Conjunto
Publicado en Apr 09, 2013
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Eso parecía ser todo. Su respiración había ido disminuyendo su ritmo por horas, hasta que de una sola vez se desvaneció. Mi mano agarró la suya con más fuerza. No estaba dispuesto a dejarla marchar tan fácilmente, pero parecía que ya no existía nada en este mundo que pudiese hacer para retenerla. Llevé sus dedos a mis labios y la cubrí con un cálido beso, sabía que pronto su temperatura disminuiría pero no quería que se enfriara del todo. De haber sido posible me habría recostado la noche completa a su lado, apegando mi cuerpo al suyo, simulando que estaría allí al despertar. 
 
No podía entender cómo había llegado a ese punto. Llevo meses repitiéndome que cuando por fin sucediera debía ser fuerte. Me lo prometí. Se lo prometí. Es solo que a veces las cosas no son tan fáciles como parecen racionalmente. Ambos sabíamos que no había más remedio que dejarlo pasar, pero nunca creí que me aferraría a la negación como cualquier otro vil individuo de mi especie. Siempre fuimos superiores ¿Recuerdas? En extremo racionales, irónicos y críticos, construimos nuestra propia sociedad, una en la que solo había cabida para ambos porque nadie más estaba a la altura. Ahora, no quiero ser arrastrado fuera de nuestro círculo, me niego a ser envuelto por este dolor estúpido y banal. 
 
- No puedes haberte ido… No puedes haberme abandonado 
 
Deslice mis nudillos lentamente por su cabellera y se vino a mi mente la imagen del sol reflejado en ella. La fuerza del viento le daba un movimiento continuo, vital y alegre que encajaba a la perfección con su jovial sonrisa. Tenía la mirada de quien se siente seguro pues sabe que es joven, que aún tiene mucha gente que encantar y muchos lugares que conocer. Teníamos toda la vida por delante, nadie tenía el derecho de arrancármela justo ahora. Justo ahora que los médicos decían que había una posibilidad de que se recuperara, que abriera los ojos y pudiera retornar su mirada de enamorada, que había una posibilidad de hacer planes, de caminar de la mano, de construir nuestra vida juntos. 
 
Pero nada pasó.¡Maldita sea! Llevo meses sentado en este maldito banco de hospital, esperando pacientemente a su lado, tomando su mano, recitándole los poemas que nos escribimos el uno al otro. Meses sin comer, meses sin dormir. Meses en los que el tiempo dejó de existir en sí y se congeló para dar paso a una tortura eterna y estática, aguda y punzante, dejándome sin ninguna esperanza de que acabara. Meses en los que la desgarrante agonía sacaba de mi garganta lamentos como si fueran lágrimas y en los que se había vuelto insoportable verla llorar de dolor, sufrir y retorcerse sin tener yo poder alguno para aliviarla. 
 
Ahora por fin mis plegarias fueron escuchadas, terminó. Ya no tengo que venir más a este inmundo lugar, ni sentarme día tras día en este incómodo banco. Ya no tengo que quedarme en vela para contarle historias y esperar que su sueño sea mejor que el mío. No. Ya no. Ahora ya no debo preocuparme más de su sufrimiento porque solo el mío ha quedado en esta dimensión, lo sé, es mejor. Muchas veces le dije que prefería sufrir yo antes que ella, pero siempre me imaginé a su lado, jamás pensé que el sufrimiento vendría acompañado de la soledad. Y es solo que a veces, las cosas no terminan como uno espera y descubres que los finales felices solo tienen cabida en los cuentos de hadas. En la vida no hay finales ni principios, solo matices en lo que no es más que un continuo. Aún así… Este es el final de nuestra historia, pues ya no existimos más como conjunto.
 
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Foto del autor Mafka
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Descripción

Hasta la perfeccin debe tener un fin, ni ella se libra de la tragedia.

Palabras Clave: Conjunto Muerte Amor superioridad

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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