Sueo Eterno
Publicado en Mar 05, 2013
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Sueño Eterno
         De la misma manera en que fui en busca de aventuras una tarde calurosa de noviembre, en las que el sol trepa por tu piel como un bicho endemoniado, me encontré con un amigo que me contó una historia que le había sucedido no hacía mucho tiempo, quiero que la imaginen de la misma manera que yo lo hice.
 
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         Era una de esas deliciosas noches de domingo, en Marzo, donde uno suele sentarse en la vereda hasta largas horas de la madrugada. Juan Manuel miraba la luna junto a sus padres, pensando en cómo iba a ser su primer día de clases en su último año de la secundaria.
         Juan pensaba en sus compañeros, en los que hacía ya casi tres meses que no veía, en cómo sería ese fantástico encuentro lleno de anécdotas y cosas fabulosas que ocurrieron durante el verano. Las salidas en las noches de sábados, en esos domingos a la tarde que salía con sus amigos a tomar algo, esos agotadores días de semana en que no paraba de trabajar, o esas hermosas chicas que conocía, al salir a dar esas interminables vueltas cerca de su casa.
         Con la expectativa se fue a dormir, y causa de esa sensación de estar cada vez más cerca de saciar su sed de conversación con sus compañeros,  tuvo un sueño interminable de tal manera que creyó que jamás despertaría.
         Durante esa madrugada helada por el rocío de la noche, Juan soñaba que estaba sentado en el banco de una plaza mirando la belleza de los árboles al moverse lentamente por la suave brisa sureña, que recorría sus copas con tal simpleza, que era extraordinariamente romántico para el momento que él estaba esperando.
         Durante media hora esperaba sentado, ya que había llegado demasiado temprano, a la cita a ciegas que tenía con una chica de su edad que le había prometido su mejor amiga Micaela.
         Micaela le comentaba a Juan que tenía una amiga muy especial para él y quería que se conocieran porque, según ella, harían una linda pareja, ya que ambos tenían los mismos gustos, sentido del humor y en el carácter eran tan similares como los tigres en su diversidad de defectos y parecidos los unos de los otros.
         Pasadas las seis y media, se pensaba que ya no llegarían, pero de lo más oscuro de las sombras de los hermosos sauces llorones que seguían moviéndose con lentitud apareció una hermosa figura, blanca como una margarita por abrir con un cabello colorado como un capullo de rosa en las tardes de verano, con unos ojos verdes brillantes como las gotas de la lluvia en las hojas de los plátanos sin moverse, con unas delicadas pecas en sus mejillas como los chips de chocolate en un helado de americana y con una sonrisa que las aves sentían envidia de no poder tener labios en vez de picos.
- Hola...!!!- Dijeron las dos en coro.
- Hola...- Contestó Juan sorprendido.
- Juan, ella es Karen... Karen él es Juan, el muchacho del que te hablé..- Dijo Micaela, con una sonrisa en la cara satisfecha de haberlos juntados como tanto deseaba.
         Juan quedó aturdido con tanta preciosura que tenía frente a él, la miraba a los ojos, esperando que de su boca saliera algo cuerdo y no lo hiciera pasar vergüenza frente a esa maravilla creada por dios.
- Bueno...- Dijo él con un tono tímido e inseguro- ¿Y si vamos a dar una vuelta?
         Ambas estuvieron de acuerdo y se echaron a caminar por un sendero en donde entraban únicamente los tres. De todas las cosas que hablaron en su recorrido alrededor del parque, se terminaron dando cuenta que habían caminado casi dos horas sin descansar un minuto, asique decidieron ir a tomar una gaseosa, que pago él por supuesto, y se sentaron frente a una laguna artificial donde los patos revoloteaban y se sumergían en el agua, donde siguieron conversando de sus vidas y conociéndose cada vez más y más.
         Se hicieron las diez de la noche y la oscuridad empezaba a tomar posición, las luces ya estaban encendidas, señal que implicaba el retorno al hogar. Todos emprendieron el camino de vuelta y Juan no dejaba de pensar en la pelirroja de mirada firme......
         - Me desperté...- Dijo Juan angustiado, sabiendo que tenía que vestirse para ir a la escuela y exclamó con tanto deseo- ¿¡Como hago para que sea realidad...!?
         Luego del cuarto día en la escuela, donde sus compañeros se habían pasado horas y horas hablando de cómo habían pasado el verano, de los chicos o chicas que habían conocido, de las salidas de los fines de semana, de todas esas cosas que uno habla cuando es joven, ahí estaba Juan, con la mirada perdida en el pizarrón, sin noción del espacio y tiempo en el que se encontraba, cuando de esas casualidades mira a la puerta del aula.... y ahí estaba, la mujer hermosa de sus sueños, con la mirada clavada en los ojos de Juan como si lo hubiera conocido tiempo atrás.
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Foto del autor Fernando
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Descripción

Palabras Clave: Sueo soear fantasia eterno delicia noche aventuras luna brillantes

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa



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