My world
Publicado en Mar 31, 2013
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El calor lo despierta. Se levanta y se da cuenta de lo semidesnudo que está. Se pregunta ¿Por qué el calor? Y la respuesta está a su alrededor. Todas ellas durmiendo, tan cerca de él, unas abrazadas a otras y ella con él en la cama. Ahora parece recordarlo todo.  La esquiva, baja de la cama y sale del cuarto.

Sale directamente a un largo y lúgubre pasillo, apenas iluminado por unas pequeñas luces rojas que emanan de pequeños candiles que cuelgan a lo largo. Al caminar se da cuenta deldolor de cabeza que tiene. “Pinche tequila”, piensa. “Estaba pesado.”

Al final, el pasillo lo lleva a una pequeña sala. Esta apenas tiene una pequeña mesita circular y dos sillones de madera muy elegantes, muy góticos. La sala igual circular no tiene otra cosa más que libreros atestados que llegan al techo y un mural en el techo representando la tentación de Lucifer hacía Eva. Atraviesa la sala y llega a la cocina. Abre el refrigerador y saca varias bolsas llenas de sangre. Las muerde y empieza a succionar…inmediatamente siente como refresca.

Se sienta algo fastidiado…parece que algo no le convence. Sobre la mesa hay un libro “Rojo y negro”. Lo toma y lo abre en la página cuatrocientos ocho. Intenta leerlo pero no puede, no se concentra. En un arrebato de frustración lo cierra de golpe y lo avienta con fuerza hacía un pequeño mini bar que está frente a él.

Las copas y algunas botellas caen haciendo gran escándalo. Observa como el vino empieza a fluir por el suelo…y, mientras contempla el suelo mira de reojo sus uñas negras y blancas, cada color intercalado. Se levanta fastidiado, empieza a dar vueltas por la cocina y de nuevo en un arrebato patea la silla, haciéndola volar por los aires y despedazándola al mismo tiempo.

-¿Cuál es tu pinche problema Adolfo?! Le grita ella desde la entrada de la cocina. Adolfo voltea…su mirada seria, junto con el labial negro y el cabello chino despeinado lo hace imponente. Ella se acerca y lo ve de manera retadora.

-Te hice una pregunta, contéstame.

-¿Importa?

-Claro que importa cabrón, ¡estás haciendo pedazos toda la puta casa!, le grita histérica.
En ese momento entran Claus y Yess a la cocina.

-¡Amo! ¿Está bien? Le dice Yess. Esto parece hacer enojar a Constance, que deja de mirar a Adolfo y se dirige a Yess.

-A ver putita, esto es entre él y yo, le dice Constance.

Yess no  responde. Pero Claus parece molesta por la forma en la que le hablaron a su hermana, aparta a Yess y se acerca a Constance.

-A mi hermana no le hablas así. Esquinera de dos pesos.
-¿Qué me dijiste? Pregunta Constance.

-Lo que escuchaste, Constance, le dice Claus. Te dije de forma bonita, “puta barata.”

Constance muy molesta agarra a Claus del cuello y la empieza a asfixiar. Claus intenta luchar pero Constance aprovecha ser más alta que esta y la levanta, manteniéndola lejos, sin que le pueda causar daño. Yess grita en forma de chillido y sus enormes colmillos se dejan ver, sus uñas crecen enormemente y se lanza contra Constance. Pero Constance reacciona muy rápido y con Claus golpea a Yess…las dos hermanas salen disparadas y golpean fuertemente el suelo de cantera. Adolfo se dirige al mini bar, toma una copa que sobrevivió, abre el mini bar y saca una botella de tequila “Corralejo” se sirve. Toma una silla y se sienta.

Yess se levanta. No teme a Constance. De una de las bolsas de su chaleco saca una pequeña daga. Claus se levanta igualmente, crece, al parecer también de manera voluntaria sus uñas hasta un tamaño considerable. Las dos se lanzan contra Constance, la alcanzan a rasguñar.
Pero ella toma a Claus de nuevo por el cuello y la avienta con gran fuerza muy lejos, aún con Yess encima haciendo lo posible para que esta no logre encajarle la daga, empieza a tantear el suelo y encuentra una botella que rodó durante el arrebato de Adolfo. La toma y golpea con ella a Yess en la cabeza.

Parece que esto la ha dejado muy aturdida. Constance aprovecha esto, levanta a Yess y coloca su cabeza sobre la chimenea…empieza a arder. Yess se empieza a retorcer de dolor, grita y grita muy fuerte…pero en poco tiempo calla…todo su cuerpo arde como una antorcha. Constance va por Claus, se coloca sobre ella y la empieza a asfixiar.

Adolfo camina, agarra del brazo a Constance y le dice: Ya amor.

Esto parece calmar de forma considerable a Constance, quien sólo se levanta y ahora muy tranquila se abraza a Adolfo.

-¿Qué tienes amor?, le pregunta
-Nada…sólo una pequeña ansiedad por crisis existencial, responde Adolfo suspirando.

-Esta era la vida que querías amor, ¿no recuerdas lo emocionado que estabas cuándo te volviste inmortal?

-No vale la pena recordarlo, fue ya hace demasiado tiempo. Me he aburrido de la inmortalidad, siempre creí que me daría un mundo nuevo, diferente.

-Y nos lo ha dado amor…tenemos una riqueza con la que ya soñaría todo mortal importante. Tienes mujeres al por mayor aunque me duela admitirlo.

-Eso no es nada, ¿No has visto lo que ahora es este mundo? Hasta morir ha perdido el chiste, armas modernas que con un botón acaban con todos. Autos, celulares y sabrá dios que más madres “inteligentes.” ¿Mujeres? Sólo a ti te amo, por eso he estado más de quinientos años contigo…ellas sólo son placer y esclavas.

Ya no hay grandes y hermosos bosques, la cultura ha perecido en el mundo de la producción. Bien lo dijo André Breton “Hoy nadie se escandaliza, la sociedad ha encontrado la manera de anular el potencial provocador de una obra de arte, adoptando ante ella un placer consumista.”

¿Vale la pena vivir en estos tiempos? A veces extraño tanto la colonia.

-Amor, extrañas tiempos que hace ya siglos que se han ido…¿Qué le extrañas? ¿La tranquilidad de las ciudades coloniales? ¿Los bosques en dónde te perdías a escribir tú solo?

Déjame decirte que extrañas, extrañas nuestra vida mortal. Somos un anacronismo, tú y yo. Siempre sentiste que no encajabas en el mundo, que debiste haber nacido en la edad del renacimiento, edad media, ¿Qué se yo?

Pero no fue así, y ahora que lo has tenido todo, que has vivido y leído todo, nada te convence.

-Deberíamos estar muertos.

-Quizá, quizá amor…pero no es así, aprendamos a vivir con nuestra inmortalidad…porque ya no hay marcha atrás.

-Siempre odie vivir, nunca le agarre el gusto. Creí que la inmortalidad no sería una vida, sino un mundo diferente, me perdí en su oasis.

-Si lo que me quieres decir es que vas a renunciar…está bien, pero llévame contigo amor, te lo ruego. Sólo una cosa, sabes que al renunciar de esta manera a la inmortalidad…ya no habrá nada.

Adolfo se hinca y toma de las manos a Constance.

-Renunciemos juntos mi reina, vámonos juntos…
 
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Foto del autor Roberto Rodríguez Falcón
Textos Publicados: 21
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Descripción

Vampiros

Palabras Clave: vampiros suicidio

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Derechos de Autor: Roberto Falcón


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