En esta noche de invierno,
la nostalgia es infinita,
y regresan los recuerdos
de promesas no cumplidas...
No sé si en verdad me propuse,
recordar las alegrias,
de aquel pasado glorioso,
cuando tanto me querías.
Fuimos jóvenes y se sabe,
de antemano que la vida,
es como la eternidad,
no para...y gira y gira.
Yo te di mi corazón,
tu me entregaste tu vida,
yo te dí mi alma y a cambio,
tu alma, me diste, mi niña.
Salvo, que por tu corta edad,
del amor nada sabías,
yo del amor, ni idea,
yu nos amabamos, sin medidas.
Y como era de esperar,
se termino un triste día,
como se escapa la arena,
de las manos...es la vida.
Me contaron, al pasar,
no cuando, tus amigas...
Que aún conservas guardadas,
con celo..aquellas poesías...
Que las hice para tí,
en las que solo decía,
que te amaba más que al aire,
más que a la vida misma...
Nos cruzamos algunas veces,
ambos con nuestras familias,
y un destello de nostalgias,
en nuestros ojos, se adivinan.
Y no quiero ser infiel,
amo tanto a mi familia,
a mi mujer y a mis hijos.
Y tu familia, es tu vida.
Sin embargo, algunas veces,
pensé que lindo sería...
Si hubiesemos seguido juntos,
compartiendo nuestras vidas.
Con un hijo con tus ojos,
y tal vez con mi sonrisa,
y una niña soñadora,
que amara, tambien las poesìas.
Salgo afuera, no soporto,
seguir con esta ironia.
Camino sin rumbo fijo,
bajo la cruda llovizna.
Me siento en un viejo árbol,
(en nuestra plaza favorita),
y sin querer mis ojos encuentran,
como una burla maldita...
Nuestros nombres enlazados,
que con paciencia infinita...
grabamos en la corteza,
de aquel árbol...de la vida.