Codicia...
Publicado en Jul 18, 2010
Una mujer que había sido agredida por un enmascarado, recibiendo cuatro puñaladas en diferentes partes del cuerpo, las cuales casi le cortaron su existencia, fue encontrada en el dormitorio principal por los paramédicos que habían llegado a ese lugar ensangrentado. En el hospital, la trasladaron de inmediato a la sala de operación sin pasar por emergencia, saliendo de esa espacio con un respiro de supervivencia. Después de estar algunos días en terapia intensiva, se recuperó, saboreando ¨su suerte amarga¨ de tener una segunda ocasión para iniciar por completo una nueva vida, la cual tres de sus familiares la habían perdido una semana atrás: dos de su hijas yacían muertas sobre la cama teñida de rojo, antes de que su papá pudiera llegar en su auxilio, donde su cuello había sido sorprendido por el brillo filoso del mismo puñal que había acabado con la vida de las niñas. Al término de ese exterminio, en la sala, una sombra se sirvió tranquilamente una copa de tequila, acariciando al perro de la familia. Éste se le acercó, lamiéndole la sangre que envolvía sus manos. El animal se había convertido en un cachorro afable al saborearla. El delincuente, tranquilamente, lo dejó exprimir las últimas gotas de ese líquido todavía caliente, emanado de las heridas de sus dueños. Se dirigió a la cocina para lavarse la baba espesa, la cual le causó un poco de repulsión. Con las manos limpias, se sirvió nuevamente otro tequila, sintió un leve mareo, no por la impresión horrorosa de lo que acababa de hacer, sino por el efecto del alcohol. Fue nuevamente a la tarja y se humedeció la cara para aclarar su memoria. Luego, subió las escalera con la pesadez de dos vasos de ese extracto de agave. Atravesó el pasillo hasta la puerta de la recámara principal, encontrando las joyas de la pareja. Sabía perfectamente donde estaban. Sacó una por una, porque escogió sólo las piezas más valiosas. Bajó la escalera con un bolso negro, escalón por escalón. Se sirvió otro tequila. Acomodó su pequeña estatura y su tesoro sobre el extenso sofá, mientras el perro empezó a lamer de nuevo sus manos homicidas. Malhumorado, le dio una patada, y fue al bar para servirse otro trago. Ésta vez, le supo amargo. Cortó un limón. Le ardieron los dedos heridos. Echó ¨mentadas de madres¨ por el ardor. Al pasar el efecto curativo del cítrico, busco la sal, la puso en un pequeño plato y regresó a sentarse donde lo estaba esperando alegre y con la lengua fuera de su hocico, un amistoso ¨asesino¨. Por ironía de la vida, así se llamaba el animal que en esta ocasión le estaba moviendo la cola, ofreciéndole de nuevo su confianza. Se quedó dormido tranquilamente un par de horas con la protección de su guardián. Finalmente, abandonó la vivienda donde le habían dicho siempre ¨mi casa es tuya¨.
Esa mañana, un par de vecinos, fueron a reclamar a los dueños los constantes ladridos y aullidos del can, pues no los había dejado descansar ese día de fin de semana. Por suerte, la puerta estaba abierta, al entrar en la recámara vieron la escena de miedo. Inmediatamente, llamaron a urgencias. Los paramédicos encontraron con un pulso casi nulo a la dueña de la casa, que pudo identificar al autor de ese crimen, quien había creído que estaba muerta y confiado se había quitado su máscara. Enseguida la foto del asesino fue puesta en los medios de comunicación, incluido en Internet, terminándose sorpresivamente mis hermosas vacaciones en un puerto paradisíaco, que había pagado después de empeñar ¨las joyas de mi codicia¨.
Página 1 / 1
|
Carlos Campos Serna
Verano Brisas
Carlos Campos Serna
Saludos
Carlos Campos Serna
miguel cabeza
Abrazos
jasmin