Los rizomas son su propia raíz,
Vete de aquí a tu lugar lógico y  seguro con tu risible y puerca semiótica
Que a mí me gusta aprender de forma hermenéutica y no copiando y pegando
Ni a la manera de ningún topo exégeta, 
La lección al pie de la letra y la sopa instantánea sobre la mesa,
Pero siempre hará falta quien la regurgite
El esfuerzo es lo que hay que evitar para poder alcanzar los caramelos blandos,
El esfuerzo de los gansos por impresionar se va al traste cuando se enteran de que las águilas no son indulgentes ni con sus polluelos incapaces de volar, como canguros,
A algunos les suenan demasiados metales en su interior,
Porque se convirtieron en monederos con colmillos;
En la tarde de la desidia se me aflojan todos los tornillos 
Y me declaro enemigo del café sin azucar y de la insistencia de los mosquitos,
Ya por ahí hay mas de uno repleto con mi sangreneno;
Nunca tuve problema ninguno con el ciclo menstrual de ninguna montaña,
Los buhos son familia pero ni se toleran ni lo quieren intentar,
Aún si alguna mariposa nocturna no entienda por qué mantener la discontinuidad
Que siempre separa todo, luego de unirlo,
Es como cuando el homúnculo hecho con la piel de un monstruo solitario y timorato sigue regando a la mandrágora con la sangre más dulce,
Y nada pasa, aún si se desangran colgadas como cerdos a las ninfas y hadas vírgenes para llenar ollas y frascos de perfume
¿Que qué me fume? A nadie,
"Esto y mucho más" es lo que te dicen el dolor de cabeza y el frío, como si estuvieran trabajando en algún almacén de cadena, tratando de convencerte para que compres
¿Qué? Otra semana limpia,
O cualquier maricada que puedas fritar con el aceite de oliva que está escondido tras el cajón que hay en la cocina,
La lluvia nos hace felices a los hongos,
Y en mi cielo, las almas demujeres hermosas e inexistentes me aman  hasta lo profundo de su infantil lujuria,
Por eso, prefiero estar allá,
Porque acá no soy más que basura,
Una hoja que el viento, de mala gana, se lleva 
De mala gana, obvio, porque yo no le pago mi pasaje, aunque siempre me lo cobra
Yo se lo pago a veces,
Otras, me escondo cuando toca la  última puerta tras la que estoy sentado esperando a la muerte y resurreción, esperando a que lleguen tomadas de la mano y me digan por medio de un cartel: "incorrecto"
Mandándome después a hacer una fila de diecinueve metros
Que, si no la respetas, se prolongará y llegará hasta los noventa y uno
"Yo no presumo de ni gran puta mierda" 
Le digo a la arrogancia y a la impertinencia que me arrojan a la cara los perros negros que regresan de la recolección de mandrágora silvestre
Que los funestos jardineros de diez metros cultivarán dedicadamente en interiores;
Y así te recibe la dama del lago y sus amigas listas para el falo,
Con toda displicencia y mordacidad,
Pero, ¿qué importa si en tu cielo todas te siguen amando aún en la mañana, cuando pareces una ruina, y apareces desparramado como los escombros de las ruinas
¡Lo que darías por estar tan sólo un poco cubierto de hiedra!