Llegó sin que el hombre necio lo notara,
temblores de tierra lo anunciaron
en medio de la ira, las guerras y el dolor
los humanos no lo identificaron.

Las olas del mar como nunca embravecidas
se volcaron furiosas para anunciarlo
rugió la tierra convulsa desde sus entrañas
vomitando fuego alfombrándole el camino.

El viento multiplicó su fuerza devastadora
arrasando con todo lo que a su paso encontraba,
y ni aun así el hombre pudo reconocerlo
a pesar de la tradición milenaria que lo anunciaba.

En su andar, antes de cerrar el círculo de la vida
se mostró  a la humanidad ciega que no quiso verlo,
alguien le preguntó cuál era la misión que traía él...
con voz celestial dijo sangrando por todas sus heridas:

¡He vuelto para reconciliar a Caín con Abel!