Voy a tratar de mantener mi vida
mi melancolía profunda y andariega.
Mis pasos que recorren cada sombra...
He perfeccionado la forma de estar triste.
He calibrado el vacío de mis lágrimas.
He puesto diques a toda alegría
y renunciado a toda tarde de dicha.
Le rindo culto a las candilejas áridas
y a la resaca de mis pasos sin retorno.
Me he emancipado de toda tarde de besos
y dejado el amor en turbias latitudes.
Muchas veces sufrí las turbulencias
de innombrables mujeres titubeantes.
Estrujé apocalípticas caderas
y me vertí en ojos que no me eran ajenos.
Reordené la caligrafía del amor.
Puse mi rúbrica en cuerpos amatistas
y besé pardas bocas en los parajes trémulos.
Hoy ya dejé mis arras en esos manantiales
que tanto dolor y lamento me dieron.