Libre
Publicado en Mar 04, 2013
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Si hubiera estado en cualquier otra posición me hubiera reído de la cara de mi amiga. Con muchas ganas. Pero algo me decía -tal vez el hecho de que la prefecta de la escuela estaba llamando a mi papá en ese momento- que probablemente no era una buena idea. Ahí, parada en frente del escritorio de la directora con la mochila llena de libros en mi espalda, aún podía recordar el Sol calentando mis mejillas y la gente que volteaba al escuchar a dos muchachas de secundaria carcajeándose en la calle todavía con el uniforme de escuela y las mochilas al hombro.
-Bien -dijo la prefecta, levantandose-. Ya llamé a sus casas. ¿En qué estaban pensando? ¿Se dan cuenta de lo que hicieron?
Yo permanecí callada, desafiando a la profesora con la mirada pero mi amiga, que no soporta decir una sola mentira, comenzó a disculparse:,
-¡Le juro que no lo volvemos a hacer! -¿"volvemos"?- ¡Perdón, lo siento mucho!
-Bueno, ya. Aquí se quedan las dos hasta que pasen por ustedes.
-Pero nadie puede pasar por mí -dije-. Por eso me salí antes, porque nadie podía venir y me dijeron que me fuera sola hasta la esquina para que me recogieran -total, por una mentira más.
-Ay... ¿Vives lejos? ¿Cuánto tardas en llegar a tu casa?
-Diez minutos, ¿no? -interrumpió mi amiga.
-Unos veinte -le lanzé una mirada asesina.
-En veinte minutos llamo a tu casa para ver si ya llegaste.  
Salí de la escuela sin mirar a mi amiga e ignorando a la otra maestra que no paraba de regañarnos, aún sabiendo que nos importaba muy poco lo que dijera.
Mientras iba caminando hacia mi casa seguí pensando en lo sucedido. Desde que tomamos nuestras cosas a la carrera y salimos corriendo de la escuela una hora antes de lo debido hasta cuando llegamos al Oxxo y compramos pastelitos y refresco.
Como era lunes debíamos habernos quedado hasta las tres a tomar una clase extra de inglés, pero por una vez decidimos saltárnosla, ¿y qué? No sería la primera vez que alguien se vuela una clase o hace algo a escondidas de sus padres. Pero sí era mi primera vez, y por eso se le había hecho tan raro a las maestras. Yo ya no era la niña buena y estudiosa que habían conocido mis profesores de la primaria. Había crecido y decidido que la vida no era solo libros de texto y calculadoras. 
Al llegar a casa le armé el teatrito a mi mamá de que me había sentido mal y que tenía la intención de ir directo a la casa pero la prefecta me había cachado. Se lo creyó. 
Entré a mi cuarto y dejé mi mochila a un lado. Literalmente, un peso menos. Miré hacia afuera, por la ventana abierta y sonreí. Por fin, en catorce años, había hecho algo prohibido. Por más estúpido que pareciera. Y me sentí feliz. Libre. 
 
DRE Camaleón 
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Foto del autor Daniela Rodríguez
Textos Publicados: 2
Miembro desde: Mar 04, 2013
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Descripción

Si hubiera estado en cualquier otra posición me hubiera reído de la cara de mi amiga. Con muchas ganas. Pero algo me decía -tal vez el hecho de que la prefecta de la escuela estaba llamando a mi papá en ese momento- que probablemente no era una buena idea. Por fin, en catorce años había hecho algo prohibido.

Palabras Clave: Escuela clase maestra regaño engaño colegio DRE camaleon secundaria profesor libre libertad adolescentes

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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raymundo

LA LIBERTAD ES MARAVILLOSA CUANDO NO SE CONVIERTE EN CÁRCEL PARA OTROS. LA VIDA Y SUS TRAVESURAS SON TIERNAMENTE DULCES CUANDO NO SE CONVIERTAN EN HIEL PARA OTROS. INTERESANTE TEMA PARA ANALIZARLO PROFUNDAMENTE. RECIBE UN ABRAZO FRATERNO DESDE EL PERÚ.
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October 18, 2013
 

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busy