Hay veces que dejo que la ira me rompa el pecho.
Que como un huracán arrase con todo aquello que no está totalmente aferrado.
Hay veces que simplemente hago de mi mente un campo de batalla
donde pelean los ricos y los pobres mezclados sin murallas con el fin de destruirlo todo.
 
Sin embargo luego de esas veces siempre logro volver a la calma
y como la lluvia en primavera que acaricia los pastizales
un respiro sordo aclama desde las montañas.
 
Hay veces aun así que mi corazón remonta vuelo
y se lanza a través de un abismo
pensando quizás que es capaz de lograrlo.
Lograr salir ileso de tan alta caída.
 
Hay veces que mi mente desearía tener alas
y poder escaparle a la muerte a la que mi cuerpo quiere hacerse amiga
y dejar todo en el olvido con sus alas como único fuerte.
 
Hago todo eso y más, todo eso dentro de mi mente,
dentro de mi cuerpo y hasta a veces objetos inanimados consiguen movilidad.
Y se quiebran entre ellos sin romperse a llorar
simplemente se rompen ya no tienen vuelta atrás.
 
Aun así puede ser que me veas
y no sea eso lo que ves.
Puede ser que me creas
si te digo que estoy bien
 
Porque los años han hecho
que la muralla sea dura, sea opaca e irrompible.
Y que como el efecto del suero, todo se sienta tan adormecido.
 
En mi mente hay revuelo. Tal vez lo hubo, seguramente lo habrá
pero queda dentro mío siempre y solo sale al llorar.
 
Cuando encuentra un oído cautivo, puede que deje reposar
a su yo que perdido en el olvido, bajo una casa arrancada por un fuerte temporal.
Que quedo oculto, inmutable y que sabe que no es de nadie
simplemente de sí mismo y así solo todo lo hace.
 
Sabrás que yo he llorado, solo por mis ojos hinchados
pero no esperes que contigo que te amo sin olvido
que mi mente que no descansa, todo el tiempo está contigo
te lastime, quiebre o rompa, haciendo que mi maldita boca
diga cosas que tal vez puedan formar huracanes.
 
En tu mente tan distinta.
Y tan bella, diferente.
Porque los temporales yo los causo y es en mi mente que anidan.