Me iré, como certezas que embriagan  a pesar de mi
como inquilino que está de paso,
en este mundo leve y hostil
mordiéndote  en el  recuerdo
con mi maleta cargada de palabras grises,
palabras cansadas de tejer sueños y utopías,
 
Quemándome en el tacto
sin saber a que huele la noche de tu cuerpo  
  que duerme en las orillas del olvido
entre reflejos verdosos, y ruidos de seda
de color antiguo.
 
Tristes, efímeros arrobamientos de voces,
 amantes que se transforman en metáfora crujiente
sobre una piedra terca que reclama realidades.
 
Te escribiré desde el olvido
Doliente, en el rito de lo cotidiano
entre sábanas desarropadas ya sin piel
alienada a tu espíritu difuso que se cuela
como el humo fatuo …