En el punto exacto donde convergenBorgoño con Tres Ponienteveo a la Carmela interrogando a pájarosy drogadictos sobre el paradero de su Hijo Atraviesa la calle en zigzagueantelínea recta cuando me reconocese aferra a mi brazo como locame muestra los últimos estigmasa falta de mejores fotografías Como no dejo de ser psicólogoni siquiera cuando me olvidole sugiero se calmecon una voz que más bien se pareceal silencio La Carmela, por fin, escucha mis ruegosy me pide la lleve, otra vez, de regresoa su reinono sin antes anatematizar por los siglosde los siglos tanta humana bajeza En la cuadra número seiscientossesenta y seisde una calle demasiado oscurapara recordar su nombrebalbuce ideas ininteligibles Yo la ciño del talle translúcidopara que no se desmayele ordeno la aureola que se enreda en sus greñasseco la sangre que rueda por sus mejillascon una astucia infinita la empujo a vivir "Ud. se parece a mi madre señora" -le digo- Y tras un púdico beso me aparto de ella en el frontispicio de su pocilgasin que se diera cuenta, por ciertode que en ese momento yo ni siquiera llorabapero tampoco reía, pero tampoco reía.