Y en el cielo te encontré, entrelazado a mil estrellas, la luna que asomaba su medio perfil perdiéndose en el horizonte con la luz del amanecer.
Los árboles volaban, subiendo y bajando, apareciendo y desapareciendo, olvidándose en el pasado y reviviendo.
Flotábamos en el aire, lejanos en el viento, como hoja en pleno vuelo, pero anticipándose al suelo. Unidos sólo por las nervaduras de nuestros dedos.
¡Oh primavera! Que traes vida a nuestras vidas, renacemos. Brotamos semillas, hinchadas de lluvia y florecemos.
Fantaseamos con la realidad, vivimos en un sueño, nos apoderamos de la idea de enamorarnos, ¿por qué no? Si es lo más bello.
Nos encontramos sin buscarnos, y después de tanto tiempo recordamos siempre que, de alguna irrazonable manera, nos queremos.
Porque el tiempo no es más que una idea de un limite que no existe si te tengo, porque nunca hubo ni nunca habrá, sino que siempre estuvo y siempre estará, mi corazón, siempre tuyo, amor.