Donde siempre
Publicado en Mar 24, 2013
Se imaginó frente al hospital, tembloroso y enceguecido por las luces de neón que bordeaban la entrada de urgencias.
Gotas de sudor corrían por sus dedos hasta precipitarse en el suelo. Al notar que no había nadie lo suficientemente cerca, tomó un cuchillo para seccionar su cuello con un corte ejemplar, limpio. «Sin pensarlo mucho» De inmediato se desplomó, cubierto de sangre, e intentaba sin éxito tomar una última bocanada de aire. En cuestión de microsegundos las luces se transformaron en un único resplandor, que, como estrella fugaz, desvaneció. - Quizás debía encontrar aquello a lo que aferrarse; aquella cosa, persona o lugar que le fascinase y generara paz. El amor de su vida... aquel que, si se quiere, sería eternamente único y platónico.
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