Las ltimas Palabras
Publicado en Aug 15, 2009
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    Como una ráfaga llegaron varios hombres hasta la puerta del convento.
-¡Qué se muere, Madre Superiora, qué se muere!  Gritaban al mismo tiempo mientras golpeaban la enorme puerta de madera. Detrás de una pequeña celosía, asomó la cara una monja joven, sorprendida y asustada.
-¡Don Fermín se muere! Y no está el cura en la iglesia, tiene que ir a verlo la madre superiora. Alguien tiene que acompañarlo y perdonar sus pecados antes.
Imploró uno de esos hombres visiblemente consternado.
La monja cerró la rejilla sin decir palabra y a los pocos segundos, la enorme puerta de aquel recinto se abrió rechinando. Los hombres dieron pasos hacia atrás para que las puertas se abrieran completas y de ellas surgió una diminuta mujer armada con un rosario, un pequeño frasco de vidrio transparente y un libro de pastas negras que todos identificaron claramente como la Biblia.
A paso firme y con el rostro desencajado, la religiosa avanzaba por el centro de la calle mientras una multitud la seguía a prudente distancia.
Al cruzar la plaza principal del pueblo, otro nutrido grupo de personas se encontraba ahí como esperándola. Todos murmuraban, hacían sus propias historias y deducciones de la situación.
La monja dio vuelta en una esquina y avanzó decidida hasta la casa de Don Fermín, por mucho, el hombre más anciano de aquella comunidad. Las dos mujeres, que custodiaban la entrada de la casa, hablaban sin cesar; la de más edad encaró a la monja y sollozando le dijo:
-La salvación de mi marido está en sus manos. Ayúdelo.
La madre superiora la miró fijamente por encima de sus anteojos y levantando una ceja asintió con suavidad, abrió la puerta y sola, entró a la casucha.
Dentro de la habitación, la cama de Don Fermín estaba dispuesta a un costado de la ventana; la luz que por ahí se colaba, acentuaba el gris pálido del rostro de aquel hombre. Con el cabello largo y descompuesto cubriéndole las orejas, Don Fermín se debatía entre la vida y la muerte. Una máscara de oxígeno le tapaba la cara; un enorme tanque a su lado era lo único que lo mantenía vivo en ese momento.
La mujer se acercó cautelosa y lo descubrió despierto, con los ojos abiertos y una terrible mueca de dolor debajo de aquella mascarilla de plástico que se empañaba con cada bocanada de aire que aquel anciano tomaba.
-Dios está contigo Fermín.
Dijo la mujer usando un tono pausado y lleno de amor. Dejó sus instrumentos en el buró y se sentó en la cama, a un lado de su cabeza. Con incalculable ternura, le peinó las largas canas que le cruzaban la cara al enfermo y posó la palma de su mano en aquella frente arrugada.
Repentinamente, el viejo empezó a agitarse y revolverse en ese lecho, lleno de dolor; quería hablar pero de su garganta solamente salían desesperados lamentos que la mujer no podía entender.
-¡Dios está contigo! Insistió asustada la monja.
-Dios perdona todos tus pecados Fermín, estás en paz con Él y con los hombres, tienes que aceptar la voluntad del Señor.
Pero el anciano desesperado levantaba los brazos y hacía ademanes como queriendo comunicarse con la monja. Entre lamentos y desesperados intentos por retener la vida que se le escapaba, Fermín le indicaba a la mujer que quería escribir algo.
Ella volteó al buró y encontró una receta médica y un lápiz desgastado. Sin bajarse de la cama y manteniendo la mano en la frente de aquel hombre, le acercó papel y lápiz  y apenas con un susurro le dijo al oído:
-Tranquilo hijo mío, quédate en paz. Escribe lo que necesitas que te perdone.
Fermín, más débil con cada segundo que transcurría tomó aquello y entre horribles espasmos, rayó, apenas, un mensaje para la monja.
Con las pocas migajas de energía que le quedaba en el cuerpo, inhaló lo que sería su último aliento de vida y sus brazos inertes se desplomaron sobre la cama todavía sujetando el papel rayado.
La mujer contuvo el llanto, sintió como el alma se le anudaba y entrelazando las manos se las llevó a la boca susurrando  para sí misma una brevísima oración; levantó el rostro hacia el cielo y se persignó.
-Ahora estás contemplando la inmaculada luz de Su rostro Fermín. Ahora te estás reuniendo con el todopoderoso hijo mío. Sollozó  
Con un delicado jalón, liberó el papel de las manos del anciano, se acomodó las gafas e intentó leer, las últimas palabras de aquel hombre.
Después de algunos segundos haciendo gestos y manipulando el papel, moviéndolo en diferentes ángulos para descifrar aquellos garabatos, finalmente lo alcanzó a entender todo. La receta decía:
“Madre Superiora, hágase a un lado porque está sentada en el tubo del oxígeno...”
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Foto del autor Arturo Palavicini
Textos Publicados: 57
Miembro desde: Jul 06, 2009
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Descripción

Palabras Clave: Moribundo Monja Santos Oleos

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Fotografa Image Bank

Derechos de Autor: Arturo Palavicini


Comentarios (21)add comment
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Carlos Campos Serna

El texto extraordinario, el final inesperado pero igual de sorprendente. Y por no salir en destacado te envio mis cinco Venus.
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August 17, 2009
 

Arturo Palavicini

Maval y Mariano:

Amigos, me llena de satisfacción saber que les ha gustado este cuento. La verdad es que hasta yo me reía mientras lo escribía.

Un abrazo muy grande para los dos.

Arturo Palavicini.
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August 17, 2009
 

MAVAL

Eres un ...zaaaaaa...mejor ni lo digo ...todavía me rio de esta genial prosa...
bien dicen que los finales sorpresivos son los que más quedan
...bueno que podría agregarle a este texto que más valiera ...!!

Saludos !
Maval
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August 17, 2009
 

MARIANO DOROLA

Mañana voy al cardeólogo, mi corazón casi cambia el ritmo...
Buenísimo.
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August 17, 2009
 

Arturo Palavicini

Claudia, Nydia, Gabriel, Juan Carlos:

Gracias amigos por sus comentarios; me da mucho gusto que les haya gustado este cuento. Creo que me aproveché de sus expectativas y del tipo de historias que usualmente publicó. Estoy seguro que de ahí viene la sorpresa de ésta.

Un abrazo muy caluroso para todos ustedes.

Arturo Palavicini
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August 16, 2009
 

Claudia Riquelme

Ese es mi amigo! No conocía esta faceta tuya Arturo... me has sorprendido por completo y sobre todo, me has robado unas buenas carcajadas.

Mis felicitaciones, estrellitas y cariños de siempre,
LaNegra
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August 16, 2009
 

nydia

JA JA Y YO QUE ESPERABA ALGO DE VERDAD TRAGICO.....HOY, ME HICISTE EL DIA...
ABRAZOS AMIGO.
NYDIA..
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August 16, 2009
 

Gabriel

genial cambio de rumbo!!! estaba entristeciéndome, esperaba la revelación de la nota con algo terrorífico... y zas!! me has hecho carcajear tanto!!!! que bien llevada la historia y un final preciso!!! un abrazo Arturo... gracias por la risa
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August 16, 2009
 

JUAN CARLOS

Hola Arturo..Que buenooo, me he reidooo , que historiaaa que has contado.. Ya casi al final cuando estaba muy emocionado..uuff viene el cambio y solo risass ... Me ha gustado, lo he leido en el momento preciso .. Necesitaba alegrar mi corazon.. Te agradezco tu buen sentido del humor..
Estrellas !!

Un abrazo recibe amigo mío..
Juan Carlos!!
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August 16, 2009
 

Arturo Palavicini

Miguel:
que bueno que te ha gustado.

Te mando un caluroso abrazo.

Arturo Palavicini
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August 16, 2009
 

miguel cabeza

Me he reído muchísimo... ¡Qué bueno! Y sigo...
Responder
August 15, 2009
 
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