Dama sin sentimientos, concédeme otro tiempo, no seas sorda a las súplicas, ciega a las solicitudes de espera. Tu reloj marca el paso; ¡cambia el día!, ¡cambia la hora!.
¿Por qué no contemplas las diferencias? sólo decides y te llevas. Cargas sobre tus hombros a montones y   adicta sin remedio, escuchas en tu sordera sólo el último latido.
Nadie te ha llamado aquí. ¡Vete! En el manojo que se te ofrece algunos  ruegan tu asistencia, te invitan, te seducen; entre mis paredes hay resistencia, mis brazos se cierran, lo retienen,¡ no lo intentes!.
Camina hacia otros lugares, hay montones que te desean, los tienes olvidados, te llaman y terca, no respondes.  Toma sus manos y vete … ¡confórmate con ellos! ¡Qué importa el equipaje! Emprende tu viaje, pero no te lleves lo que es mío, no me robes, no me dejes tan vacía. Toma otra mano, sé que a ti te da lo mismo.
Han sido ya muchísimas idas y vueltas; visitas inesperadas y arrebatos que aún no te he perdonado. Te dejé llevar caminantes agónicos; otros, conociendo apenas la vida. Sabes de fuerzas opuestas,  las respetas por su lucha noble, por su insistencia. Ríndete a la pulseada, un momento nada más, un milagro… ¿Es que no te conmueve el amor?
Déjame llamarte cuando comprenda que eres la mejor opción, cuando el cuerpo que amo afloje su mano, cuando con su mirada me haga comprender que ya te desea más que a mí.
 Prometo llamarte cuando mi guerrero decida entregar sus armas; dale una tregua; quita de encima tu presencia ansiosa.
 Prometo soltar la mano cuando te elija, prometo ceder y no anteponer escudos… Me rendiré como siempre lo he hecho, sé que eres invencible, sé que eres implacable; sólo  concédeme otro día, otra hora, un momento más…
 Siempre ganas, lo sé… pero déjame imaginar cómo continuar, déjame convencer a mi corazón que no es él el que se debe apagar, déjame decirle a mis brazos que se deben acostumbrar, déjame… no quiero ser yo la que te pida que vuelvas por mi cuando por fin te lo lleves.