La Red: Captulo 4 (Novela).
Publicado en Dec 23, 2010
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Juan golpeó suavemente en la puerta de la habitación 222 y habló con un tono de voz muy prudente.
- Tatiana. Soy yo. Juan. Abre.
Tatiana abrió la puerta e introdujo repentinamente a Juan tirando de una mano de él hacia adelante. La caja de bombones cayó al suelo mientras Juan salía despedido hacia el frente. 
- ¡Cuidado, Tatiana!. ¡No soy El Hombre de Acero!.
- Baja la voz, Juan. ¿Esto qué es?.
- Una caja de bombones. No se me ocurrió comprar otra cosa. Las tiendas de peluches no estaban abiertas. No pises la caja que los aplastas.
Ella estaba más seria que nunca. Iba vestida de la misma manera que en el Aeropuerto de Caracas e igualmente portaba su teléfono celular en el lateral derecho de su minifalda, en la cadera. Tomó la caja de bombones y la dejó en una repisa.
- ¿Traes la información?.
- Traigo los datos que extrajo Charlie pero no he podido consultarlos todavia -dijo Juan sacando unas cuatro hojas garrapateadas de mala manera y con una enorme cantidad de tachaduras por todos los lados.
- Vamos a sentarnos y comprobar qué podemos sacar en limpio de todo esto. Más bien parece el diario secreto de un carbonero.
- ¿Por qué estás tan seria?.
- No tengo ganas de hablar. Limitémonos a centrarnos en nuestra labor.
Cuando Charlie llegó ante la puerta principal del chalet de Pamela Anderson ya estaba ésta en el quicio de la misma para recibirle con un estrechón de manos.
- Algo es algo -pensó para sí mismo el pelirrojo- tengamos en cuenta que nos acabamos de conocer.
- ¿Cómo te llamas?.
- Te prometo que soy Charlie.
Apareció un hombre enormemente musculoso que llegaba del interior de la casa.
- Te presento a mi esposo. Hércules Van Looy. Es belga. Se dedica al levantamiento de pesas y es uno de los mejores del mundo en su especialidad. Tiene nacionalidad norteamericana.
A Charlie le temblaron las piernas. Parecía que todo el universo iba a caer sobre él; pero Hércules Van Looy se limitó a darle un golpe amistoso en la espalda que, sin embargo, hizo tambalear al pelirrojo.
- No tengas miedo, Charlie. Ya tenía enormes deseos de conocerte. Siéntate aquí que vamos a charlar amistosamente.
- Esto... no... yo es que tengo mucho que hacer todavía... y sólo venía a dar las gracias a su esposa.
- Venga, Charlie -le animó ella- Hércules lo sabe todo.
A Charlie se le subió un nudo a la garganta.
- ¿Qué... qué es lo que sabe?.
Hércules Van Looy rió de buena gana.
- Que tuviste un agitado viaje desde Caracas a Miami.
- Bueno... pero no crea que yo...
- No creo absolutamente nada.
- Entremos en la cuestión -intervino ella mientras los tres entraban al interior de la casa y se sentaban alrededor de una mesa- el asunto es que tengo que darte una información muy confidencial.
Charlie respiró ya más profundamente y pudo conseguir tragar un poco del líquido del vaso con ron que se encontraba sobre la mesa.
- ¡Oye, Juan!. ¡Esto es una porquería!. ¡Entretente tú en traducirlo que yo tengo muchas otras cosas en qué pensar!. ¡Si trabajáis asi no sé cómo estáis tan altamente calificados!.
- Espera, Tatiana, que yo no tengo la culpa...
- ¡Cuando tengas algo en claro me avisas!.
Ella se introdujo en una habitación interior donde al parecer se dedicaba a revelar unas fotografías interesantes.
- Pues sí que está el asunto para bromas -murmuró Juan.
- ¡Procura concentrarte en el trabajo y dejar de decir tonterías! -se oyó la voz de Tatiana desde el interior de la pequeña habitación.
Juan no tuvo más remedio que comenzar a auscultar, como un verdadero arqueólogo, aquellas extrañas caligrafías de su compañero.
- ¿En qué estaría pensando este besugo cuando tomaba estos datos que debían ser clarificadores?.
- ¡Si no dejas de murmurar te marchas inmediatamente!.
- Parece como si le hubiese mordido un perro rabioso -pensó Juan para sus adentros mientras iniciaba las pesquisas.
- ¿Tienes un block de notas, Charlie? -interrogó Pamela.
- Los grandes del periodismo siempre llevamos uno encima -dijo Charlie mientras lo sacaba del interior de su americana -porque donde menos se piensa salta la liebre...
- Pues anota lo siguiente. En Nueva York existen varias Academias de Modelaje donde también se dedican a realizar castings para cine y televisión. ¿Lo estás anotando?.
- Por supuesto. Yo soy un experto anotador de datos de todo tipo.
- En una de ellas, que todavía no sabemos cuál es, creemos que se realizan otras labores no tan limpias.
- Pues si no me indicas nada más esto es como buscar una paja en un  pajar... esto... no... quiero decir una aguja en un pajar.
- Sólo puedo indicarte que tras una primera investigación ya efectuada tenemos un total de cinco de las que sospechamos. Lo que es seguro es que sólo una es la que debemos localizar.
- Ídem de ídem de ídem.
- Eres más gracioso de lo que suponía -intervino Hércules.
Charlie volvió a asustarse levemente.
- Pero no crea que lo hago para...
- No te preocupes. Sigo sin creer nada.
- ¿Tampoco cree que soy un simple periodista?.
- Para mí es costumbre no creer nada de nada hasta que se demuestre lo contrario.
Juan se estrujaba el cerebro para poder ir sacando alguna que otra palabra legible.
- Veamos... aquí parece que ha querido escribir que es un territorio dependiente británico pero se le ha olvidado señalar que está ubicado en las Antillas menores.
Tatiana había puesto en funcionamiento un aparato musical que desgranaba canciones de ritmo latinoamericano y al joven y somnoliento español se le iban cerrando poco a poco los ojos porque le recordaba tiempos muy cercanos.
- ¡Caramba!. ¡Desde luego que no se aburre mientras trabaja!. En fin. Continuemos. Esta palabra parece que es Geografía... no... debe ser George... ¡eso es!... ¡George Town!.
- ¡Si deseas algo me avisas! -dijo ella desde el cuarto oscuro.
- ¡Desde luego que sí lo deseo!.
- ¡Me estoy refiriendo a algo de beber, so bobo!. ¡Pero te advierto que sólo tengo cocacolas!.
- Que remedio queda -musitó Juan- !De acuerdo!.¡Sírveme un vaso grande!.
- ¡En el mueble bar que tienes delante de ti están las botellas y los vasos!. ¡Puedes servirte cuanto quieras!.
- ¡Vaya nochecita! -protestó Juan.
- ¡Si no te gusta no tienes por qué hacerlo!. ¡Ya sabes que los seres humanos hemos nacido libres para decidir por nuestra cuenta!.
- Mejor sigo mi tarea y  no digo nada más -pensó el somnoliento.
- Anota bien, Charlie. Observo que tienes una caligrafía garrafal y es importante que entiendas los nombres que te voy a dictar.
- Procuraré esmerarme en mi trabajo. Debes de saber que cuando me empeño escribo como los ángeles de San Rafael.
- Rafael no fue precisamente un santo.
- ¿Es que todavía no le han canonizado?.
- ¡Caramba, chaval!. ¿Estás intentando ligar con ella? -volvió a intervenir el levantador de pesas.
- ¡No... no...!. ¡Es que soy así! -dijo asustado el norteamericano.
- No perdamos más el tiempo con majaderías que el tiempo apremia.
- Eso es una redundancia.
- ¿Quieres ponerte serio o dejamos el asunto para otro día?.
- Bueno... si no hay más remedio que trabajar...
- Las cinco Academias que deben ser revisadas se llaman, y apúntalo bien,
"Pedestales", "Imaginación", "Cámara", "Ficción" y "La Onda".
 
- ¿Cómo dijiste que se llama la primera de ellas?.
- "Pedestales".
- ¡Caramba!. ¿Y yo que le dije a Juan que no tenían ninguna importancia para nosotros? -murmuró Charlie.
- ¿Cómo dices?.
- No... nada... cosas solamente.
Juan seguía su afanosa labor.
- Protestantes, 88.0. ¿Esto qué es?. Desde luego Charlie debe visitar a un psicólogo.
- ¿Quién debe visitar a un psicólogo? -se oyó la voz de Tatiana.
- ¡Tú me parece que no!. ¡Aunque según está el mundo ya nada me extrañaría!.
- ¿Los periodistas siempre sois así de tontos?.
- ¡A veces nos superamos en nuestra labor!.
- ¡Pues demuestrámelo con ese fabuloso trabajito de tu amigo!.
- Esta noche está imposible... -volvió a pensar Juan mientras continuaba su extenuante ejercicio traductorio- Gran Caimán, Pequeño Caimán y Caimán no sé qué. Me preocupa este chico. Debe haber visto muchas películas de Spielberg.
Mientras tanto Pamela Anderson despachaba a Charlie.
- Eso es todo. Ya te puedes marchar. Todavía os queda mucho por hacer esta noche.
Charlie se apresuró a coger el block de notas e introducirlo de nuevo en su americana.
- Está bien... ¡ya me voy!.
- Espera... ¿quieres que hablemos del algo interesante tú y yo? -sonrió maliciosamente el belga nacionalizado estadounidense.
- No. Mejor otro año que tenga más tiempo para visitarles.
Salió rápidamente mientras el bolígrafo rodaba por el suelo.
- Charlie... ¡Un día vas a perder la cabeza! -y Pamela le entregó el bolígrafo que había rodado hasta los pies de ella -¿recuerdas algo relacionado con piernas?.
- Esto... ¿cómo dices?... no... no... yo  no recuerdo nada más que tengo prisa.
- ¿Y tampoco sabes que una especie de cocodrilo femenino es una lagarta?.
- De animales de esa clase no tengo la menor idea.
- ¿Sueles sufrir normalmente de amnesias?.
- Pero sólo son transitorias. Para salir del paso nada más.
- Buenas noches, Charlie -le despidió ella mientras abría cortésmente la puerta -y cuando vuelvas a volar procura tener los pies sobre la tierra.
- Siempre estoy dispuesto...
- ¿A qué, Charlie?.
- A seguir los buenos consejos -y salió como alma en pena.
En la habitación 222 del Motel La Gloria continuaba el drama de Juan...
- Pero... ¿qué querrá decir esto?.
- ¡Si deseas que te auxilie pídeme socorro y quizás sepa yo ayudarte! -volvió a intervenir Tatiana mientras la música, en tono muy bajo, continuaba...
- ¡Vamos a comprobar tu capacidad mental!.
- ¿Eso no será una grosería, verdad Juan?.
- ¡Eso sólo es una medición intelectual muy importante para descubrir genialidades!.
- ¡Espero que sea cierto!.
- ¿Sabes si hay vientos lisos?.
- ¡Vientos lisos no lo sé pero tormentas hay un montón en las zonas del Caribe!.
- ¿Miami pertenece al Caribe?.
- ¡Todavia no!.
- ¡Menos mal!.
Tatiana guardó silencio y Juan supo que debía volver a callarse y continuar mentalmente su labor.
- ¿Habrá querido escribir vientos alisos?. No. Alisios. Eso es. Alisios. Y del resto sólo puedo entender colonia, narcotráfico y algo que parece querer decir Asamblea Legislativa. De lo demás prometo ante mí mismo que no entiendo ni jota.
En esos momentos se abrió la puerta de la cámara oscura y apareció Tatiana con un rostro sonriente.
- ¡Mira, Juan!. ¿A ver qué podemos descubrir en estas fotografías? -le dijo mientras se las entregaba.
- ¿Dónde han sido tomadas?.
- Revísalas a ver si lo adivinas -ella se sentó junto a él.
- ¡Cáspita!. ¡Son del Aeropuerto de Caracas y del vuelo X-716 con destino a Miami!. ¿Cómo las habéis obtenido?.
- Las chicas que nos dedicamos, de vez en cuando, a buscar ávidamente clientes para las compañías de teléfonos celulares también sabemos hacer otras cosas.
- Entonces...
- Pue sí. Ninguna de ellas pertenecía al ramo telefónico.
Juan no volvió a a brir el pico durante un buen rato en que se entretuvo en observarlas.
- La cara de este niño me suena mucho. ¿Por qué os habéis fijado en él?.
- Pensamos que fue alguien raptado hace algún tiempo.
- ¿Cómo se puede comprobar?.
- Espera un momento, Juan. Necesito tu capacidad de observación. ¿crees que puede ser el mismo que el de esta otra fotografía? -y Tatiana le entregó una foto que guardaba tras su espalda.
- Veamos. En principio no tienen nada que ver pero... si observamos detenidamente... hay ciertos reflejos en su rostro que son muy similares.
- ¿Como cuáles?.
- Aquí. Junto a la boca hay uno. Y aquí. En el brillo de los ojos, también.
- ¡Caramba, Juan!. ¡Al final va a resultar que sí que eres muy inteligente!.
- ¡Espera, Tatiana!. ¡Hay más!. ¡Ambas barbillas coinciden  plenamente!. ¡Y si pudiésemos obtener una ampliación de los pabellones auriculares estoy seguro de que también coincidirian!.
- ¿Estás seguro de lo que dices?.
- Totalmente seguro.
- ¡Excelente!. ¡Acabamos de descubrir su verdadera identidad!. ¡Sólo falta que lo localicemos y hagamos las pruebas genéticas necesarias!.
- ¡Pues yo te aseguro que es el mismo, Tatiana!.
Ella quedó ligeramente admirada pero volvió a entregarle otra fotografía.
- Esta pertenece al vuelo X-716 con destino a Miami. ¿Puedes descubrir algo que te sea suficientmente familiar?.
Juan estuvo observando durante bastante tiempo a todos los pasajeros que venían fotografiados.
- Esa ancianita de la última fila...
- ¿Qué sucede con ella?.
- Parece ser que estaba muy interesada por las Islas Caimán.
- ¿Sabes quién es?.
- Ni idea.
- Pues la Delegada General del Gobierno Británico para suntos relacionados con sus dependencias territoriales. ¿Podrías decirme si habló con alguien en particular?.
- ¿A parte de mí?.
- Por supueto. Tú, de momento, no eres sospechoso. ¡Jajaja!. Es una broma, Juan.
- Espera que recuerde...
- ¿No se levantó en ningún momento para hablar con alguien?. Es muy importante que lo recuerdes.
- Ya lo sé. Me dijo que quería preguntar algo al contracargo del avión.
- Bien. Mira esta otra. ¿Algún rostro que te sea familiar?.
- Espera. Aquí hay alguien que me recuerda a alguien.
- No empieces con tus chistes.
- No es chiste. Aparte de Charlie, al cual tú lo conoces muy bien... en este asiento, junto a éste joven que rellenaba crucigramas hay un tipo que me parece conocidísimo.
- ¡Date prisa porque no nos queda mucho tiempo!.
- ¡Ya lo sé!. Es un periodista al que conocí en un Cursillo Internacional sobre Derecho Penal que se celebró en Londres.
- ¿Sabes su nombre?.
- Su nombre no, pero su nacionalidad sí.
- ¿A qué país pertenece?.
- A Turquía. Y espera un momento.
- Date prisa por favor...
- Se apellida Erzogán. Alí Erzogán. Estoy totalmente seguro.
- ¿Cuándo se celebró ese Cursillo y dónde?.
- Hace 6 años y se realizó en la Universidad de Cambridge.
- ¡Nada más, Juan!. ¡Dame tus notas sobre las Islas Caimán y ya puedes largarte!.
- ¿Asi?.
- Pues claro que así.
Juan se levantó y cabizbajo se dirigió hacia la puerta de salida.
- ¡Espera bobo!.
- Y ahora... ¿por qué soy bobo?.
Ella se acercó a él y echándole los brazos por detrás del cuello comenzó a besarle. Fue un largo beso superior a los de cualquier película norteamericana.
- ¡Ya puedes irte!.
- ¿Qué?.
Tatiana abofeteó suavemente el rostro de Juan para despertarle.
- ¡Despierta, Juan!. ¡Tienes mucha tarea esta noche!
- Si no hay más remedio...
Volvió a tomar el picaporte de la puerta, pero Tatiana volvió a voltearle nuevamente.
- Espara, adán... con ese nudo de corbata tan ladeado pareces un verdadero maleante.
Ella comenzó a componerle el nudo de la corbata, lo cual fue aprovechado por él para sujetarla la cabeza con intenciones fácilmente claras de comprender. Quería besarla.
- ¡Oye!. ¿Qué te has creído?. ¡Nada de nada!.
Y Tatiana le apartó violentamente sus manos, abrió la puerta de la casa y lo empujó hacia afuera.
- ¿Y qué sucederá contigo? -le preguntó él.
- No te preocupes. Sé defenderme incluso mejor que tú.
- Este motel es sumamente peligroso.
- Bastante menos que cierta persona.
- ¿Te estás refiriendo a mí?.
Ella comenzó a reír con ganas y le cerró la puerta.
- Ya decía yo que esta noche no iba a terminar bien... -y Juan comenzó a bajar silenciosamente las escalera.
Al pasar junto al mostrador de la portería, el empleado que solía hacerse el despistado seguía leyendo la revista.
- ¡Hasta nunca! -dijo Juan.
El otro levantó la cabeza y se encogió de hombros.
- ¿Quién será ese tipo?.
Desde la habitación 222 Tatiana marcaba un número telefónico con su celular.
- ¿Aló?.
- ¿Míster Robertson?.
- ¡Dime, Tatiana!.
- ¡Ya ha salido el pipiolo!. ¡Pueden acudir inmediatamente a detener a toda esta gentuza y clausurar el local!.
Juan miró su reloj de pulsera. Eran solamente las ocho de la noche y hasta las diez no estaba establecido que Vera les visitara en el Hotel Las Estrellas. Sabía que había cumplido una excelente labor; pero el largo y profundo beso en la boca de Tatiana era lo único que realmente podía recordar con total lucidez. Hacía viento por las calles de aquella barriada de los humildes extrarradios de Miami y su mente circuló a velocidades de vértigo en sentido inverso a las agujas del reloj. Recordaba que fue un niño siempre somnoliento que solía caminar lentamente por las calles de aquel viejo barrio de una ciudad muy lejana: Madrid. Tan lejana que apenas podía ser recordada con toda intensidad. Y recordaba también un viejo sueño bajo el calor de las mantas en la habitación familiar. El beso de ella no hacía más que dar vueltas alrededor de aquellas imágenes infantiles como si fuese un huracán que derrribaba todos los objetos referenciales. El beso de Tatiana se enroscaba en la caja de madera donde se guardaba el betún para limpiar sus zapatos, se elevaba para colgarse del foco que solía alumbrar las noches invernales en que se refugiaba del frío alrededor del brasero oculto bajo la humilde mesa de madera, bajaba por el tubo del canalillo que discurría desde la ventana hasta el suelo del patio interior, saltaba el muro del patio de juegos donde él reunía montones de arena para construir algo así como un reloj imaginariamente piramidal, se colaba por el agujero de la pared para salir a las vías del tren, cruzaba aquel beso las traviesas y escalaba el pequeño desmonte par irse a jugar junto a los gitanos de las chabolas colindantes y, luego, el beso de Tatiana volvía a sus labios para volver a penetrar en su interior.
- ¿Quieres calentarte un poco?.
Juan levantó la vista. Era una prostituta de mediana edad.
- Siempre es necesario un poco de calor pero realmente sólo necesito un calor natural y no el tuyo.
- Yo te ofrezco bastante gasolina.
- Lo siento. Funciono a pilas.
- ¿No eres un poco raro?.
- Posiblemente. Si es que raro quiere decir algo así como diferente.
- ¿Diferente a qué?.
- No lo sé. Eres tú, y sólo tú pero no yo, quien dice que soy raro.
La prostituta estaba realmente hecha un lío mental.
- En vez de estar liándonos con palabras... ¿por qué no nos liamos con las acciones?.
Juan no pudo por menos que sonreír.
- Las accciones fluctúan demasiado.
- ¿A qué te refieres?. ¿Eres acaso un loco?.
- Si no te lo quieres creer date una vuelta por la Bolsa de Valores y observa, día a día, sus cotizaciones.
- Mejor me marcho de aquí antes de que me tengan que internar en un psiquiátrico.
Pasó un automóvil marca Lincoln muy cerca de él, pero Juan no observaba nada más que la punta del cigarrillo que hacía como que fumaba tranquilamente. Para él no tenía por qué existir otra cosa sino lo que deambulaba por su mente. Observó un local desde salían voces festivaleras y una música de origen cubano. Decidió entrar a tomar un café. Los parroquianos, en su inmensa mayoría, eran cubanos residentes en la capital del Estado de Florida.
- ¿Quieres venir a charlar con nosotros? -le indicaron dessde una larga mesa ocupada por cinco hombres ya veteranos.
- Bueno... en realidad da lo mismo una mesa que otra.
Los cinco se levantaron y le dieron la mano uno tras otro. Se sentaron ellos junto a sus botellas de ron y una preciosa y joven camarera cubana le trajo un café caliente.
- Tú no eres norteamericano... -dijo el más veterano.
- No. Tampoco soy australiano.
Todos comenzaron a reír.
- ¿De dónde vienes? -continuó el más veterano de todos ellos.
- De reconocer a un viejo compañero de andanzas periodísticas.
- ¿Eres periodista?.
- Sí... pero a veces lo dudo... porque la duda confirma lo que somos...
- Nosotros también dudamos de lo que somos. Porque para Cuba no somos cubanos y para Estados Unidos no somos estadounidenses. ¿Tú te explicas eso?.
- Posiblemente sea que en Cuba y Estados Unidos no estudian el origen de las especies animales... ¡con perdón y no se me ofendan que no van por ahí los tiros!... ¡de verdad que es un chiste!... ¡a ver si ahora nos vamos a enfadar!.
Los cinco cubanos ya no podían tenerse en pie de la risa.
- Oye... ¡Tú si eres de los  nuestros!. ¡Lo afirmo yo que soy el líder del grupo!.
- ¿Quiénes son ustedes además de cubanos residentes en Miami?.
- Bohemios.
- Pues es la primera vez que me doy cuenta de que yo soy también un bohemio empedernido y sin fronteras.
- ¿Y qué opinas de nosotros?.
- De vosotros opinan los demás porque los bohemios nunca opinamos de nosotros mismos salvo cuando escribimos bajo la luz de las estrellas o alrededoo de un café humeante. Somos como el humo de un cigarrillo que se enciende y se deja apagar sin haberlo fumado nunca.
Los cinco veteranos cubanos golpeaban ya la mesa sin dejar de reír para poder aguantar aquello. Juan se tomó todo el café de un sólo trago.
- Bien. Me marcho. Tengo un trabajo pendiente. Si sigo aquí van a tener ustedes que pagar roturas del mobiliario.
- ¡Adiós, compañero! -el líder del grupo le estrechó la mano.
Charlie meditaba en la habitación 321 del Hotel Las Estrellas.
- Yo no sé qué sucede. Cuando todo lo tengo fácil se me complica la cuestión y cuando ya la complicación no la puedo resolver los demás se empeñan en resolvérmelo. Voy a esperar a ver si llega Juan y puede ayudarme a comprenderlo.
Inmediatamente sonó la puerta. Charlie la abrió una vez más.
- ¡Juan!. ¿Dónde estaba la tienda de tabacos?.
El somnoliento español no respondió hasta pasados unos segundos.
- ¡Oye, Charlie!. ¿Qué supone para tí la frase "de otra manera"?.
- ¡Calla, colega!. ¡Sobre ese tema soy un verdadero experto existencial!.
- Pues ya puedes ir explicándomelo mientras esperamos a la linda señorita de "La magia del Cine".
Charlie abrió inmediatamente los ojos.
- ¿Cuándo viene?. ¿Dime cuándo viene?.
- ¡Espera un momento, larguirucho!. ¡Está terminantemente prohibido que tú le dirijas ni tan siquiera una palabra; así que te limitas a ver, oír y callar, o si no estás de acuerdo te largas con viento fresco y vuelves más allá de pasado mañana!. ¿Entiendes?.
- ¿Por qué te enfadas ahora conmigo?. ¿Pôr qué no sé cómo explicar lo "de otra manera"?.
- No estoy enfadado. Es que hablo así... para que la gente comprenda que soy muy claro en mis exposiciones dialécticas porque de otra manera parece que no entienden nada.
- Te ha ido mal con alguien... ¿no es cierto?.
- Te equivocas otra vez. ¿Qué sabes tú sobre eso de ir bien o ir mal?.
- Pues absolutamente nada.
- Pues te callas... y lo siento pero son órdenes de alguien que yo me limito a cumplir. No soy yo quien no te deja hablar con ella sino quien dirije las operaciones.
Y los dos amigos se tumbaron en los dos sofás de la habitación esperando a que sonara la hora indicada. En el reloj sólo eran las  nueve y media de la noche. Entre ellos el diálogo dejó de existir. Sólo de vez en cuando alguno de los dos carraspeaba y el otro tosía y viceversa. Nada más.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela de misterio, "suspense", pasiones, amor.

Palabras Clave: Literatura Novela Misterio "Suspense" Pasiones Amor.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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