Numero 96 - 3.1
Publicado en Mar 03, 2013
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Antes de salir a la superficie, al habitad, nos informaron acerca de programa de pelas.
Comenzaríamos mañana por la tarde, comenzaría yo y la última era Neri.
Salí de mi rincón, tomando mi bolsa y doblando las sabanas.
Saldríamos a buscar la comida de hoy. Cada día y dependiendo de las derrotas y victorias, nos dejarían escondidas por la ciudad en ruinas, las provisiones del todo el día.
Al ser la primer sonda de peleas entre líderes de grupo, las provisiones serian de un tamaño estándar, si perdía serian reducidas dependiendo el daño recibido, a mas daño mas perdida. La lógica de ese sitio en definitiva no iba conmigo.
En la entrada de la bodega no había nadie, me jire y grite:
-Escuchen, deben de salir por las provisiones de hoy, si encuentran algo no lo consuman, lo repartiremos equitativamente- Tome aire y continúe- Quien desobedezca lo pasara mal.
Alguien se movió al final de un pasillo oscuro, no me moleste en ver quien era. Quien quiere que fuese, al final de esto intentaría matarme al igual que todos aquí, el compañerismo era temporal. O al menos ese era el pensamiento que debía tener para sobrevivir y no sufrir más daños emocionales, para dentro de medio año muchos de los que ingresamos estrían seriamente heridos o muertos, no tenía tiempo para acostumbrarme a ellos, si quería impedir mi inminente demencia debía mantenerme con la sangra fría.
En realidad no sabía que hacer en caso de que desobedecieran, pero no tenía una mejor idea, personas me miraban desde sus casas y debía de parecer una verdadera líder si quería seguir con vida.
Salí con grandes zancadas esperando hacer el suficiente ruido como para que los demás escucharan.
Recorrí lo que quedaba de una pequeña plaza comercial. Las tiendas estaban, al parecer, saqueadas solo quedaban pedazos de tela y ganchos rotos por todo el suelo. Debajo de un estante encontré un par de botellas de agua y lo que parecía una bolsa con fruta deshidratada.
Me adentre un poco mas antes de regresar, pero no encontré nada. comestible, pero si algo mucho mas útil.
Debajo de una tabla húmeda se encontraban los baños públicos de aquel lugar, y dentro una nota se encontraba  pegada en el gran espejo de los lavamanos, sorprendentemente completo.
“Dentro de los baños, será cumplido su derecho a la privacidad que dicta: El uso de cámaras en lugares privados esta completamente prohibido”
Arranque la nota y la metí en mi bolsillo.
No sabia realmente cual era su definición de privacidad, pero el poco derecho que nos dejan era ¿Reconfortante?
Aquel lugar tenia aroma a limpia pisos, era lo único que había visto en ese lugar limpio, los pisos brillaban, las llaves del agua no mostraban oxido y los olores característicos de “baño público” estaba ausentes.
Serré la puerta, trabándola con una silla rota que se encontraba hay.
Deje los víveres sobre los lavamanos y me encerré en un cubículo, quedando de pie dentro de es espacio menos a un metro cuadrado.
Mire mis manos, mi ropa, comenzaba a caer en la situación tan horrible en la que estaba, Las lágrimas recorrían mis mejillas llenándolas de calor, el estado de shoc en el que me encontraba se desvanecía poco a poco. Intente no recordar nada antes del dia anterior, era demasiado doloroso. los sollozos, aparecían progresivamente en mi garganta y los dejaba escapar poco a poco.
Al final termine por desquebrajarme, termine en el suelo de rodillas abrazándome a mi misma y repitiéndome que esto, en realidad, no podía estar pasando.
Pero cuando se convirtieron en pequeños gritos y gemidos, apreté con fuerza mis ojos. Tenía que mantener la compostura, ser fuerte, recordar que realmente estaba en ese lugar, de esa forma me mantendría lucida en mis decisiones y conseguiría mi única prioridad. Salir de hay.
Me enjuague la cara con agua, esta estaba fría, como todo lo demás. Tome lo que encontré antes debajo del estante y regrese a la bodega.
La capacidad de mis ojos para no hincharse después de haber llorado, era algo que mis amigas solían elogiar en los momentos cuando compartíamos penas y nos ayudábamos mutuamente. Para mi eso no era de gran importancia, hasta ese momento.
De regreso a la bodega me encontré a Cornelia, sentada en la entrada abrazando sus rodillas, parecía somnolienta y cansada. Era increíble como las presiones envejecían y cambiaban a las personas, en su rostro blanco en marcado por su cabello violeta, unos pequeños círculos negros enmarcaban sus ojos.
-Esy-me sorprendí ante su llamado, nadie me decía de aquella forma desde los 12 años, cuando comencé a cambiar y ser mas directa con todo el mundo.
-Cor- Me acerque un poco a ella, sostuve las provisiones entre los brazos y me arrodille frente a ella- ¿Cuánto tiempo?- El haber llorado a solas en aquel baño publico, me habían liberado de tantas presiones, ahora era capas de hablar con mi voz habitual, casi infantil, y no con el tono frio y distante que había mantenido. O tal vez se deba a que es ella con quien esta frente a mi.
-Si- levanto la mirada fijamente observándome y poniéndose de pie, yo la seguí- Hoy será el primer combate, espero que recuerdes lo que significa para ti.
-Lo se muy bien, no tienes por que recordarlo- Su comentario me había echo enfadar, ¿Cómo podría hacerlo?. Claro que no lo olvidaría.
Dentro, en el lugar donde se encontraban las mantas, una pila de objetos de primera necesidad esperaban ser repartidos. Junte los que portaba entre las manos.
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Foto del autor Elideth G. Cantu
Textos Publicados: 9
Miembro desde: Nov 20, 2012
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Descripción

Es una hora bastante inconveniente para publicar, pero lo quería hacer en sábado y los minutos corren. No se pierdan la continuación y Comente, se los agradecería mucho. Me entereza saber que opinan sobre el relato, así que: !critiquen mucho¡, si una lluvia de criticas seria fantástica, también pueden preguntarme sobre las ideas que nadan en mi cabeza.

Palabras Clave: si existe una escapatoria para este laberinto me gustaría que me la mostraras y no duraras en golpearme con la realidad en la cara que esto sea hebidebte y que las palabras fluyan en el comienzo de mi réquiem

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficción


Creditos: Elideth G. Cantu (Crow)

Derechos de Autor: Elideth G. Cantu (Crow)


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