QUIERE TRASCENDER
Publicado en Oct 15, 2009
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Somos lo que hacemos y lo que decimos día a día.
la excelencia no es un acto aislado, sino un conjunto de hábitos.
 
ARISTÓTELES
  
Efectividad personal e interpersonal
Los mapas correctos influyen  más que cualquier cantidad de esfuerzo consumido en cambiar actitudes
 
La ética del carácter se basa en la idea fundamental de que hay principios que gobiernan la efectividad humana, leyes naturales de la dimensión humana que son tan reales, tan constantes y que indiscutiblemente están tan «allí» como las leyes de la gravitación universal.
Los principios son como faros. Son leyes naturales que no se pueden quebrantar. Como observó Cecil B. de Mille acerca de los principios contenidos en su monumental película Los diez mandamientos: «Nosotros no podemos quebrantar la ley. Sólo podemos quebrantarnos a nosotros mismos».
Si bien los individuos pueden considerar sus propias vidas e interacciones como paradigmas o mapas emergentes de sus experiencias y condicionamientos, esos mapas no son el territorio.                
Son una «realidad subjetiva», sólo un intento de describir el territorio.
La «realidad objetiva», o el territorio en sí, está compuesto por principios que gobiernan el desarrollo y la felicidad humanos: leyes naturales entretejidas en la trama de todas la sociedades civilizadas a lo largo de la historia y que incluyen las raíces de toda familia e institución que haya perdurado y prosperado.
Una idea de la realidad de estos principios y de sus efectos puede captarse en una experiencia de cambio de paradigma tal como la narra Frank Koch en Proceedings, la revista del Instituto Naval.
Dos acorazados asignados a la escuadra de entrenamiento habían estado de maniobras en el mar Yo servía en el buque insignia y estaba de guardia en el puente cuando caía la noche. La visibilidad era pobre; había niebla, de modo que el capitán permanecía sobre el puente supervisando todas las actividades.
 
Poco después de que oscureciera, el vigía que estaba en el extremo del puente informó: «Luz a estribor».   «¿Rumbo directo o se desvía hacia popa?», gritó el capitán.
 
El vigía respondió «Directo, capitán», lo que significaba que nuestro propio curso nos estaba conduciendo a una colisión con aquel buque. El capitán llamó al encargado de emitir señales. «Envía este mensaje: Estamos a punto de chocar; aconsejamos cambiar 20 grados su rumbo.»
 
Llegó otra señal de respuesta: «Aconsejamos que ustedes cambien 20 grados su rumbo».
El capitán dijo: «Contéstele: Soy capitán; cambie su rumbo 20 grados». «Soy marinero de segunda clase -nos respondieron-. Mejor cambie su rumbo 20 grados.»
 
El capitán ya estaba hecho una furia. Espetó: «Conteste: Soy un acorazado. Cambie su rumbo 20 grados». La linterna del interlocutor envió su último mensaje: «Yo trabajo aquí en un faro para evitar choques, el Faro está fijo y no se puede cambiar de rumbo ni siquiera un grado, háganme caso»
Podemos ver una realidad que aparecía reemplazada por una percepción limitada; una realidad tan importante para nuestra vida cotidiana como lo era para el capitán en la niebla.
El grado de certeza con que nuestros mapas mentales describen el territorio no altera su existencia.
Estos principios son parte de las principales religiones, así como también de las filosofías sociales duraderas y de los sistemas éticos. Son evidentes por sí mismos y pueden ser comprobados fácilmente por cualquier persona. Es como si tales principios formaran parte de la condición, conciencia y moral humanas.
Parecen existir en todos los seres humanos, independientemente del condicionamiento social y de la lealtad a ellos.
Por ejemplo, me estoy refiriendo al principio de la rectitud, a partir del cual se desarrolla todo nuestro concepto de la equidad y la justicia.
La rectitud puede definirse y lograrse de maneras muy diferentes, pero la conciencia que se tiene de ella es casi universal.
Entre otros ejemplos se cuentan la integridad y la honestidad.
Éstas crean los cimientos de la confianza, que es esencial para la cooperación y el desarrollo personal e interpersonal a largo plazo.
Está también el principio del potencial, la idea de que tenemos una capacidad embrionaria y de que
podemos crecer y desarrollarnos, liberando cada vez más potencial, desarrollando cada vez más talentos.
Muy relacionado con el potencial está el principio del crecimiento -el proceso de liberar potencial y desarrollar talentos, con la necesidad correlativa de principios tales como la paciencia, la educación y el estímulo.
Los principios no son prácticas. Una práctica es una actividad o acción específica. Una práctica que da resultado en cierta circunstancia no necesariamente lo dará en otra, como pueden atestiguarlo los padres que han intentado educar a un segundo hijo exactamente como al primero.
Mientras que las prácticas son específicas de las situaciones, los principios son verdades profundas,
fundamentales, de aplicación universal. Se aplican a los individuos, las familias, los matrimonios, a las organizaciones privadas y públicas de todo tipo.
Los principios son como el territorio y los valores son como los mapas. Cuando valoramos los principios correctos, tenemos la verdad, un conocimiento de las cosas tal como son.
Los principios son directrices para la conducta humana que han demostrado tener un valor duradero,
permanente. Son fundamentales y son esencialmente indiscutibles, porque son evidentes por sí mismos.
Para captar rápidamente su naturaleza evidente bastaría utilizar un ejercicio de imaginación y considerar el absurdo de tratar de vivir una vida correcta basada en los principios opuestos de los enunciados. Dudo de que alguien pueda seriamente considerar que la mala fe, el engaño, la bajeza, la inutilidad, la mediocridad o la degeneración sean una base sólida para la felicidad o el éxito duraderos.
Los mapas mentales correctos influyen en gran medida en nuestra efectividad personal e interpersonal, mucho más que cualquier cantidad de esfuerzo consumido en cambiar nuestras actitudes y conductas.
Por tal motivo es tan importante el modelar con el buen ejemplo, este principio es aplicable tanto en el ámbito personal y familiar como en el ambiente laboral.
 
Se requiere de un nivel de pensamiento superior
 
«Los problemas significativos que afrontamos no pueden solucionarse
en el mismo nivel de pensamiento en el
que estábamos cuando los creamos»
 
Albert Einstein
Cuando miramos a nuestro alrededor y en nuestro propio interior, y reconocemos los problemas creados mientras vivimos e interactuamos con la ética de la personalidad, empezamos a comprender que son problemas profundos, fundamentales, que no pueden resolverse en el nivel superficial en el que fueron creados.
Necesitamos un nuevo nivel, un nivel de pensamiento superior - un paradigma basado en los
Principios que describan con exactitud la efectividad del ser humano y sus interacciones - para superar esas preocupaciones profundas.
Sobre este nuevo nivel de pensamiento trata este artículo, nuestro enfoque de la efectividad personal e interpersonal se centra en principios y se basa en el carácter.
«De adentro hacia afuera» significa empezar por la persona; más fundamentalmente, empezar por la parte más interior de la persona: los paradigmas, el carácter y los motivos.
También significa que si uno quiere tener un matrimonio feliz, tiene que ser el tipo de persona que genera energía positiva y elude la energía negativa en lugar de fortalecerla.
Si uno quiere tener más libertad, más margen en el trabajo, debe ser un empleado más responsable, más útil, más colaborador.
Si uno quiere despertar confianza, debe ser digno de confianza. Si uno aspira a la grandeza secundaria del talento reconocido, debe centrarse primero en la grandeza primaria del carácter.
El enfoque de adentro hacia afuera dice que las victorias privadas preceden a las victorias públicas, que debemos hacernos promesas a nosotros mismos, y mantenerlas ante nosotros, y sólo después hacer y mantener promesas ante los otros. Stephen Covey Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva
Dice también que es fútil poner la personalidad por delante del carácter, tratar de mejorar las relaciones con los otros antes de mejorarnos a nosotros mismos.
De adentro hacia afuera es un proceso, un continuo proceso de renovación basado en las leyes naturales que gobiernan el crecimiento y el progreso humanos.
Es una espiral ascendente de crecimiento que conduce a formas progresivamente superiores de independencia responsable e interdependencia efectiva.
He tenido la oportunidad de trabajar con muchas personas: personas maravillosas, personas de talento, personas que aspiraban intensamente a la felicidad y el éxito, personas empeñadas en una búsqueda, personas que se hieren unas a otras... He trabajado con ejecutivos, alumnos universitarios, grupos religiosos y cívicos, familiares y matrimonios.
Y en toda mi experiencia nunca he encontrado soluciones duraderas (a los problemas, felicidad y éxito perdurables) que procedieran de afuera hacia adentro.
Según lo que he visto, el paradigma de afuera hacia adentro genera personas infelices que se sienten sacrificadas e inmovilizadas, concentradas en los defectos de otras personas y en las circunstancias a las que atribuyen la responsabilidad por su situación de estancamiento.
He visto matrimonios desdichados en los que cada cónyuge quería que cambiara el otro, en los que cada uno «confiesa» los «pecados» del otro, en los que cada uno quiere «moldear» al otro.
He visto disputas laborales en las que se consumían cantidades enormes de tiempo y energía tratando de crear leyes que obligaran a la gente a actuar como si realmente existiera un fundamento de confianza.
Cada uno de los grupos implicados está convencido de que el problema está «allí afuera», y de que si «ellos» (es decir, todos los otros implicados) «entraran en razón» o «desaparecieran de la vista», ese problema quedaría resuelto.
«De adentro hacia afuera» significa para la mayoría de las personas un cambio dramático de paradigma, en gran medida a causa del poderoso efecto del condicionamiento y del actual paradigma social de la ética de la personalidad.
Pero mi propia experiencia (tanto la personal como la resultante del trabajo con miles de otras personas) y el cuidadoso examen de individuos y sociedades que han tenido éxito en la historia, me han convencido de que muchos de los principios encarnados en los «siete hábitos» se encuentran profundamente arraigados en nuestro interior, en nuestra conciencia moral y en nuestro sentido común.
Para reconocerlos y desarrollarlos con el fin de dar respuesta a nuestras preocupaciones más profundas, tenemos que pensar de otro modo, llevar nuestros paradigmas a un nivel nuevo, más profundo, «de adentro hacia afuera».
No conozco ningún hecho más alentador que la incuestionable
capacidad del hombre para dignificar su vida
por medio del esfuerzo consciente.
 
HENRI DAVID THOREAU
 
Entre un estímulo y una respuesta
Cómo se utilice este espacio, marcará la diferencia
 
Para responder a estos interrogantes, permítanme compartir la historia de Victor Frankl.
Frankl era un determinista, educado en la tradición de la psicología freudiana según la cual lo que nos sucede de niños da forma a nuestro carácter y personalidad, y gobierna básicamente la totalidad de nuestra vida.
Frankl era psiquiatra y judío. Estuvo encerrado en campos de concentración de la Alemania nazi, donde experimentó cosas tan repugnantes para nuestro sentido de la decencia que incluso repetirlas aquí nos provoca zozobra.
Sus padres, su hermano y su mujer murieron en los campos, en cámaras de gas. Con la excepción de su hermana, perdió a toda su familia. El propio Frankl fue torturado y sometido a innumerables humillaciones, sin estar nunca seguro de si en el momento siguiente lo llevarían a la cámara de gas o se quedaría entre los que se «salvaban», los cuales retiraban los cuerpos o recogían las cenizas de los condenados.
Un día, desnudo y solo en una pequeña habitación, empezó a tomar conciencia de lo que denominó «la libertad última», esa libertad que sus carceleros nazis no podían quitarle. Ellos podían controlar todo su ambiente, hacer lo que quisieran con su cuerpo, pero el propio Victor Frankl era un ser autoconsciente capaz de ver como observador su propia participación en los hechos.
Su identidad básica estaba intacta. En su interior él podía decidir de qué modo podía afectarle todo aquello. Entre lo que le sucedía, o los estímulos y su respuesta, estaba su libertad o su poder para cambiar esa respuesta.
En medio de sus experiencias, Frankl se proyectaba hacia contextos distintos; por ejemplo, se imaginaba dando conferencias ante sus alumnos después de haber sido liberado del campo de concentraron. En el aula se describiría a sí mismo y expondría como lección que había aprendido durante la tortura.
Por la vía de disciplinas de este tipo (mentales, emocionales morales, usando principalmente la memoria y la imaginación) ejercitó su pequeña y embrionaria libertad, que entonces creció, hasta llegar a ser mayor que la de sus carceleros nazis. Los nazis tenían más libertad exterior, más opciones entre las que podían elegir en su ambiente, pero él tenía más libertad interior, más poder interno para ejercitar sus opciones.
Se convirtió en un ejemplo para quienes lo rodeaban, incluso para algunos de los guardias. Ayudó a otros a encontrar un sentido aún dentro de ese contexto lleno de sufrimiento.
En las más degradantes circunstancias imaginables, Frankl usó el privilegio humano de la autoconciencia para descubrir un principio fundamental de la naturaleza del hombre: entre el estímulo y la respuesta, el ser humano tiene la libertad interior de elegir.
La libertad de elegir incluye los privilegios que nos singularizan como seres humanos.
Además de la autoconciencia, tenemos imaginación, capacidad para ejercer la creación en nuestras mentes, yendo más allá de la realidad presente.
Tenemos conciencia moral, una profunda percepción interior de lo que es correcto o incorrecto, de los principios que gobiernan nuestra conducta, y de la medida en que nuestros pensamientos y acciones están en armonía con dichos principios.
Y tenemos voluntad independiente, capacidad para actuar sobre la base de nuestra autoconciencia, libres de cualquier otra influencia.
Cuántos jóvenes han logrado superar las adversidades, por ejemplo de haber nacido en un ambiente lleno de limitaciones y sin embargo, se han superado a través del estudio y han llegado a niveles tan superiores que han rebasado no solo a sus Padres sino a sus Maestros de la Universidad.
Esas personas han logrado destacar gracias a que aprendieron a CULTIVAR UN HÁBITO entre un estímulo y una respuesta, la forma en que utilizaron ese breve espacio, marcó la diferencia, ese hábito se llama SER VISIONARIO.
 
Una de las características de ese hábito, es pre-ver algo antes que los demás.
 
Por ejemplo: Bill Gates, pre-vió: Debemos hacer que el uso de las PC´s sea algo tan amigable que hasta los niños lo puedan usar. Otra de sus pre-visiones fue: que sea de un precio tan accesible que en cada casa puedan comprar una computadora. Otra de sus pre-visiones fue su esquema de vender la licencia de uso. El resultado es evidente...él trascendió.
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QUIERE TRASCENDER EFECTIVIDAD PERSONAL E INTERPERSONAL

Palabras Clave: QUIERE TRASCENDER

Categoría: Material Educativo

Subcategoría: Sntesis & Resmenes



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