Una vez tuve un sueño imposible, de un amor que no podía ser, de una lágrima que no podía ser derramada. Fue como un suspiro furiosamente arrancado de mi marchito corazón, y todo el centro de mis flores se desvaneció en el aire como la efímera... sí, efímero pero tan exquisita dulzura del polen de miel.
Mas ahora puedo decir que el amor me ha tocado, y aunque no está ahí, sé que el calor de sus besos vigila mis noches y aquieta mi alma en la pesadilla del llamado “mundo cotidiano”... y sus caricias, suaves y lentas, recorren mi húmedo cuerpo y lo sumergen en un profundo mar de éxtasis absoluto, y mi núcleo se absorbe, y entonces la vida se torna una carcajada. 
¡Ah, amor mío, amor perdido en el fino hilo de mis sueños más escondidos! Como ansío volver a ti cada noche, príncipe de mis sueños, para perderme de nuevo entre mi ser y el tuyo, y enlazar así los mundos distantes que nos separan. Y aunque sé muy bien que la certeza de lo material, la herida de la mañana y el cantar del pájaro romperán el cristal de mi burbuja encantada y terminarán con mi sueño dorado y con la carcajada, lo sigo deseando con todas mis fuerzas, en el día y en la noche, porque es tu aliento deleitado en mis delicadas notas, es el palpitar de tu corazón en mis aniñadas cuerdas lo que me vuelve a la vida y le da música a un mundo vacío de nosotros y silencioso del verdadero amor.
¡Ah, amor mío,  si tan sólo....! 
... Si tan sólo pudiera arrancarte de mis noches y olvidarte, evitar esta ansia, esta lucha eterna en mí de tener lo que jamás podré tener, y hacerte sentir lo que sé que jamás sentirás ni has sentido.... el día sería maravilloso y lleno de música, pero mis noches serían sombrías e insoportables. Entonces no te tendría a ti, no pensaría todo lo que pienso y tal vez mis oídos se acostumbrarían al agudo zumbido de la nada flotante, y mis cuerdas se endurecerían y envejecerían, y se llenarían, primero de tristesa, más tarde de miedo, con el tiempo de odio y quizá hasta de muerte fatal. Pero no me importaría porque no tendría que pensar en todo lo que me haces pensar, no tendría que soñar y mis días serían tan comunes y trivialmente fáciles, sin importar las noches de desdicha...           
Pero cada noche divago en mis pensamientos y me transformo en la mujer que realmente soy –  o que quisiera ser –, y me fundo en ese espacio vital donde sólo existimos tú y yo... y esa infinita carcajada.
Si tan sólo pudieras estar aquí, si tan sólo pudieras sentir lo que yo siento y tenerme como yo a ti te tengo... si tan sólo pudiera elevar tu núcleo y deleitar mi aliento en tu delicado espíritu, y cada noche hacerte soñar despierto. Si tan sólo el mundo fuera un lugar mejor para soñadores como nosotros, amor mío, si tan sólo pudiera cerrar mi ventana para siempre, apagar las luces y dormir... entonces el mundo sería un lugar de verdadera felicidad, y entonces mis flores no se marchitarían y mi núcleo y el tuyo se fundirían en el delicioso éter de lo imperecedero.
Si tan sólo el mundo fuera un lugar mejor... para mí.
Y sin embargo, sin importar todo lo que he dicho, amor mío, en este instante de fuga tan sólo te tengo a ti. Te regalo mis días y mis noches, te regalo todo lo que soy por que soy tan voluble a ti, tan tuya, que negarme este regocijo sería como extinguir la única flama de esperanza que queda en mí. Te regalo mi música y mis cuerdas, para que cada vez que las toques, la vida se torne un sueño y ese instante se vuelva una carcajada, y tal vez, algún día, la carcajada abarque los límites del sueño imposible y sea eterna. Mientras tanto, te tendré a ti, mi amor, mi esperanza.