Camino,camino sola, y quizás es lo que quiero,que los otros pasos no enturbien mi dirección,un corazón cansado, que llora junto a la lluvia inundándose de su frescor,embriagándose de su agudo chasquido,recordando cada latido golpeando el asfalto.Paso dentro,protegida de la tempestad, encojo mis sueños para sentirlos cerca.Enmudece el pensamientoy mi piel siente por mí.Una brisa me acaricia y me recoge el alma.Mientras los besos olvidadosme envuelven en la melancolía de un ayerque nunca fué.que siempre será. 

El alma reside en paz,llegando al punto máximo de raciocinio,donde la verdad y el corazón se entienden,descansas en la calmaDejandose llevar, el corazón caminadespacio, prudente,amarrándose a un cuerpo que reconoce,ambos disfrutan el éxtasis de la unión,que resurge de unas cenizassepultadas por el olvido.  

Y se preguntó porqué se sentía mal,el porqué de aquel tormento injustificado y espontáneo,le odiaba, sin causa visible,aquella lucha entre su interior y su actuaciónella sentía aquel chorro de colores caleidoscópicosque atravesaba su organismo recorriendolode placer y de valor.Él no lo veía y se guiaba por su mismo instinto,quizá serían iguales, quizá le odiabapor ver reflejada su autosuficiencia siendo esta vez ella la suplicantesiempre observando,y ahora siendo observada. 

Lugar oscuro, frío amor,cántame lo que te quise alguna vez,enamórame con tu fuego,acaricia mis lágrimas con el clamor de tus caricias.Cuéntame,qué fue de aquel cálido suspiroque apaciguó mi alma.Susurros, besos, amor,todo llevo, todo traigo para ti. Renazcamos entre las brasasque fundieron nuestra unión. 

Limitados por la pared del miedo, un temor que recargan de maquillaje, para que nadie lo vea, que protegen con una esfera de hierro a la que nadie puede acceder. Para que nadie sepa lo vacía que está por dentro. Una burbuja llena de falsas promesas, de colores y principios que narran la historia de una mentira. Individualidad apoyada por los seguidores que al igual que ella no ven su belleza interior y optan por adorar a quien creen que si la ven. Pero todo es una farsa que se mantiene gracias a una ceguera constante.

Encerrado en cuatro paredes no se puede ver la luz del horizonte. Los ciegos tampoco la necesitan. Pero cuando intuyes lo que habrá detrás al ver un rayo fugaz que rompe una grieta. Aquella grieta que un temblor abrió. Cuánto habría que agradecer aquel terremoto que movió mis cimientos.

Su mente la encerraba y su corazón era la única herramienta para ser libre. Sus latidos encerrados entre cuatro paredes, apenas hacían rebotar su contorno. Pero su tamaño empezaba a crecer y crecer y las paredes se hacían más rígidas para evitar que creciese. La presión le asfixiaba. Nadaba en nebulosas, sin interiorizar la realidad. Sin dejarla romper, sentir la intensidad de la madurez. Compartirla, buscarla, ser uno, encontrar la unión de esa semilla que brotaba, pero en nadie la vió. Y se sentía sola, sin encontrar su alma gemela. Sin ver la luz de ambos trascendiendo todas las superficies.