LA BALA PERDIDA:
Un fuerte ruido me despertó repentinamente de la cama, me incorpore y mire para todos lados pero no pude ver nada más que la oscuridad de mi habitación; estaba seguro de haber escuchado algo pero todo parecía estar sumergido en una pacífica tranquilidad. Divise el reloj y pasaban más de la media noche, debido a que ya estaba despierto decidí ir a la cocina por algo de agua. Cruce el pasillo a media luz hasta la cocina y sacie mi sed, aun así pensé en llevarme un vaso con agua por si me daba más sed. Al llegar a mi habitación y tratar de recostarme en la cama deje caer el vaso y quede pasmado al ver que yo estaba tendido en ella con los ojos y la boca abierta.
Aquello era algo inexplicable y sin sentido, ¿qué hacía yo ahí si hace poco me había levantado? No sabía si tocarme o salir corriendo, pues pensé que quizás todo aquello se trataba de un perturbador sueño; en ese instante comencé a sentir que algo recorría parte de mi cuerpo; me toque y pude darme cuenta que lo que se escurría por mi torso era sangre. Me mire y divise que la cama estaba empapada de rojo intenso, al acercarme más a mi cuerpo inmóvil vi como la sangre salía de un orificio en mi garganta. Di la vuelta y del otro lado de mi cuello estaba otro orificio de igual tamaño de donde salía aún más sangre, más adelante estaba una lámpara destrozada y a pocos centímetros una bala incrustada en la pared. Unos segundos después todo a mí alrededor se tornó de color rojo y blanco, entonces ahí supe que había muerto.