Hollín
Publicado en Mar 15, 2013
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Y me llegó al fin. Llegó de a poco, como quien entra en una casa desconocida y tantea las confianzas y los aromas nuevos. Esa soledad que me abrazaba como me abrazabas vos en aquel parque desnudo, tétrico, pero al que le supimos dar vida a fuerza de promesas y de fantasías inútiles, vos con tus manos largas y morenas dibujando nubes que ya existían en ese cielo de otoño y yo imaginando que todo tenía sentido entonces. Pero sólo fue entonces. Porque pronto vinieron tus caminos bifurcados, tus autopistas infranqueables, tu pelo ensortijado y azabache que se enmarañaba con mis ansias de escapar, porque eso quería yo: escapar cuanto antes de tu pronto marchitar y del pronto marchitar del sueño que me elevaba cuando estábamos en el parque muerto.
Es cierto que me invadía una profunda melancolía verte ir cada vez que el viento te alejaba de mí y te levantaba el abrigo como si fuera un par de alas muertas, te pensaba de vuelta en tu casa, ese triste fuerte en el que te sabían preservar intacta pero ajena a las sensaciones que valen la pena masticar y sufrir. Tan alejada de la vida estabas que verme en esos encuentros indebidos te significaba un golpe de emoción, como un preso siente la libertad al cumplírsele la condena. Y no culpo a tus padres de todo esto, es así como se barajan las cartas. ¿Quiénes somos para culpar a nadie? ¿Quiénes somos para decir cómo y qué hacer ante cada caso particular? Pero no podía, aunque me lo propusiera, dejar de sentir un ardor en el pecho cuando volabas rasante por la vereda con tus alas muertas.
Y te dejaba ir entonces. Y te dejé ir aquella tarde definitoria, como una hoja de tilo en el viento de aquel otoño volaste y tus alas muertas encontraron su movimiento mejor. Y tu cadencia de pájaro gris me subyugó hasta hacerme derramar una lágrima, no podía evitar pensar que en tu nido te esperaba la vorágine de un incendio y la insolvencia tuya ante el siniestro por mí planeado. Un fósforo atado a un fajo de papeles y la chispa que provocó la muerte de tus verdugos de sangre.
Y ahora mía. Ahora nueva para mí. Sin raíces inadecuadas para nuestras excursiones al parque muerto, tantear solos la aurora y dibujarla entre nuestros ojos y el horizonte, crear un árbol desnudo acá, una estatua vejada allá, desde el suelo voy a dibujar las nubes que te acompañen en tu vuelos con las alas grises, con tus alas negras de hollín ahora, pero que voy a lavar incansablemente ahora que no tenés otra alternativa que acudir a mí y que te tengo acunada entre días otoñales y planes.
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Foto del autor Juan Martín Sáenz
Textos Publicados: 2
Miembro desde: Mar 15, 2013
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Descripción

Palabras Clave: piromanía amor loco melancolía pájaros

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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