Llegaste tarde
Publicado en Apr 04, 2013
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Cuando mi tiempo parecía estudiado, cuando  cada paso ya tenía su destino agendado y nada me sorprendía bajo el cielo nublado de mis días, apareciste tú. Hermosa, destilando juventud por todos tus costados, encandilando con tu luz  mis ojos cansados y aburridos de los mismos paisajes.
Fue mágica tu presencia, fue creer que el cielo se despejaba y mi tiempo rejuvenecía. Me dejaste abrigar con tu perfume, acariciar mi piel con tus hebras doradas y despeinadas; respirar otros aires, más frescos, de esperanzas y de proyectos. Creí ser merecedor de ese obsequio, pensé que la vida me sonreía al presentarme una criatura rescatada de un país de ensueños.
Fui feliz, creí serlo eternamente bajo tus pechos, bajo tus curvas cinceladas y tu figura casi adolescente. Me  imaginé estar en el Olimpo llevando de mi mano a la diosa de las diosas. Soberbio y orgulloso, cerré los ojos a los abismos profundos que lanzaban fotografías viejas y espejos traicioneros. Llevé con presión las manos a mis oídos para evitar que el viento trajera sus voces y sus quejas.
Hubo un giro  en las agujas que creí no poder predecir, hubo pasos que me sorprendieron y cielos estrellados, salpicándome con sueños. Pero las voces fueron alaridos y ya no nacían desde los abismos, nacían dentro mío.
Te mostré mi reloj, mi cielo anterior y lleno de frío, te dejé ir.
Ya no siento las voces, ya no estás conmigo. Sin reproches, sin prejuicios y sin amores nuevos, sigo caminando por el camino conocido, convencido de que es mi único destino.
 Llevo  un recuerdo escondido, sólo tuyo y sólo mío,  un cielo extraño alumbrado con soles distintos; uno en el horizonte apareciendo y otro en el opuesto muriendo. En el cenit, alguna vez coincidieron,  fue breve el estallido, más sus esquirlas se clavaron muy adentro.
Resignado amor, te nombro en silencio todas las noches; te agradezco haberme enseñado lo que es estar vivo  y sólo te reprocho  haber llegado tan tarde…
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Foto del autor Silvana Pressacco
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Descripción

A veces no es fcil seguir lo que dicta el corazn. Nuestra felicidad puede determinar la infelicidad de seres que amamos y que no lo merecen. Merecemos entonces, renunciar al amor por slo conocerlo tarde?

Palabras Clave: amor tarde ocaso juventud vejez prohibido imposible.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Silvana Pressacco

Derechos de Autor: reservados


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