Sonoridades acordes e insensibles peroratas sobre las disertaciones vácuas en la grave noche en la que ingrávida pasas como la más alta idea que pudiera darme calma. Trasnochada está la tierra y muestra negras ojeras. mientras piensas en tu cama lo que lucharás mañana: Descansa niña, descansa, pues la impaciencia te busca y aún, descalzada, atrapa a los que adelantan días y comen de la fruta sucia pues el espantajo anda, muy cerca de las que gimen cada noche traspasada.
Hora vaciada: Segundos que van borrando mi cara y, luego entierran mi nombre Donde la Nada ya es Nada. Y en mi ser desaparezco como vapor que no escapa al mordisco del minuto que todo nubla y escarcha. No se detiene el reloj pues va moliendo feróz. y sus vórtices detienen lo que aún no es transparente. Cuando yo inhaló, exhalo, los momentos en que ando. Más como destello paso a destiempo y destemplado. Si me devastara el viento sería gentil lamento. e intempestiva borrasca, que en su sigilo, girara.
Sube el viento, sube el alma, sobre los lomos de un cielo matizado de sabores y azúcares milenarias. Y hay abejas transparentes dando su miel, de mañana a los que no son ingratos con los que caen en desgracia. Todo es revoloteo si mi alma corteja al viento. Y esas escenas espían los indulgentes cerezos: Seres de lenguita larga que mascullan sin silencio.
El enigma del enigma es, en tu cara enigmática un murmurar de secretos que las pirámides callan. Y sobre la sombría víbora es apenas escrutada. Óvalo sin luz tus ojos que ante mi presencia vagan cual una hembra sumisa o doncella de vasallas.
Quién conece lo que sufro cuando mís manías calan muy dentro de mi y se rompen como astillitas baratas ? Quién conocerá mi porte y mi humilde desasosiego ? Quién sabe que planto rosas sembradas en mi memoria ? Yo soy vana repitencia de secundarias esencias. Quién hará por mí una roca de teriopelo y vellosa ? Mi fuego electriza al fuego que a un diamante cuece lento. Quién definirá la brecha que hay entre locura y genio y sacará de las copas miles de odres repletos ? Nadie sabe que la niebla de mis laberintos plena mis abismos angulados y mi grito cotidiano. Yo también he visto a Vénus llorar por todos los ebrios. Vi al albino que se goza en sus sentencias rijosas. Y también a un río magro deshilacharse en mi mano. Quién sabe que los arpegios los he arrancado de liras embarazadas de truenos ? Quién recojerá las lilas y transformará la lírica con este mi verde tacto que revive de ipsofacto? Más, pasaré como todos los guarismos silenciosos y seré imaginería, desilusión, fantasía y secuela de delirios en muy desgastada luna. Alta mi torre y mi espada, cual toda épica tonada. Y, consumida mi lumbre, no se nombrarán techumbres ni habrá formas desdentadas, cuando se acabe mi marcha.
El aire atrapa al aire con sus ínfulas alzadas sobre voráces campiñas y arboledas comedidas. Y a las montañas se arroja volviéndose mariposas o alguna hojuela impregnada de un dulce sabor a savia. Aire que atrapa y traiciona, aire de bajo coraje: Que tu talle no coexista en las jardineras mías. Aprende a expíar tus males entre frondosos ramajes. No manches a las Begonias con tu desmesura loca.
Dama de mirada ambigua escondida en su paraguas: La de pupilas esquivas que no sostienen miradas. Dama que es Castillo mío y ella, no lo presagia. Equívoca y antagónica. La que arrastrara mi alma desaforada, excesiva desafortunada y frívola. Un centavo no costaba esa mi alma de hálitos y verguenzas milenarias.
Entregada a las Caléndulas va mi lápida olvidada con sus ombligos de fuego y roña: Defenestrada de noche.... Destruída y añejada por seres ya sin colores, seres que no valen para nada.
Noche de viejos escombros que me extrae las entrañas. Noche que es inmensa noche donde mil vidas se apagan. Veo tus negros racimos en velada vigilancia: Para qué quieres mis huesos y mis quebrados cartílagos ? Deja de ser obsesiva sobre mí y que tu lamento parta hacia las playas de hogueras, que a todo el que puede quema. Aparta de mí esa copa de madrugadas amargas y déjame que suceda en mi vida descarnada, y el aire que parte rocas pueda repartir mi alma: Alma llena de tragedias regaladas y baratas ha de años recogidas desde vivencias tempranas que empeorarán tu mundo apenas oses tocarlas. Bebe tu vino y tu viento pues moriré de mañana entre ordenados abetos y algún ataúd de lágrimas.
Mojada, empapada, tersa, con tacones y caderas baila la mulata bella, aunque diluvie en la fiesta. Va vestida de naranja y de otras frutillas mansas. Para danzar ha nacido y, aunque triste y cabizbaja se vea de ningún tambor se aparta. Hasta que la noche rompa y el día la satisfaga, Bailando en la misma roca donde su madre bailara con sus estampitas santas a veces, llenas de escarcha. Con esos ojitos dulces a culquiera ella arrebata algarabías fantásticas, repetidas de mañana.
Existir subir trepar las escaleras del mar. Subír peldaños de viento buscando lo que no puedo alcanzar con la mirada... Y no logra mi alfabeto ni acercarme a tu cetro. Clamo a la estrella cercana y a las Pléyades paganas, más presencio tus vestigios en pistilos elegantes y paletas de sonido.........Allá cesan los solsticios. Ese rojo es tu color pues eres sangrienta flor de una bruma que se cuela en esta mi piel tan necia. Y sé que existe tu trono en los abismos atónitos. donde se hunde la galaxia: Escapista trasnochada alta como las riberas donde el lucero es lucero demolido en su belleza..... Ser tu vasallo deseo y el arlequín de tus fiestas, ante el cegar trascendente del segundo en el que enciendes coletazos en cristales y diamantes desiguales. Tu profundidad me entrega a una mísera goleta. Y soy sacrosanto cirio encandencido en delirios y ser muy peyorativo con la "Y" por muletilla y altar a tus sacrificios.
Bebí tu vino de encanto con sabor a corcho raro. Quizá tragué ese veneno soporífero y escueto en que una ponzoña vaga va oscureciendo las caras de orfebres y patiquines con afeites y mohínes. Con tus ademanes largos, apartaste de inmediato al hechicero que medra cual polilla en tu madera. Rayo de azabache eres en un reino de mujeres de vasta coquetería y malas caritas frívolas donde la rencilla es flema con flequillos que condena a toda mujer de nombre a envidiarse hasta que muera.
Navego en lo finito de este mar ya corroído. Y en falsa barcarola, el Sol abraza y me moja. Más un viento de mohínes muy textuales me divide en aquel que al agua roza y a la anémona molesta con tentáculos: Es necia, entre saltos denodados, audaces y decididos como estos partires míos. Yo no dejo amor en puertos ni me cargo de amuletos. Y en lontananza y sin pillos, no tengo amigas ni amigos. Amo el amor que se da con azucar, leche y pan y la sencillez que exhalan las horas de madrugada.
Distendida, metódica, te extiendes en tus alas. Y embriagada, levitas sobre vestigios rojos. Tu cara es la pizarra donde el carmín dibuja tus más bellas molestías y rímel encantado. La copa está en mis manos para sorberte toda, aunque vistas de harapos, muy y tersa y emotiva. Primitiva gladiola: Cerca te estás formando con elíxires, sombras y sabores de vaho.
Yo soy el que ha trillado los bárbaros caminos. Tan sólo con ingenio y visceral aurora. He logrado el barbecho que se traga a las horas. Coloqué los nutrientes de toda tierra rara, bella o fea: Sin estigma. Y lancé caracoles para que descansase en humedad la tierra. Y la orgánica vida, se asomara entre surcos y cubrirme de espinos con mi conciencia sucia. No mancharé la hierba con mi mala prosodia y mantendré la vida de las pequeñas flores. Debe este mi nombre, servirme para algo.
Cubos, lancetas, cuerdas y hexaedros fantásticos. Se elevan en mí letras cuando escribo de noche. La sombra es una sombra que no tiene caballos. Y en ese sur sin furia crecen necios con violas y demagogos breves que destruyen palacios. Mi pluma ya ha dejado venenos en mis uñas y dormido dorado de estridenciales noches. Pasa de largo un ave que sueña altanerías, en un segundo grave que a la velas, detona.
Mi nombre es como el río: marcha y desaparece en los giros del agua y es de enconada espina. Hembra: Siente la lezna que forjan mis zapatos. Y el rugír de las rocas que me han jurado angustia. Por eso marcho raudo hacia otoños y noches, desterrando faroles que saben de mi vileza.
El pan del pobre tiene, su rúgula de piedra y lo áspero del bronce, por siempre contrahecho. Todas las lonjas brotan de la mesa de piedra cubierta por reptíles, lémures y despectiva lepra. Hay remiendo en los odres para zurcir el líquido y algo de agua trémula regada por los labios y vinos corrompidos que a algunos da remiendo. Desde el sereno nace esa mesa de rocosa sin sabor aromático: De ceniza o cadena o huída mariposa. Y todo lo que se come es veneno pequeño y laja despojada de los ajados ríos: de muy pequeño hechizo y de olor disecado, tal como los terrones que olvidaron ser tierra.
La sílaba se diluye lentamente en su forma y busca consonantes para de ellas nutrirse. Y volverse palabra aunque el viento corrugue su desarmada forma y sentido inmediato: Mas, también da vocales cuando queda preñada. Y se hace alfabeto con sus asimetrias.
Para estrujarte niña, es que forjé tu cuerpo. De hojas aromadas e ilímites matices. Más no usé ese hornillo que da vida a las dagas ni el armatoste helénico que a la espada forja. Sí usé los reductos donde el color respira y se hace rubor rosáceo y renacientes alas. Te hice de los muñones más tristes del olivo y del amor del nardo que al fin se despertaba. Y para que andarás junto a mí forjé columnas que entrelazaban fuertes a mis brazos inversos. Para ti preparados para ejercer de diana cuando Artemisa y Eros te sintieran gran hembra y lanzaras tus flechas a lo hondo de mi pecho. Tan feliz y empapada como ser de leyenda.
En mi ojo se refleja lo recio de la rosa, la casaca que viste descuidado el almendro. Todas las disyuntivas que afligen las gladiolas y la inercia del ave que arde de madrugada,
Te han nombrado reina en gentil Unicornio y princesa incendiaria que da incienso a mis manos. Bajo ti no hay alfombra de nardos y laureles, ni la palabrá gótica que alardea en tu oído. Me sacas de prisiones: Sincera desentierras lo que en mí fué milagro y salvación inmensa. Eras tú quien reía al pie de mi ventana. La que crujió en la hora loca de la madera en una casa rala, ya ha añales, corroída. La que comprende todo con tan solo soñarlo. La que es rescoldo recio y quema soledumbres. La que es agua que embriaga tan sólo por mirarla. No ven tu zapatilla de diamante y lavanda ni al insolente bosque callarse ante tu ornato. Eres quien pone en áscuas a mi agredida carne y a la vez, empalaga, con un beso indeleble.
Si la brisa te abrasa,abrázate a la brisa: Cíñela con tus manos: Estrújala, rodéala. Inclúyela en tus cantos, compréndela en sus dudas. Acógela y retenla al azotar tu cara. La brisa es niña y crea, paraísos de lumbre, árboles en sigilo que envuelve en su coraza. Y arde en llamas el bosque cuando clama a la tierra. La brisa y tu son leyes que se esconden en brasas y rostros emotivos que conquistan la hora trepando, por segundos, lejos de entera noche.
Andrómeda me mira y también Caciopea en tiempos constelados donde el cielo era griego Y Cepeo trataba junto con sus meandros para cribarme todo y cernirme tus risas, más asidas a mi que en un lugar sagrado me lavaste con aguas que destiló la luna. Y comenzo mi andanza entre chispas de fuego y botones de aurora que compraron mi alma.
Sabor de tiempo y años y vasta madrugada. Encima del peral se desespera el viento en busca de una excusa para dar compañia a mí, que sembré en los océanos las más preclaras perlas y dejé, en cada puerto, mis besos y mis flores... Y regresé al terruño para arder en tus flamas.
Creo mundos magníficos sobre tu piel de malva y azabache muy lento que agudo cuerpo esculpa. Eres más que el follaje que entrampara al oprobio. Eres manía y vértigo y lumbre sugestiva. Si caes de mi lado me toma el desespero del que ha perdido todo: Su cimiento y su copa. Cuando te cristalizas en los vésperos verdes eres lucero inmenso que corta mis palabras y un amor incipiente que da fe a mi mundo preciso y concluyente y tajante en sus borrascas. Latido del latido que somete sin látigo. Alto vestigio, cumbre de luz arracimada y certero revuelo que en tules aparece con armonía gallarda, sensorial, principesca sobre los tiempos de la albaca cabalgas arrastrando esmeraldas ya todo enternecidas.
Para ti mi selecta voz y mi arquetipo: La caricia más calma que deseara un venado. Un collarín de notas y sedosos laureles y el poema imbricado en venias sucesivas. La hoja de la más tímida palma que te refresque. El beso del mulato, mejor que el beso mío y una gargantilla de algas más que dulces, para que te repongas en un certero sueño.
Dame lo que retengas: Tus caprichos, tus dudas, tu llorar en la arena sobre lomos de años. Y, si también lo quieres, cuéntame tus sonidos, tus ecos, los reverberos álgidos que han bruñido tu mundo. Cuéntame de tus soles, tus derrotas y angustias: Soy consejero sabio y de labios callados. Háblame de derrotas que te borran derroteros: Las costas y peligros que te han merodeado y la ruta fantástica de tus primeros logros. Desahógate amiga: Ya doblan las campanas y se van los espantos lejos de sus sudarios. Haz de nuevo la vía, reconstruye el camino de todo ser logrado en honor misterioso. Andemos, mano a mano por las grutas del aire y ríe, pues la risa es la miel de los pobres y asesina el gruñido de los que mal han amado.
Páramos solitarios erguidos en la calma. Silencio de mulatos carentes de todo abrigo. Cúpulas segmentandas por donde saltan Elfos. Ombligos salitrosos, llenos de frío y piedras. Hay polvo en los olivos y muerte aún fresquísima. Y delgadas palomas esquilmadas en llantos. Todo el paisaje es simetría cinética por dolor detenido, con cuerpos arrasados y fantasmas de angustia dañados por las horas. Agotados perecen ojos en las esquinas y alto es el agravio cada momento atávico, que ha heredado las muecas y el dolor del cilicio.
Escribo con crudeza, con dolor biselado en un tiempo imperfecto en que rompo maderas. No como en la juventud de mis abecedarios, no como el que colgara la luna en picaportes y cruzara en desorden campamentos de rosas. Ha madurado el clérigo que hice en mis delirios y me alcanzó lo omnívoro en mi piel de filántropo, más aún me conservo en mi inguinal angustia. y sigo rodeando al sátiro, para reírme un poco.
Hambre en los marginados y los niños obreros. Hambre envuelta en hambre que come las cutículas. En minas de carbón hay frutos de cicuta cocidas en su enjambre, omnisciente de todos los seres desnutridos que cazan comadrejas y atalayan conejos que en el césped saltaran, como lo hiciera Edipo cuando se supo enfermo. Seres ya desganados que comieron su aura. Entre todo lo tóxico quizá se cuele un higo que no es más que reflejo de otro higo primero. En el hambre se cuelan los huesos ya traslúcidos y el cartílago hueco que dejo un magro pájaro. Muerte por hambre es muerte de inanición; Castigo para el que permanezca soñando con filetes.
Florecilla tranquila: ya es el momento del pólen. Y de la abeja albina oculta en tamariscos. Da esa miel a un mundo urgido de melaza. En tus colores eres maravilla dormida, nación de mi dominio, cristal de mis cristales. Y a veces, zarza eres que me quema la boca, cuando beso descalzo tu luz de simpatía.
Oye, mira, disuelve, mi paz cauterizada, mi cincelado otoño. Mis uñas: Largas ellas en mi larga memoria rodeada por demencias, entre danzas de olvido. La desmemoria pasa y muestra su cabeza. Pero me encuentra aquí trivial, desaliñado, ya bebiendo las aguas más puras de mi invierno. Florecido en mi báculo, sentado en el terrado, sin máscaras ni ropas espectrales de feria. Tan sólo yo y mi gata ante el abismo calmo. Gotea el aire denso sobre turbios laureles mientras anudo Pléyades sueltas sobre los pinos.
Fuego es lo que sale de tus ramas de lumbre: y de tu boca, flamas, flamas, flamas de contexto infamable. Y tu entraña es un ente cruzado por relámpagos, con su raíz de fuego, tan sequiza y pequeña. Y te haces ceniza de tronco destruído con hojas encendidas que de incendio quedaron para testimoniar lo que es purificado por todos los calores que gritaron muriendo.
Entre el cielo y la tierra la tristeza Oceánica me estruja con sus lazos de imperturbables olas. Y repele al querube, que intenta con su lanza, salvarnos disociados en la temida tierra.
Me allegaré a las sombras de la umbra dormida debajo de las formas negras de los parrales y allí dejaré mi disentir, mis dudas más espesas y mis dos torpes manos que me fueron cortadas.
Para qué echan todos su esplendor a la rosa que hace femenil a la abuela dormida ? Para quién gimotean legiones de canarios? Qué es la Filosofia si no existo en tu mundo ? Por qué fenece el aire en fiera inexistencia ? Quién desvanece el pájaro a la hora del alba ? Y para quién el néctar de esfínter amarillo si soy mortal y paso, recogiedo mi sombra?.
Te dí las comisuras de largo fuego blanco. Diseñé tus aretes sin que palidecieras. Era tu cuerpo en sí piel, desembocaduras, bajadas y vertientes revestidas de ecos. Tus intersecciones eran cruces de miel distinta y pura, que al canario extraviara entre golfo y meandros. Eras de trementina suave: la que enajena mi locura, mi mundo de seres que su rótula hincaban a tu paso de pendular cadera. Cercadas de alabastros sugestivos gemías sabores a mi lengua en absoluto gusto. Y goteé sobre flamas en anchos pebeteros que a tu vera hilachaban todos los cantos ámplios donde lo sensitivo era eternal laguna y tu ser, la gigante gladiola que va dejando humus.
Me disculpo con todos por siempre improvisar. Realmente jamás hice boceto alguno. Y también me disculpo cuando escribo extenuado y, luego de escribir, debo editar y corregir. Soy tan sólo una voz, como lo somos todos. Y, de mañana corrijo mis versos desastrozos. Siempre me hallo cansado, al borde de mis días y gigantescos quebrantos son ya mi diaria copa. Richard Albacete.
Pido no, la redención: sentir al mundo en las manos calientes. Oír la quietud del rugido. sentir la paz que merodea a la ola. Piedo ser la detención, la pausa el inmóvil murmullo que acompaña a una ristra de jadeos. Pido sentir al silencio cruzarse ser la consonante que no suena. Ser la vocal que ve congelada en la mínima detención que da el segundo. Y que sobre tu frente caiga un río que sea de soliloquios y de abrazos. Pido ser la emanación del subsuelo que calienta a tu talle desbordante.
Yo te perdí en la brisa, yo te perdí en la playa, en la ola celeste del mar que se hace orondo. Yo te perdí en un pueblo de mi extraviada tierra: Allí, fue el tedio que daban los banales y el vino que cedía a la copa estancada. Llevabas un sombrero amarillo, como de paja lenta. Llevabas esos ojos que carga la esmeralda. El pie casi desnudo, el collar instantáneo que quería acceder a tu alma desnuda. Parecía que todos deseaban juntarnos como dos ramos vivos saltando en la maleza. A la hora silvestre del acuartelamiento iba mi corazón a colgarse en encinas por el toque de queda que aviva a la metralla. Por el salitre ronco donde caen las bocas y se vierte la sangre en definitiva pérdida. Tú eras aquella que venía a mi imberbe morada, donde los reptiles hicieron su palacio y la feroz iguana desgajaba los huevos que el tiempo bochornoso dejó en oscuridades. Era el momento insólito de los besos extremos, era el mismo lugar que merodeaba el buitre, donde dos locas lenguas ya de por si melladas buscaban el descanso de una tregua nocturna. Las palomas seguían mirando el agua dulce que manaba de ti y tu saliva tibia. Yo te perdí en el momento en que mis ojos fueron llamados a la guerra por albinos reclutas. La dentellada allí me llenó de tragedia y no vi más que muertos, muertos diseminados, sobre los pozos yertos y la colina adrede, con un ojo en la muerte y la bala en el otro. Y cuando yo volví, como estaciòn o renuevo tu sombra y tu figura se fueron en bandadas de otro, que corrió para sedimentarte y confiarte un amor que caló en tus zapatos.
Ante el teclado recuerdo que es Lunes: No es hora de corolas ni de espigas, no es hora del segador sin yelmo. Quizá, el humor deba colarse por entre los enrejados de mis sienes. Quizá, deba desnudarme y apartarme de todo: de la luna que ya retoza en la alfombra, de la vasija cruda con semblante de ánfora, del tiempo indefinido que me asalta los ojos. Del sueño de la secretaria insinuándose en las escaleras, de los extremos casi heréticos de una ígnea lujuria. Quizá, deba colgarme, como ropa, en la percha, o sentirme mis viejos botines de charol. Para escapar de la enormidad de esta celda de tedios, y de los sordomudos que, de cierto, me espían. Dejar los secretismos que tengo con la cerveza. Abandonar las congregaciones macilentas del puro. Subir, subir allá, a domados azules y sentir algún puño de paz y de esperanza.
El azul buscaba al rojo en las componendas del amarillo. El negro se había deslizado al gris, robándole un poquito al blanco. El marrón se mantenía marrón porque tenía pereza de mezclarse. Algunos colores se insinuaban en los otros, y los demás pasaban desapercibidos. El violeta quería ser flor transparente y el bermeyón, usurpar el amanecer. El arcoíris era como de cuarenta tonos: Tonos que eran de por sí, ambiguedades. Los colores se enfrascaron en pelea para ver quién era el mandamás. Pero las cosas los veían exiguos y los contemplaban como simples percepciones. Los elementos no entraban en batalla: Su batalla era ser existencia. La fuente iba del infrarrojo al ultravioleta, como si fueran surtidores cambiantes. Cosas que se ven en sus ludísmos y tienden a llenar de sueño mis rincones. Peleas de los colores y las letras son las que sobran cuando me sé dormido.
El equilibrista bailaba en los puentes de la risa. Iba titubeando leve por las redes del insomnio. Brotaba de las palomas tendidas en las palabras. Bailoteaba en merenderos en sus sogas de peligro. En sus botines calaba sigilos y melodía. Entraba por la ventana como la luz multiforme. El equlibrista era sustentado por vacíos, absorbido por el cielo. Cuerpo en movimiento inmóvil sobre los chopos disueltos. El aire le daba varas lo sostenía en su mano, era crepúsculo y viento que se adentraba a mi frente donde ardían las ideas desde mis cuevas mentales. Pensaba el equilibrista que de materia era hecho: No era más que una pausa en los pilares del cráneo, allí donde duerme el tiempo y se juntan laberintos que siempre están yuxtapuestos.
Dudo de ti dudo de mí dudo de las disipaciones de la risa que pueden envestir lo inesperado. Dudo de la veracidad de la savia en querer darle vida a un arbusto. Dudo de la tierra que se adhiere al árbol para sentirse tierra. Dudo de los antifáces que se las dan de caras. Dudo de los coloquios entre seres ambiguos. Mi reticencia está aquí y me acompaña y es más veraz que mi líquida sombra.
Pestañea el viento: tú te formas de entre el vaho errante. Te levantas de la niebla del camino mientras las luces cruzan a tu lado: Oscilas, mariposa de tiempo en lo largo de tu cintura firme: Veo que vienes como rosa incipiente, a llenar los rezagos del vacío. Tus ojos son dos libélulas verdes que alumbran los cruces del asfalto. Cruzas la calle y las cosas se asombran: Es tu respiración, lo que yo inhalo. Te has fraguado de sólidos alientos y los rubores te recorren la falda. Todo se cubre ante ti y tu sonrisa: Suenan campanas sobre la faz del mundo. En la cima de mi éxtasis te espero para enterarme en tu cabellera nueva.
Todo se renueva como un himno laureado que busca reconstruírse de sus semillas. Tu piel, de dos aguas tiznadas moja al mundo y da un calco de tus suaves matices. Te has inciado ya, más allá de la tierra, blanca,blanca, balquecina, como las columnas de plumas. Vienes como de un cielo constelado o un insinuación religiosa. Tu cuello es de cristal fino, de boscajes de diafanidades. En tus hombros están tatuados bellos farallones líquidos y la paz certera del rompeolas se acredita lo dulce de tu frente. Como partiendo el mar en seis partes, te caminan océanos y la escritura del amor es indeleble en el follaje de tus senos. Ondulas en una roca pilimentada y vítrea, Ondulas en la movilidad de un mundo semi inquieto. Llevas la carga honrosa del amor a la vida. Los pájaros te cantan las canciones que compuso la rosa y, en una homilía de pétalos, danzan en la mañana. Tú lo renuevas todo con azulada tinta verde, sacando a retozar tu color y el aroma de tu flora. Tu espalda está nutrida por las sendas en que andan las melodías. Haces las cosas nuevas: mapamundis, plantas, arquitecturas y te vas como un velero, con tu feminidad hecha de sonrisas a bañarte en cascadas de ámbar y racimos de ríos, mientras el universo gira alrededor de tus costumbres y ritos.
Caligrafías del viento sobre la piedra arañada: con manos de musaraña el viento esculpe a la peña. Caligrafías del viento sobre el dorso de las olas. palabras que no son nombres y tampoco, sentimientos. El viento toro rasguña árboles de frágil rama y, sus rostros, despedaza. El viento, sobre mi espalda golpea, merma, mutila con sus aceradas garras. La escarpadura no puede escapar a sus navajas. Golpea mi frente y me quema el viento, con sus peleas.
He venido a saludar a mis muertos: A aquellos que perecieron en cama y a los que vieron mil escaramuzas. A la tía Petra, la partera. Al tío Juan, cazador de dádivas. A los primos de gestos congelados que no sabían de la ausencia ni el nombre. A Juanita, mimosa degollada por una mano, desde la densa umbra. A los tataranietos de mis tatarabuelos, que mendigaban por pan en las iglesias. A los amigos ruinosos, que en el parque tenían olor a lánguida tragedía. A los que aún tenían sus premolares y adoraban el té y los bocadillos. A todos los ajusticiados por el desgobierno que convino, un día, el hampa rampante, en una tierra que no tuvo dolientes, o, si los tuvo, eludieron sus lazos. También a los pájaros azul grana que perecieron en su horca de laureles. A los muertos tartamudos de otra generación que nacieron para exaltar al onanísmo. Aprovecho para mirar los nichos donde el sol largó tremendamente a suicidar un alijo de citas que yo escribiera, sobre mi mesa sucia.
Vine para rasgarte entre las cosas mientras la tarde mostraba dentelladas: Vine con un pincel de luz alegre para tatuar tu nombre en las constelaciones de árboles, arrimados a la más negra tierra donde los dioses se dan por constituídos y las raíces se clavan en la inminecia de un mundo que se bambolea, asentado. Como la música que sueltan los violines y en la que tienden a arrolarse las mandrágoras quise rasgar tu velo, tu cintura pintarte de rojos los labios tan alegres Entre columnas y alveolos de humo y las dispersaciones de las campanadas que suben, rajándo litorales allá donde el cielo es una terna viva Inmensa catarata de los cúmulos que no se pormenoriza en el levante quiere caer en tu sitiada piel: hecha de las virtudes de tu verde. Intenté pincelar tu linda cara como quien aspira a ver lo inaccesible. Bordee las moléculas que formaban tu rostro más bello que los lujosos alminares tu mentón estaba asido a la luna y tu mirada redonda me veía. Entonces, retrocedí hacia el norte hacia un lugar de marañas y trópicos donde vela una muerte anaranjada y las sombras vibran en sus anillos. Eras tu blanquecino racimo de colores la magnificación del arte en las breñas: la forma intimidante de la gloria que se concentra en lo rosa del óvalo: Ahí senti que yo caía en las cascadas que me habías arado antes de ser yo, ser perceptivo y mi linaje no era más alto que lo polvoriento. Desapareciste de tus apariciones a la hora misma en que nace en Simún y goteaste sobre mí, llovizna mansa presentando mi alma como muy desvalida pasaron luego lagares y fogonazos rios de dulce miel y millares de almendras la grave anochecida del milagro hasta que renaciste, como yedra sinuosa demostando que yo hacia de necio y no llenaba las peticiones de tu ombligo.
Llamar la vida por su nombre: vida y no dejar que se pierda una mirada asirse a las cosas, como a un compromiso: cumplir con la miés y su faena. Sentarse en las raíces con un canto que no ofenda ni time en lo absoluto. Disfrutar la embriguez vasta del cielo y la danza de estrellas delirantes: Darle al momento lo que el momento pida sin sentir sus presiones en las vértebras oler la marejada en la corola que le entrega a su amada algún amigo. Palpar la sencillez que dan las manos del obrero que labró piedras vivas. mojarse con las aguas de los ríos que perforan el lecho de la yedra. Frotarse los brazos tras las vaguadas, mientras el malvavisco se cocina. Dejar la furia y dejar al enemigo para que brote la carcajada amena. Y aunque las cosas se despeñen encima y quieran abrirse fosas cárdenas perpetuarse en los labios de la amada con un sabor a beso indescifrable. Cargar la poesía por fanega entrar en la entraña misma del cereal, moverse entre las ondas de la espiga como un mar de sensaciones ya concéntricas Seguir al buho de alas pálidas hasta la fuente de todos los hechizos rogarle a la bella lavandera que me preste su fragancia por un día. Caminar por caminos despedidos llevando en el regazo una fanfarria de feria, con sabor a pueblo manso donde frente a la higuera se monten los templetes: Ser abstracción ante las péñas pétreas y regalarte un puñado de diamantes. Mantenerse de pie, sobre la eslora del día que se vuelve amasijos y que ve a los torvos de reojos como el machete a la víbora presente. Sentir que el corazón tiene reparos mientras el mundo se interna en sus falacias Ser congruentes con nosotros mismos mientras la simplicidad nos merodea Abstenerse de volverse preludio para luego decantarse en memorial. Disfrutar de las mieles en tu pecho y deambular por tu ombligo promisiorio dejar los ardides y tomar el laúd para cantar junto a ti, tu savia nueva.
Participé de los veranos en el mismo boscaje de tu cuello: Te subía a la boca un bello verde acentuado por la premura de un sáfico: En las mesetas de tus hombros pardos, la mano a tientas de las constelaciones chupando la carne primorosa: dando mordiscos en tu pulpa santa. La voz del trueno ( siempre inaccesible ) bajaba hacia tus escarpaduras: hacía tus senos en rotundo levante queriendo serenarse en lo pacífico y en tu vientre de ola cabizbaja donde el peso de lo mullido hace que se destiñan las letras en cúfico la desembocadura de dos deltas Ríos escarlatas en tu amazonía: Allá, en lo profundo del manglar el connotado vientre macerado por las naciones de la lumbre: Lugar tranquilo, donde nace la vida. Como quienes vienen a Timur en alegres y vastas procesiones la punta de tus pies sedimentada en las raíces de la tierra mística. Tal cual la hoja que cae del jolgorio para cubrir los flancos de la nieve mi mirada en torno de ti: Ladrona réproba que en una sacristía, robó una legión de huesos mansos. En el repoblamiento de la tierra: mi mirada acechando tu mirada: tus promontorios de miel en lejanía: aquello que desata en mí la sed profunda: más que los gritos que toman la laringe y perforan mis vocales en asaltos, así desearía uncirme a ti para cabalgar por yeguas de gemidos: Para exhalar la vida en tus orejas: para verter en ti el sémen pálido En el mismo lugar donde Armonía colocó tu centro incandescente: ¡ Más frescas que los desiertos que dan paso a los fríos ! ¡ Húmeda como el lirio en que suelo regodearme ! El amor en ti y a ti en su finiquito: El amor que quiere tatuarse para nacer de nuevo.
Rasgo un muro: Se muestran sus vacíos. Rasco mi cabeza y sangra sobre un manto. Rasco mis piernas y manan cicatrices. Toco la electricidad y en ella me transformo. Piso al tiempo: perforo sus paréntesis. Palpo el aire: se alza en manotadas. Giro a los nortes de la aguja magnética. Viro hacia los murales que se abren en murmullos: Oigo las hipótesis de la niebla y al alfabeto en vicio. Por las páginas de un cuento se extravía un canario. Suben las poleas y me colocan manos: los cigueñales paren mis muslos y mis sienes. Un aluvión lejano contiene mi presencia: reticencias que en el alba se van desbaratando. Por donde quiera que vago, las cosas se disipan y migran como pájaros de fuego en el regazo de un relámpago.
¿ Y la noche ?: La noche desuella los aullidos del coyote. Lanza piedras ciegas a las lápidas de brumas. Se discierne y se cierne en residuales cementerios donde la lava sólo busca reencontrarse con la última mirra.. que quemaron los esclavos, incinerados hasta el jadeo debajo de la raíz constelada: es su ataúd petrificado. La noche pasa con sus manos sobre las casas ululantes llevando, sus ramas por pies negros, sus molinos tétricos: La noche se infiltra en los tuétanos de los seres más abandonados que soñaron con derramar su sangre para paliar sus hambres: Cuelga de las campanas con sus sigilos invisibles y entra en los paladares mismos de los enigmas: Se reinventa y rehace en los molares de los lobos y tiende a derribar al búho con cinismo: Cuando los hombres callan, la noche se levanta en lenguas colocando sinuosos estupores en las hojas del jade. Quien ora al pie de una higuera en un abierto plenilunio no sabe que está convocando una estampida de sombras.
A mi lado se despliega: larga y extensa utopía Tu cuerpo de cereal, tu pelo de avena almibarada por un rumor de encajes y de ensueños: Llena del sedimento loco del que te concibió y te trajo a este lugar de álbumina, de rubores, de amores atrapados de astros que se miran como caciques coléricos y quieren sacar el hacha de las quimeras para degollarse, para morir en ti y por ti, al pie del anclaje de tu ropa: hacer enclave donde militas, balbuceando ante tu mirada sin el voto secreto de los que hacen celibato: Aullando, dando gritos, cayendo en un mar sórdido sólo para llamarte la atención y decir: " estoy aquí " Tú la bella, la indómita, la eterna, la predestinada a llenar con tus encantos y tu amor los ojos que te contemplan, a hacer ladrar al hombre envuelto en sus pasiones hasta que se precipite hacia la muerte en una estepa mustia Eres la que me hace desvariar por los llanos de la incomplacencia: La escultura tallada en carne y en hálitos de suceptibilidad, ante la que me reconozco como un diminuto alfeñique y no puedo pensar en algo más alto sino en tus labios constelados. Yo, del basalto, de las quebradas piedras, de la arena raída: Daría la vida que me queda por considerarte mi prójimo y amante y derramarme, como petróleo sucio, a tus pies de alborada buscando las sendas en que pueda asirte con mis despojos y ruinas como un ángel más arriba del ángelus último, como aquella que trepó y enamoró con sus cantos al Buda. Terreno de raíces, alas, bulbos, plumas elásticas: Lugar donde puedo escalar hacia tu ser ceremonioso.
Vivir día a día y descansar de sus visiones y de sus goces; comer con la amada una frutilla y ver el chocolate que la mancha: colocar las manos en la arcilla y ver como se crea la vasija: Acceder al calor y repartirlo entre los hermanos y desconocidos reír en los puntos cardinales y velar profundo al pie de algún féretro: Defenestrarse con el que se defenestra al punto que se llegue al mimetismo: Trepar por los cuerpos como druidas y cerrar la llaga que a almas desangra; Darse totalmente al absoluto de explayarse en los pliegues de tu cuerpo: Cortar la baraja y desmembrarla con los amigos, en la sobremesa: Dejar de lado las confrontaciones para que desaparezca de adentro lo opaco Jamás tentar al Dios que da el aliento y recogerá al cuerpo bajo el palio: Abstenerse de codiciar a la mujer ajena para que no codicien lo que tienes: Ir por la vida agradeciendo todo: los avatares, la brisa, la ventura, la vianda que se extiende en el mantel sabiendo que es providencia Santa.
Un silencio de aire, brizna y cielo avalanzado en un canario: canto lento. Un millar de hebras quebradizas era el día, en los remansos largos: Temblaban el espacio y la memoria, y las pirámides ajadas del sol duro. Las cosas al segundo, quebradizas, eran tan solo manchas en las piedras. Cabalgaba el día con sus luchas destazando la paja en los bohíos: En cada elemento, la virtud vibraba, y era su aliento un cántico primario. Encima de toda reverencia, el lagarto entre dos girasoles y las defloraciones de los cauces cayendo a la tierra, desde mi boca: Yo, entre verduzcos sapos, siendo a la vez, sugerencia de olvido.
Es una calle: densa y larga en la que pisa mi pie ciudadano: piso la sombra y piso sus molestias y la dureza de la calle impávida: Los mismos ruidos siempre me persiguen: ruidos que son rumores de lamentos. Sobre los periódicos que piso mueren las letras y las frágiles imágenes: Si alguien me sigue no lo veo: respira y esa exhalación absorben mis pulmones cansados de la crudeza del tabaco, hastiados de vivir en lejanía: Entre las fuentes embrionarias altas similitudes al Mar Caspio: la conjugación de un cardúmen de palomas, despliegues astrales de almas fosilizadas. También veo a los dientes blancos de la luna, comiendo cementerios: No hay noción de fosforecencia ni hidalguía en la desmemoria misma de los postes: Si tropiezo, me levanta mi sombra y cae tras mío el que me perseguía.
Reticencias, apariciones, disipaciones: Todo fluyendo desde un Yo cristalino. Las apariencias: engañándose en sus agonías instantáneas sobre vastas yuxtaposiciones, soplan luz y sombra. Las líneas se encaraman encima de la montaña y la dibujan. El corazón de los truenos golpea en su mismo universo. Virutas verdes, racimos petrificados, remolino de pámpanos. Bosques de estupores donde se detiene a preguntarse el viento. Emparrados de tristeza, vacíos de rumores, frágiles consolidaciones. Canta el nopál, canta el arce y el humo se pone taciturno. El mundo se ha ido a la misma dispersión de las horas Catedrales tornasoladas al pie de los mismos naranjos. Todo está vacío, como los cuerpos despojados de su alma. El norte se extravía al sur, se pierden el este y el oeste. La añoranza del silencio supera a la añoranza de existir. Los géiseres se vacían y se vuelcan los cántaros. La lluvia ha durado los treinta y cuatro segundos preconcebidos y, sobre la tierra calcinadas, las hierbas beben en exceso. He aquí la precipitación de las cosas a ser borradas por el agua. esa misma que diluye los estigmas y los tumores del imberbe. Todos los apocalípsis se dan cita en un único acabose y las pirámides de nieblas muestran a un mundo incoloro arrebatado por miradas que siempre van de tránsito levantadas en su misma No presencia, como amuletos embriagados.
Pareo en movimiento rostro amado Sativa de los seres que te piensan: Por ti, mis ojos caen, fluyen en las conjugaciones de las aguas. Ajuar de la cadera: ardiente luna lluvia de besos y astros cenicientos Tu forma de cristal me transparenta: fondeas sobre mí, fontana blanca. En las dispensaciones de la arena tu pelo haciendo largos revoltijos ondulante, como fiera marea color súbito en mi enrojecimiento. Con uñas agresivas tu me abates bajo una marejada de cobaltos. Cielo de cielos, hacia ti trasmigro en lo sedoso que pueda ser mi canto: Salud bendita que se desparrama en mi lengua, tatuada de deseos Brizna que quiero llevar a la boca legión de mis sueños, todos sucedáneos ondulan las brazadas del poniente sobre la cresta inmensa de tus ojos: río de latidos donde yo renazco, manjar que quiero degustar ahora. Fresca, como la aurora que se entrega y el panal que busca ser conspicuo emerges junto a mí como migajas de Pan de sueño, apenas sugerido.
Mar de espumas negras mar de dolores ¿ Cúanto ? ¿ Cuánto afán de dolores alegre, sustrajíste a las tripulaciones de barcos destruídos ? ¿ Qué odio no escaló la la altura de tu odio cuando tomabas cuerpos para hacer tus asaltos ? ¡ Cuánta rabia engendraste, cuánto luto y tristeza en aquellos que supieron, tragabas su garganta! Apóstol de todas las religiones intangibles que sujeta a la víctima y le muele la entraña. ¿ Cuánto hubo de gritos en esas piras húmedas donde los navegantes encontraron tu saña? Sugerente en tus rizos que doblan rompeolas: Tienes caras hipócritas en tus columnas falsas. No amas la virtud, la piedad ni el anhelo de la nana que llevas atada a una cadena ¿ De qué constelación inmunda es que has venido para dar una cara que siembra constristamiento? Mar de dentelladas, te acercas a los hombres para consolidarles tus ardores de muerte.
Tu frente terraza de vértigos es la cima sedosa que prefieren los astros, para desembocar en preeminencias y dejar sus raciones de besos Tu frente, ámplia y sediciosa es el lagar completo donde el sol anhela hacer sus vinos y mi boca busca acercarse con aciertos. Tu frente nació para las esmeraldas, para ser poseída por diademas para ungírla con aceites de olivos y ser frente de reina para los alevosos labios míos y motivo completo de mi halagos y mil cantos rojizos y húmedos que eliminen de mí el celibato. Por ella, levantaré una espada ígnea y guerrearé para tener tu encanto como una frescura que se entrega a aquel que la ha ganado.
Torre que cae hasta sus cenizas: muros desolados entre raíces gélidas. El precipicio abajo, entre las neblinas, piedras borradas por la cólera del tiempo: Lo caído es subterráneo, se envuelve en un submundo: Todo termina por extraviarse entre enigmas. La pirámide, el terraplen, el residuo zodiacal dieron su último alarido en exterminio postrero. Voces mudas nacían, ¿ desde cuándo, desde dónde ? y sólo eran oídas por las marejadas del inframundo. La sal era sepelio propuesto entre los fosfatos para un pueblo bárbaro que moría en desvanecimiento: Las alas de la visión subieron a mis ojos y me sembraron prúrito: Cosas mismas desarraigadas en el lugar en donde se empalaba al lagarto. Con frío ignominioso, como sentencia de fusilamiento fuí a las cuevas mismas al pie de los ocasos para convencerme que los tiempos estaban desvanecidos y que los falsos dioses murieron al margen del relámpago.
Richard Albacete. Qué nuevo podría decirse de este enorme talento que se da lujos matizando con sus experiencias, su intelectualidad, sus subliminalidades, su metafórica retórica y su inagotable e imparable movimiento de su entintada pluma… Quizás no sería inadecuado solicitarle nos otorgara una tregua en esa vertiginosa producción suya que nos hace quedar atrás desenredando los hilos de su profundidad; no obstante, una vez desmadejadas sus obras, impresionan sus alcances y nos sentimos presas de las garras de su superioridad. No es fácil mantener su ritmo y por ello –imagino—muchas de sus intervenciones quedan con pocas lecturas, puesto que es necesario acudir a un entendimiento extraordinario para concluir su contexto. Además de esta agudeza, posee más aptitudes que le enaltecen: Es generoso con sus opiniones y leal con quienes lo afectan, sumado a una noble humildad que solo los grandes de verdad pueden mostrar. Gran amigo cosechado en las iniciales páginas de Textale –cuando yo me inscribí con un perfil diferente—junto a varios valiosos participantes que hoy brillan con su ausencia.
El adiós de un soñador Fui un soñador eterno y un amante constante que jamás dudó en dar, porque –para mi— el dar contiene más sentimiento que el recibir. Ciertamente en mi vida recibí muchos desencantos, pero siempre utilicé la habilidad para remediar ese dolor causado, culpándome a mi mismo de haber tenido la responsabilidad de haberlo provocado y ello me dio notoriamente el alivió y la paz necesaria para descargar mi consciencia. Ahora, entonces, me puedo retirar de las escenas de la vida con mi orgullo absolutamente digno y blanqueado, porque no cargo deudas, ni cadenas odiosas y porque amé la vida con claridad y convicción, donde siempre le di una oportunidad a la humanidad, persuadido que la mayoría de las veces la maldad no existe y, en realidad, es solo una manifestación de la estupidez que ciega y confunde y que ello –a final de cuentas- es posible de analizar, explicar y justificar. Lleno de agradecimientos me voy con todo lo recibido, todo lo vivido, todo lo aprendido, todo lo que se me permitió construir a mi paso y en mi entorno y, sin dudarlo ni por un solo segundo, de haber abrazado, de modo sincero, la dicha de haber amado intensamente y con toda la nobleza de mi corazón. Juan Carlos Reyes Cruz Diciembre del 2024 ______
No quiero el amor de nuevo en mi vida,me trajo dolor y abandono,fue hermoso conocerte,sentir, vivir a tu lado el sentimiento,el precio fue demaciado altohoras de imsomnio tiempos de soledad.Fui un pajaro en las alturasalas extendidas en libertadsin techo, sin apoyo para confiar,no estaba tu pecho para contenerme,La mañana fria, inerte me saludo.Se esfumaron tus besos de mis labiosconocieron la horfandad de caricias,los abandonaste, la luna quiso ser compañia,quedo como una piedra tallada sin enamorar al amor.El horizonte replego su orientacionnada hizo anticipar esta despedida,lagrimas furtivas transformaron el dolorde tu partida en dos, el pasado y el hoy vacio.la tristeza ha sido mi hogar no tengo perspectiva de cambios.
Hola soy nueva me llamo Luminia de cariño soy Lu, y me doy cuenta que esa Cristina es un ser primitivo es muy grosera, apenas me inicie hoy y me estoy decepcionando tu eres un gran escritor te he leìdo y por eso me animè a entrar espero me leas
Bianca: Ni siquiera creo que existas realmente.....¿ Eres hombre o mujer ? ¿ Esa foto es tuya o no ? ¿ Quién eres? en el ciberespacio hay personas con múltiples identidades....¿ Quién me dice que no eres un envidioso de esta página o de otra ?...Creo que eres FRANK LAMEDA que me persigue siempre.....En fin Frank o Bianca, como te quieras llamar. Vete al demonio con tu envidia pues no eres capáz de escribir ni medio verso...Siempre andas falsificando correos electrónicos, fotos y personalidades....Eres una vergúenza en el ciber espacio....Y ya tienes años persiguiéndome....Alguna mano ya te alcanzará, pues la justicia se hace de una manera u otra
Querido Richard, k gusto es tenerte aquí diciéndome cositas tan bonitas!! Que suerte la mía!! La belleza es algo tan fugaz como temprana , no crees? Yo me veré bella el día k tenga mi melena. Larga(siempre larga) toda blanca(ojalá) arrugas por toda cara(ojalá) y tenga mucha serenidad(ojalá). Y todo eso sin pasarme por el quirófano y parecerme una de 60 con 35 años. La belleza y su relatividad. Es k es tan relativa... Jeje.
Es un placer venir aqui visitar tu rinconcito y beber un poco de tus versos. Son las pequenas cositas que dan sentido a la vida. Brindamos por las letras!!
Gracias Richard tú sabes cuanto aprendí de ti, eres de los mejores salud!!! desde el mictlan donde jamás se me ha olvidado que siempre seremos Hermanos de TInta, gracias porque haz estado conmigo desde el principio amigo
Hola Maestro, soy un admirador suyo, lo conocí a través del chango y me solidarizo con usted en lo que respecta cierto payaso, con mucho respeto le dediqué una poesía a ese mediocre, un poco inspirado por la distancia que los separa. Espero su aceptación como amigo, su seguro servidor...Alek El Azrael.
Querido Richard, de más está decirte que me gusta como escribes, se nota a la legua. Es un gran placer leerte y asombrarme de la gama de posibilidades que brindas a los demás.
Mi keridisimo Hermano de Tinta...(oh...espera desde hace algun tiempo keria komentarte algo..no te molesta ke te diga asi verdad...digo...sabes...kasi siempre adjudiko un seudonimo a la gnte interesante ke m e deslumbra o cautiva por algun akto...y kreo ke la primera vez ke te lei se asemejo algo ke yo antes hacia...y kreia ke nadie notaria o ke no era algo genial...y kundo lei algo ke tu pluma gozaba y relucia a kada momento...pareciese ke nuestro entorno...la tinta...dos gotas...fina comparsa...por eso se me vino a la mente akello...Hermano de Tinta...y pues me da gusto ke ahora lo digas o tengas esas frases...jajaja...) Bueno a lo ke voy...te invito a ke pase kon todo el cariño del mundo a leer mis dos nuevos textos Escarnio en Fugaz Verso...y Tu No Eres Una Musa...ke pues ahi enkontraras algo ke aprendi de ti...pero yo lo konverti en groseria....te espero mi kerido Hermano de Tinta.... desde aka...saludos....desde el Mictlan
Richard Albacete
Lu
Alexandra_sol
besos de alexandra
Richard Albacete
en el ciberespacio hay personas con múltiples identidades....¿ Quién me dice que no eres un envidioso de esta página o de otra ?...Creo que eres FRANK LAMEDA que me persigue siempre.....En fin Frank o Bianca, como te quieras llamar. Vete al demonio con tu envidia pues no eres capáz de escribir ni medio verso...Siempre andas falsificando correos electrónicos, fotos y personalidades....Eres una vergúenza en el ciber espacio....Y ya tienes años persiguiéndome....Alguna mano ya te alcanzará, pues la justicia se hace de una manera u otra
May Vicky
La belleza es algo tan fugaz como temprana , no crees?
Yo me veré bella el día k tenga mi melena. Larga(siempre larga) toda blanca(ojalá) arrugas por toda cara(ojalá) y tenga mucha serenidad(ojalá). Y todo eso sin pasarme por el quirófano y parecerme una de 60 con 35 años.
La belleza y su relatividad. Es k es tan relativa... Jeje.
Gracias por tus piropos. Tan lindo!!
Feliz semana para ti también.
PD: besitos de Biankita igualmente.
May Vicky
Es un placer venir aqui visitar tu rinconcito y beber un poco de tus versos. Son las pequenas cositas
que dan sentido a la vida. Brindamos por las letras!!
Un abrazo lleno de energia positiva para ti.
Hoz Leudnadez
tú sabes cuanto aprendí de ti, eres de los mejores
salud!!! desde el mictlan donde jamás se me ha olvidado que
siempre seremos Hermanos de TInta, gracias porque haz estado conmigo desde el principio amigo
alek el azrael
María de la Paz Reyes de Langella
leticia salazar alba
Hoz Leudnadez
Bueno a lo ke voy...te invito a ke pase kon todo el cariño del mundo a leer mis dos nuevos textos Escarnio en Fugaz Verso...y Tu No Eres Una Musa...ke pues ahi enkontraras algo ke aprendi de ti...pero yo lo konverti en groseria....te espero mi kerido Hermano de Tinta....
desde aka...saludos....desde el Mictlan