¡Se mato!, aquellas palabras me despertaron a la realidad, al instante hicieron que mis lagrimas bordearan el contorno de mi ojos y se derramaran poco a poco en mi piel, en mi rostro  con la sensacion del delicado roce del dolor, todo fluyo cual catarata, nada detuvo aquel cauce de tristeza que esa expresion me produjo. Los gritos silenciosos de mi pena y el desagarre de mi alma eran tan profundos que se me hacia imposible en este mundo darle  expresion humana a mis sentimientos, nunca habia sentido ese dolor mas alla de lo terrenal, todo se fragmento; me calle, solo mis ojos hablaban, solo el llanto demostraba mi perdida.