Aprendí a jugar con fuego en las noches vacías.
En mi demencia, acaricié la locura de ardientes palabras, en la silueta imaginaria de mi musa.
De sus labios, busqué su amor en mi almohada
y no estaba, la soñaba, la añoraba ardientemente,
la deseaba.
Nunca me amó, y mi locura se desbordó, necesité su calor , pero no alcancé a tocar las fibras, de su duro y frío corazón y se alejó, cambiando inspiración por dolor.
En el laberinto del jardín del olvido, habita un corazón que no quiere morir,
por miedo a dejar caer el suyo, en el abismo de la soledad.
Aún amo a esa musa, silenciosa y callada, que se asoma a mi vida sacando de mí lo que soñando con ella, logro escribir.
No puedo matarla, no si ella no desea morir....Tears.