• Arón Reniero
arandohondo
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  • País: Argentina
 
Tuvimos varios caballos y yeguas que eran utilizados en las distintas tareas del campo, tanto para cabalgar como para tirar el sulky o carrito. Había vecinos que tenían caballos exclusivamente para utilizarlos como montados y otros para tiro. Los nuestros, en lo posible, tratábamos de acostumbrarlos a ambos menesteres, así su utilidad era doblemente aprovechable; ésto no se lograba fácilmente, ya que requería mucha paciencia y no se adaptaban prontamente debido a que para andar en el sulky o carritodebían marchar al trote ligero, mientras que para la cabalgata lo debían hacer al trote corte o al galope.De todos los que tuvimos no podré olvidar nunca al Tostadito, un caballo de color ruano que mi padre le compró a un tropero que llegó un día a casa a ofrecerlo en venta. Estos troperos eran generalmente muy buenos domadores de caballos, los que una vez amansados, formaban una pequeña tropilla con la cual salían sin rumbo fijo a recorrer los distintos lugares, ofreciéndolos en venta o en canje por algún potro arisco. Pernoctaban a la vera de las calles, o cerca de alguna aguada, para continuar viaje al día siguiente. Estos troperos dedicados así a la compra y venta de caballos eran personas muy sacrificadas; viajaban casi siempre de a dos, llevando un pequeño equipaje que colocaban en maletas especiales cosidas en ambas puntas y ahuecadas en el medio, que llevaban colgadas del anca de su montado.Recuerdo el día que llegó a nuestra casa este tropero, llevando a la par de su caballo al Tostadito , quien tenía colocado un bozal con una rienda de suela que servía para sujetarlo. Mi padre al principio regateó bastante para comprarlo, porque casi no lo necesitaba, pero el hombre insistió lo suficiente como para que se decidiera, diciendo que era el último que le quedaba de la tropilla y quería desprenderse de él, porque debía viajar más libre a Alejandra(localidad más al sur de Romang, de donde procedía) y que ya hacía varios meses que faltaba y su familia seguramente estaría preocupada por su suerte. Después que cerraron trato con mi padre, cosa que me agradó enormemente, me dijo el ex- dueño que le pusiera de nombre El mal despreciado  porque fue el primero que compró y el último que vendió de esa tropilla.Papá me autorizó que le eligiera nombre. Al principio pensaba llamarlo Zoquete porque tenía la parte inferior de sus cuatro patas de color blanco, pero como el resto del pelaje era casi rojizo lo llamé Tostadito . Resultó ser el mejor caballo que conocí en mi vida; a pesar de ser de porte bastante pequeño era de aguante para el trabajo. Con mis diez años me pude dar el gusto de enseñarle a tirar el sulky, resultando increíblemente manso al colocarle los distintos arreos, o sea todo lo necesario que llevaría puesto sobre su cuerpo: un freno especial puesto sobre su cabeza con "tapacara" (dos pantallas  de suela colocadas a la par de los ojos) dos argollas de donde se prendían las riendas, la pechera que podía ser de suela colocada sobre el cogote, con una parte que le cruzaba el pecho del cual se prendían dos tiros, que podían ser de suela o cadena fina,sujetos al balancín de la parte delantera del sulkydel cual cinchaba el caballo y la silleta puesta sobre el lomo, colgando de cada lado una pasadera en forma de aro de suela en la cual se introducían las barras del sulky, sujetas por una prolongación debajo de la panza.El Tostadito así como era "guapo" para los distintos trabajos, era tan manso, que cuando salía con él, no precisaba atarse a un árbol o palenque mientras duraba la diligencia, a tal punto que mis hermanos lo preferían para salir de paseo. ¡ Las veces que lo habré atrapado en cualquier lugar del potrero, sin ninguna clase de soga!  Le silbaba de manera que él entendiera, lo apartaba de los otros caballos y luego de acariciarlo lo montaba en pelo y sin freno; lo guiaba propinándole suaves golpecitos con la mano abierta en los costados de la cara; así montado traía a los demás caballos o a las lecheras por la tardecita, que era la hora de encerrar a los terneros en el corral. También era muy veloz, Solíamos hacer nuestras "picaditas" si les daba unos metros de ventaja. Con él aprendí a andar parado sobre su lomo al trote y galope corto.Lo aprendí practicando en tiempos de langostas, con la ayuda  del palo de la bandera que utilizábamos para espantarlas.Fue sin dudas mi mejor amigo. No me avergüenza decir que "conversábamos" de muchas cosas. Con mi imaginación de adolescente le prometí que nunca lo dejaría morir. Pido diculpas al lector si hoy trato de cumplir con esa promesa.
Tostadito
Autor: Arón Reniero  578 Lecturas
Dos o más veces al año y en temporada de invierno,se carneaba un chancho o chancha para consumo de la casa. Esto suponía elaborar diversas clases de embutidos y otros productos, los que debidamente guardados significaba estar provistos de gran parte del alimento de la familia por un buen tiempo.Todo colono criaba sus propios chanchos; para las carneadas se reunían dos o tres vecinos más cercanos formando un pequeño consorcio, quienes disponían unos de una cosa otros de otra,conformando todo lo indispensable: olla de fundición de tres patas de unos cincuenta litros de contenido, un estrebe de hierro y alambre grueso de cuatro patas, máquina de moler carne y choricera, mesa grande, etc.Durante el año anterior ya se clasificaba los cerdos que serían destinados al consumo, apartándolos de los demás en chiqueros separados; especialmente los últimos días debían comer solamente maíz, para que su carne no tuviese nigún  " tufo" o mal gusto. Las carneadas compartidas se hacían con chanchos de no menos de cien kilos. Los más livianos se carneaban algunas veces entre medio para completar el depósito o por algún acontecimiento especial, realizando la tarea los de la casa.El día de la carneada se comenzaba a trabajar desde las cuatro de la mañana, grandes y chicos, picando leña con un hacha en trozos iguales, moliendo la carne vacuna (se la traía el día anterior, el cuarenta por ciento del peso total del chancho), moliendo sal, pimienta , nuez moscada, pelando ajos, lavando las tripas y marcones,etc. A eso de las seis de la mañana se mataba el chancho. Si era bastante grande se lo sacaba vivo del chiquero, sosteniéndolo entre varios, volcándolo en el suelo, mientras algún experto le introducía el cuchillo en el cuello hasta tocarle el corazón.Su sangre era recibida en un recipiente, para hacer morcillas. Despues de muerto se lo cargaba en una carretilla (los chiqueros distaban bastante de la vivienda) , se lo llevaba a un galpón cercano a la casa, depositándolo sobre una mesa para pelarlo; para eso ya se tenía preparado agua hirviendo, llena la olla; alguien con una pava grande echaba agua sobre el cuero del porcino, mientras dos o tres, provistos de cuchillos, le arrancaban los pelos junto con la piel.Luego de limpiarlo totalmente se lo colgaba de la rama de un árbol utilizando una manea a través de los garrones de las patas traseras . Descuartizarlo requería tener conocimientos y hasta diría que se parecía a un arte para separar todas las partes sin cortar nada indebido: el cuero, la manta de grasa, la cabeza, las achuras, los costillares, las patas, etc.; los que serían destinados a distintos preparados: dos clases de chorizos, ( para secar, tipo salamín y para freir) eran guardados en latas de veinte litros , cubiertos con la misma grasa del animal conservándose en buen estado varios meses; "cudriguín", una especie de queso de cerdo embutido en tripas semejantes a las de chorizos, que luego, hervidos se servía junto al puchero. La mondiola, tipo salchichón grande, con mucho condimento, se hacía con la carne del lomo; el tocino o panceta se guardaba colgado, fritando de a pedazos, a medida que se usaba como aceite comestible, en ensaladas; los costillares y huesos de chancho junto con los del vacuno se guardaban en cajas de madera con abundante sal, hervidos servían para el puchero.Comunmente el chancho era de tipo "mataco", con gran contenido de grasa, la cual luego de cortarse en trozos se fría en la olla grande, cuando estaba disuelta se le prensaba con un apretador especial colocándose en latas de veinte litrosy poniendo por separado el chicharrón,el cual, entre otras cosas,se utilizaba como ingrediente para el pan casero.Haciendo ésta y otras tareas, transcurría el día con cuentos, charlas y comentarios de actualidad, temas políticos, laborales y familiares, entre mate y vino, según la hora y el gusto..Finalizada la tarea , al atardecer o a la noche, se preparaba una buena cena que compartían todos. Ese día o al siguiente, debido a las frituras y comidas con carne de cerdo,  algunos sufríamos malestar estomacal.El trabajo de la mujer y de los más pequeños también era intenso, especialmente el de la madre,quien conocía el lugar donde estaban guardados los distintos elementos,por consiguiente debía estar atenta a todo lo que se necesitaba.Al día siguiente, luego que se acomodaban las cosas en su lugar, se hacía la limpieza; mi trabajo consistía en devolver todo lo prestado; con el sulky iba a casa de los vecinos que colaboraron, llevando a cada uno un pequeño porcentaje( un poco de todo), especialmente a don Armando Cian que con mi padre tenían un arreglo de repartirse el veinte y el ochenta por ciento de cada carneada correspondiendo la mayor parte al dueño del chancho carneado.  También se acostumbraba obsequiar alguna ristra de chorizo a los amigos especiales , director de escuela, comisario, gerente de la cooperativa, etc.Con el correr de los años estas carneadas en conjunto fueron dejándose de lado porque resultaban antieconómicas. Además, con los hijos ya casados, las carneadas se hacían en familia.
Carneada de chanchos
Autor: Arón Reniero  626 Lecturas
Hasta después de la década del cuarenta,difícilmente había agricultores en la zona que no tiraran sus herramientas de trabajo con bueyes o caballos.Nosotros como la mayoría de los vecinos, utilizábamos los caballos solamente para montar o atarlos al carrito tipo volanta, con o sin toldo, con capacidad para siete personas.Otro vehículo indispensable, cómodo para todo andar, resultaba el sulky, con capacidad para tres personas sentadas. Tenía dos ruedas de madera y llantas de hierro, con dos barras de madera hacia adelante en medio de los cuales con arcos especiales se colocaba el yeguarizo que el conductor guiaba a través de dos riendas de suela de cuero desde el asiento cubierto con un almohadón hecho de plumas o de lana..Otros tenían la jardinera, similar al sulky, pero con un cajón mediano de madera, especial para llevar mercaderías de todo tipo, "provistas " como se las llamaba. Comunmente se decía "voy hasta el pueblo a hacer la provista" , o sea traer lo necesario para la semana. Vehículo muy útil para ésto era el carrito, con caja más grande que la jardinera, tirado por dos caballos, pero en vez de barras tenía una lanza de madera , a la par de la cual tiraban los dos caballos, cinchando con tiros de cadena. Su capacidad de carga era hasta de quinientos kilos.Nosotros , como la mayoría de los vecinos , utilizábamos al buey para cinchar nuestras herramientas de labranza. Otros lo hacían con caballos, especialmente los que provenían de la zona de Romang, descendientes de suizos. En Las Palmas eran tres: Don Juan y Federico Gerber y don Emilio Frick.El total de vacunos que poseíamos eran unas diez a quince vacas, para lecheras y crías ,un toro y unos cuarenta novillos y bueyes..A éstos se los ponía a trabajar cumplidos los tres o cuatro años. Acostumbrarlos a trabajar a la par de los otros, requería mucha habilidad y paciencia.Los nacidos en la chacra eran mansos y a los pocos días se adaptaban, pero los que se compraban en la zona de islas daban mucho trabajo para amansarlos. Además eran de peligro . A pesar de ello, se los prefería porque resultaban los más trabajadores y resistentes.A los ocho años amansé mi primer novillo, lo bauticé con el nombre de "Dulce". A todos los bueyes y vacas les dábamos nombres. Ya de ternero se le elegía uno, casi siempre tomando el de los más viejos, cuando éstos se vendían a la carnicería: Clavel, Tordo, Bandera, Paloma,Noble, Pájaro, Arpa, etc. , a las vacas: Pina, Vela, Rosa, Negra, Pingüina, etc.; lo mismo ocurría con los caballos y la yeguas. A los pocos días era asombroso cómo entendían su nombre; bueyes ya más viejos con solo nombrarlos, se apareaban a su compañero para que se le colocara el yugo. La vida útil de un buey podía ser de hasta quince años, ésto era muy dispar a consecuencia del trato, enfermedades, accidentes.El sistema de uncir los bueyes a las distintas herramientas era por yuntas, el de vuelta a la derecha y el de oreja a la izquierda; el primero se lo enlazaba con un sobeo de dos tientos, hecho a mano con cuero vacuno , ésto resultaba fácil porque todo sobeo tenía en uno de sus extremos una argolla de hierro; a más de un metro a la par, según el largo del yugo, se ataba el otro buey, haciéndole con el sobeo una vuelta por cada guampa y un bozal por la oreja izquierda que era la que soportaba todo el manejo que quería dársele. El yugo de madera dura labrada especialmente con una curvatura para que se acomodara en el cogote del buey, con dos agujeros cada uno, donde se introducía una cangalla de hierro por la parte de abajo, la que tenía en una de sus puntas varios agujeros, según el grosor del cogote del buey, en el medio del yugo tenía una pequeña cavidad donde se ataba la cadena por medio de una vuelta sujetada por un gancho, la que en definitiva tiraba de la herramienta.Para que los bueyes rindieran al máximo en el trabajo, debían estar bien alimentados y sanos. Para éso disponíamos permanentemente de unas veinte hectáreas , rotando las que se sembraban cada dos o tres años, destinadas a pastoreo.El cuidado de los bueyes era trabajo para chicos. Fui boyero desde los cinco años. Por último ese trabajo me desagradaba , pues requería paciencia y mucha constancia, porque siempre a la vera del rastrojo, seguro que había algún otro sembradío que cuidar. Entonces la guardia o vigilancia del boyero tenía que ser casi permanente. "Aunque niño  , era padre por ese rato". ¡Cuántos recuerdos!
Tracción a sangre
Autor: Arón Reniero  409 Lecturas
Vivir en el campo es placentero y sano.Recorrer los sembrados, potreros, montes, cruzar los ríos de a pie, a caballo, en canoa o nadando, ver cómo crecen las plantas, percibir el aroma que producen no solamente sus flores , sino también la tierra recién labrada, ver lo maravilloso que es un atardecer con sus cambiantes colores. Amanecer, escuchar los cantos de los distintos pájaros y aves de corral, convivir prácticamente con todos los animales que existen a nuestro derredor, ver de qué manera se reproducen... y tantas cosas más, hace que seguramente nadie que naciera en el campo jamás quiera pensar en ir a vivir a otros lugares.Si bien trabajar la tierra es como una bendición de Dios, labrarla para que produzca frutos es estar continuamente expuesto a que cualquier embate de la naturaleza, como sequías, heladas, lluvias, tormentas, granizos ,plagas, etc. , terminen muchas veces totalmente o en parte con lo sembrado. Esto hace que cunda el desaliento y muchas veces acobarde hasta al más fuerte.Mucho antes de que los egipcios practicaran lla literatura a través de cortezas de madera, los griegos para lograr formar poblaciones en su territorio, comenzaron incentivando al campesino labrador. Para ello necesitaron fundamentalmente tres cosas: un buen buey, un buen arado y un buen comerciante.Para obtener buena fuerza, para que ella sea aprovechable y para asegurar buena semilla, con el esmero del ganadero , del herrero y del comerciante produjeron hermoso grano, alrededor del cual se unieron familias, formando pequeñas poblaciones que luego con el transcurrir del tiempo se convertirían en ciudades.Tratando de compaginar lo visto y vivido en una época no muy lejana(décadas 40-50 del presente siglo) y que quedara grabada en mi memoria, es que contaré mis experiencias como campesino, tomando como modelo a mi familia, mi chacra, mi colonia.Nadie puede saber mejor que uno mismo lo que ocurrió en su propia casa o sus alrededores.Para éso trataré de ser lo más elocuente posible, utilizando frases y decires de la misma manera que los escuché . Nadie quiera suponer que existe vanidad ni egoísmo de mi parte, al no indagar en otras personas con mucha más experiencia. Tal vez sea porque nunca escribí para que lean otros, a pesar de haber escrito algunas cosas para mí..Seguramente es muy superior el número de personas que, viviendo en el campo, fueron a vivir al pueblo o ciudad, a que personas del pueblo fueran a instalarse al campo. Los primeros, quizás por la falta de oportunidades, los segundos, porque luego de haber trabajado duro durante tiempo decidieron irse a "descansar al pueblo"."Ara hondo y tendrás pan en abondo" , esta frase que algunas veces escuché decir a mis padres y que tal vez provenga de sus progenitores, vale para mí, no para volcarla en un sentido técnico,sino más bien que ayuda a introducirme en lo más profundo de las cosas que tienen que ver con la vida del campesino. Como si aspiráramos profundamente el aire del campo y al exhalarlo nos invadiera una sensación de bienestar, inspirándonos la creación de una poesía o alguna canción, despertando al poeta que todos los hombres llevamos dentro.
Arando hondo
Autor: Arón Reniero  401 Lecturas

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