Dejá boo
Publicado en Jul 26, 2010
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Ella parió dos o tres colores
de su boca bestial, laberiento de lujuria.
Anidaron algunos colmillos en sus piernas
y el tiempo se volvió polvo en su muslo desértico.
Algunos días, dos o tres al mes,
mi corazón palpita su nombre como mordiendo vidrio
y crucifica las lágrimas a su obscuro paraíso;
eso, por supuesto, sobre todo con el escocés barato.
recuerdo que en noches de invierno
sus manos parecían bujías de sol
y que en sus ojos podía ver todas las noches del mundo
con sus asesinatos y sus labios amorosos.
El pasado de todos es pasado de sangre -dijiste.
Fuimos fugaces para nosotros mismos;
en el nucleo del extrañamiento
juntamos nuestras estrellas
para embrionar un verso.

Ahora es cuando el dolor me trepa por el alma
con sus patas peludas
y sus múltiples ojos; siento su terciopelo
maldito.
Siento la humedad cuando sangro amor.
Siento que quiero morder tu carne
con los lagartos que crié en la música de mis nervios.
¡Oh callejón oscuro!
¡Muerta cabellera por los parásitos del olvido!
Espero hayas dejado tu perfume fantasma
en cada faro de la ciudad
para llegar hasta tu tumba
y cosechar con los dientes
las amapolas que en tus pechos florecen.
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Foto del autor Getzemaní González
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Descripción

Ella parió dos o tres colores de su boca bestial, laberiento de lujuria. Anidaron algunos colmillos en sus piernas y el tiempo se volvió polvo en su muslo desértico. Algunos días, dos o tres al mes, mi corazón palpita su nombre como mordiendo vidrio y crucifica las lágrimas a su obscuro paraíso; eso, por supuesto, sobre todo con el escocés barato. recuerdo que en noches de invierno sus manos parecían bujías de sol y que en sus ojos podía ver todas las noches del mundo con sus asesinatos y sus labios amorosos. El pasado de todos es pasado de sangre -dijiste. Fuimos fugaces para nosotros mismos; en el nucleo del extrañamiento juntamos nuestras estrellas para embrionar un verso. Ahora es cuando el dolor me trepa por el alma con sus patas peludas y sus múltiples ojos; siento su terciopelo maldito. Siento la humedad cuando sangro amor. Siento que quiero morder tu carne con los lagartos que crié en la música de mis nervios. ¡Oh callejón oscuro! ¡Muerta cabellera por los parásitos del olvido! Espero hayas dejado tu perfume fantasma en cada faro de la ciudad para llegar hasta tu tumba y cosechar con los dientes las amapolas que en tus pechos florecen.

Palabras Clave: Ella parió dos o tres colores de su boca bestial laberiento de lujuria. Anidaron algunos colmillos en sus piernas y el tiempo se volvió polvo en su muslo desértico. Algunos días dos o tres al mes mi corazón palpita su nombre como mordiendo vidrio y crucifica las lágrimas a su obscuro paraíso; eso por supuesto sobre todo con el escocés barato. recuerdo que en noches de invierno sus manos parecían bujías de sol y que en sus ojos podía ver todas las noches del mundo con sus asesinatos y sus labios amorosos. El pasado de todos es pasado de sangre -dijiste. Fuimos fugaces para nosotros mismos; en el nucleo del extrañamiento juntamos nuestras estrellas para embrionar un verso. Ahora es cuando el dolor me trepa por el alma con sus patas peludas y sus múltiples ojos; siento su terciopelo maldito. Siento la humedad cuando sangro amor. Siento que quiero morder tu carne con los lagartos que crié en la música de mis nervios. ¡Oh callejón oscuro! ¡Muerta cabellera po

Categoría: Poesía

Subcategoría: Romántica



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