• Cindy Reyes
Cindy
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Todo el mundo es ilusiones cuando vamos creciendo, todo parece fácil y todo podemos tener cuando somos niños, y lo que no podemos tener santa claus, el hada de los dientes y los duendes eran a quienes confiabamos nuestros anhelos.  En cada cumpleaños frente a un pastel nos dicen “pide un deseo”. Deseo que no puedes decir o no se cumplirá, en mi caso desde que mi memoria me da recuerdos deseaba algo cada año y no frente al pastel, me levantaba en la mañana y ya tenía claro que era lo que este año iba a pedir.   Cuando cumplí los cinco años un bebe “nenuco” dessié.  A los seis con el deseo de ese nuevo juego de trastecitos desperté.  En mi séptimo cumpleaños quise otra nueva muñeca “Barbie”.  Por una cachorrita propia rogué a mis ochos años.  Una grande y magnifica casa de muñecas anhelé cuando a los nueve años llegué.   A los diez ya era niña grande por eso dessié un maquillaje “mi alegría”.  A los once después de ver ese anuncio en la t.v pensé “esas zapatillas de princesa se me verían bien, las quiero.”  Ya no era una niña así que para confirmarlo dessié un nuevo y hermoso vestido. A los trece ya no podía pedir niñerías; quería una computadora para poder usar “paint”. Los celulares empezaban ser indispensables para todos y como era curiosa un celular para mi catorceavo cumpleaños dessié.  Un amor verdadero con final feliz y un príncipe azul esperé cuando mi vestido rosa de quince años use.  Ya tenía dieciséis, mis padres no podían estarme llevando a todos los sitios así que una moto o un vehículo propio fue mi   A los diecisiete, a un año de la libertad y madurez legal, lo que mas anhelaba fervientemente era por fin tener mis dieciocho años de edad   Y ahora a días de mi cumpleaños, me doy cuenta de que nada vale tener encerrados esos sueños, de no hacerlos escuchar y mucho menos no hacer nada por cumplirlos. Ya no debería desear pero aún soy joven e ignorante y por eso esta es la última vez que me permitiré únicamente desear sin nada mas. Ahora he crecido y conocido tantas cosas, pero apenas empiezo con la aventura de la vida, apenas estoy en proceso de ser una sabia persona pero como todos los años ya tengo planeado mi deseo de cumpleaños…  En estos dieciocho años quiero muchas cosas pero todas con un valor especial.  Quiero un bebe nenuco para recordar lo joven que soy para ser mama y pensar un poco en ese sentido maternal que aún a en mis mas profundas imaginaciones no he de llegar.  Unos trastes pero de verdad para recordarme que con la edad las obligaciones también va y una casa no es hogar si un plato de comida que dar.  Unas nuevas muñecas “Barbie” para volverme a plantear miles de historias y tomar en cuenta que todas las personas tienen su propia mentalidad y no por eso han de estar mal. Un pequeño cachorro para entender el valor que tiene otra vida, el saber que alguien depende de mi y de mis cuidados y que no siempre un fiel amigo tiene que ser un humano. Una casa de muñecas, con todo y pueblecillos para poder figurarme a donde quiero llegar, en donde quiero vivir cuando por fin terminé la Universidad y pueda trabajar para edificar ese hogar que con mi casa de muñecas he de edificar. Un nuevo estuche de maquillaje, brochas, delineador, rubor, labias y enchinador de pestañas para el día tras día poderlo pasar luciendo arreglada ocultando tras el maquillaje todas esas tristezas que nadie debe adivinar.  Unos zapatos de tacón, altos y geniales y así con ellos poder demostrar elegancia, fuerza y seguridad en mi andar, que mis pasos sean firmes aún en los mas peligrosos senderos intentado nunca tropezar y cuando eso suceda poderme levantar.  Un flamante vestido nuevo para enseñarme que puedo ser grande y aún así lucir femenina y linda; y para demostrarles a todos que por este mundo puedo cruzar sin perder el estilo, mi estilo.  Una computadora pues con mi pasado, presente y futuro siempre tengo que estar en contacto y con tantas tecnologías  nada es mejor que una fiel y confiable computadora. Un celular, de esos de ladrillo para siempre tener en mente que lo que hoy es un nuevo “Black Berry” ayer no era mas que un montón de metal, burdo y sin chiste pero que sin ese estado era imposible crearlo. Y así como los celulares yo puedo moldear mis imperfecciones en algo fantástico, puedo evolucionar pero siempre teniendo en cuenta mis orígenes, por mas humildes que sean.  Un amor verdadero, no ese príncipe de cuento… Quiero a ese que me quiera y respete; que me tome en cuenta, me vea como una igual y acepte tanto mis virtudes como mis defectos. Ese amor que permanezca en mis pensamientos y sueños sin llegar al punto de hostigar. Un amor que me de libertad. Una bicicleta como medio de transporte, para que mi de camino a mi destino pueda ver que no soy la única en este mundo y que estoy rodeada de tanta gente que al igual que yo desea llegar a tiempo a sus actividades, poder ver rostros y de vez en cuando poder detenerme cuando divise que alguien necesita ayuda.  Y Por último ser por fin adulta, con todo lo que implica, no solo con derechos y libertades sino también con obligaciones y responsabilidades de las cuales me deba hacer cargo. Con madurez y sabiduría pero de igual manera con la jovialidad, curiosidad y capacidad de sorprenderme y maravillarme con las pequeñas sorpresas de la naturaleza. Que el tiempo no logre borrar mis sueños, mis anhelos y mis ganas de cumplirlos, que no opaque ni disimule mi verdadera personalidad, ser solamente yo sin ningún temor al que puedan pensar o el que dirán de la sociedad.   Son muchos deseos y aún tengo muchosaños para cumplirlos 
Deseos
Autor: Cindy Reyes  453 Lecturas
                                                      La espera. Oscuro manto de la noche que escondes y proteges a las mas feroces creaturas, que seduces a los mas osados hombres a yacer en el ceno del pecado, tú que acallas los gemidos de fortuna o desdicha con tu omnipotencia. Oscuro, oscuro manto que cuando andas alegre amas y agracias a tus súbditos y a los desterrados tiñendo tu larga cabellera de miles de millones de brillantes adornos llamados estrellas, que cual arreglo a cabellera armonizan a todo espectador, brindando esa sensación utópica de paz y esperanza. Concédeme un deseo: Permíteme volver a verlo ¡Os suplico! Dadme la libertad, dejadme escapar, que me encuentre en las orillas del profundo y negruzco lago que ciñe con fidelidad a tu cobijo permanente y sincero. Decidle a tus estrellas fugaces que aún le espero; que cuando la luna se esconda  y a las estelas de luz se les prohíba brillar he ahí de estar, de pie entre las penumbras aguardando con paciencia su regreso, soñando nuestro reencuentro, anhelando sus besos y desando ver realizado nuestro amor eterno.  En esas noches en los que la luna no se divise, que los hombres lobos no sean mas que humanos, cuando los vampiros no salgan a morder los blanquecinos cuellos virginales, cuando los duendes estén cansados y dormidos, en los días que las sirenas no canten concededme esos tiempos a mi y a mi espera. Esas horas de nocturno cuando las cigarras se aman y lloran, cuando los grillos cantan al son de su armoniosa orquesta natural, proveedme de esas horas que son en esos momentos en los cuales mi corazón palpita al tiempo y compás de la melodía de las invisibles creaturas… El bosque so silencioso y peligroso al perder los rayos del sol, los seres míticos corren por todos lados, los elfos juegan al escondite con los olmos, los unicornios pasean exhibiendo su belleza y yo la ninfa de la luna, despojada de mi brillo reposo en la penumbra del lago en la espera de mi amado, rogando a mi Diosa Selene una e infinitas veces que perdoné mi ofensa y mi desobediencia y que ese mortal no haya perecido tras el bélico enfrentamiento con aquel golem.Oscuro firmamento si aún con mi atrevimiento  sientes por mi algo de compasión y afecto permite que mi rostro evoque de entre sus mas profundos pensamientos, que nuestro idilio este fundido a fuego lento en todos sus sentidos como lo esta en los míos y sobre todo convierte en realidad su promesa de “regresar”.  Yo prometo esperarlo con calma y sin impacientarme, prometo que cuando mi Diosa la Luna este presente yo me ocultaré en lo mas profundo del lago, pero cielo oscuro deja que vuelva por mi, que yo le espero, que cuando estemos juntos él me protegerá y escaparemos de mi Diosa. Dejadme amarlo de verdad concédeme esa ilícita libertar si mi alma desolado os causa compasión dejadme esperarle aunque sea por toda la eternidad. 
La espera
Autor: Cindy Reyes  417 Lecturas
“Dan té en la esquina de mi casa, dan té, un té delicioso y sin igual.” Se escucha al señor Gonzáles decir mientras camina despreocupado por la calle con una taza de té en sus manos. Es pleno invierno y hay viento nada mas agradable para ir a tomar un té.  “¿Cuánto cuesta el té?” Le gritó el cuestionamiento al señor Gonzáles que ya casi esta a punto de doblar mi calle. “Cinco céntimos muchacha, cinco céntimos no son nada.” Respondió con su voz vieja y profunda. ¡Toda una ganga! Pensó y sin avisar ni nada tomo su monedero, vistió su abrigo blanco colocó sus orejeras, acomodó su cabello y salio casi corriendo rumbo a la calle. En la esquina con Miguel Blanco en el crucé con Progreso estaba una tienda ambulante, pequeña y de acogedora apariencia con un letrero chueco y con letras feas escrito: “Té a cinco” ese era el lugar el cual parecía vacío.Se adentra sin anunciar su llegada, con la cabeza en alto y decidida en no criticar su fachada a paso largo y elegante se coloca en el mostrador coloca cinco céntimos y ordena “Un té de fresa” y antes de que pueda decir algo la mujer de tercera edad que esta de dependienta la niña mimada se vira y dirige su cuerpo hasta una mesa donde se sienta con propiedad observando minuciosamente pero sin opinar el local, en espera de su muy ansiado té. No pasa ni el minuto y la mujer que le atiende se encuentra delante de su mesa. “¡Qué velocidad y eficacia!” Piensa para sus adentros la chiquilla pero el: “Lo sentimos no tenemos té de fresa” de la señora la desanima e irrita. “¡Yo ya pagué por mi té, ahora quiero mi té!” Exige con voz autoritaria pero chillona “¡Qué niña mimada!”  Piensa la fémina mayor pero con voz amable responde: “Puede pedir de otro sabor, nuestro té negro es delicioso, también el de canela con manzana, tenemos una gran gamma de sabores.” “Pero no de fresa y yo quiero un té de fresa.” Chilla la cría, inundando con sus gritos el pequeño local vacío, “gracias a Dios que no hay gente” Piensa la anciana buscando las palabras indicadas para responder a su ruidosa cliente. Pero antes de responder una varonil, profunda y vibrante voz llamo la atención de ambas.“Yo iré a conseguir su dichoso té.” Conforme habla un joven realmente atractivo sale de la trastienda con cara de fastidio. “Gracias querido.” Habla la anciana y el hombre solo asiente antes de aventurarse al frío invernal solo cono unos jeans y un suéter delgado verde deslavado en busca de aquél extracto para la preparación de aquél té que tanto la muchachilla deseaba. “espera querida, en un momento James traerá lo necesario para tu pedido ¿deseas una galletas mientras esperas, cortesía de la casa?” Ahora la anciana se dirige a la señorita que aún sigue sorprendida por el chico que se aventura a buscar en una ciudad donde ella no ha podido encontrar aquel delicioso té de fresa que una vez hace varios años probo. Ante el ofrecimiento asiente levemente y decide aguardar por la llegada se su té.  La mañana transcurre rápidamente y la chica ve entrar y salir a la gente con su pedido ¿solo ella había probado el té de fresa? ¿Solo a ella le fascinaba tanto que había decidido salir un día gélido de invierno por un té a un nuevo lugar donde aseguraban era un deleite para la papila sus tes? El leve sol ya esta en lo alto dando una tenue iluminación tan común de los invernales días, se filtra con escasez por pequeñas ventanas. Y el chico no regresa, no da señales de vida y ella ya lleva dos platos de galletas. La anciana la lleva observando desde el inicio, esa niña caprichosa y mandona poseía una gran paciencia pues no había preguntado ni una sola vez si James ya estaría por regresar. Esa chica debía ansiar con mucho fervor aquel té de fresa. Con el paso de las horas su presencia dejo de ser molestia para convertirse en una esencia agradable del local, viendo a los clientes ingerir y marchar.Con una sonrisa comprensiva se le acerca con un pequeño vaso de madera el cual desprendía un cálido y sabroso humo. “¿Qué es esto? No huele al té de fresa que pedí.” Habla bajo, según esto es una recriminación pero su tono solo indica curiosidad.  “No, no es tu té de fresa pero servirá mientras esperas. Es de moras, seguro te gustará.” Asegura antes de retirarse de nuevo a laborar.  Y las horas transcurren el tic-tac del reloj indica el paso del tiempo, la oscuridad que se ciñe alrededor del local solo lo confirma. Mira el reloj circular y de manecillas que se encontraba encima del mostrador: seis y media de la tarde y no falta mucho para que llegué la noche invernal. Pronto tendrá que regresar a su casa y no podría tener su tan anhelado té de fresa. Ya se ha rendido, sabe que ese tal James tampoco lo logró, no encontró su tan deseado té de fresa, con educación y sin hacer ruido separa su silla para ponerse de pie cuando la puerta se abre de repente y en el marco de ella. El chico de cabellos negruzcos  y suéter verdoso se encuentra jadeando con una bolsilla en su mano derecha. “nana aquí tienes tu té ¿la chica sigue aquí?” Cuestiona con altanería sin notar que los verdes ojos de ella se posaban en su delgada y bien proporcionada figura, un leve sonrojo apareció en sus mejillas cuando sus ojos se encontraron, quiso decir algo pero sus labios solo atinaron a formar un “O” bien disimulada. La mujer de la tercera edad les miro divertida y a paso lento se acerco al joven mozo para quitarle el paquete de sus manos. “En diez minutos tu té por fin estará listo.” Indica antes de perderse en la trastienda y ambos jóvenes no dejan de mirarse asombrados. Él se asombra de la persistencia de la chica y de los bellos ojos de esta. Ella se asombra del logro de este, ella jamás había encontrado ese té. Ambos parpadean simultáneamente y viran su rostro. Ella toma asiendo nuevamente con delicadeza y cruzando sus dedos finamente sobre la mesa. Él a pasos pausados se dirige a la tras tienda.Ambos suspiran a la par. Y la anciana sale con dos humeantes tazas de té de fresa entre sus manos. “James llévaselas a la niña” Ordenó y el chico intento protestar pero la mirada severa de su nana le mando a acatar. “Aquí tienes, perdón por la tardanza” Habla con esa voz ronca y varonil que hace estremecer la piel de ella. “No importa, pero yo solo pedí una taza de té…” Indica al ver los dos vasos sobre la mesa. “Si bueno… Solo me las dieron a entregar.” Se excusa encogiéndose de hombros. Ella le sonríe y él se sonroja con tan bella sonrisa. “¿Te quieres sentar?” Interroga y él niega rápidamente la cabeza completamente nervioso. “Tengo que trabajar.” Explica pero la voz de la anciana, que habla del interior le hace invalida su evasiva. “Tomate el resto del día James” había dicho y la chiquilla sonríe mas ampliamente. “Ahora si, James ¿te quieres sentar?” Vuelve a preguntar  e a él no le queda mas que aceptar pero antes. “Con una condición, ¿cuál es el nombre de tan exigente clienta?” Interroga tomando asiento y ve a la señorita proferir una suave risa.“Rosa, me llamo Rosa, y lo de exigente clienta, la verdad es que enserio quería volver a tomar este té.” Explica tomando entre sus largos dedos el vaso y llevándolo con delicadeza hasta sus labios. Él la observa embelesado olvidándose de hablar o beber, cualquiera de las dos cosas. “Es una delicia de té, ya había olvidado el fantástico sabor que tenía.” La voz de la joven lo saca de su observación exhaustiva.“Fue un tanto complicado de conseguir.” Asiente tomando un poco de aquel líquido sabor fresa.“Lo es, eso lo hace tan especial y deseable.” Explica ella antes de levantarse. “Me tengo que ir, se me hace tarde para llegar a casa.” Indica dirigiéndose a la salida del local. “Gracias por tu visista, esperamos que vuelvas pronto.” Habla desde la otra habitación la anciana y Rosa solo atina a sonreír aunque la señora no la pueda ver. “Mañana mismo estaré aquí para que me den mi té de fresa.” Asegura y logra divisar al chico exponer una media sonrisa. Y así se retira del lugar, cerrando la puerta suavemente dejando a los dos dependientes solos.“Deberías acompañarla a casa.” sugiere la anciana al salir y percatarse de que el chico no despega ni un poco su mirada de la puerta recién cerrada. “Quizá mañana, ya dijo que iba a regresar por su valioso té.” Afirma con esa media sonrisa tatuada en su rostro y con un brillo deslumbrante es un grises ojos. Mientas rumbo a su casa una contenta señorita va coreando una canción recién creada: “Dan tédan tédan té en la esquinadan té, de fresa dan té,dan tédan té, el mejor té, dan té, a cinco céntimos dan té,dan té y mañana iré por el…” 
Dan té
Autor: Cindy Reyes  450 Lecturas
El alba ya deseaba con fervor visualizarse a través de los cristales de la ventana de mi, de nuestra  habitación, los gallos ya entonaban su matinal canto y yo, yo estaba destrozada por dentro, desnuda por fuera tiritando a causa de un frío que calaba hasta lo mas profundo de mis huesos pero que no se comparada con la inseguridad que embargaba mi pecho, una inseguridad que se había incrustado “sin motivo” hacía ya unas semanas y que justo ese día pareciera dar mas excusas para sentirla con mas fuerza. Sabía lo que pasaba, estaba al tanto de mi penosa situación, la conocía aunque quisiera negarla, así como estaba al corriente de la razón por la cual me encontraba en tal gélido estado, pero sin embargo no hace mas de unas cuantas horas aún deseaba, quería y luchaba porque fuera lo contrario a la información que me habían dado las malas lenguas… El reloj marcaba ya las cinco con dos minutos de la madrugada y mis lágrimas retenidas durante todo este tiempo de creencia y sobre todo guardadas en el trascurso de esta noche, se dieron el placer de salir con ímpetu y sin vergüenza de mis castaños ojos, según él “angelicales”, ya no tenía caso contener aquel salado líquido que escocía mi mirar.  Mi corazón por fin se vio destrozado, mi orgullo y dignidad pisoteados y todo a causa de esa exuberante mujer que había aparecido de la nada en el mundo de mi marido y lo había arrastrado sin consideración entre sus largas garras disfrazadas de uñas magníficamente arregladas con aquel manicure francés lejos de mi, de nuestro hogar y justo hoy de nuestro lecho, justo me lo había arrebatado por completo el día de nuestro segundo aniversario dejándome añorando afanosamente sus besos y dulces palabras.Pero él nunca llegó, la champán se calentó y la cena, un exquisito banquete se había enfriado hacía ya un par de horas; nuestro postre, chocolate, fresas y bombones yacían ya dentro de mi estomago sin pasar antes por la habitación, por su cuerpo o el mío y sin cursar ninguna erótica travesía como era su misión inicial y por último mi vestido rojo ajustado, escotado y sensual hacía mucho descansaba en el suelo resignado a ser despojado por sus fuertes y habilidosas manos. Titubeante miro mi reflejo en el espejo que esta enfrente de nuestra cama y que en otros tiempos significo momentos de fogosidad ante sus fantasías ¿Qué me pasó? ¿Acaso había perdido mi belleza, mi atractivo? ¿Mi cuerpo ya no le era deseable? ¿Ya no lo encendía como cuando nos conocimos? ¿Se aburrió de mí manera de amar? O simplemente… ¿Él me dejo de amar? Un montón de preguntas corrían en mi cabeza de igual manera que mis lágrimas salían, todo un caos. Viendo el reflejo de mi desnudez, la esperanza me sigue alentando a imaginar que todo era una cruel broma del destino porque simplemente no lo podía creer, mi Antonio no podía estar con esa, su nueva secretaria, ni con ninguna otra mujer que no fuera yo. ¡Me lo había jurado! Me había jurado fidelidad delante del cura en aquel altar donde se efectúo nuestra unión ante Dios. ¡Él no podía engañarme con otra! No él, él no era de esos hombre, el me amaba y es todo un caballero como para traicionarme y menos en nuestro aniversario de bodas… Debía haber una explicación lógica para que el no estuviera entre mis brazos este día tan especial, debía existir otra razón por la cual mi cama estaba vacía y mi plan arruinado. Todos mis pensamientos se esfuman al escuchar el cerrojo de la puerta al ceder ante el uso de una llave, suelto un largo suspiro que se debate entre lo aliviado y lo anticipatorio a desgracia, el rechinido de la puerta al abrirse me hace percatarme de que ha llegado. Secó mis ojos con rapidez, él jamás me ha visto llorar y esa no sería la primera vez. Para él era la esposa perfecta la que le tenía su café matutino, la que lo recibía con comida o cena caliente y un beso en los labios, la mujer atenta que se preocupaba por todo en lo referente a su persona, la fémina que cada que el estuviera de ánimos se le entregaba y lo amaba, la que lo sorprendía y veía junto a él el sinfín de partidos de futbol que habían los fines de semana para culminarlos en una apasionada velada, para él yo no sufría ni nada por el estilo, para él siempre estaba feliz, dispuesta y sobre todo comprensiva a todo…El colchón vuelve a su forma original al momento en que me levanto y colocó mi bata para dormir sobre mi desnudo cuerpo y a paso lento y tímido voy al encuentro de mi amado Antonio al cual encuentro en el recibidor de la casa recargado contra la pared opuesta a mi posición con ambos brazos atrás de su espalda sosteniendo algo, mostrando una de las tantas poses sexys que poseía, enseñando todo su atractivo, 1.79 de altura, piel bronceada cabello castaño oscuro y rizado, hombros anchos y musculosos, unos ojos de la misma tonalidad de su cabello cubiertos por unas espesas y rizadas pestañas y por último… ¿Dónde estaba su infalible sonrisa picara, tierna, inocente, seductora? Esa sonrisa que es capaz de mostrar todas las emociones habidas y por haber ¿Dónde estaba aquella sonrisa? Sus labios están reposando juntos sin demostrar algo  y eso me asusta de inmediato. Corro hasta él para abrazarlo pero veo que no corresponde a mi acto —¡Antonio, Antonio! — Exclamó enterrando mi rostro en su pecho ignorando que aún sigue sin responder mi acción — Me tenías muy preocupada no me ha… —Empecé pero me silencie al percibir en mis fosas nasales un aroma que yacía impregnado en la camisa azul de mi conyugue, una fragancia femenina que no era mía. —¿Dónde estabas?— Interrogo sintiendo que toda la inseguridad si tenía cabida y que la angustia y dolor sentidas hacía varias horas no eran nada comparado a este agónico momento y que lo que deduje como destrozo en el corazón no era mas que un rasguño pues el golpe letal al parecer estaba por venir. Me separó un poco de él con ese sentimiento de humillación ¡No lo podía creer, me había sido infiel y justo en nuestro aniversario!  ¡Me había montado los cuernos a mi, su consorte abnegada que velaba día y noche por ser esa “esposa perfecta” con la que todos los hombres sueñan, a mi la mujer que lo he amado desde que nos conocimos y jamás había siquiera  pensado en la idea de engañarle! —¿Co… Cómo pudiste Antonio yo… y en… qué…? — Dejó inconcluso el cuestionamiento pues no se que pregunta sería la indicada  para empezar, sin contar la incapacidad que siento para continuar hablando desvió un poco la vista y es ahí cuando lo vi, sacando detrás de su espalda una bella rosa roja. —Lo siento. — Pidió al momento de tenderme aquella flor. No podía creerlo ¡Admitía su engaño! Era un descarado ¡¿Acaso no tenía algo de vergüenza, o decencia?! Bajó mi mirada posándola en el piso de madera mientras traicioneras lágrimas escapan de mis ojos los cuales están cubiertos por mi flequillo, levantó un poco mi vista y observó como se encoge de hombros al ver que yo no hacía ademán de tomar aquel presente, restándole importancia al asunto para luego tirarla e ir en dirección a nuestra habitación. De mis labios escaparon los primeros sollozos, sentía como poco a poco resonaban en aquella habitación, el dolor era peor de lo que imagine este sentimiento de impotencia, de desconsuelo, de pena, de ultraje que supongo sienten todas las chicas en mi situación pero a diferencia de ellas parece que mi orgullo no funciona bien y esta falto de dignidad pues, me arrodilló ante aquel regalo de arrepentimiento y lo tomó suavemente entre mis manos y sin dejar de sentir las lágrimas caer descontroladas por mis mejillas besó delicadamente aquella rosa.  Al parecer lo amo demasiado pues decido perdonarle esto, con la esperanza de que no vuelva a suceder y limpiándome las lágrimas me dirijo hacía nuestra habitación donde lo encuentro tumbado en la cama con ambas manos detrás de su cabeza observando el techo aparentemente arrepentido, me acerco sigilosamente a él y me acurruco en el espacio que hay entre su torso y su brazo para besarlo por encima de la prenda ataviara deshaciendo el nudo de su corbata totalmente dispuesta a llenarlo de besos y caricias en honor a nuestro aniversario con la misión de demostrarle que en mi estaba todo lo que quería y necesitara para que nunca mas volviera a serme infiel. Ignorando el poco orgullo que tenía, me entrego a la celebración de nuestro aniversario el cual no es solo el de nuestro matrimonio, sino también, por desgracia, del primer engaño…. El aniversario no solo de nuestro matrimonio, sino también del primer engaño… 
El primer engaño
Autor: Cindy Reyes  446 Lecturas
Sin sentir  ¿Por qué se siente este vacío en el alma?¿Por qué aunque quiera sentir algún sentimiento no lo siento?¿Por qué lo que antes me era indispensable hoy me es innecesario?¿Por qué quiero llorar pero las lágrimas no acuden a mí?  Sin sentimientos, me empiezo a seguir.La empatía era mi don pero ahora….Creó que ni por mi puedo sentir…¿Será acaso parte de mi edad? Soy joven, muy joven, pero no veo esperanza…Soy joven, muy joven, pero ya no anhelo un amor de novela…Soy joven, muy joven, pero ya no le veo el sentido al estudio….Soy joven, muy joven, pero por más que quiera eh dejado de soñar… De pronto una oleada de amor embriaga mi desolada alma.“Colgando en tus manos” la canción que me recuerda la entrega del amor hacía ese error….¿Cuándo deje de amar esas escenas de amor? Sin sentir, es monótono vivir.Sin sentir, es muy fácil seguir.Sin sentir, es fácil evitar que te lastimen…Sin sentir, es vivir de una manera falaz. El sentir era mi tesoro… ¿Quién me lo arrebató?¡Por favor! Devuélvanme mi corazón.¡Lo suplico! Regrésenme la ilusión.¡¿Por qué?! ¿Por qué me han robado lo mejor? Lágrimas agrias y sin motivo empiezan a mis mejillas surcar, quisiera tener una razón,¡En verdad deseo tener una razón por la cual llorar! Pero por lo único que me queda llorar es por mi falta de sentimientos… En este mundo rodeado de gente me siento tan sola…Me siento tan mal…. Pero… Me siento tan bien.El vació en el pecho me hace darme cuenta de lo fatal que pueden ser las personas aquellas que a las que más amas…. Y aunque me acostumbre a no sentir…Es muy difícil no recordar aquellos días en los que una sonrisa era muy fácil de mostrar.Sin perder ese gozó que me era tan necesario. Ahora recuerdo sus palabras, sus caricias, sus miradasy no me estremezco como solía hacerlo hace días.Ya no veo razón alguna para dedicarte mi tiempo.Porque hoy yo ya no siento……  ¡Quiero de vuelta mi amor! ¡Ahora, lo quiero! ¿Dónde quedó mis sentimientos? ¿Quién los tiene ahora? ¿Quién atesora mis sentimientos? Sin sentir… Deseo que las cosas vuelvan a la normalidad.Sin sentirlo de verdad porque ya no recuerdo que es eso de sentirdeseo que el amor me vuelva a sorprender, que los amigos vuelvan a ser de verdad y pueda confiar… Soy joven, muy joven, pero no veo esperanza…Soy joven, muy joven, pero ya no anhelo un amor de novela…Soy joven, muy joven, pero ya no le veo el sentido al estudio….Soy joven, muy joven, pero por más que quiera eh dejado de soñar… 
Sin sentir
Autor: Cindy Reyes  435 Lecturas
 Como odio que las cosas terminen.......  Como odio que las cosas terminen. Porque anuncian que un ciclo de nuestras vidas se cierran y que por ende tendrán consecuencias que afectaran a nuestra persona. A veces para bien, a veces para mal, pero siempre doloroso. La tristeza al acabar un libro que te gustaba mucho y saber que "él" no se va a quedar con "Ella" porque murió, la tristeza se saber que ya no habrá una nueva aventura, que ya no habrá otro drama que superar, que ya no te van hacer llorar al ver lo trágico de la trama, que no te sacaran sonrisas en cada beso que se den, porque ya no va a haber mas porque es el final. El pesar al terminar de ver una película pues estas consciente que ya nada nuevo va a pasar aunque la veas un millón de veces, el resultado siempre sera el mismo, la tristeza de saber que se acabo. No hay mas....   El desconsuelo de el último día del año. Inician las vacaciones, pero...  Se acaba el tiempo de estar juntos 40 alumnos. Que por cincuenta y dos semanas convivieron en el mismo espacio de cuatro por cuatro metros, que unidos soportaron regaños injustos, bromas sin sentido de los maestros, las horas sin recreo, las aburridas clases sobre México y la guerra de los pasteles. Ya no volverán esos días en que el mamón de aun lado te molestaba, ni aquellos momentos de charlas entre amigas seguidas de un regaño justificado por parte del mentor. ¡Fin a todo eso! Se acabo esos instantes eternos en los que te perdías en el perfil de aquel chico que robaba tus sueños y que siempre anhelaste en secreto. ¡Ya nada de eso!   Ese abatimiento al sentir que se acabo un gran amor. Ese amor que duro años, ese amor al que le entregaste lo mas importante de tu vida, las ilusiones de tu juventud, tus mas inocentes intenciones, pero cuando acaban terminas llorando, derramando lágrimas, si no es de dolor, de lastima por haber lastimado a alguien que es muy importante para ti. Por eso se odian los rompimientos porque causan dolor.  El llanto que conlleva perder a un amigo que fue muy importante para ti, que le contaste tus secretos, viviste momentos irrepetibles, aquellos días en que se consolaban mutuamente, las risas que compartieron; para que al final un malentendido, una pelea, un chico o por simples chismes todo llegue a su fin. Tan tan. Se acabo el cuento.  Odio cuando alguien muere porque es su final y con aquel desenlace es también el ending de la historia que se vive con ese alguien que ya en este mundo no esta. ¡Odio cuando las cosas terminan!  Como odio cuando las cosas terminan porque el terminar es un nuevo inicio que me da miedo enfrentar..... Odio cuando las cosas terminan porque ya me había acostumbrado a tantas cosas, que si bien no todas me agradaban muchas pertenecen en mi mente y en mi corazón  con un dulce sabor. Odio cuando alguien muere porque es su final y con aquel desenlace es también el ending de la historia que se vive con ese alguien que ya en este mundo no esta. ¡Odio cuando las cosas terminan!   ¡Cómo quisiera que las cosas nunca acabaran!  ¡Qué todo sea para siempre!  Que aquella amistad perdurada hasta la muerte. Que las sonrisas nunca acabaran y siempre acompañadas de carcajadas y dolores de panza por consecuencia a tanto regocijo, esas peleas tan bobas y sin sentido para terminar en un abrazo y un "Sabes que te quiero menza" Que el amor durara para toda la eternidad, sin temor a que el tiempo deteriore esas cosas tan hermosas, que el romance no se apague nunca, que la ternura persista por todos los siglos... Amo lo que es para siempre.. Como la luna y el sol que antes mis ojos son perfectos y eternos, aunque para el universo solo sea una nada en su interior.  ¡Amo lo eterno y odio cuando las cosas terminan!  Yo busco siempre que las cosas nunca terminen; porque estoy consciente que nunca volverá a ser como antes. Me gusta vivir cosas nuevas pero sin perder las cosas que ya vivo; aunque se que es un consecuencia inevitable..... ¡Odio cuando las cosas terminen!  

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