas alas, nacidas para trasladarme ante los culpables. Siento tantas cosas, que no puedo hacer. La mujer es ultrajada sin mayor emoción, por cada uno de los violentos. Luego la matan. La dejan tirada como si desechasen un pañuelo descartable. Yo presencio cada acción, sin poder hacer nada por ella, mas que acompañarla en su ultimo aliento. Solo soy una gárgola de granito. Agradezco la suave lluvia que cae sobre mí, pues solo atravez de ella la piedra puede llorar. Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Una vez oí como un hombre, que me reclamaba el ser la razón por todos sus pesares. Sin embargo repasando su vida descubrí que él como persona, había engañado a su esposa con múltiples mujeres. Maltrataba a sus hijos, dejándoles en claro que ellos no valían para nada y que jamás había tenido intención alguna por criar semejantes sanguijuelas. Atacaba y torturaba a sus empleadas, obligándolas a mantener relaciones sexuales para conservar sus trabajos. Después, decidí esperar el tiempo lo trajo ante mí. El ejemplo de hombre y de padre volvió a reclamarme, esta vez directamente, por haber creado el mal en el mundo. No volví a perder tiempo en repasar su vida. Solo me limite a explicarle que yo no había creado nada, tan solo me limite a nombrar un administrador y que este lo esperaba en el subsuelo. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi.
Así es lectores, otro titular no cabria el descubrimiento que hemos realizado sobre unos de los misterios mejor ocultos por el gobierno norteamericano. El por que el hombre pudo pisar una sola vez la superficie lunar. Cuáles fueron los motivos para que esta proeza no se volviera a repetir. Créanme cuando les digo que las razones son realmente, increíbles. A través de un excautiva investigación llevada a cabo por nuestro capaz personal sean podido encontrar pruebas irrefutables, de por que la carrera espacial no continuo. Por que existe un silencio de sepultura en organismos como, la nasa, la CIA o la casa blanca. E aquí el silencio roto por primera vez. Habla ante nuestros implacables periodistas uno de los mas importantes rangos militares del gobierno estadounidense. Este militar, del cual aremos permanecer en secreto su nombre, cumplía funciones de director administrativo y jefe de contaduría de cabo cañaveral durante los años 1969 y 1970. Lamentablemente se negó a ser filmado y/o grabado mientras tomábamos su declaración. Pero no puso impedimento alguno de que tomáramos nota. Seguidamente le trascribiremos en puño y letra de nuestro aguerrido escriba periodístico las preguntas iniciales. - ¿Disculpe Don pero por acá pasa el 601? - Así es noble civil, por aquella esquina. - ¿He, usted vende medallitas y colgantes? ¿Tiene uno de boca? - Vea noble y confundido señor yo no vendo ni medallitas, ni colgantes y aparte soy hincha de la “U”. - ¿Entonces, qué es, un perchero? ¿Acaso se viste con la gamuza de los vendedores ambulantes, viejo ridículo? - Mire, no se ponga violento. Yo soy un alto rango militar por eso llevo estas medallas. - Ah, por eso. Yo soy periodista y no me ve con la maquina de escribir al hombro. ¿Eh? - Pensé que en esta época ya utilizarían PC portátiles. - Bueno. ¿Qué también vos vas a venir a reclamarme de por qué no sé usar el aparato ese? Quién te crees, compadrito. - Cálmese muchacho cuide su presión. - Mejor me voy. Ah… ¿antes de irme usted es impórtate o solo un milico pincha rata? - Por supuesto, yo dirigí durante mucho tiempo la administración de la nasa. primero como cadete en cargado del café y luego siendo director y contador adjunto. - Aja. ¿Procuro usted algún golpe de estado? - No. Mis funciones han estado siempre aquejadas a la papelería. - OH. ¿Fucilo a alguien? - Nop. - Ufff. Uy se me paso el colectivo. Ahora tengo tiempo y estoy aburrido, a ver, cuente qué hacia en la nasa. - Bueno decía en que se podía gastar la plata, en la época de las guerra fría. Por ejemplo para lanzar el Apolo 11 me preguntaban a mí y para traerlo de vuelta. Menos mal que por ese entonces los socios pagaban la cuota. Sino se imagina, no poder traerlos. ¿Para qué queremos tres tipos dando vuelta en el cielo sin poder aterrizar? Es aquí donde por fin la verdad de la carrera espacial, es revelada ante la humanidad y nuestro antes y actual desempleado periodista. - ¿Quiere decir qué un segundo alunizaje era, económicamente posible? - No, no había un mango partido por la mitad. Alcanzaba para traerlos y pagarles el sueldo mínimo, nada más. Creo que haberle dicho esto al presidente me costo nunca ser condecorado. - ¿Y, las medallas? - 5 por 10 pesos. ¿Llevas? FIN AUTOR: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Escribo esta carta sabiendo, que nadie más la leerá. Pues permítame decirle a usted, encargado de la requisa del correo. Luego de muchos años de servir al pueblo alemán, no así al poco estimado y temido líder, jamás procure ningún atentado contra esta persona hoy llamado Füher. Puesto que mi lealtad al pueblo era increbrantable y ha sabiendas de que si bien un atentado a este ser que hoy dirige nuestra nación, seria beneficioso en corto plazo. También he entendido que una nación acéfala por completo, es vulnerable especialmente en plena guerra. Comprendo la necesidad de interponer, un líder, sobre el cual recaigan las manos de nuestros. Así poder evitar una excesiva opresión ha nuestro pueblo, por parte de las tropas invasoras. Puesto que esta situación, si llegase a darse, implicaría una opresión mayor a la ya existente en todo el territorio nazi. Por otra parte los muros de discordias levantados por las demás naciones del mundo, jamás caerán y al menos le debemos a los conciudadanos de esta hermosa patria un justificativo de los hechos aquí ocurrido. Pues recordemos, que apartir de este momento serán juzgados como culpables, de los males de toda la civilización. Entonces habiendo dejado en claro, mi postura ante el patético atentado. En mí opinión considero a la operación Valquiria, no llego a ser más que un atentado hecho con un petardo de fantasía. Considero que el mayor fallo del coronel Claus von Stauffenberg, fue la excesiva expectativa de poder salir con vida. Un atentado debe ser perpetuado, solo si se carece por completo de apreciación por la vida propia y de aquellos a nuestro alrededor. Con esto ultimo pretendo dejar en claro que mí participación en los mencionados hechos, son solo grandes falacias. Puesto que si yo hubiese intervenido, hoy el bunker seria un humeante cráter, tan grande como los de la luna. Con estas palabras me despido de usted anónimo remitente y procedo al sucedió, sugerido por el tribunal de justicia. Gracias. Atentamente. Erwin Johannes Eugen Rommel antiguo mariscal Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
El científico, antropólogo y teólogo Gustav Duck, dictamino hacia el año 1866, que dios en su magnificencia y búsqueda de la perfección tendría que haber ensayos previos a la creación definitiva del universo. Con el tiempo su teoría se amplio y concluyo que para crear seres vivos en la tierra el lienzo perfecto era el desierto del Gobi en África. Por esta razón, con fondos extraídos del club de caballeros modernos, viajo al interior de África para así encontrar pruebas que fundamentasen sus estudios. Luego de casi dos años de estudios serios y perseguir quimeras. descubrió en un páramo alejado de todo ser vivo diversas piedras grabadas, con lo que serian dibujos de posibles animales que jamás existieron. Sus investigaciones duraron tres años mas hasta que una fatídica tarde, descubrió una roca con su nombre y apellido. Impresionado, horrorizado por tal descubrimiento, abandono sus investigaciones, la vida publica y hasta su familia. Pues él se consideraba un ensayo descartado por dios. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Al fin ha encontrado el pueblo, donde se esconde. Puede descansar unos minutos, sabe que no va ha poder esconderse. Deja que su caballo de logaritmos informáticos, pastoree bits de la verde estepa. Mucho tiempo ha tenido que cabalgar por el ciberespacio, ser ciego pesa poco donde los caminos están marcados por información sensorial. Azuza las riendas de su montura y avanza por el camino que da a la ventana de ingreso del pueblo. Un acceso directo siempre es bien venido. Va derecho hacia la taberna en busca de reposo e información. El cantinero es un viejo de bigotes, obeso por la economía de movimientos, formado por píxeles de baja resolución. -¿En qué puedo servirlo caballero, un trago, reposo, un lugar donde ingresar el disco duro? -Solo me quisiera un trago y un celda de datos donde pueda, sacudirme las cifras del camino y recargar algunos megas. Por cierto, ¿no sabría informarme, si se ha visto un hombre reconstruido con bites de media resolución? -Mire caballero he llegado a esta etapa de mi vida sin la necesidad de meterme en los datos personales de nadie. Por favor sea amable, tome las claves de su celda y no genere tildados de datos, mi humilde refugio. El ciego estando inconforme absorbe las claves de su celda de datos y sube a desganos las escaleras. Una prostituta perteneciente a un sitio censurado, le ofrece placeres de las descargas sin límites ni costos extras. Las promete y las cumple, con creses. Las conversaciones de alcoba son esclarecedoras. -Dime ¿A quién buscas, amor?. No pareces, caza recompensas o antivirus-. Dice ella mientras retoza desnuda a su lado. -Soy un detector-. El rostro de sorpresa en la prostituta, es más que esclarecedor. Los detectores son implacables, no tienen leyes como los navegantes comunes ellos eliminan lo que se les interponga.- Y busco a este evadido-. Mientras le dice estas palabras le entrega una imagen digital. -Pero eres tú, el que esta en esta imagen. -No te confundas mujer. Ese que ves una copia, de mi bases de datos. Un ser defectuoso e ineficiente. Pero me robo la familia y hoy vengo a borrarlo definitivamente del software. Y la eterna persecución continúa por el ciberespacio infinito. Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Sentado en un banco de mármol, el hombre de traje fino fumo un cigarrillo. El gusto a tabaco quemado le trajo el recuerdo a labios carmesí que jamás volverá a besar. La nube de humo se convirtió en un suave rostro de mujer. Cerca de él, dos inertes ojos lo observaban, sin prestarles atención el hombre dio un pitido al cigarrillo. La mujer tardo tres minutos en morir degollada. La sangre empapo las suelas de sus zapatos en dos minutos. El cigarrillo tan solo duro un minuto. La ultima gota de sangre tardo en recorrer el filo del cuchillo una eternidad. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
El acero se hunde en las brazas infernales, eleva su temperatura hasta volverse casi liquido. Brazos quemados por escupitajos de metal y carbón retiran la barra de acero alejándola de la ardiente agonía, solo para someterlo a la tortura de ser golpeado. Así sucede la masa cae sobre el acero incandescente deformándolo. En un vano intento de defensa desprende partículas, las cuales caen en la ennegrecida piel del forjador que al penetrarla producen un siseo. El victimario párese no notar las quemaduras, continua castigando impasible el trozo de metal incandescente. Poco a poco y cediendo a los golpes la barra de acero va tomando forma, moldeándose ante la mano del maestro. Repite la tarea una y otra vez hunde la barra acero en las brazas, hasta convertirse en una hoja. La tarea dura un día y una noche, detrás del forjado en las sombras los demonios ríen a placer, gritan de lujuria gozan el momento. El forjador continúa castigando al trozo de metal. Hasta que al fin consigue su objetivo lo sumerge en la piadosa agua el ardiente y sufrido acero suspira de alivio. Solo queda pasarlo por las piedras circulares. Cuando la poderosa espada esta terminada los demonios huyen espantados. Al terminar su trabajo el forjador, antes mudo, bautiza a la fabulosa arma, la saeta de dios. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Yace en un cajón de madera de pino pues nadie quiso gastar mas en él. A su lado cerca de la cabeza esta la viuda quien oculta sus ojos detrás de unos anteojos negros, pues quiere asegurarse de que nadie sepa que en realidad no esta llorando. No puede llorarlo fueron demasiados años de penurias, abusos y abandonos, solo puede sentir un gran alivio. Al lado de la viuda esta un hombre joven fuerte y rozagante, que otrora fuese el amante de la esposa despechada hoy disfruta su ascenso a único amor. Para confirmarlo al mundo, pasa su mano por la nalga izquierda de la viuda apretándola unos segundo, luego continua su recorrido por la cintura, la espalda, hasta llegar al hombro. Sin ningún descaro y ante la mirada indiscreta de los asistentes acerca a su cuerpo a la viuda, quien apoya su cabeza sobre el hombro de él. El antiguo amante sonríe, pues sabe que esta noche se amaran como animales en celo. Luego de unos minutos llega el sacerdote, quien trae consigo una anciana para que llore por los deudos. Deudos que jamás podrán cobrar el dinero que el farsante les estafo o que simplemente les robo. Todos están aquí para asegurarse que las alimañas pueden morir. En realidad de entre los asistentes no hay familiares de él, salvo la viuda y alguna que otra bailarina de prostíbulo enamora de su antiguo cliente. El sacerdote comienza hablar, lleva las palabras escritas en un cuaderno, nada bueno se le ocurrió que decir de este ser despreciable, pues a él también lo estafo. Luego de decir unas palabras poco sentidas, el sacerdote toma una petaca con Wishky le da un sorbo, se ahoga, tose, termina escupiendo a un costado del cajón. Tan cerca pasa el proyectil de la cabeza del occiso que varias gotas le salpican la cara. En todos los asistentes surge un gesto de asco. Después de toda una vida de estafas, mentiras y traiciones, el farsante se dio cuenta que en su lecho de muerte nadie lo lloraría o siquiera lo iría a ver. Por esta razón con varios años encima decidió regalarse una mentira para él. Regalarse una ilusión, es decir mentirse a si mismo. Pero esta mentira no se consigue sin ensayo, por eso cada miércoles convoca a quince actores para ensayar los sucesos de su lecho de muerte. Hoy es miércoles así que el farsante se incorpora dentro del cajón, saluda y felicita a los asistentes, reprocha al falso sacerdote el haberlo escupido, pero aun así le pareció un lindo detalle. Les paga con dinero que guarda en el cajón debajo de él. Después de que todos se han marchado el farsante sonríe pues sabe que tendrá un funeral como se merece. Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Lo primero que veo son sus ojos, amarillos refulgentes. En la oscuridad cerrada son lo único que puedo ver, luminosos, su formas parecen recordar un enorme felino apunto de atacar. Quisiera retroceder y huir de este lugar, pero no puedo miro a mi alrededor no recuerdo como llegue aquí. ¿Dónde es aquí? Los ojos amarillos avanzan hacia donde estoy, me domino e intento huir. Caigo de bruces contra el suelo. Giro e intento levantarme, la temible bestia sigue avanzando sus ojos amarillos brillan con mas fuerza. Al fin comienzo a ver mi acechante. No es una pantera, ni un leopardo, solo una mujer blanca y brillante como la luz de la luna reflejada sobre el agua. Camina hacia mí contoneándose, en realidad asechándome, quisiera huir despavorido escapar de ella, no puedo. Le temo hasta el punto de que cada célula de mi ser tiembla grita por una huida salvadora, pero también la amo sus formas, la actitud dominante, sus ojos de fiera salvaje me tienen hipnotizado. Cada vez más cerca. Tiemblo como una hoja estira su mano delgada y delicada, pasa sus dedos suaves por mi pecho. Mi cuerpo se electrifica, cada bello, cada poro, me es insuficiente para sentir su tacto. Creo, creo que por unos momentos sonríe. Sus cabellos dorados se adelantan sobre su rostro hundiéndolo en sombras. Con un movimiento velos y a la vez suave me besa caigo en un mar de dulzura. Ella continua con su embestida caemos de espaldas. No se como pero me encuentro completamente desnudo, las hojas se sienten como un colchón mullido y cómodo. Sus senos presionan mi corazón. Sus brazos y piernas me rodean, clava sus uñas en mi espalda, no siento dolor solo éxtasis. Exploto, despierto de golpe. Me siento en la orilla de mi cama, miro a los cuatros costados y descubro ante una desilusión violenta, que ya no estoy en una selva oscura con una mujer exótica. Tambaleándome me pongo de pie camino hasta el baño, lavo mi rostro con agua helada, suspiro. Como un mal sueño no puedo olvidarla. Quiero estar con ella y ella seguro me estará esperando. Tiro mas agua sobre mi cara. No me importa nada ni la vida, ni mi familia, mucho menos el trabajo. Vuelvo a la cama para caer presa de la enfermedad del sueño. No intenten despertarme, no podrán, pues estoy con la hermosa enfermedad que significa Kenina. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Helena a vivido durante casi toda su vida en Atenas, siempre respetando las buenas costumbres, gozando una posición bastante acomodada al ser esposa de uno de los miembros mas acomodados del parlamento. Por esta razón se sorprendió cuando al nacer su primogénito, dudaron de su palabra y la acusaron de adulterio. Para apoyar sus palabras la partera le trajo al recién nacido para mostrarle que este era moreno como el carbón, cuando ella y su marido eran blancos como la seda virgen. Su esposo le grito, la repudio y exigió que fuera llevada ante un tribunal de notables, para que estos decidieran la suerte de la mujer. Se contemplo el umbral de un día para que la mujer se recuperase del parto y que esta pudiese alimentar al niño recién nacido quien después de todo no tenia la culpa de nada, también podría significar un buen resarcimiento económico para el supuesto padre cuando tuviese la edad de ser vendido como esclavo. La mujer fue llevada junto con su hijo frente al tribunal. Para que estos pudiesen constatar el delito se procedió a colocar a la singular familia uno al lado del otro, quedando el recién nacido en medio de los padres. Los jueces advirtieron que los progenitores lucían un blanco pálido en sus pieles mientras que el niño era marrón como un viejo labriego expuesto durante décadas a los rallos de Apolo. Para darle un mayor marco de legalidad se procedió a llamar un especialista en el estudio del cuerpo humano, al por entonces incipiente Hipócrates quien realizo un profundo estudio de la situación. El estudio de Hipócrates contó en no solo un análisis físico de las personas implicadas, sino que sumo la investigación del entorno de las mismas. Curiosamente el resultado dio que la mujer era inocente de adulterio, pues la pigmentación atípica del niño se debía a un retrato de un moro, el cual se encontraba en la misma habitación de la joven madre. Sorprendidos por el nuevo concepto acuñado por Hipócrates, el de impresiones maternas por el cual el no nato adquiere características de aquello que provoque un cierto impacto en la madre, el tribunal dictamino la inocencia de la mujer. Por su parte la mujer habiendo sido salvada de ser lapidada le agradeció a Hipócrates con 20 monedas de oro. El marido la agradeció por haberle devuelto la honradez a su familia, con 30 monedas de oro. Por su parte el moro del retrato dio las gracias por las 10 monedas de oro, que Hipócrates le pago y jamás fue vuelto a ver por Atenas. Fin Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
El golpe estaba bien planeado Gustavo apretaba a los de seguridad, Gerardo iba por la recaudación y Mauricio se encargaba de amedrentar a los clientes. Todo se hizo bien planeado incluso los días en los que, el supermercado se ahorra el adicional de policía. Fueron dos meses de planear todo, primero ver comiera la manera de más fácil de abrir las cajas, identificar bien a los supervisores. Cosa de apretarlos primero a ellos, que después de todo son los más rápidos a la hora de abrir una caja. El único problema era poder ubicar el auto cerca de la puerta el tiempo suficiente para poder hacerse con el botín sin, llamar la atención a los de fuera, para evitar que la policía sea llamada demasiado pronto. Se termino decidiendo poner un conductor que lo acerque recién al final del robo. Otro de los inconvenientes fue el como trasladar el botín al auto. Llevo un de tiempo el preparar cinco bolsas de arpillera, para que cerrasen con un cordón sus bocas. Este tiempo, sumado a la preparación de los elementos, se le pudo agrega a la observación del objetivo. Gustavo, quien estaba a cargo de esto, le pareció lo más conveniente utilizar armas largas. Cosa que todas las personas dentro del local puedan verlas y así nadie se haga el héroe. Así fue como se termino asiendo. El plan fue sobre ruedas desde el principio, se pudo cumplir con todo lo diagramado si hasta parecía una coreografía. Los guardias, los clientes y los empleados, todos respondieron según lo previsto. El único error fue que Gerardo se ensaño demasiado con uno de los empleados. Nadie sabe por que, pero cuando Gerardo intento acercarse para pegarle con la culata en la cara, el empleado le ensarto un cuchillo serrucho en los testículos. Gerardo intento gritar, casi ni pudo emitir queja, pues en pocos segundos tenia al empleado agarrándolo por la espalda, con el cuchillo en el cuello del delincuente. Gustavo y Mauricio intentaron a toda costa acercase, pero cuando hubieron avanzado tan solo dos pasos, el empleado tomo la mano con la que sostenía el arma y los apunto. Estos actuaron instintivamente y también apuntaron. La situación se había ido completamente de los parámetros razonables. De manera increíble lo que era un robo medianamente tranquilo, se convirtió en una situación completamente tensa donde los tres delincuentes y amigos, ahora se apuntaban mutuamente. El empleado que tenia agarrado a Gerardo empezó ha decirle cosas al oído, cosas que nadie oía. Gerardo cada vez más nervioso, termino apretando el gatillo contra sus dos cómplices. Los cuales respondieron de inmediato, matando a Gerardo. Rápido y de manera irracional ambos soltaron las armas y se dirigieron hasta donde yacía su amigo. Desesperados intentaron reparar el error, gritaron por un medico o una ambulancia. Nadie se movió como si todavía los estuvieran apuntando. Fue en ese momento cuando notaron, que quien había arruinado todo el asalto faltaba. Luego oyeron dos clics a sus espaldas, seguidos de sendos estruendos, ambos murieron de inmediato. El empleado desapareció para siempre, nadie supo nunca quien era, la empresa jamás pudo encontrarlo en su nomina. Aun así y todo tres vidas se cobro. Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
El padre de todos llego apesadumbrado a la entrada de la enorme gruta. La decisión estaba tomada. El mundo se había envuelto en el caos, la oscuridad del caído cubría todo y dirigía las vidas de los hombres. No existía otra manera de salvar la creación. Aun así, el padre de todos por primera vez, en su incalculable existencia, conoció la duda. Sus hijos no merecían ser devueltos al barro del que fueron creados, pero su petulancia y odio habrían de ser borrados de la creación. Camino al interior de la gruta, cuya boca recuerda a las negras fauces de la loba, llamada Penumbra, que sigue a la luna. Entro en ella, arrastrando los pies, sus sandalias apenas levantaban arena. Vestido con el más humilde de los ropajes pues la de un pastor era su apariencia y su función. Ingreso sosteniendo en su mano una daga y un lienzo blanco. A medio camino sintió un calor similar al respirar de un gigante. El aire fue viciándose cada vez mas, antes de llegar el fétido olor lo hizo desfallecer por unos momentos. En el centro de la gruta, un negro dios lo esperaba. Allí el padre de todos se arrodillo, tomo la daga con la mano derecha y corto hasta los huesos su muñeca izquierda. Dejo caer su sangre sobre el piso de arena, está serpenteó hasta el negro dios, que descansaba sobre su trono. La sangre corrió por entre sus piernas, subió por el estomago y el pecho, hasta terminar en la boca del dios. Casi desmallado, el padre de todos, pudo ver como el representante de la noche eterna comenzaba a despertar. Se puso de pie y dijo: <<Mi nombre es Régulus. ¿Qué buscas tú, que haces llamarte padre de todos?>> Arrodillado y cubriéndose la herida con el lienzo blanco, respondió: <<Busco tú justicia. Busco el equilibrio de la creación. Quiero que mates a mis, engreídos y petulantes, hijos. >> Luego de estas palabras el padre de todos, murió y Régulus rió sonoramente. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi