DECISION DE AMOR
Publicado en Dec 05, 2012
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Julio de 1.989
 
 D e c i s i ó n     d e    Amor
 
 
 
          Al salir del baño esa mañana, Jenny, deteniéndose frente al espejo de cuerpo entero que ocupaba parcialmente una de las paredes de su habitación, se despojó de la bata   de toalla con la que se cubría y observando su cuerpo,  con mirada crítica,  desde todos los ángulos, pensaba en el problema que se le había presentado y del cual solo se había enterado el día anterior, en su última visita a su ginecólogo.
          Lo que veía en el espejo la satisfacía plenamente. Con sus treinta y seis años, había logrado conservar en perfectas condiciones un cuerpo esbelto y juvenil,  que conformaba un todo muy atrayente. Unas piernas largas y bien torneadas,  caderas rotundas, una pequeñísima cintura resaltada magníficamente por un turgente y bien desarrollado busto y un alto y elegante cuello que culminaba en un hermoso rostro  de facciones armoniosas y atractivas, orladas por una abundante cabellera castaño-dorada, hacían que en cualquier lugar donde ella apareciese, los hombres contuvieran la respiración, admirados, y las mujeres la contemplaran con mal disimulada envidia.
          Esta apariencia agradable y elegante la había ayudado para, al finalizar sus estudios de aeromoza de aviación, aprobados con magníficas calificaciones, haber logrado un muy preciado puesto en los vuelos internacionales de la principal línea aérea de su país. Y en esa empresa llevaba ya mas de quince años prestando sus servicios y siendo considerada, además de una de las mas eficientes, la mas bella entre todas sus colegas…. A pesar de la gran cantidad de jovencitas que, como taritas locas atraídas por una luz, ingresaban día a día en la profesión, con la intención de encontrar un marido y solucionar  sus vidas. ¡los aviadores tenían tanta fama respecto a lo apuestos que eran y los sustancioso de sus ganancias!!!
          Pero eso nunca había sido su idea de “solucionar su vida” Era aeromoza porque le encantaba su profesión y disfrutaba de su trabajo a plenitud.
          Pero ahora, ya en la cumbre de su magnífica carrera profesional, se le presentaba esta delicada situación que podía dar al traste con toda su trayectoria, su futuro y su magnífico y cuidado cuerpo, al que tantos esfuerzos y sacrificios había dedicado y del que estaba tan justificadamente orgullosa.
          Hacía dos semanas, en un vuelo a Europa, había conocido a un elegante y encantador hombre de negocios, algo mayor que ella, con quien había sostenido una casual pero apasionada relación. Luego, no había sabido nada mas de el. Además, no le  había interesado saber.  Desde el primer momento supo que era casado y muy apegado a su familia, así que también, desde el primer momento conoció que esta relación sería algo casual y sin futuro. Algo del momento, que cubría una necesidad mutua de los dos. ¡Cosas de la soledad! Siendo el un hombre muy apuesto, gentil e inteligente y habiéndose ella sentido intensamente atraída, se dejó llevar y disfrutó del “flirt” tal cual se  lo presentó la vida: intrascendente y sin expectativas ni consecuencias futuras.  Pero ahora, meses después y debido a diversos síntomas que la aquejaban había acudido a la consulta de su ginecóloga y se había enterado de que estaba embarazada. Y que si habían habido consecuencias…. ¡Embarazada! ¡Eso era el colmo! Pensó.  Una mujer como yo, con mi experiencia, mi edad; casi al final de mis años  de fertilidad y sin ningún deseo de maternidad…ni “de formar un hogar estable” como decían las viejas”…. Y de pronto, tras una relación totalmente intrascendente y sin importancia, se encontraba en esta situación, igual que una quinceañera inexperta y asustadiza… Y le quedaba menos de un mes para tomar la decisión  de poner fin a ese embarazo que ella consideraba, en ese momento, inadecuado e inoportuno.
            Mientras cubre de nuevo su cuerpo con la bata de felpa, tras buscar en el las ineludibles señales de la deformación causada por el embarazo, que aún no aparecen y que ella tanto teme, recuerda como el día anterior, al conocer la noticia, le había pedido de inmediato a su amiga y médica, que realizase enseguida el curetaje necesario para interrumpir de una vez el embarazo no deseado. Pero esta, tranquilizándola, le había dicho:
-Espera Jenny, no te precipites. Tienes  tiempo para pensar con calma y analizar los pro y los contra de la situación, antes de tomar una decisión drástica y definitiva –
- No tengo nada que pensar, Rebeca. Esto lo he decidido desde hace ya mucho tiempo y no necesito pensarlo de nuevo.  Mi decisión está tomada. ¡ No quiero ni he querido nunca tener un hijo!  Ni casada ni soltera. No tengo instinto maternal. Y no voy a cambiar ahora, a estas alturas de mi vida. He vivido siempre de acuerdo a mis ideas,  con las que me ha ido muy bien. No quiero de ninguna manera enfrentar, este tipo de responsabilidad, ni sola ni acompañada. Si estuviese casada quizás hubiese aceptado tener un hijo, ya que es una posibilidad muy factible dentro del matrimonio…pero, ¡soltera y a mi edad….jamás! No quise antes. No quiero ahora, ni querré dentro de tres semanas…. ¡Por favor, programa todo lo necesario para que sometas lo antes posible a lo que ustedes, eufemísticamente llaman, un “aborto terapéutico”. Y si no puedes, si se presenta algún problema profesional o de consciencia, dilo con franqueza que yo puedo trasladarme al extranjero y realizármelo allá tranquilamente-
- ¡No hables así, tan fríamente, Jenny ¡ No me gusta. Además, no eres tu. ¡Tu no eres así!  ¡Además, como se nota que no te imaginas, ni remotamente, lo que siente una mujer cuando se acepta con amor y alegría la posibilidad de tener un hijo! Tampoco, en este momento, aprecias la suerte, y la bendición que te ha dado Dios al presentarte esta maravillosa oportunidad de tener, a tu edad, un hijo a quien dedicar tu vida.! Alguien que pagaría tus desvelos con amor y devoción y que sería el consuelo y la compañía de tu vejez! ¡ Y tampoco puedes imaginar la inmensa felicidad que se siente al dar a luz un hijo! Solo cuando se vive, se puede conocer. Y perdona que te hable así, pero siento, por la amistad que nos une, que tengo no solo el derecho sino el deber de hacerlo. –
- Pero, Rebeca, no me ataques de esta forma. ¡No es para tanto! Y tampoco te disculpes…claro que me puedes hablar tal como lo sientas, siempre sabré que lo haces por cariño y por mi bien…
- Si, Jenny. Así es. Es que me horroriza pensar que tomes esta situación muy ligeramente, sin darle la importancia vital que tiene para ti y para ese otro ser que ya se desarrolla dentro de ti. Quiero que comprendas realmente lo vanos y fútiles que resultan  los demás objetivos de la vida ante la maravilla de ser madre, de criar un niño y de disfrutar profundamente la belleza de la relación íntima y espiritual que se forma entre la madre y el niño…
- Si, ya se. Pero…
- Sin peros, Jenny. Todo es tal cual te digo. – y tras una corta  páusa, continuó – Mira, Jenny, te voy a proponer algo. Prométeme que pensarás esto con mucha tranquilidad u detenimiento, analizando todo a profundidad, con todo el corazón, mas que con el razonamiento. Porque, me aterra que tomes una solución apresurada que anule la magnífica posibilidad de ser madre que te está brindando la vida. Yo te aconsejo que te tomes unos días y  vayas a un lugar solitario y tranquilo, y analiza tu vida. Piensa detenidamente en toda esta situación, tan sorpresiva para ti, piensa en tu futuro, en lo que realmente deseas. Luego, dentro de tres semanas, regresa a conversar conmigo. Y yo te prometo entonces, respetar tu decisión. Si es negativa, la aceptaré sin ningún comentario y en los días siguientes te realizaré la operación necesaria y muy pronto podrás reintegrarte a tu vida normal. ¿Aceptas?-
- ¿Es una promesa, Rebeca? – Y Jenny miraba fijamente a su amiga, tratando de leer en el fondo  de sus ojos sus verdaderas intenciones – Yo se que queda poco tiempo para realizar esa operación sin riesgos graves. Pero si es una promesa, yo acepto. Tengo confianza en ti. Nunca me has fallado –
- ¡Claro que lo es! – contestó la doctora, levantándose y abrazándola cariñosamente. Y añadió – Y ahora, vamos, ya terminé la consulta así que vamos a la cafetería, nos tomamos un cafecito y olvidemos por un rato esto que tu llamas problema….!cuéntame los últimos chismes de la línea…! –
          Y así charlando amigablemente, pero sin volver a tocar  el controvertido tema que de todas formas no se apartaba de sus mentes, pasaron el resto de la tarde.
          Al día siguiente, tras su baño matinal y el escrutinio que sometió Jenny a su cuerpo, salió para realizar algunas compras y visitar a sus padres, con quien había pautado almorzar  en su compañía. Durante las muchas horas que esa noche había pasado desvelada, había tomado la resolución de escaparse por unos quince días a una cabaña que poseían sus padres en la orilla de la playa, y que en esa época del año, por no ser época vacacional, debía estar completamente solitaria y tranquila. Allí podría pasar un tiempo en absoluta paz y serenidad, analizando su situación, tal cual había prometido a Rebeca, y decidiendo su destino.
          Esa tarde, al regresar a su apartamento y tras darse un relajante baño de inmersión con agua muy tibia y sales aromáticas, extendió sobre su cuerpo una rica crema hidratante y colocándose el antifaz que usaba para dormir confortablemente durante el día se tendió en su cama para disfrutar de las cuatro horas de sueño profundo que acostumbraba siempre que tenía vuelo nocturno, preparándose siempre mentalmente para despertarse a la hora exacta alerta y sin pereza. No acostumbraba a usar despertador pues su reloj biológico funcionaba perfectamente, pero esta tarde debido a la mala noche anterior y al problema que la agobiaba, colocó su pequeño reloj despertador en hora y se dispuso a descansar, quedándose pronto profundamente dormida.
          Esa  tarde, al llegar al aeropuerto una hora antes de lo acostumbrado, se dirigió primeramente a la oficina de su jefe inmediato y solicitó un permiso de tres semanas en base a una prescripción médica, el cual consiguió de inmediato gracias al magnífico record de trabajo y responsabilidad que tenía en la compañía. Ya solucionado ese punto se dirigió  al lugar de reunión del personal de vuelo de la Línea Aérea, para esperar, junto al resto de la tripulación, la llegada del momento de embarcar, departiendo amigablemente con sus compañeros, con quienes la unía una cálida y sincera amistad.
          Cuarenta y ocho horas después, Jenny, en su moderno auto de dos piezas, se dirigía, bajo un torrencial aguacero, al litoral del Estado Carabobo, a ocupar la cabaña playera de sus padres, cabaña que usualmente usaba solamente los fines de semana o en temporadas vacacionales, acompañada con algunos familiares y amigos, pero que esta vez le serviría de refugio en absoluta soledad y bajo condiciones anímicas completamente distintas a las habituales. Aperada de todo lo que pudiera necesitar durante esos próximos días, se dirigía allí, sola, decidida a usar ese tiempo libre para tomar la decisión mas importante de su vida. Ni sus padres conocían su paradero, ya que les había dicho  que iba de vacaciones al extranjero y que como no tenía itinerario fijo, ella los llamaría a menudo para reportarse y tranquilizarlos por su lejanía. Pero su viaje no era de vacaciones ni de trabajo. Era de meditación y análisis de ella misma, de lo que quería en realidad para su futuro y de  llegar a una decisión tomada desde el corazón, sobre la vida del ser que ya se desarrollaba en su interior.   Miraría en lo mas profundo de su alma, sin engaños, sin mentiras, sin temores ni prejuicios, para tratar de llegar a la verdad de sus sentimientos y sus deseos. Este autoanálisis la llevaría a tomar la decisión trascendental  que tenía ante si  y que afectaría profundamente tanto su vida, como la de sus padres, su  futuro y sus años de  vejez.
          Todo esto lo pensaba Jenny durante su viaje de casi tres horas  hasta el litoral carabobeño. Transcurrido este tiempo llegó ¡al fin! a la cabaña de la playa. Situada esta en la bahía de Cata, en una zona paradisíaca, estaba rodeada de bosques, frente a una hermosísima playa de arenas doradas y límpidas aguas color turquesa, aún virgen de turistas y visitantes. En sus cercanías se encontraban otras cabañas, muy pocas, todas solitarias, y una minúscula aldea de pescadores. Allí, en esa zona agreste y solitaria deseaba Jenny tener su encuentro consigo misma y decidir su futuro.
          Ella siempre había sido fanática del sol y el mar. Pero también y principalmente de su privacidad y su tranquilidad. Por eso cuando quiso regalarle a sus padres un retiro a orillas del mar, no buscó en los lugares de moda, cercanos a la capital y famosos mundialmente.  Aconsejada por un amigo fue a conocer esta bella y casi desconocida bahía de la cual quedó inmediatamente enamorada y donde consiguió comprar, a un precio razonable, un pequeño terreno donde mandó a construir la cabaña, acondicionándola con lo mas indispensable para la comodidad pero en un estilo completamente rústico y sencillo. Quizás el hecho de ser hija única, pensaba, la hacía ser un poco egoísta y poco amiga de los grandes grupos bulliciosos o de compartir con muchas personas sus ratos de ocio e intimidad.
          En cuanto Jenny llegó frente a la cabaña, estacionó el auto en el garage techado construido a un lado de la construcción, y respirando satisfecha el aire salino con olor a lluvia que la envolvía, sacó del vehículo  los víveres y el bolso de ropa que llevaba y se dedicó a acondicionar la cabaña ya que hacía mas de tres meses que no la visitaban y estaba algo desarreglada y con el  olor a encierro que tanto la molestaba. Luego de finalizar las tareas mas apremiantes, se duchó, vistiendo ropas mas cómodas y frescas. Mas tarde cenó un sandwich de queso y un jugo de frutas  y salió a caminar por la orilla de la solitaria  playa, contemplando extasiada el hermoso atardecer. Mas tarde, cuando ya sintió el efecto relajante del paseo y del silencio, roto solamente por el rumor de la marea, y comenzó a oscurecer, regresó a la cabaña y allí, escuchando música instrumental, su preferida y de la que siempre llevaba un buen surtido de cassetes, se retiró a dormir.
          Y así, en una tónica de mucho descansar, caminar por la orilla de la playa, escuchar música relajante y uno que otro chapuzón en el mar, cuando el tiempo lo permitía, se dedicó a pensar,  dejando hablar a su corazón en interminables diatribas con su intelecto y razón. Así fueron pasando lentamente los días. Analizando su vida, pensando detenidamente en lo que en realidad había logrado en el transcurso de su vida y lo que realmente quería para su futuro, a corto y largo plazo, buscando profundamente en su interior la verdad, para no tener que enfrentarse en el provenir con ningún tipo de frustración o arrepentimiento.
          Así había sido siempre. Era su modo de actuar. De ser.  Nunca consultaba con nadie, ni con sus padres, a quienes adoraba y por quienes se sabía realmente amada, ninguna decisión  verdaderamente importante para su vida. Pensaba que la única responsable de esta y de sus actos era ella misma, y no quiso nunca permitirse, que en un futuro,  tuviese la tentación de dejar caer culpas por situaciones difíciles a personas que realmente no tenían nada que ver en su decisión.   Durante su primera juventud, cuando terminó un romance ya convertido en compromiso serio, al verse tan cerca de una boda realmente  no deseaba aún. Sabía que aunque quería profundamente a su novio, no estaba realmente enamorada de el y al comprender esto, finalizó su compromiso sin dar explicaciones ni pedir consejos a nadie, a pesar de la consternación que causó en las dos familias. Igual, cuando siguiendo sus deseos, dejó la carrera de Ciencias Políticas y entró a la de Aeromoza, dando un giro total a su futuro. Y también cuando rompió con aquel joven compañero de la Línea Aérea que le insistía para casarse y formar un hogar, instándola a dejar definitivamente su trabajo de Aeromoza. Nunca se había arrepentido de estas decisiones. ¡Nunca! Estaba muy feliz y satisfecha de su vida actual y de sus triunfos profesionales.
          Ahora,  cuando estaba en la cumbre de su carrera, siendo desde ya hacía tiempo, jefa de la Tripulación de Cabina, en vuelos internacionales, y teniendo la posibilidad de un ascenso para dedicarse al trabajo administrativo o a la dirección de la Academia de Aeromozas. Ahora, cuando ya pensaba que tenía su vida resuelta y planificada a muy largo plazo, y que ya no tendría que enfrentar sorpresas ni imprevistos , se le presentaba este embarazo no deseado ni buscado, que habría nuevas perspectivas a su vida futura. Ahora, como las otras veces, sería ella sola la que tomaría la decisión. La mas importante de su vida. No. Ahora en su decisión estaba involucrado el destino y la vida de un ser del cual ella era absolutamente responsable. Un ser diminuto, ya creado, que, alojado en su vientre, esperaba su decisión de vida o muerte. Eso era en realidad, lo mas importante. Lo crucial.  Espeluznante, casi. Porque con su decisión afectaba a alguien mas. Alguien que no había pedido venir Que según todos sus conocimientos, estaba vivo, extraordinariamente vivo y feliz, evolucionando y creciendo, preparándose con todo el impulso de su biología para su incorporación  a la vida, a la humanidad. Que era consecuencia de un acto suyo, independiente y voluntario y que en sus manos estaba el si tenía la ocasión de vivir o si su destino era morir, antes de haber vivido. Si. Todos estos factores hacían de su decisión algo trascendental y definitiva.
          Este embarazo en principio no deseado ni planificado, era, pensaba ahora Jenny, tras varios  días de meditación y análisis,  un regalo divino. Un aviso. Una oportunidad que ya no volvería a presentársele. De nuevo tenía ante si una nueva encrucijada en su vida.  Y tenía que tomar una decisión ahora mismo, en estos pocos días. Una decisión definitiva, sin posibilidad de retroceso, de arrepentimiento. ¡No habría marcha atrás! Lo que ella resolviese en esos momentos decidiría las dos vidas mas importantes para ella. La propia y la de ese ser que se formaba en su interior.  Y sabiendo esto, comprendía que su responsabilidad era ahora tremenda, con terribles implicaciones éticas, morales, religiosas y hasta psicológicas Por eso tenía que sopesar todo muy bien y no dejarse llevar por el miedo a nuevas y desconocidas responsabilidades. Pero, tampoco, por el instinto maternal que conlleva el hecho de ser mujer y que cuando hace su aparición, destruye, disuelve, cualquier otra consideración.
          Todo esto lo analizaba Jenny durante sus largas y solitarias caminatas por la orilla del mar y en los tantos momentos de tranquilidad y sosiego que disfrutaba durante esos días en la cabaña de la playa. Analizaba su vida actual y las dos opciones que se le presentaban para su vida futura.  Dentro de su profesión ella había alcanzado un gran éxito y su triunfo era reconocido a todo nivel, tanto entre sus jefes y los ejecutivos de la línea aérea donde prestaba sus servicios desde hacía tanto tiempo, como entre todos sus compañeros de labores. También le era reconocido que había alcanzado tan alto nivel ejecutivo debido a su propio y solitario esfuerzo, su tenaz voluntad y su magnífica preparación, sin permitirse nunca un “desliz” ni solicitar tampoco ninguna “ayuda extracurricular” valiéndose de sus atractivos físicos o cualquier tipo de padrinazgos. Había sido siempre un número muy importante en la lucha social y gremialista que habían tenido que sostener las aeromozas de su época en el país, para lograr les fuese reconocido los derechos e igualdades que por ley les correspondían, pero que les eran negados por las actitudes machistas y excluyentes de las “cúpulas dirigentes” esencialmente masculinos de las directivas de todas las líneas aéreas de país, y del Ministerio de Transporte y Comunicaciones. Pero,  gracias a la unidad y a las luchas sinceras y honestas, habían logrado sus objetivos y en la época actual su trabajo era considerado como un profesión seria, honesta, liberal e igualitaria, con paridad de oportunidades y sin distinción de raza, religión o sexo, tal como lo consagra la Constitución del País y las Normas mundiales. No había sido fácil, pero tras años de arduas luchas en las que ella había participado con toda su voluntad y su inteligencia, se había logrado.
          Y así, ella había alcanzado el nivel mas alto de su carrera, pudiendo ahora elegir en cual de sus ramas quería ahora continuar, o si prefería buscar colocación en una línea aérea extranjera que tuviera mas rutas internacionales, mas vuelos y mas posibilidades de promoción. Y también se le presentaba, a este nivel, el trabajo en tierra, administrativo, que le permitiría cuidar mas a sus viejos padres y tomar con mas ligereza y tranquilidad sus labores. ¡Allí estaban las dos opciones! Y estaba en sus manos tomar la decisión correcta.
          Pero, pensaba Jenny una de las tranquilas y frescas noches de su retiro, sentada perezosamente en la orilla de la playa. Ahora, con este inesperado embarazo se le presentaba la ocasión de darle un vuelco total a su vida… y a la de su misma familia. Sabía que era una oportunidad única, irrepetible, debido a su reloj biológico. Y este factor tenía mucho peso en sus pensamientos y en su corazón. ¡Nunca había pensado en ser madre, pero ahora que la vida, a esta edad límite, le presentaba esa maravillosa oportunidad, dudaba. Sentía miedo a la nueva realidad que sería su vida si aceptaba el embarazo. Un miedo que jamás había experimentado. Pero veía ante si los dos caminos que la vida le presentaba insistentemente. En uno se le presentaba una vida de lucha, árida y egoísta para lograr un mayor éxito en su vida profesional, a la que circunscribiría  todos sus esfuerzos y todos sus anhelos. Quizás en países extranjeros, rodeada de amistades ocasionales y generalmente superficiales. Y aunque conservaría su tan preciada libertad y su independencia, estaría cada vez mas sola. Sus padres, ya mayores, no la podrían acompañar por mucho tiempo mas y al no tener hermanos ni parientes cercanos, su vida estaría rodeada, en su vejez, de la mas grande y dolorosa soledad. En cambio, la otra vida que se presentaba ante su corazón, el otro camino que se abría ante ella, el de aceptar esta sorpresiva maternidad como lo que era, como un regalo divino, le presentaba una vida plena de nuevos retos y nuevas alegrías. Podía cambiar su existencia en lo necesario para dedicarse por entero a ese hijo o hija que la providencia le regalaba, cuando ya no lo creía posible. Podría disfrutar con el corazón de la maternidad, del nacimiento de un maravilloso ser, su hijo, y luego dedicarle amorosamente su vida para educarlo de tal forma que fuese en el futuro su orgullo y compañía, compartiendo junto a el las penas y alegrías  de su crecimiento y dándole además a sus padres el mayor regalo que podría hacerles en su vida: un nieto, tan esperado pero  que ya parecía para todos, incluso hasta para ella,  tan inaccesible.
          También pensaba Jenny  que en realidad, no había nada verdaderamente importante o significativo que se opusiese a que ella tuviese ese hijo. No había ninguna razón valedera para que ella, voluntariamente,  suprimiera esa vida que ya palpitaba en su seno, llenándola de una inefable felicidad.  Era cierto que era soltera, pero también era cierto que había infinidad de mujeres solteras (la mayoría de las madres latinoamericanas lo eran, o habían sido abandonadas por sus parejas o esposos, quedando en la misma situación) por diferentes motivos, que criaban solas a sus hijos, haciendo de ellos hombres y mujeres de bien. Y ella sabía que contaba con la ayuda incondicional de sus padres, para quienes sabía, además, que la noticia los llenaría de una gran felicidad y la apoyarían con todo su corazón en la aventura de criar un hijo. Su trabajo tampoco se resentiría, pues, aceptando cualquier de los dos servicios en tierra que desde hacía algún tiempo le estaban ofreciendo, tendría todo solucionado, pues tendría el tiempo necesario para dedicar a su hogar y a su hijo. Y mientras pensaba en todo esto al frescor de la noche marina, Jenny sonreía para si misma,  pues, en realidad, ya estaba completamente convencida de lo que deseaba hacer. ¡Ya había tomado su difícil decisión! Y esta era tener a su hijo por encima de todo, de cualquier inconveniente que se le pudiese presentar, de cualquier cosa…!y disfrutar así de esta maravillosa oportunidad que la vida le deparaba!
          Así que, al día siguiente, poco antes de cumplirse el plazo de dos semanas  que se había dado a ella misma, para tomar su decisión, Jenny abandonó la cabaña de la playa, dirigiéndose directamente a casa de sus padres para comunicarles la maravillosa noticia de su maternidad, y decirles al mismo tiempo que por eso mismo, se mudaría de nuevo a su casa, dándole así  cumplimiento a otro de los grandes deseos de sus viejos. Quería estar consentida y cuidada durante su embarazo y sabía que nadie sabría hacerlo mejor que ellos. Inconscientemente, estaba un poco preocupada por su gestación, temiendo que su edad fuese causa de algún inconveniente o problema. Y al haber decidido tener la criatura, quería tomar rodas las precauciones necesarias para proteger y llevar a buen término su embarazo.
          En casa de sus padres todo fue alegría. Los viejos estaban exultantes al pensar en la llegada de ese nieto que ya casi habían desistido de esperar. Y la decisión de su hija de mudarse junto a ellos para esperar el nacimiento de su hijo, colmaba toda expectativa de felicidad que hubiesen albergado. Mas tarde, desde allí mismo llamó a su amiga Rebeca, para participarle también a ella su decisión, y fijar de una vez la cita para la primera consulta para el control normal de su embarazo.
          Al día siguiente Jenny se dirigió a las oficinas principales de la Línea Aérea, para comunicarles su aceptación del puesto de Instructora Jefe de la Academia para Aeromozas, solucionando así otro de los puntos necesarios para iniciar el nuevo rumbo que voluntariamente le estaba imponiendo a su vida.
          El transcurso del tiempo demostró que todo estuvo bien planificado y todo salió perfectamente bien. Ocho meses después nació Tomás, su hijo. Un bebé precioso de tres kilos y medio de peso. Una cosita maravillosa, ridículamente parecido a su madre. Cuando Jenny se recuperó de la anestesia y le fue entregado  su hijo para que lo amamantara por primera vez, asombrada y enternecida lo examinaba y acariciaba y con los ojos cuajados de lágrimas de alegría agradecía silenciosamente a Dios por haberla llevado a tomar la decisión correcta ocho meses atrás.  Cinco días después les fue dada de alta tanto a la madre como al niño. Y  en compañía de los orondos abuelos, que no los desamparaban ni por un segundo, partieron hacia el apartamento de estos, donde iniciarían, los cuatro, una nueva vida que esperaban fuese plena de felicidad.
          Antes de dos meses, Jenny, ya completamente restablecida, se incorporó a sus labores en la Academia de Aeromozas. Y mientras ella trabajaba, Tomás quedaba al cuidado de una niñera y bajo la atenta supervisión de sus amorosos abuelos.
          Pasaron felizmente los años. Tomás, a los siete comenzó a asistir a la escuela y fue en todo, motivo de orgullo y alegría para los suyos Cuando en cierto momento preguntó por su padre, Jenny, en una seria pero cariñosa conversación le contó como había sido concebido durante una hermosa pero ocasional relación amorosa y como ella, al saberlo en camino, había tomado la decisión de tenerlo, pero asumiendo sola la completa  responsabilidad sobre su vida.
- Tu padre – le dijo – siendo habitante de otro país, no se enteró de tu nacimiento. He pensado que con el tiempo, cuando ya seas un hombre, lo buscarás  y resolverás si quieres ponerte en contacto con el. Es un buen hombre, serio, honesto, trabajador y de muy buena posición, tanto económica como social, en su país. Pero cuando lo conocí ya tenía compromisos familiares adquiridos y no quise causarle problemas de consciencia enterándolo de tu existencia y complicándole la vida. Cuando ya no necesites nada de el y tu lo decidas, podrás buscarlo y ser su amigo, si eso quieres. Pero por ahora – finalizó, despeinando con un gesto cariñoso  los cabellos rubios de su hijo – no lo necesitamos. Y estando tan lejos, es muy poca la atención que te podría brindar…. Entiendes, hijo?-
-Si mami, claro. Y tuviste razón. Con los abuelos y contigo, no necesito a nadie mas. Pero es bueno saber quien es el papá de uno y saber también que es una buena persona.-
-Si no hubiese sido así no hubiese habido la menor posibilidad de que fuese tu padre…
          Y allí finalizó la conversación, para alivio de los abuelos, que, habiendo asistido a esta, se sentían un poco nerviosos por los métodos tan modernos y directos de su hija. Pero al ver los resultados y la reacción del niño, comprendieron que ella tenía razón y le brindaron, como siempre, su incondicional apoyo.
          Cuando Tomás, a los dieciocho años salió del bachillerato, decidió, luego de consultarlo con su madre, inscribirse en la Academia Norteamericana de Aviación Civil, para graduarse de piloto. Así que, ayudado por las amistades de Jenny consiguió pronto una beca y partió para los Estados Unidos, acompañados de los temores y las bendiciones de sus abuelos y de las mil y un consejos de su madre. Para el, desde que tenía uso de razón, aparte de su familia, no había nada mas importante en el mundo que los aviones y la aviación. ¡Era la pasión de su vida!. Desde muy pequeñito lo habían fascinado estos inmensos aparatos, lentos y pesados en tierra, que, obedeciendo extrañas leyes físicas, se elevaban en el aire y se convertían en airosos pájaros que surcan los cielos a increíbles velocidades, uniendo a los seres humanos, acortando las distancias y poniendo al alcance de todos regiones lejanas y desconocidas. Así que, cumpliendo el sueño de su vida, Tomás abandonó la casa de sus abuelos y su madre para enfrentarse con una nueva y desconocida existencia, pleno de entusiasmo y alegría, decidido a lograr coronar con éxito sus estudios y regresar convertido en todo un señor piloto.
          Cuatro años después, cuando ya estaba cerca el día de su graduación, Tomás recibió una triste carta de su madre informándole de fallecimiento, con un mes de diferencia,  de sus abuelos. El, tras una penosa pero corta enfermedad, y ella, un mes después, aparentemente de dolor. Jenny estaba muy deprimida, sintiéndose terriblemente afectada por esta doble pérdida.
-Pero – le decía en su carta a su hijo – No temas que por esto no asista a tu graduación, hijo. Allí estaré junto a ti. ¡No me la perdería por nada del mundo! Seré la madre mas orgullosa de la academia, acompañándote en el día mas importante de tu vida-
          Tres meses después llegó el momento tan esperado. Jenny se trasladó puntualmente a los Estados Unidos y estuvo durante todo el tiempo acompañando, orgullosa y feliz, a su hijo y compartiendo al mismo tiempo con Kitty, la joven americana novia de Tomás, a quien Jenny había conocido ya en una visita el año anterior y con quien Jenny había congeniado de inmediato..  Luego de la ceremonia y de la consiguiente celebración. Se dirigieron juntos a cenar en el hotel donde Jenny se hospedaba, durante la cual conversaron sobre el futuro de los jóvenes, principalmente. Kitty, hermosa e inteligente muchacha de origen italiano, estaba terminando su último año de Relaciones Públicas y ella y Tomás pensaban casarse en cuanto ella se graduara y el encontrara trabajo, y deseaban, dijeron, que Jenny viniese a vivir junto con ellos.
-        No, hijos. Se lo agradezco mucho, pero, tu sabes Tomás y así se lo debes haber comentado a Kitty, que yo soy muy independiente y que nunca me gustó vivir con nadie. Cuando regresé a casa de mis padres fue porque el – y acarició amorosa, la mano de su hijo – estaba en camino y necesitábamos ambos de su ayuda, por mi trabajo. Y luego, ya grande Tomás, nos quedamos junto a ellos para acompañarlos durante sus últimos años de vida. Pero, solo por eso. Además, -añadió sonriendo – los recién casados necesitan su soledad y su intimidad sin límites y yo no será un “buen tercio”. Sobretodo no habiendo necesidad. Pero no se preocupen, les prometo vivir lo mas cerca posible de ustedes para ayudarlos en la crianza de mis nietos…-
-        Está bien, mamy – sonrió Tomás – ya se lo había advertido a Kitty, pero ella quería hacerte, de todas maneras, el ofrecimiento. Pero ya sabes, quedas comprometida a vivir muy cerca de nosotros para poder estar siempre en contacto y poder estar atentos a tus necesidades, cuidarte y acompañarte…O.K?-
-        Claro, hijo. Por supuesto. Ya lo prometí. Y lo hago por mi misma también,  porque no quiero sentirme lejos de ustedes, de sus vidas, sus alegrías y sus necesidades. Y ahora, pasemos a otro punto que quiero hablar con ustedes. Tengo pensado realizar un viaje por Europa, saliendo dentro de dos semanas de Nueva York, y quisiera que ustedes me acompañaran. Será un viaje de descanso y placer, y sin restricciones de tiempo. ¿Qué les parece? ¿Me acompañan? Yo correré con todos los gastos, por supuesto…-
- Será maravilloso, mamy – contestó Tomás, entusiasmado –     pero tendremos que ir tu y yo solos. Kitty no podrá acompañarnos-
- ¿No puedes? – preguntó Jenny algo desencantada mirando   interrogativamente a la novia de su hijo.
-No, Jenny. Para mi es completamente imposible, aunque se que me pierdo de algo maravilloso. Pero, en menos de tres meses tengo los exámenes finales y por ahora tengo que dedicar a estudiar las casi veinticuatro horas del día. Y luego, viene la tesis… como ves, para mi es imposible. Pero me viene muy bien que tu te lleves a Tomás lejos de mi. Si lo tengo cerca no me va a dejar estudiar con seriedad y todo sería mas difícil.- contestó Kitty sonriéndole cariñosa al joven que tenía su mano cálida aprisionándole la de ella, sobre la mesa. – Así que ustedes realicen su viaje y yo me quedo aquí muerta de envidia, pero dedicada con ahínco a mis estudios, para que nos podamos casar lo mas pronto posible… ¿Verdad, amor? – concluyó con una mirada tierna y los ojos llenos de lágrimas de ternura.
- Si Amor. Así es-
           Y  Jenny, tras abrazar conmovida a su futura nuera, miró a su hijo y preguntó: Entonces hijo, quedamos así?
- Claro, mamy. Realizaremos ese viaje juntos y le enviaremos muchas tarjetas a la “sacrificada estudiante”, para que nos extrañe un poco mas cada día…-
          Y así finalizó la conversación, con Tomás abrazando cariñoso a sus dos mujeres y riendo muy divertido tras la última broma.
          Dos semanas después partieron Jenny y su hijo, tal como lo habían planificado, en un vuelo internacional directo a Londres, capital donde habían decidido comenzar sus vacaciones en el viejo continente. Jenny estaba muy ilusionada con este viaje que le permitiría disfrutar por largo tiempo la compañía  de Tomás, con quién, por sus estudios e  U.S.A.  y su trabajo, no había compartido mucho últimamente. Pero ese no era el único motivo ni el único fin del viaje. Tenía la intención de aprovechar este para conversar íntimamente con su hijo sobre las circunstancias de su nacimiento y descubrir si existía la posibilidad de que quisiese buscar y conocer a su padre. Ella había tenido informes, por medio de ciertas amistades londinenses de que Steve, el padre de su hijo había enviudado recientemente. Y que su familia actual estaba constituida solamente por un hijo casado, la esposa de este  y dos sietecitos. Sabiendo que el ya debería estar muy cerca de la sesentona, pensaba que había llegado el momento oportuno, si Tomás lo deseaba, para que ellos dos se conocieran, sin causar dolor gratuito a nadie. Y pensaba también que era justo que
Steve conociera la existencia de este hijo que por tanto tiempo le había ocultado. Ese era el motivo de que ella hubiese escogido la capital de Inglaterra, lugar de residencia de Steve  Collins, como primera escala de este viaje. Y así, aprovechando el largo vuelo, luego de la consabida cena con la que la línea aérea brindó a sus pasajeros, disfrutando ya de un sabroso pousse-café, se dispuso de manera inmediata a tratar el tema que tanto le interesaba. Captando rápidamente la atención de su hijo, lo fue enterando de todo lo concerniente a su nacimiento y las circunstancias que lo habían rodeado, explicándole también el motivo que había tenido para ocultarle su existencia al que había sido su padre. Luego de todas estas explicaciones (parte de las cuales ya Tomás conocía someramente por conversaciones anteriores sostenidas cuando, siendo un adolescente, se interesó por saber el por que su padre no vivía junto a ellos) le comentó también las últimas noticias que habían llegado hasta ella  sobre la vida de Steve, su lugar de residencia y lo fácil que sería para ellos contactarse con el en cuanto estuviesen instalados en el hotel. La reacción de Tomás fue, tal como ella esperaba.
-Si mami. Estoy de acuerdo en todo contigo. En realidad, yo también pensaba aprovechar este viaje  para hablarte de este tema y tu solo te me has adelantado. ¡Claro! Yo no sabía que mi padre fuese inglés, aunque si tenía la idea de que era europeo, por algunas conversaciones tuyas y de mi abuela que alguna vez escuché. Y estoy completamente de acuerdo contigo en que ya llegó la hora de que el sepa de mi existencia y no conozcamos. En cuanto lleguemos al hotel has las diligencias necesarias para comunicarte con el y hacer una cita para que nos encontremos-
-De acuerdo, hijo – apretando cariñosamente las manos de su hijo que tenía entre las suyas, desde que comenzara la conversación- Mañana mismo haré las llamadas necesarias y me comunicaré con el. Se que al saber que estoy en Londres, querrá verme, así que haré una cita para esta misma semana. Ese día tu esperarás en el hotel mi llamada para avisarte el momento en que te reúnas con nosotros. O.K?  - y añadió sonriendo cariñosamente – Se que todo saldrá bien –
          Así, al día siguiente, al mediodía, Jenny realizó las llamadas necesarias y luego cuando Steve la llamó esa misma noche, encantado y algo extrañado por su contacto después de tanto tiempo, quedaron citados para la hora del almuerzo del día siguiente. Tras ponerse de acuerdo en hora y sitio, se despidieron amigablemente.
          La mañana del día siguiente, Jenny muy bien arreglada y algo nerviosa, se dirigió caminando hacia un restaurante cercano al hotel, donde se había citado con Steve, el hombre con quién hacía veintitrés años había sostenido una apasionada relación amorosa,  la cual había tenido como   consecuencia  el nacimiento de  su adorado hijo Tomás,  de cuya existencia  el padre no tenía ni la mas ligera idea.
          En verdad, se sentía bastante nerviosa y emocionada. A pesar de que era una mujer muy bien conservada ya que el paso de los años no la había maltratado demasiado, era,  como es de esperar, una mujer muy distinta a la joven de hacía tantos años, cuando se conocieron y se amaron. Claro que el hecho de que para el era igual, la tranquilizaba bastante. Pero, como mujer, no quería perder demasiado en la comparación, por demás inevitable, que el haría, con sus recuerdos. De todas formas, pensó para si, no voy a una cita amorosa. Y aunque yo no lo haya olvidado nunca y recuerde con mucha ternura nuestro pasado en común, es posible que el apenas se recuerde de mi.
          Concentrada en sus pensamientos, de pronto se sorprendió al darse cuenta de que ya estaba frente a la entrada del restaurante. Así que, apartándolos de su mente, aspiró profundo y entró en el local.
          De inmediato lo localizó. Allí, sentado ante una de las mesas del lugar, en un sitio tranquilo y acogedor, estaba Steve. Lo reconoció al instante. Era el mismo de años atrás. Alto, elegante, con su rostro de facciones armoniosas, su cabello negro y su apostura de siempre.
          Tras observarlo de lejos, por unos momentos sin que el la notara, ella se acercó lentamente, apreciando al hacerlo que en realidad, si había cambios notables en su aspecto. Sus cabellos, aunque aún abundantes, estaban surcados por abundantes hebras de plata, y el rostro, cruzado por profundas arrugas que lo envejecían bastante, estaba cubierto por una expresión de profunda tristeza. Al llegar junto a el, le dijo
-¡Hola Steve!  Veo que llegaste temprano…-
- ¡Hola, Jenny! – contestó el, vivamente, poniéndose de pie para recibirla - ¡Bienvenida ¡  Es un verdadero placer verte de nuevo – agregó mirándola admirativamente y estrechando con sus manos la que ella le extendía - ¡Estás bellísima! Añadió mientras le daba un cariñoso beso en la mejilla y la guiaba
 gentilmente hacia la próxima silla – Ven, siéntate. Te esperaba…- concluyó, sentándose frente a ella.
-        Gracias -  contestó ella, satisfecha por su recibimiento – Y tu tampoco has perdido tu gentileza –
-        Nunca, Jenny. Y menos ante una mujer como tu. Además no es galantería. Es solo una gran verdad. Estás quizás mas bella que antes…-
          Y en ese tenor agradable y algo superficial, continuó la conversación por un tiempo mas, entre noticias sobre conocidos antiguos y recuerdos de los tiempos pasados. Pero, a pesar de que las palabras brotaban fluidas y naturales, se notaba en lo profundo una cierta timidez que denotaba la inseguridad que los embargaba al verse de nuevo frente a frente, después de tantos de separación y silencio. Pero poco a poco la tirantez fue cediendo y a poco, se estableció entre ellos la corriente de simpatía y afinidad que años atrás los había unido. El contó sobre su vida, sus éxitos profesionales, sus alegrías y sus penas. Le habló del fallecimiento de su esposa Mary, dos años atrás, luego de una penosa y larga enfermedad.
- Y a pesar de que nuestro matrimonio no había sido muy afortunado – dijo – siempre existió entre nosotros un gran cariño y un profundo respeto. Y sus sufrimientos y luego su dolorosa muerte, fueron un terrible golpe para mi. Pero, solo hemos hablado de mi – añadió -  de mi vida. Cuéntame, que ha sido de la tuya durante todos estos largos años? Seguiste como aeromoza? Que haces ahora?-
- No Steve. Hace mucho que dejé de serlo. Trabajé co la misma compañía aérea pero en funciones administrativas y académicas por mucho tiempo, pero hace un tiempo solicité y obtuve la jubilación. Desde entonces me he dedicado a descansar y  a viajar. Mi vida ha sido, en realidad, muy tranquila. Hace pocos años tuve la desgracia de perder a mis
padres. Pero eran ya muy ancianos, y aunque los extraño con todo mi corazón, una está mas o menos preparada para eso, por ley de vida. Pero, claro, la tristeza siempre está allí, presente.- y parpadeó rápidamente para disipar las lágrimas que, ante el resiente dolor, inundaron sus ojos.
  - Bueno, amiga, así es la vida. Todo dolor y muy pocos y contados momentos de alegría. Y dices que murieron juntos? Un accidente, acaso? –
- No, gracias a Dios. En realidad, papá sufrió  una gravísima pero corta enfermedad y falleció en menos de quince días. Y mamá, pobrecita, lo siguió  antes de un mes, pensamos que de tristeza. Fueron muchos años de amor y felicidad, y siempre rogaron al Señor que su partida fuese al mismo tiempo, para no tener que sufrir ninguno de los dos, la ausencia del otro. ¡Y Dios los complació…
- Para una pareja unida, la muerte juntos debe ser maravillosa. “Unidos hasta en la muerte”. Bello epitafio. Jenny. Y la muerte de los ancianos, como tu dices, es algo que todos esperamos, que sabemos que está cerca, que es inevitable mas pronto o mas tarde. Es natural. Pero, la de los jóvenes…!Que injusta es! ¡Que terrible e inexplicable! – agregó con voz cortada por el sentimiento -  Recientemente tuve que pasar por ese profundo dolor y aún no me he podido recuperar.-
- De que hablas, Steve? De que muerte?
- De la de mi único hijo, Jenny. De su muerte y la de su familia. Bueno, no toda, gracias a Dios-
-Pero, cómo? Que pasó? Cuéntame…-
- Fue hace casi un año, Jenny. John  viajaba con su esposa y su hijo mayor, de vacaciones a la costa francesa, y en un accidente de aviación, fallecieron todos. No hubo sobrevivientes. . Y solo me quedó su pequeña hija, mi nievecita, que, por ser tan pequeña, decidieron dejarla aquí, conmigo, a mi cuidado. ¡Fue un golpe terrible!- añadió con un rictus de dolor en su rostro – Aún no me resigno y creo que nunca lo haré. Lloro todos los días por su ausencia, Jenny, por sus vidas tan jóvenes y prometedoras, acabadas en un segundo por la fatalidad…. Y lloro por mi soledad. ¡lo extraño tanto! Fue un hijo maravilloso, que solo nos dio a su madre y a mi motivos de orgullo y satisfacción. ¡Y terminar así…! – terminó con la voz deformada por un ronco sollozo – Perdona Jenny – dijo avergonzado, recuperando con gran esfuerzo, la compostura – No lo puedo evitar. ¡Jamás me conformaré! Y para colmo, ahora, lo de mi nievecita… mi pobre niña…
- ¡Que horror, Steve! No tenía la mas mínima idea – y colocando su mano sobre la de el, en gesto cariñoso y de consuelo, preguntó - -Y que es lo de tu nievecita que te tiene tan acongojado? Respóndeme, estoy verdaderamente acongojada por ti…-
- Mi nievecita está muy enferma, Jenny. Eso fue lo que me impidió verte ayer mismo. Tuve una cita con un especialista que me recomendaron, uno nuevo. Uno mas de la larga lista que he consultado. Pero, como siempre, de nada sirvió. Nada nuevo pudo decirme. Mi niña tiene cáncer. Cáncer en la Médula Ósea… Está sufriendo mucho y nadie puede hacer nada por ella. Yo ya no lo resisto. Lo único que tengo en el mundo es esa preciosa criatura, y tengo que ver, impasible e impotente cómo se consume lenta e irremediablemente. En realidad – repitió – ya no lo soporto-
- ¡Dios mío, Steve! ¡Cuánto siento lo que te está pasando – repitió Jenny, trastornada e impresionada hasta lo mas profundo, acariciando suavemente la mano del hombre que aún tenía entre las suyas, tratando de llevar un poco de consuelo a su corazón – Pero,- añadió - ¡no te desesperes! Las investigaciones sobre el cáncer están muy avanzadas. Algo se podrá hacer. Algún tratamiento nuevo, cualquier cosa…-
- No. No hay nada que hacer, Jenny. Claro que existe un tratamiento para ese tipo de cáncer. Pero no para mi Sandra. Para ella es como si no existiese. Es imposible…
- Imposible? Pero de que me hablas? Por que es imposible para ella? Cual es ese tratamiento Steve?-
-Lo único que podría salvar a mi Sandra es un transplante de médula ósea, realizado de un pariente consanguíneo directo y cercano. Y la pobre criatura el único pariente que tiene en este mundo, soy yo. Y a pesar de que daría gustoso mi vida por ella, estoy descalificado como donante por mi edad y por mi estado de salud. Así que no tenemos ninguna esperanza. Jenny. Ninguna. Y eso me está matando…-
- Y encontrar un donante, aunque no fuese pariente…?-
-Claro, hay esa posibilidad. Pero es tan mínima y remota, que no constituye una posibilidad real. Los rechazos son casi siempre seguros e importantes, y el tiempo que se pierde mientras se espera que aparezca el donante, trabaja contra ella, que se va debilitando a ojos vista. Ya no nos queda mucho. Mi niña se está muriendo y yo muero con ella…-
          Mientras Jenny escuchaba toda esta larga explicación una idea se iba apoderando rápidamente de su mente. La idea clara y diáfana de que, aunque Steve no lo sabía, su nieta si tenía un pariente consanguíneo cercano que tanto necesitaba y del que dependía su vida. ¡Su hijo Tomás era tío de la niña! ¡Era su pariente consanguíneo directo! Pero, también le pasó rápidamente por su mente el que si Steve lo llegara a saber, su hijo único, su adorado hijo tendría que someterse a un procedimiento quirurgico.…!Y esto la llenaba de terror! No tenía conocimientos médicos de cómo se realizaba ese transplante, pero entendía que era algo serio y de cuidado.! Y su Tomás que nunca había estado enfermo de gravedad! ¡Nunca había estad hospitalizado! ¡Nunca! Pero, a pesar de todas estas consideraciones, y de todos estos temores, ella sabía que nunca podría quedarse callada y ocultar esta posibilidad al hombre que frente a ella, se consumía de dolor. Conocía cual era su deber. Además, estaba segura de que en cuanto su hijo se enterase de lo que estaba pasando, su reacción sería la de ayudar en lo que pudiese., a salvar la vida de esa pequeña niña. Todo esto pasó en segundos por la mente de Jenny, y al llegar a la anterior conclusión, dijo a Steve:
-Steve, y si yo pudiera ayudarte…?-
- Ya me estás ayudando, querida. El solo hecho de estar aquí y que me escuches con tanto cariño, es una gran ayuda para mi. En otra forma, ya vez, nadie puede hacerlo…-
- No Steve. No me refiero a una ayuda moral. Me refiero a una ayuda real, efectiva. A una forma de colaborar para salvar la vida de tu nievecita…-
- Pero, cómo Jenny? No vez que nadie puede hacer nada ya? No vez que es imposible? Nadie, ni tu ni nadie puede hacer nada. Solo un milagro la salvaría y tu sabes como yo que esta no es época de milagros…- terminó con gesto amargo.
- Pues, a lo mejor, yo soy tu milagro…-
- ¡No lo tomes a broma, Jenny, por favor!- dijo, mirándola asombrado y algo disgustado por lo que consideraba superficialidad ante un tema tan doloroso para el.
- No bromeo, Steve. ¡No podría! Pero, escúchame. Yo se algo que tu no sabes. Algo que te puede ayudar definitivamente. Algo que quizás ayude a tu niña y que sea la respuesta a tu oraciones –
- De que hablas, Jenny? Que es lo que tu puedes saber que pueda ayudarnos? En realidad, no entiendo nada…-
-Escúchame Steve. Pon mucha atención. Lo que yo se nos atañe a los dos. Se refiere a nuestra antigua relación, a nuestro viejo romance…-
-Y – dijo el, con una triste y melancólica sonrisa de desilusión – Cómo es que algo sobre nuestro viejo romance puede ayudarme ahora?-
- Si Steve. Algo que pasó hace tanto tiempo viene ahora en tu ayuda. Atiéndeme bien, amigo. Ese viejo romance que tanto nos apasionó años atrás, tuvo consecuencias….-
- Consecuencias? Que quieres decir? Que tipo de consecuencias? – preguntó asombrado
- Pues, las consecuencias acostumbradas en esas relaciones….-
- Pero, a que te refieres, Jenny? A un hijo? Un hijo nuestro? Habla de una vez, por favor…
- Si, amigo. Me refiero a un hijo. Nueve meses después de nuestro apasionado romance, nació un hermoso muchacho, que ha sido durante todos estos años, mi orgullo y mi felicidad.
- Pero, Jenny…Tu nunca me dijiste…nunca me hiciste saber…-
- Si, ya se. Es que decidí mantenerlo en secreto para ti, Steve. Tu eras un hombre casado y yo lo sabía desde el mismo momento en que te conocí. ¡Nunca me lo ocultaste! Así que pensé que no era justo complicarte la vida. Pero ahora ya es un hombre y tomamos juntos la decisión de venir a Inglaterra para ponernos en contacto contigo y enterarte de su existencia y si era tu deseo, que se conocieran personalmente. Este ha sido en realidad, le motivo principal de nuestro viaje.-
- Y que sabe el de mi? Que le has dicho sobre nosotros? – preguntó aún asombrado Steve.
- Pues, solo la verdad. Que nos conocimos y nos amamos, pero que tu tenías compromisos familiares previos y que por eso yo no quise participarte su nacimiento. Que eres un hombre bueno y honesto y que de el partiría la decisión de conocerte o no. Al principio, cuando me enteré de mi embarazo, pensé someterme a una operación quirúrgica para interrumpir el embarazo, pero luego lo pensé mejor y decidí tener el bebé y aprovechar la maravillosa oportunidad que me brindaba la vida para darle un sentido real a mi existencia. Y me dediqué de lleno a su crianza y educación, asumiendo sola la responsabilidad de su vida. Aunque sola no, ya que tuve la invaluable ayuda constante de mi padres. Luego, cuando tenía cerca de once años, me preguntó por su padre, y yo le expliqué sucintamente nuestra historia, sin entrar en demasiados detalles, pero con toda sinceridad. Y el quedó satisfecho con la explicación y jamás volvió a hablar del tema. Ahora, hace unos quince días se graduó en los Estados Unidos en una Academia de Aviación Civil, y cuando fui a la ceremonia de grado lo invité a realizar este viaje con la intención de abordar el tema y sugerirle que te buscásemos al llegar aquí, lo cual aceptó encantado. Y cual no sería mi sorpresa Steve cuando te escucho hablar de la terrible situación que estás pasando. La enfermedad de tu nietecita y el hecho de que su única posibilidad de salvación sería la existencia de un pariente consanguíneo directo…!No lo ves, Steve! ¡Nuestro hijo, nuestro Tomás es tío de tu nieta…! ¡Reúne tocas las condiciones exigidas para un donador! ¡Es posible que pueda ayudarla!.....Entiendes ahora por que yo te decía hace unos instantes que  podría ser tu milagro?-
- ¡Un hijo! ¡Un hijo tuyo y mío! ¡Un tío de mi Sandra! ¡Una posibilidad para ella…! – casi gritó el, asombrado, estupefacto – Aún no entiendo todo lo que me has contado, Jenny. Estoy aturdido, conmocionado…Pero lo que si he comprendido perfectamente es que quizás haya una esperanza de salvación para mi Sandrita…- Y mirando fijamente a la mujer que sentada ante el, sonriendo dulcemente, le estaba asegurando que quizás había una nueva luz en el túnel oscuro y terrorífico en el que se había sumergido a raíz del diagnóstico de cáncer de su nieta- ¡Perdóname, querida! – prosiguió, recuperando la sensatez y el comedimiento – Soy muy egoísta. Solo he pensado en lo que significa para nosotros, para mi nieta y para mi la existencia de ese hijo nuestro. Pero, dime, donde está? Quisiera conocerlo ya, en este mismo momento. No solo por el significado de su existencia para este momento de mi vida, sino también por la emoción que siento al saber que tengo un hijo contigo, que nuestro amor produjo ese maravilloso regalo y que el destino lo coloca ante mi, ahora, en este momento de mi vida de tan grande soledad y sufrimiento, como un regalo de amor. Donde está? Estoy tremendamente impaciente por conocerlo…-
- Muy cerca de aquí, Steve. En el hotel. Y el también está impaciente por conocerte.-
- Entonces, vamos, que esperamos. Vamos ya…-
          Y tomados de las manos, como dos novios, luego de cancelar el almuerzo que habían dejado casi intacto, salieron juntos a reunirse con su hijo.
          En cuanto Tomás y su padre se conocieron, de inmediato se estableció  entre ellos una corriente de amor y confianza  que solo se extinguió años después, a la muerte de Steve.  ¡Parecía que se hubiesen conocido de toda la vida! Y en cuanto el joven se enteró de las dolorosas circunstancias por las que su padre estaba pasando, se brindó de inmediato, tal como su madre había sabido que haría, para hacer lo necesario para salvar la vida de la pequeña sobrina que el destino le acababa de regalar. De manera que, a la mañana siguiente, mientras Jenny se quedaba con Sandrita, estableciendo las bases de lo que sería en el futuro una hermosa relación cimentada en el cariño y la admiración, Steve y Tomás se entrevistaron muy temprano con el médico encargado del caso de la niña. Y durante todo ese día y los siguientes, este último se sometió a todas las pruebas médicas  necesarias para constatar si era posible el deseado transplante y si su médula era compatible con la de su sobrina. Al final de esa misma semana, tras varios días de angustiosa espera, recibieron la esperada noticia de que las pruebas habían sido favorables y que si era factible la intervención. Dos semanas después se realizó esta y con el paso de los días se pudo comprobar que el transplante había sido un éxito completo y que la pequeña estaba en vías de una absoluta recuperación.
          Jenny y Tomás prolongaron su estadía en Londres para compartir y conocer mejor a Steve, por quien ya Tomás sentía un profundo afecto. Semanas mas tarde recibieron la visita de Kitty, quién enterada de todo lo sucedido por su novio y preocupada por este, había emprendido el viaje en cuanto había terminado, con todo éxito, sus exámenes, deseosa de estar a su lado. De inmediato decidieron contraer matrimonio allí mismo, así que, luego de realizar los trámites necesarios y de esperar el arribo de los familiares de la novia, se celebró la boda en un acto muy sencillo y conmovedor, en donde Jenny y Steve compartieron por primera vez, el rol de padres.
          Luego de la ceremonia Steve ofreció un brindis en su residencia de las afueras de Londres, quedando todo muy elegante y lucido.  Cuando la reunión finalizó, partiendo los novios para su viaje de novios y quedó todo de nuevo tranquilo, Steve,  tomó dos copas de champaña y acercándose galantemente a Jenny, le ofreció una de ellas, preguntándole:
-Y ahora, querida….que piensas hacer? Cuales son tus planes?
- Planes? En realidad no los tengo. No he pensado en nada. Han sido tantas cosas seguidas, tantas emociones y sentimientos, que no he tenido tiempo de pensar. Los chicos me pidieron que viviera con ellos, pero, figúrate, ¡que horror! La suegra viviendo con los recién casados….!Jamás! Sería algo espantoso- terminó riendo picadamente.
- Entonces?- insistió el
- Pues, en verdad no se. Lo decidiré mas adelante.
          Entonces el, mirándola con ojos inundados de amor y agradecimiento, preguntó:
-Por que no te vienes a vivir aquí conmigo?
- Contigo?- preguntó ella entre divertida y asombrada. Y continuó – Estás loco Steve? Me estás haciendo, a estas alturas, una proposición indecorosa? A nuestra edad?-
- No Jenny querida. Indecorosa, no. Simplemente te estoy proponiendo que te cases conmigo. Que reinventemos lo nuestro y me ayudes así también a criar a Sandra, que ahora también es algo nieta tuya…Que me dices?-
Y Jenny, luego de mirarlo profunda  e interrogativamente mientras sopesaba en segundos la extraordinaria proposición, decidió, en contra de lo que había sido siempre su norma, actuar impulsivamente y aceptar. Así que antes de que los chicos regresaran de su viaje de de novios , ellos ya estaban casados, instalados en la hermosa mansión de Steve, viviendo  ellos también, su luna de miel, en compañía de una encantadora, convaleciente y feliz criatura, salvada de la muerte gracias a una trascendental decisión de amor que una joven mujer, años atrás y en un país lejano, había tomado.
 
 
 
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Foto del autor Margarita Araujo de Vale
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Descripción

VIDA DE UNA JOVEN AEROMOZA, ROMANCE Y CONSECUENCIAS.

Palabras Clave: RELACION OCASIONAL EMBARAZO CONSECUENCIAS A FUTURO.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (2)add comment
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Tamara Bracho Formisano

Me gustó, es una bonita historia.
Responder
January 16, 2013
 

Margarita Araujo de Vale

Me alegro que te gustara, Tamara...gracias leer mis trabajos. Hay algunos mas fuertes pero, así es la inspiración...viene y una tiene que escucharla....
Responder
January 18, 2013

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busy