No tengo cuerpo ni nombre: Me trajeron los halcones en visceras aceradas donde el bribón no se come aunque al mentiroso traga. Tengo el frío de la noche irritado por las llagas de pendencieros salobres. Por lo negro serpenteo negando caminos rectos y me serán por amigos los grillos y los insectos : la aurora devorará los ritos y el desconsuelo será miles de muertes en aguas que claraboyas traspasan. Voy debajo de la piedra de aquel que busca querellas: Como sustrato de nada al que pisotean y calla.
En el centro de tus ojos ríos de alegría nacen y se esparcen en los rostros cual el mío: tan redondo y me despeño en mi polvo muy común y nada cósmico ..... En mi barro yo me arrastro a tus talones cercanos antes de volverme ruido disperso en miles de olvidos.... donde bailaré y seré tolvanera y acertijo..... .
La flama cae y devora los enjambres y las rosas y entre incendios no se mancha con fósforos de baratas. Su luz conseme pistilos y hace llama a los nidos y los tordos picotean antes de quemarse en yedra. La flama arrasa a los yuyos y mordisquea capullos. Y es movediza en su centro: ondeando sobre lo yerto.
Decenas de claves llevas como capullo de penas. Sóla te has codificado y tu malograda alma se encriptó entre los retazos de otras ánimas cortadas que nunca fueron de heraldo: Para ti se hizo la noche y sus lágrimas de cobre... y los silencios del noble que por ti ora en los faroles.
Chorro de luz infinita ante mi presencia exigua. Eres tú en cada hoja que no conoció ceniza. se exacerban las catervas de los que nacen de piedra. Por un instante transito por los lomos de tu brillo. Amor de clinejas clara que baña a todas las aguas y te tienen por delicia las fábulas y reliquias: Trae de todo tu aliento en sus madejas de verso.. recostado yo en tu luz, soy tu lucero primero primero aunque no sea rosacruz en cruces de alma te llevo por todo camino azul, y en tus cavernas me encierro, porque toda a contraluz, me darás mieles y luz.
Vivamos para poblar a este mundo agresivo, que pretendió tener paz y seres casi de vidrio: vibrantes y cristalinos que se dieron a las guerras de las que huían los caballos: Jinetes y jineteras fueron, a la par, tormenta, y la sangre del errante llegó a fatigar la tierra. Se fue esa generación que lanceteaba a la estrella: Y sus ojos se vaciaron en los paréntesis albos. Y todo fue reducido a luto entre pocos vivos. Y se erigió altar de piedras para rememoración perpétua. Más una daga en la arena se negó a integrarse en ellas y se repetirá el ciclo del soldado y su gemido.
Para amar y descansar es que yo extiendo el mar que en exhalaciones pasa barriendo estigma y palabra.... Nunca ese mar se amansa ni se le verá fondear al fondo de una galera con su plenitud de sal y dolores de salmuera que aman salpicar rostros en las mil playas desérticas ..... Que hay adentro de tus ojos..... pequeña, luciente y déspota.
Pasa la tarde pesada aplastando a las muchachas: Se vendieron como esclavas porque debían dos cabras.... Su paga es medio denario y en libertad no piensan ni en la tierna enredadera que las sujeta a esta tierra ni en el azul de la bóveda celeste que las rodea.
La boca se vuelve rosa cuando la lascivia asoma: Viene encima de sus tiempos sin saludar a la tarde.... Montescos y capuletos la tildarán de cobarde Pero alumbrará los ojos de todo aquel que la trate como aroma delicado mientras es bruma su talle y sus luces se prolongen en los que se aman de noche como ríos imperiales.
Llano largo, llano largo que por mi sombrero cruzas permíteme ir al rancho que la ranchera me busca: Se ha vestido de azafrán y de un carmín retostado tomó para hacer sus besos más violentos e insensatos.
Entre los rayos estuve revoloteando tus cumbres: Son rosaceos sitios cárdenos que reviven vidas secas y a toda pasión reinventa: Eres de manglares largos y escarchada como perla.... Te cruzaría a caballo si así tú lo dispusieras.
Si en amaneceres muero no me levantes de ese sueño: Permíteme que descienda a donde se origina el agua y el fuego se hace tierra: Tal como dice el Sicómoro muy sabio en cada recodo.
Yo me he perdido en tus manos como gorrión solitario: Con sus alas recortadas por los aires de maltrato. Mi cabeza gacha llevo a tu palma, que es mi lecho... Me curarás de quebrantos pues caí en mi descalabro. Y una vestal necesito para retomar el vuelo, con mi Yo al fin contrito.... Y verás que luego vuelvo pues ya amo tus aposentos y tus deditos mestizos.
Entre el rigor de lo gótico me someterá la Luna a ser consuelo de otro, aunque provenga del lodo: No me cruzan los pantanos ni el Línce decolorado: Me he levantado en pureza en arquitectura férrea. Cruzando por los espejos que acongojan a los vientos. Quizá puedas entenderme cuando gotée de un lucero...
No pidas filosofías a las rosas en su viento ni al nardo en revoloteo.... Déjalas: ellas se suman a un sumiso alfabeto que describe hembras gráciles en los impolutos aires: la mujer vive por dentro sus fascinantes tormentos y su garganta declara murmullos en lengua clara.
En la niña de tus ojos comenzaré la vendimia de mirares nada cortos que a mi íris encandilan.... Beberé de ese lagar donde se dan labios rojos Y dejaré que mi cuerpo se diluya en tus adentros: y seré imperecedero por cada latido nuevo de tu corazón melífluo donde escondo mis sonidos
Pasa rutilante el cuervo, vestido por sus migajas, recolectadas de reinos en que el bardo sus bisagras jamás podrá declamar. En la osadía del cielo fulgura el quebrantahuesos, y los azores, infames, espían desde sus venenos: No todo duerme de noche: lo que poseyera cuerpo ondulan en los rizos diurnos y vejámenes nocturnos. En la negrura se ve al depredador siniestro que va lanzando sus trampas para bisoños y lerdos. El peligro en los plumajes no lo entenderán los necios. Falsa cobija de estratos para seres indagados que sueñan con hexaedros, que no se cuidan del muro, ni del acecho el sauce. La maldad siempre nos busca por los extravíos nuestros: Aunque en las manos llevemos la lis de los adalides y que de los pechos surja pasión de paz y de cuna. La noche se hace peligro para los poetas tuertos echados en los tusílagos y recontando pistilos: Como soy gitano cargo navajas y crucifijos y agua santificadas que diluyen al inicuo y mata al monstruo que venga con su plumaje de sávila entre oscuridad y rezos, relamiendo una mandrágora donde su maldad se canta y es saeta que te caza.
Sueño: de noche no llegas: De mí te has olvidado como de tajamar roto. Aguas arriba, no me vistes abajo: Ni mi rostro maltrecho al que dejó tu luna. Mis parpados rajados en vano han esperado la fuerza de tu peso, tu glorioso volúmen, que a los seres comunes dan descanso de noche y les designas sueños y recreos mentales. Como junco quebrado me llené de cilicio. Nunca me contemplaste desde el fondo de un eco y de tu espejo vano no vislumbre a empatía que viniera a ayudarme con sus pieles descalzas. Te alcanza el arroyuelo y el soldado en la guerra: Y como garra vences a todos los amantes. Te invoqué en las vigilias que sobraban del día y sólo vi dormirse a una planta en mi mano. Nada te hecho nunca para que no me observes y aún te sigo esperando desde mi lecho roto.
Vaga la hora en su viento sin levantar titinéos. Y Vago yo en mí vacío tan antiguo e intranquilo. El sopor en los ladrillos no trae algún regocijo. El pueblo está clausurado por las clausulas del diablo. Y sobre los lechos cesan las damas en sus camelias. Y el hombre muere en su antro tan cirrótico y apatico.... Pueblito: ya me das miedo. Pueblito: ya me das asco pues te cela cancerbero y no dejas de mirarlo
Se pasea por las tardes la muerte: siempre cobarde que me asedia en cada siesta o muelo en buena molienda. La vida es suspiro y pasa como breve madrugada. Y es de ligereza ciega semejante a lo que huye si su reflejo le aterra: No quiere estar en las cruces que los arcanos le hicieran... Vida de hálito cortado: te vas cual aire inmediato ....Y eres reina de tragedias con prisa de rima vieja.
Triste estoy de madrugada, de día abrasivo, de tarde, pues mi gatito ha muerto y pronto se hará lucero o alguna estrella aparte que ronronee en mi tarde. Tranquilo está mi minino sobre los cielos cobardes... Maullará de madrugada cuando me conmuevo y arde verlo por cada deseo comiendo de lo que muelo. Te alcanzaré, mi minino, en nuestro cielo excedido. Y a mi lado tus uñitas serán de rasguño grato para mi mundo tan frívolo....
No soy de aquí ni de allá, caminante trasalpino: El verde camino muestra sus incipientes veredas. Voy en mi color cobrizo y mis guedejas se increpan donde no existen desviós sino rayas yuxtapuestas. Como de toda la paja de la que se burlan yerbas. Y recojo cada trébol que derribó la insolencia. Las hiedras muestran cabezas en sus reforzadas celdas. Entre los rastrojos veo alejarse transpariencias y experiencias tan ajadas que envenenan a culebras. Con listón de oro paso, evitando los agravios. Las mujeres se emocionan y serán novicias ahora. Y los fieles monjes secos no charlan con pandilleros. Sueña que es cosa vana lo que al pelmazo se pega, y a la nodriza que canta ya la han borrado tragedías. Todo tiene su horizonte y algo de luto en sus bordes y mientras la quimera pasa, camino en horas exactas. Pues mi Alter Ego resbala cuando me acerco a las cabras....
Pálida, azorada turbada entre tus prendas insinuantes. Conturbada en tu cuerpo de almácigos. Sosteniendo los muros de tu vida entre tanta melancolía que traspone el aire, dudosa en las entradas de tu pétalo. Como las escaleras desciendes en larga luna. Te veo como vestal cansada o defenestrado oráculo: Sin fuerza pretoriana, como marchando a exilios la tristeza te ata con trenzadas cadenas y fuese tu optimismo como aurora de tarde.... No creas todo lo que recitan los inquietantes gnomos, no trepes a la peña que da sus vientos negros ni vayas por los dédalos de falsos laberintos.... Ven aquí, ser de alientos que de la flora crece, deja nacer ahora tus glorias y castillos. Que tintinéen todas las orlas de tu cuerpo, para crear al oro si no estás menguante. Libera ya tu mente de la angustia del cardo y del dolor histérico del que corta apamates. La tierra ya nos muestra sus caminos de vida y pide, degustemos sus copas con largura.
Entre mi Yo y las lajas quebramos toda mañana y trizamos lo que queda escondido en las arenas: Mi carne es de piel muy pétrea y clava lezna a las piedras.
Entre las sombras del llano la mía y las de mi caballo: y camino en peñas ciegas para así ocultar mis penas.... La noche y la extensa umbra para gemir en penumbras.
Hay lenguas de dos amigos que sólo se entienden en trinos. Todo ser humanizado tiene al prójimo a su lado.... y compartir su pan es lo mejor que puede hacer.
La piedra horada mis manos entre numerosos fárragos.... Y no es sangre lo que espesa en mis dos manos derechas, que en belleza se decantan proclamando tu belleza sobre los lirios y calas que a tu diestra, te recelan.
Si mis manos pudieran a mí, te trerían: A mi elevada cumbre donde ardo de tarde, y, soy río de mañanas que reparte sus bríos entre seres pequeños rescatados del fuego. Verías lo que soy sin mis ojos vidriosos e invento transparencias cuando la noche brama en sus tramos de olvido colmadas de lamento por un alma extravíada que desoyó al precámbrico y desorienta el páramo que tapona las cuevas.
Si ves pasar mi alma tómala y bebe toda sus canciones de rosa y muy breves diamantes. Para que así me sepas en toda tu pureza Y puedas intuír el olor de mi sangre cuando te cercan hombres bastos como molinos. Y en esa alma guardo mis más largas codicias y el calor cenital de mi mundo pequeño.
Para ti las guirnaldas, los soles de las perlas, Jardineras de aroma que plena a las estancias: El licor de la abeja que a las bocas desvive. Una estela sin sombra donde guardar el alma: El Eco de las virgenes para tiempos mejores y manos de eucalipto moldeadoras de muslos. Y la página larga que se te entrega entera para que escribas toda la armonía que cargas. Y también para ti una lengua de menta y aureolas urgidas de ir a coronarte. El paisaje y su edicto de bendiciones puras y el canario girando por la faz de sombra. Ante tantos regalos yo me siento pequeño: Un puntito de carne cerca de una laguna: como tizón ardido al que dejó Poesía
Pido no, la redención: sentir al mundo en las manos calientes. Oír la quietud del rugido. sentir la paz que merodea a la ola. Piedo ser la detención, la pausa el inmóvil murmullo que acompaña a una ristra de jadeos. Pido sentir al silencio cruzarse ser la consonante que no suena. Ser la vocal que ve congelada en la mínima detención que da el segundo. Y que sobre tu frente caiga un río que sea de soliloquios y de abrazos. Pido ser la emanación del subsuelo que calienta a tu talle desbordante.
Yo te perdí en la brisa, yo te perdí en la playa, en la ola celeste del mar que se hace orondo. Yo te perdí en un pueblo de mi extraviada tierra: Allí, fue el tedio que daban los banales y el vino que cedía a la copa estancada. Llevabas un sombrero amarillo, como de paja lenta. Llevabas esos ojos que carga la esmeralda. El pie casi desnudo, el collar instantáneo que quería acceder a tu alma desnuda. Parecía que todos deseaban juntarnos como dos ramos vivos saltando en la maleza. A la hora silvestre del acuartelamiento iba mi corazón a colgarse en encinas por el toque de queda que aviva a la metralla. Por el salitre ronco donde caen las bocas y se vierte la sangre en definitiva pérdida. Tú eras aquella que venía a mi imberbe morada, donde los reptiles hicieron su palacio y la feroz iguana desgajaba los huevos que el tiempo bochornoso dejó en oscuridades. Era el momento insólito de los besos extremos, era el mismo lugar que merodeaba el buitre, donde dos locas lenguas ya de por si melladas buscaban el descanso de una tregua nocturna. Las palomas seguían mirando el agua dulce que manaba de ti y tu saliva tibia. Yo te perdí en el momento en que mis ojos fueron llamados a la guerra por albinos reclutas. La dentellada allí me llenó de tragedia y no vi más que muertos, muertos diseminados, sobre los pozos yertos y la colina adrede, con un ojo en la muerte y la bala en el otro. Y cuando yo volví, como estaciòn o renuevo tu sombra y tu figura se fueron en bandadas de otro, que corrió para sedimentarte y confiarte un amor que caló en tus zapatos.
Ante el teclado recuerdo que es Lunes: No es hora de corolas ni de espigas, no es hora del segador sin yelmo. Quizá, el humor deba colarse por entre los enrejados de mis sienes. Quizá, deba desnudarme y apartarme de todo: de la luna que ya retoza en la alfombra, de la vasija cruda con semblante de ánfora, del tiempo indefinido que me asalta los ojos. Del sueño de la secretaria insinuándose en las escaleras, de los extremos casi heréticos de una ígnea lujuria. Quizá, deba colgarme, como ropa, en la percha, o sentirme mis viejos botines de charol. Para escapar de la enormidad de esta celda de tedios, y de los sordomudos que, de cierto, me espían. Dejar los secretismos que tengo con la cerveza. Abandonar las congregaciones macilentas del puro. Subir, subir allá, a domados azules y sentir algún puño de paz y de esperanza.
El azul buscaba al rojo en las componendas del amarillo. El negro se había deslizado al gris, robándole un poquito al blanco. El marrón se mantenía marrón porque tenía pereza de mezclarse. Algunos colores se insinuaban en los otros, y los demás pasaban desapercibidos. El violeta quería ser flor transparente y el bermeyón, usurpar el amanecer. El arcoíris era como de cuarenta tonos: Tonos que eran de por sí, ambiguedades. Los colores se enfrascaron en pelea para ver quién era el mandamás. Pero las cosas los veían exiguos y los contemplaban como simples percepciones. Los elementos no entraban en batalla: Su batalla era ser existencia. La fuente iba del infrarrojo al ultravioleta, como si fueran surtidores cambiantes. Cosas que se ven en sus ludísmos y tienden a llenar de sueño mis rincones. Peleas de los colores y las letras son las que sobran cuando me sé dormido.
El equilibrista bailaba en los puentes de la risa. Iba titubeando leve por las redes del insomnio. Brotaba de las palomas tendidas en las palabras. Bailoteaba en merenderos en sus sogas de peligro. En sus botines calaba sigilos y melodía. Entraba por la ventana como la luz multiforme. El equlibrista era sustentado por vacíos, absorbido por el cielo. Cuerpo en movimiento inmóvil sobre los chopos disueltos. El aire le daba varas lo sostenía en su mano, era crepúsculo y viento que se adentraba a mi frente donde ardían las ideas desde mis cuevas mentales. Pensaba el equilibrista que de materia era hecho: No era más que una pausa en los pilares del cráneo, allí donde duerme el tiempo y se juntan laberintos que siempre están yuxtapuestos.
Dudo de ti dudo de mí dudo de las disipaciones de la risa que pueden envestir lo inesperado. Dudo de la veracidad de la savia en querer darle vida a un arbusto. Dudo de la tierra que se adhiere al árbol para sentirse tierra. Dudo de los antifáces que se las dan de caras. Dudo de los coloquios entre seres ambiguos. Mi reticencia está aquí y me acompaña y es más veraz que mi líquida sombra.
Pestañea el viento: tú te formas de entre el vaho errante. Te levantas de la niebla del camino mientras las luces cruzan a tu lado: Oscilas, mariposa de tiempo en lo largo de tu cintura firme: Veo que vienes como rosa incipiente, a llenar los rezagos del vacío. Tus ojos son dos libélulas verdes que alumbran los cruces del asfalto. Cruzas la calle y las cosas se asombran: Es tu respiración, lo que yo inhalo. Te has fraguado de sólidos alientos y los rubores te recorren la falda. Todo se cubre ante ti y tu sonrisa: Suenan campanas sobre la faz del mundo. En la cima de mi éxtasis te espero para enterarme en tu cabellera nueva.
Todo se renueva como un himno laureado que busca reconstruírse de sus semillas. Tu piel, de dos aguas tiznadas moja al mundo y da un calco de tus suaves matices. Te has inciado ya, más allá de la tierra, blanca,blanca, balquecina, como las columnas de plumas. Vienes como de un cielo constelado o un insinuación religiosa. Tu cuello es de cristal fino, de boscajes de diafanidades. En tus hombros están tatuados bellos farallones líquidos y la paz certera del rompeolas se acredita lo dulce de tu frente. Como partiendo el mar en seis partes, te caminan océanos y la escritura del amor es indeleble en el follaje de tus senos. Ondulas en una roca pilimentada y vítrea, Ondulas en la movilidad de un mundo semi inquieto. Llevas la carga honrosa del amor a la vida. Los pájaros te cantan las canciones que compuso la rosa y, en una homilía de pétalos, danzan en la mañana. Tú lo renuevas todo con azulada tinta verde, sacando a retozar tu color y el aroma de tu flora. Tu espalda está nutrida por las sendas en que andan las melodías. Haces las cosas nuevas: mapamundis, plantas, arquitecturas y te vas como un velero, con tu feminidad hecha de sonrisas a bañarte en cascadas de ámbar y racimos de ríos, mientras el universo gira alrededor de tus costumbres y ritos.
Caligrafías del viento sobre la piedra arañada: con manos de musaraña el viento esculpe a la peña. Caligrafías del viento sobre el dorso de las olas. palabras que no son nombres y tampoco, sentimientos. El viento toro rasguña árboles de frágil rama y, sus rostros, despedaza. El viento, sobre mi espalda golpea, merma, mutila con sus aceradas garras. La escarpadura no puede escapar a sus navajas. Golpea mi frente y me quema el viento, con sus peleas.
He venido a saludar a mis muertos: A aquellos que perecieron en cama y a los que vieron mil escaramuzas. A la tía Petra, la partera. Al tío Juan, cazador de dádivas. A los primos de gestos congelados que no sabían de la ausencia ni el nombre. A Juanita, mimosa degollada por una mano, desde la densa umbra. A los tataranietos de mis tatarabuelos, que mendigaban por pan en las iglesias. A los amigos ruinosos, que en el parque tenían olor a lánguida tragedía. A los que aún tenían sus premolares y adoraban el té y los bocadillos. A todos los ajusticiados por el desgobierno que convino, un día, el hampa rampante, en una tierra que no tuvo dolientes, o, si los tuvo, eludieron sus lazos. También a los pájaros azul grana que perecieron en su horca de laureles. A los muertos tartamudos de otra generación que nacieron para exaltar al onanísmo. Aprovecho para mirar los nichos donde el sol largó tremendamente a suicidar un alijo de citas que yo escribiera, sobre mi mesa sucia.
Vine para rasgarte entre las cosas mientras la tarde mostraba dentelladas: Vine con un pincel de luz alegre para tatuar tu nombre en las constelaciones de árboles, arrimados a la más negra tierra donde los dioses se dan por constituídos y las raíces se clavan en la inminecia de un mundo que se bambolea, asentado. Como la música que sueltan los violines y en la que tienden a arrolarse las mandrágoras quise rasgar tu velo, tu cintura pintarte de rojos los labios tan alegres Entre columnas y alveolos de humo y las dispersaciones de las campanadas que suben, rajándo litorales allá donde el cielo es una terna viva Inmensa catarata de los cúmulos que no se pormenoriza en el levante quiere caer en tu sitiada piel: hecha de las virtudes de tu verde. Intenté pincelar tu linda cara como quien aspira a ver lo inaccesible. Bordee las moléculas que formaban tu rostro más bello que los lujosos alminares tu mentón estaba asido a la luna y tu mirada redonda me veía. Entonces, retrocedí hacia el norte hacia un lugar de marañas y trópicos donde vela una muerte anaranjada y las sombras vibran en sus anillos. Eras tu blanquecino racimo de colores la magnificación del arte en las breñas: la forma intimidante de la gloria que se concentra en lo rosa del óvalo: Ahí senti que yo caía en las cascadas que me habías arado antes de ser yo, ser perceptivo y mi linaje no era más alto que lo polvoriento. Desapareciste de tus apariciones a la hora misma en que nace en Simún y goteaste sobre mí, llovizna mansa presentando mi alma como muy desvalida pasaron luego lagares y fogonazos rios de dulce miel y millares de almendras la grave anochecida del milagro hasta que renaciste, como yedra sinuosa demostando que yo hacia de necio y no llenaba las peticiones de tu ombligo.
Llamar la vida por su nombre: vida y no dejar que se pierda una mirada asirse a las cosas, como a un compromiso: cumplir con la miés y su faena. Sentarse en las raíces con un canto que no ofenda ni time en lo absoluto. Disfrutar la embriguez vasta del cielo y la danza de estrellas delirantes: Darle al momento lo que el momento pida sin sentir sus presiones en las vértebras oler la marejada en la corola que le entrega a su amada algún amigo. Palpar la sencillez que dan las manos del obrero que labró piedras vivas. mojarse con las aguas de los ríos que perforan el lecho de la yedra. Frotarse los brazos tras las vaguadas, mientras el malvavisco se cocina. Dejar la furia y dejar al enemigo para que brote la carcajada amena. Y aunque las cosas se despeñen encima y quieran abrirse fosas cárdenas perpetuarse en los labios de la amada con un sabor a beso indescifrable. Cargar la poesía por fanega entrar en la entraña misma del cereal, moverse entre las ondas de la espiga como un mar de sensaciones ya concéntricas Seguir al buho de alas pálidas hasta la fuente de todos los hechizos rogarle a la bella lavandera que me preste su fragancia por un día. Caminar por caminos despedidos llevando en el regazo una fanfarria de feria, con sabor a pueblo manso donde frente a la higuera se monten los templetes: Ser abstracción ante las péñas pétreas y regalarte un puñado de diamantes. Mantenerse de pie, sobre la eslora del día que se vuelve amasijos y que ve a los torvos de reojos como el machete a la víbora presente. Sentir que el corazón tiene reparos mientras el mundo se interna en sus falacias Ser congruentes con nosotros mismos mientras la simplicidad nos merodea Abstenerse de volverse preludio para luego decantarse en memorial. Disfrutar de las mieles en tu pecho y deambular por tu ombligo promisiorio dejar los ardides y tomar el laúd para cantar junto a ti, tu savia nueva.
Participé de los veranos en el mismo boscaje de tu cuello: Te subía a la boca un bello verde acentuado por la premura de un sáfico: En las mesetas de tus hombros pardos, la mano a tientas de las constelaciones chupando la carne primorosa: dando mordiscos en tu pulpa santa. La voz del trueno ( siempre inaccesible ) bajaba hacia tus escarpaduras: hacía tus senos en rotundo levante queriendo serenarse en lo pacífico y en tu vientre de ola cabizbaja donde el peso de lo mullido hace que se destiñan las letras en cúfico la desembocadura de dos deltas Ríos escarlatas en tu amazonía: Allá, en lo profundo del manglar el connotado vientre macerado por las naciones de la lumbre: Lugar tranquilo, donde nace la vida. Como quienes vienen a Timur en alegres y vastas procesiones la punta de tus pies sedimentada en las raíces de la tierra mística. Tal cual la hoja que cae del jolgorio para cubrir los flancos de la nieve mi mirada en torno de ti: Ladrona réproba que en una sacristía, robó una legión de huesos mansos. En el repoblamiento de la tierra: mi mirada acechando tu mirada: tus promontorios de miel en lejanía: aquello que desata en mí la sed profunda: más que los gritos que toman la laringe y perforan mis vocales en asaltos, así desearía uncirme a ti para cabalgar por yeguas de gemidos: Para exhalar la vida en tus orejas: para verter en ti el sémen pálido En el mismo lugar donde Armonía colocó tu centro incandescente: ¡ Más frescas que los desiertos que dan paso a los fríos ! ¡ Húmeda como el lirio en que suelo regodearme ! El amor en ti y a ti en su finiquito: El amor que quiere tatuarse para nacer de nuevo.
Rasgo un muro: Se muestran sus vacíos. Rasco mi cabeza y sangra sobre un manto. Rasco mis piernas y manan cicatrices. Toco la electricidad y en ella me transformo. Piso al tiempo: perforo sus paréntesis. Palpo el aire: se alza en manotadas. Giro a los nortes de la aguja magnética. Viro hacia los murales que se abren en murmullos: Oigo las hipótesis de la niebla y al alfabeto en vicio. Por las páginas de un cuento se extravía un canario. Suben las poleas y me colocan manos: los cigueñales paren mis muslos y mis sienes. Un aluvión lejano contiene mi presencia: reticencias que en el alba se van desbaratando. Por donde quiera que vago, las cosas se disipan y migran como pájaros de fuego en el regazo de un relámpago.
¿ Y la noche ?: La noche desuella los aullidos del coyote. Lanza piedras ciegas a las lápidas de brumas. Se discierne y se cierne en residuales cementerios donde la lava sólo busca reencontrarse con la última mirra.. que quemaron los esclavos, incinerados hasta el jadeo debajo de la raíz constelada: es su ataúd petrificado. La noche pasa con sus manos sobre las casas ululantes llevando, sus ramas por pies negros, sus molinos tétricos: La noche se infiltra en los tuétanos de los seres más abandonados que soñaron con derramar su sangre para paliar sus hambres: Cuelga de las campanas con sus sigilos invisibles y entra en los paladares mismos de los enigmas: Se reinventa y rehace en los molares de los lobos y tiende a derribar al búho con cinismo: Cuando los hombres callan, la noche se levanta en lenguas colocando sinuosos estupores en las hojas del jade. Quien ora al pie de una higuera en un abierto plenilunio no sabe que está convocando una estampida de sombras.
A mi lado se despliega: larga y extensa utopía Tu cuerpo de cereal, tu pelo de avena almibarada por un rumor de encajes y de ensueños: Llena del sedimento loco del que te concibió y te trajo a este lugar de álbumina, de rubores, de amores atrapados de astros que se miran como caciques coléricos y quieren sacar el hacha de las quimeras para degollarse, para morir en ti y por ti, al pie del anclaje de tu ropa: hacer enclave donde militas, balbuceando ante tu mirada sin el voto secreto de los que hacen celibato: Aullando, dando gritos, cayendo en un mar sórdido sólo para llamarte la atención y decir: " estoy aquí " Tú la bella, la indómita, la eterna, la predestinada a llenar con tus encantos y tu amor los ojos que te contemplan, a hacer ladrar al hombre envuelto en sus pasiones hasta que se precipite hacia la muerte en una estepa mustia Eres la que me hace desvariar por los llanos de la incomplacencia: La escultura tallada en carne y en hálitos de suceptibilidad, ante la que me reconozco como un diminuto alfeñique y no puedo pensar en algo más alto sino en tus labios constelados. Yo, del basalto, de las quebradas piedras, de la arena raída: Daría la vida que me queda por considerarte mi prójimo y amante y derramarme, como petróleo sucio, a tus pies de alborada buscando las sendas en que pueda asirte con mis despojos y ruinas como un ángel más arriba del ángelus último, como aquella que trepó y enamoró con sus cantos al Buda. Terreno de raíces, alas, bulbos, plumas elásticas: Lugar donde puedo escalar hacia tu ser ceremonioso.
Vivir día a día y descansar de sus visiones y de sus goces; comer con la amada una frutilla y ver el chocolate que la mancha: colocar las manos en la arcilla y ver como se crea la vasija: Acceder al calor y repartirlo entre los hermanos y desconocidos reír en los puntos cardinales y velar profundo al pie de algún féretro: Defenestrarse con el que se defenestra al punto que se llegue al mimetismo: Trepar por los cuerpos como druidas y cerrar la llaga que a almas desangra; Darse totalmente al absoluto de explayarse en los pliegues de tu cuerpo: Cortar la baraja y desmembrarla con los amigos, en la sobremesa: Dejar de lado las confrontaciones para que desaparezca de adentro lo opaco Jamás tentar al Dios que da el aliento y recogerá al cuerpo bajo el palio: Abstenerse de codiciar a la mujer ajena para que no codicien lo que tienes: Ir por la vida agradeciendo todo: los avatares, la brisa, la ventura, la vianda que se extiende en el mantel sabiendo que es providencia Santa.
Un silencio de aire, brizna y cielo avalanzado en un canario: canto lento. Un millar de hebras quebradizas era el día, en los remansos largos: Temblaban el espacio y la memoria, y las pirámides ajadas del sol duro. Las cosas al segundo, quebradizas, eran tan solo manchas en las piedras. Cabalgaba el día con sus luchas destazando la paja en los bohíos: En cada elemento, la virtud vibraba, y era su aliento un cántico primario. Encima de toda reverencia, el lagarto entre dos girasoles y las defloraciones de los cauces cayendo a la tierra, desde mi boca: Yo, entre verduzcos sapos, siendo a la vez, sugerencia de olvido.
Es una calle: densa y larga en la que pisa mi pie ciudadano: piso la sombra y piso sus molestias y la dureza de la calle impávida: Los mismos ruidos siempre me persiguen: ruidos que son rumores de lamentos. Sobre los periódicos que piso mueren las letras y las frágiles imágenes: Si alguien me sigue no lo veo: respira y esa exhalación absorben mis pulmones cansados de la crudeza del tabaco, hastiados de vivir en lejanía: Entre las fuentes embrionarias altas similitudes al Mar Caspio: la conjugación de un cardúmen de palomas, despliegues astrales de almas fosilizadas. También veo a los dientes blancos de la luna, comiendo cementerios: No hay noción de fosforecencia ni hidalguía en la desmemoria misma de los postes: Si tropiezo, me levanta mi sombra y cae tras mío el que me perseguía.
Reticencias, apariciones, disipaciones: Todo fluyendo desde un Yo cristalino. Las apariencias: engañándose en sus agonías instantáneas sobre vastas yuxtaposiciones, soplan luz y sombra. Las líneas se encaraman encima de la montaña y la dibujan. El corazón de los truenos golpea en su mismo universo. Virutas verdes, racimos petrificados, remolino de pámpanos. Bosques de estupores donde se detiene a preguntarse el viento. Emparrados de tristeza, vacíos de rumores, frágiles consolidaciones. Canta el nopál, canta el arce y el humo se pone taciturno. El mundo se ha ido a la misma dispersión de las horas Catedrales tornasoladas al pie de los mismos naranjos. Todo está vacío, como los cuerpos despojados de su alma. El norte se extravía al sur, se pierden el este y el oeste. La añoranza del silencio supera a la añoranza de existir. Los géiseres se vacían y se vuelcan los cántaros. La lluvia ha durado los treinta y cuatro segundos preconcebidos y, sobre la tierra calcinadas, las hierbas beben en exceso. He aquí la precipitación de las cosas a ser borradas por el agua. esa misma que diluye los estigmas y los tumores del imberbe. Todos los apocalípsis se dan cita en un único acabose y las pirámides de nieblas muestran a un mundo incoloro arrebatado por miradas que siempre van de tránsito levantadas en su misma No presencia, como amuletos embriagados.
Pareo en movimiento rostro amado Sativa de los seres que te piensan: Por ti, mis ojos caen, fluyen en las conjugaciones de las aguas. Ajuar de la cadera: ardiente luna lluvia de besos y astros cenicientos Tu forma de cristal me transparenta: fondeas sobre mí, fontana blanca. En las dispensaciones de la arena tu pelo haciendo largos revoltijos ondulante, como fiera marea color súbito en mi enrojecimiento. Con uñas agresivas tu me abates bajo una marejada de cobaltos. Cielo de cielos, hacia ti trasmigro en lo sedoso que pueda ser mi canto: Salud bendita que se desparrama en mi lengua, tatuada de deseos Brizna que quiero llevar a la boca legión de mis sueños, todos sucedáneos ondulan las brazadas del poniente sobre la cresta inmensa de tus ojos: río de latidos donde yo renazco, manjar que quiero degustar ahora. Fresca, como la aurora que se entrega y el panal que busca ser conspicuo emerges junto a mí como migajas de Pan de sueño, apenas sugerido.
Mar de espumas negras mar de dolores ¿ Cúanto ? ¿ Cuánto afán de dolores alegre, sustrajíste a las tripulaciones de barcos destruídos ? ¿ Qué odio no escaló la la altura de tu odio cuando tomabas cuerpos para hacer tus asaltos ? ¡ Cuánta rabia engendraste, cuánto luto y tristeza en aquellos que supieron, tragabas su garganta! Apóstol de todas las religiones intangibles que sujeta a la víctima y le muele la entraña. ¿ Cuánto hubo de gritos en esas piras húmedas donde los navegantes encontraron tu saña? Sugerente en tus rizos que doblan rompeolas: Tienes caras hipócritas en tus columnas falsas. No amas la virtud, la piedad ni el anhelo de la nana que llevas atada a una cadena ¿ De qué constelación inmunda es que has venido para dar una cara que siembra constristamiento? Mar de dentelladas, te acercas a los hombres para consolidarles tus ardores de muerte.
Tu frente terraza de vértigos es la cima sedosa que prefieren los astros, para desembocar en preeminencias y dejar sus raciones de besos Tu frente, ámplia y sediciosa es el lagar completo donde el sol anhela hacer sus vinos y mi boca busca acercarse con aciertos. Tu frente nació para las esmeraldas, para ser poseída por diademas para ungírla con aceites de olivos y ser frente de reina para los alevosos labios míos y motivo completo de mi halagos y mil cantos rojizos y húmedos que eliminen de mí el celibato. Por ella, levantaré una espada ígnea y guerrearé para tener tu encanto como una frescura que se entrega a aquel que la ha ganado.
Torre que cae hasta sus cenizas: muros desolados entre raíces gélidas. El precipicio abajo, entre las neblinas, piedras borradas por la cólera del tiempo: Lo caído es subterráneo, se envuelve en un submundo: Todo termina por extraviarse entre enigmas. La pirámide, el terraplen, el residuo zodiacal dieron su último alarido en exterminio postrero. Voces mudas nacían, ¿ desde cuándo, desde dónde ? y sólo eran oídas por las marejadas del inframundo. La sal era sepelio propuesto entre los fosfatos para un pueblo bárbaro que moría en desvanecimiento: Las alas de la visión subieron a mis ojos y me sembraron prúrito: Cosas mismas desarraigadas en el lugar en donde se empalaba al lagarto. Con frío ignominioso, como sentencia de fusilamiento fuí a las cuevas mismas al pie de los ocasos para convencerme que los tiempos estaban desvanecidos y que los falsos dioses murieron al margen del relámpago.
Richard Albacete. Qué nuevo podría decirse de este enorme talento que se da lujos matizando con sus experiencias, su intelectualidad, sus subliminalidades, su metafórica retórica y su inagotable e imparable movimiento de su entintada pluma… Quizás no sería inadecuado solicitarle nos otorgara una tregua en esa vertiginosa producción suya que nos hace quedar atrás desenredando los hilos de su profundidad; no obstante, una vez desmadejadas sus obras, impresionan sus alcances y nos sentimos presas de las garras de su superioridad. No es fácil mantener su ritmo y por ello –imagino—muchas de sus intervenciones quedan con pocas lecturas, puesto que es necesario acudir a un entendimiento extraordinario para concluir su contexto. Además de esta agudeza, posee más aptitudes que le enaltecen: Es generoso con sus opiniones y leal con quienes lo afectan, sumado a una noble humildad que solo los grandes de verdad pueden mostrar. Gran amigo cosechado en las iniciales páginas de Textale –cuando yo me inscribí con un perfil diferente—junto a varios valiosos participantes que hoy brillan con su ausencia.
Hola soy nueva me llamo Luminia de cariño soy Lu, y me doy cuenta que esa Cristina es un ser primitivo es muy grosera, apenas me inicie hoy y me estoy decepcionando tu eres un gran escritor te he leìdo y por eso me animè a entrar espero me leas
Bianca: Ni siquiera creo que existas realmente.....¿ Eres hombre o mujer ? ¿ Esa foto es tuya o no ? ¿ Quién eres? en el ciberespacio hay personas con múltiples identidades....¿ Quién me dice que no eres un envidioso de esta página o de otra ?...Creo que eres FRANK LAMEDA que me persigue siempre.....En fin Frank o Bianca, como te quieras llamar. Vete al demonio con tu envidia pues no eres capáz de escribir ni medio verso...Siempre andas falsificando correos electrónicos, fotos y personalidades....Eres una vergúenza en el ciber espacio....Y ya tienes años persiguiéndome....Alguna mano ya te alcanzará, pues la justicia se hace de una manera u otra
Querido Richard, k gusto es tenerte aquí diciéndome cositas tan bonitas!! Que suerte la mía!! La belleza es algo tan fugaz como temprana , no crees? Yo me veré bella el día k tenga mi melena. Larga(siempre larga) toda blanca(ojalá) arrugas por toda cara(ojalá) y tenga mucha serenidad(ojalá). Y todo eso sin pasarme por el quirófano y parecerme una de 60 con 35 años. La belleza y su relatividad. Es k es tan relativa... Jeje.
Es un placer venir aqui visitar tu rinconcito y beber un poco de tus versos. Son las pequenas cositas que dan sentido a la vida. Brindamos por las letras!!
Gracias Richard tú sabes cuanto aprendí de ti, eres de los mejores salud!!! desde el mictlan donde jamás se me ha olvidado que siempre seremos Hermanos de TInta, gracias porque haz estado conmigo desde el principio amigo
Hola Maestro, soy un admirador suyo, lo conocí a través del chango y me solidarizo con usted en lo que respecta cierto payaso, con mucho respeto le dediqué una poesía a ese mediocre, un poco inspirado por la distancia que los separa. Espero su aceptación como amigo, su seguro servidor...Alek El Azrael.
Querido Richard, de más está decirte que me gusta como escribes, se nota a la legua. Es un gran placer leerte y asombrarme de la gama de posibilidades que brindas a los demás.
Mi keridisimo Hermano de Tinta...(oh...espera desde hace algun tiempo keria komentarte algo..no te molesta ke te diga asi verdad...digo...sabes...kasi siempre adjudiko un seudonimo a la gnte interesante ke m e deslumbra o cautiva por algun akto...y kreo ke la primera vez ke te lei se asemejo algo ke yo antes hacia...y kreia ke nadie notaria o ke no era algo genial...y kundo lei algo ke tu pluma gozaba y relucia a kada momento...pareciese ke nuestro entorno...la tinta...dos gotas...fina comparsa...por eso se me vino a la mente akello...Hermano de Tinta...y pues me da gusto ke ahora lo digas o tengas esas frases...jajaja...) Bueno a lo ke voy...te invito a ke pase kon todo el cariño del mundo a leer mis dos nuevos textos Escarnio en Fugaz Verso...y Tu No Eres Una Musa...ke pues ahi enkontraras algo ke aprendi de ti...pero yo lo konverti en groseria....te espero mi kerido Hermano de Tinta.... desde aka...saludos....desde el Mictlan
Richard Albacete
Lu
Alexandra_sol
besos de alexandra
Richard Albacete
en el ciberespacio hay personas con múltiples identidades....¿ Quién me dice que no eres un envidioso de esta página o de otra ?...Creo que eres FRANK LAMEDA que me persigue siempre.....En fin Frank o Bianca, como te quieras llamar. Vete al demonio con tu envidia pues no eres capáz de escribir ni medio verso...Siempre andas falsificando correos electrónicos, fotos y personalidades....Eres una vergúenza en el ciber espacio....Y ya tienes años persiguiéndome....Alguna mano ya te alcanzará, pues la justicia se hace de una manera u otra
May Vicky
La belleza es algo tan fugaz como temprana , no crees?
Yo me veré bella el día k tenga mi melena. Larga(siempre larga) toda blanca(ojalá) arrugas por toda cara(ojalá) y tenga mucha serenidad(ojalá). Y todo eso sin pasarme por el quirófano y parecerme una de 60 con 35 años.
La belleza y su relatividad. Es k es tan relativa... Jeje.
Gracias por tus piropos. Tan lindo!!
Feliz semana para ti también.
PD: besitos de Biankita igualmente.
May Vicky
Es un placer venir aqui visitar tu rinconcito y beber un poco de tus versos. Son las pequenas cositas
que dan sentido a la vida. Brindamos por las letras!!
Un abrazo lleno de energia positiva para ti.
Hoz Leudnadez
tú sabes cuanto aprendí de ti, eres de los mejores
salud!!! desde el mictlan donde jamás se me ha olvidado que
siempre seremos Hermanos de TInta, gracias porque haz estado conmigo desde el principio amigo
alek el azrael
María de la Paz Reyes de Langella
leticia salazar alba
Hoz Leudnadez
Bueno a lo ke voy...te invito a ke pase kon todo el cariño del mundo a leer mis dos nuevos textos Escarnio en Fugaz Verso...y Tu No Eres Una Musa...ke pues ahi enkontraras algo ke aprendi de ti...pero yo lo konverti en groseria....te espero mi kerido Hermano de Tinta....
desde aka...saludos....desde el Mictlan