Joe siente cómo han menguado sus habilidades pugilísticas, la fuerza y la energía que otrora tenía en la juventud se han visto superadas por la rapidez y contundencia de los golpes del joven George, siente cada impacto estrellado en su cara a base de fuertes rectos y japs que recorren su interior y lo mandan a cavilar sobre aspectos poco relevantes de su ahogada vida miserable, la mirada furtiva e irreverente que le hace el referee no le deja otra salida que saborear el dulce momento del cloroformo, los Cleto Reyes van y vienen marcando un ritmo constante en el vaivén de la pelea, es ensordecedor el ruido que acompaña el ímpetu del joven contrincante, ya no responden sus miembros bajos a sus órdenes inmediatas, un hilito de sangre le va recorriendo el rostro bajando por el pómulo izquierdo le cosquillea suavemente la mejilla y no devuelve ya los golpes, se ha acabado el toma y daca. Ahora observa cómo un rayo de luz se le cuela por el ojo derecho y le encandila fuertemente ahogándole los impulsos peleadores, se atraganta con el chorro sanguíneo que le inunda la boca y le sabe a gloria el golpe que le asestan en plena mandíbula y que lo manda a la tierra de Morfeo; se sumerge en un sueño pletórico de lágrimas que semejan el hilito de la sangre que le ha alcanzado ya los pies, en su sueño no hay expectativas, todo es incertidumbre y no hay quien espere algo de él, se siente como en un juego de niños alcanzado ya por la inocencia olvidada en el mar de recuerdos infinitos; unos ojos mortecinos se le acercan para indagar acerca de su estado físico, el pugilista victorioso prorrumpe en llanto al anunciársele la muerte súbita de su viejo contrincante, ya no grita el respetable sus clamores pendencieros de hace unos momentos, todo el recinto entero se inunda de un silencio majestuoso acompañado de la marcha fúnebre y funesta que le da el último adiós al miserable gladiador batido una vez más en esta ardua carrera que arrebata más vidas que la meritita chingada… Se ha colado el fuerte rumor de que el gran George se acaba de apuntar una pelea ni más ni menos que por el campeonato, total una vida de ese talante no se desperdicia en vano.