CLEMENTINA Y SU AMIGO ROQUE
Publicado en Dec 02, 2012
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En el corral de aquella casita blanca había un alboroto tremendo.
Todo el  mundo estaba revuelto.
Clementina había tenido doce hijitos y los habitantes del corral estaban muy contentos.
Clementina, es una hermosa gallina blanca que luce una cresta muy roja y unas patitas color naranja.
Cuando pone un huevo cacarea. ¡Cococo, cococo! Hasta que aburre a  todas las demás gallinas del corral. Se ponen nerviosas y acaban cantando todas y preparan un jaleo terrible.
El rey del corral es Blas.
A Blas, le gustan todas, pero la que más le gusta es clementina. esta enamorado hasta los huesos.
¡Es tan bonita y tan alegre! –Se dice Blas
Cierto día mientras Blas y Clementina paseaban por los alrededores del gallinero, Blas se puso muy cariñoso y le dijo a Clementina: Yo creo querida Clementina que ya va siendo hora de que tengamos hijitos.
La gallina le mira de arriba abajo y le contesta. Me parece muy bien. Pero tenemos un problema.
¿De verdad, Qué problema?
Tú pones muchos huevos. ¿Dónde está el problema?
¡El  problema es Inés!
¿Qué dices? Inés nos da de comer todos los días. ¿Cómo va ha ser ella el problema?
Ya. Contesta  Clementina de muy mal humor.
Inés nos da de comer todos los días pero se lleva los huevos a casa. Y si no hay huevos, no hay pollitos.
¡Córcholis, pues es verdad que es un problema! ¿Qué podemos hacer?
No lo sé, contesta la gallina, y se pone a pensar.
A Blas sin embargo se le ha olvidado el problema y anda revoloteando entre las demás gallinas del corral.
Clementina está de lo más enfadada y le llama: ¡ Blas! ¡Ven aquí ahora mismo!
El gallo no la hace ni caso.
Es que Blas es un poco sinvergüenza y un poco vago. Solo le  importa presumir como un Don Juan por todo el corral.
Pero Clementina además de enfadada está triste, y piensa. ¡Este Blas en un crápula y un  ligón! ¡Pues los pollitos nacerán! Si él no me ayuda a solucionar el problema, lo solucionaré yo!
Estaba muy decidida.
En ese mismo momento se le ocurrió una idea. Buscaré un escondite. Pondré allí mis huevos y así no me los podrá robar Inés.
Tengo que preparar un plan.
Con Blas no puedo contar. ¡El muy presumido, no le pienso hablar en la vida! Se dice clementina.
Necesito a alguien que me ayude a engañar a Inés. Por que si descubre los huevos estoy perdida.
Vamos a ver. Vamos a  ver. Pensó, pensó y pensó y por fin. ¡Ya está! Se lo contaré a Roque.
Roque es un pato grandote y bonachón que se lleva muy bien con Clementina. Son muy buenos amigos.
La gallina se puso ha buscar al pato que como siempre apareció en el estanque.
La gallina le hizo una señal con el ala para que saliera.
Al principio Roque se hizo el desentendido ¡Estaba tan a gusto en el agua!
Si por él fuera no saldría del agua nada más  que para comer.
Por fin salió y  al ver a su amiga tan preocupada la pregunta: ¿Qué té pasa Clementina?¡ Te veo un poco preocupada!
¿Un poco?  ¡Estoy muy pero que muy preocupada!               
Cuéntame. A lo mejor te  puedo ayudar.
Sí te lo contaré,  por que lo que es con Blas no puede contar. ¡El muy presumido! Dice la gallina con unas ganas terribles de retorcer el cuello a Blas.
Veras; te cuento: Blas dice que ya es hora de tener pollitos. Inés, cada vez que pongo un huevo, se lo lleva para casa.
Con Blas no puedo contar. ¿Me ayudaras Tú?
¡Claro! ¿Pero cómo?
Yo había pensado que si pongo los huevos en un sitio que no se vean, Inés no me los robará y podré tener mis pollitos. El problema es que no se me ocurre donde los puedo esconder.
Había pensado que si tú me ayudas entre los dos encontraremos un lugar seguro.
¡Muy bien! ¡ Pues entonces Manos a la obra!
Lo primero dice Roque, buscaremos un lugar seguro para que pongas tus huevos.
Los dos se sentaron a pensar.
De pronto Roque dice: ¡Ya lo tengo! ¡ Detrás del viejo roble hay un montón de ramas secas y también verdes, haremos allí tú nido!
Vamos para allá. Dice Clementina de lo más contenta.
Llegaron junto al roble. enseguida vieron un lugar muy adecuado. Allí no se verían.
Clementina se puso muy contenta y dijo: ¡Ahora si que podré tener pollitos ¡ Luego se pusieron  de acuerdo. No le dirían nada a Blas. Sería un secreto entre ellos dos.
Con el alba comenzó el  plan.
Clementina puso su primer huevo. Después fue ha buscar a Roque y le dijo:
Tenemos que estar muy atentos. Siempre que yo valla al nido tú vigilaras por si se acerca Inés.
Así lo hicieron.
La gallina ya había  puesto cuatro huevos y todo estaba saliendo bien.
A Blas le parecía muy raro que clementina anduviese picoteando tan lejos del corral. Él nunca la había visto tan lejos.
Un día la preguntó: ¿Por qué te vas tan lejos ha picotear? Por allí está todo seco.
¿Sii? Pues será por que me gusta. ¡No te fastidia! Contesta Clementina.  Que todavía seguía enfadada con Blas.
El gallo se quedó tan fresco y  Clementina siguió guardando su secreto
El gallo no sabía donde estaban los huevos ni ella si lo iba ha decir. Sería un secreto entre ella y Roque.
El nido desde luego estaba muy bien cuidado. Ya  tenía siete huevos.
Ese día Clementina había puesto su décimo huevo y satisfecha se fue ha comer.
El pato se quedo al cuidado del  nido.
De pronto se da cuenta de que Inés se dirige hacia donde él se encuentra.
Se echa ha temblar. ¡Hay Dios mío qué los va ha descubrir!
Se hace el loco y pasea delante de ella muy pancho para que se fije en él y no descubra los huevos.
Clementina lo está viendo todo.¡Dios mío, qué no los descubra por favor!
Roque se está poniendo muy nervioso. Inés se acerca peligrosamente al nido.
¡Tengo que hacer algo! piensa.
Y ni corto ni perezoso, se planto delante de Inés.  Fingió un temblor rarísimo y se quedo tieso tirado en el suelo a los pies de la pobre mujer, que le miraba asustadísima.
¡Pero bueno! ¡Qué le puede haber pasado para morirse de está manera?
¡Valla por Dios, con lo bonito que era! Bueno que se le va hacer.  Seguro que le ha dado un infarto. Dio la vuelta y se fue a la casa a por una pala para enterrar al pobre pato.
El pato estaba tan tieso que la pobre Clementina también lo dio por  muerto.
Empezó a llorar desconsoladamente, mientras se acercaba al pobre Roque que estaba patitieso.
Cuando llego junto  a él empezó a picotearlo dándole besos.
¿Qué voy hacer sin ti? ¿Quién me ayudara ahora para que puedan nacer mis pollitos? ¡Hay, hay, hay! seguía llorando Clementina.
Inés ya venia con la pala para enterrar a Roque.
Este abre un poco un ojo y la ve. Al momento sale disparado.
Clementina no podía dar crédito a sus ojos. ¡El pato había resucitado!
Inés pensaba lo mismo. Y dice. Bueno me alegro. Cogió la pala y se fue .
Mientras tanto el pato estaba muerto de risa detrás del roble.
Clementina fue hacia él. Al tiempo que le da un  dulce beso le dice.
¡Muy gracioso! ¡valla susto que me diste! Por favor no me gastes más estas bromas.
¡Claro eres muy lista! Si no me hago el muerto Inés descubre el nido.
¡A! ¿era eso? Pues nos engañaste a las dos bien. Menos mal
Les entro un ataque de risa tan fuerte que Blas los oyó.
El gallo era muy celoso y se acerco para ver que pasaba.
Llego muy tieso haciéndose el importante y dijo: ¿De juerga e?
¡Pues sí! contesto Clementina y se fue con el pato dejando a Blas con  el pico abierto.
¡algo esta pasando aquí!  pensó Blas bastante mosqueado
La gallina y el pato sin importarles lo más mínimo seguían riéndose camino del corral.
A Blas le dio un ataque de celos tremendo.
Ya por la tarde, el gallo decidió que hablaría con Clementina. A  lo mejor le decía lo que estaba pasando. Así lo  hizo.
¡Buenas tardes Clementina! Dijo el gallo muy meloso, tratando de hacerle la pelota.
¡Estas muy guapa, hoy tus plumas lucen blanquísimas.¿Te sientes bien?
¡Divinamente! dice la gallina
¿Pensaste ya como vamos ha solucionar el problema de los huevos?.
Blas como pillado en falta, contesta: ¡El caso es que yo...!  He tenido mucho que hacer.
Si mucho que hacer. No te molestes. Ya no te necesito. Le dijo. Y sin más se fue.
El gallo la mira de reojo. Será la primavera. Y se quedo tan  fresco.
Clementina seguía poniendo huevos y roque acabo sentándose en ellos para que no los viera nadie.
Un buen día paso por allí Inés. Vio al pato tan acurrucado que pensó. Este pobrecito debe de estar malito todavía. Se agacha un poquito, lo acaricia y se va.
¡Puf! dice el pato. Menos mal ya me estaban dando temblores.
Clementina ya tenia doce huevos y decidió hablar con Roque.
Bueno, creo que ya tenemos bastantes.
Ahora tengo que darles calor hasta que nazcan. Solo puedo salir a comer y estirar las patas.
Cuando yo salga, los calentarás tú. ¿Vale?
¡Por supuesto! Dice Roque loco de contento.
¿Cuánto tardarán en nacer?
Tardarán veintiún días.
Estoy pensando Clementina, que a lo mejor te echa de menos Inés.
No lo creas. tiene muchas gallinas y casi todas somos blancas. Si estoy a la hora de comer, no se enterara.
¡Pues entonces, adelante! ¡Vamos ha incubar a tus pollitos!
Clementina se sentó en el nido y empezó ha sudar. Tenía que darles mucho calor para que se formaran los pollitos.
Sería muy aburrido estar tanto tiempo sentada, pero ella no se aburría.  Roque estaba con ,  le contaba unas cosas muy graciosas y se reían mucho los dos juntos.
También hacían muchos planes para cuando nacieran los hijos de Clementina.
Roque quería enseñarles ha nadar.
Clementina decía que ella solo quería que naciesen, después ya vería.
Pasaron los veintiún días.
La gallina le dice al pato:  Bueno, me parece que van ha nacer hoy.
Después de comer no te vallas. Quiero que me ayudes ha sacar a nuestros pollitos.
¿Ya! ¿Tan pronto?
A Roque se le había pasado el tiempo muy rápido.
Después de comer, se sentaron los dos en el nido a esperar.
No tuvieron que esperar mucho. Uno de los huevos empezó a moverse.
Clementina se emociono muchísimo. era su primer hijito.
Mira Roque, ya empiezan ha querer salir. Fíjate  como lo hago yo ,y cuando se mueva otro, lo picas tú para que se rompa la cáscara y lo saca. Con mucho cuidado ¿E?
¿Vale! Dice Roque al borde de un ataque de nervios.
La gallina picotea el huevo. Un pollito muy mojado lucha por estirarse.
Roque está muy emocionado. Nunca ha visto nada igual.¡Es maravilloso Clementina! ¡Gracias por dejar que te ayudara. Es  precioso verlos nacer.
Enseguida se empezó ha mover otro huevo. Roque con mucho cuidado hizo todo lo que le había dicho la gallina y nació en segundo pollito.
Según iban naciendo, la gallina los colocaba debajo de sus alas para que se secaran. Cuando salían estaban preciosos. Amarillitos y regordetes.
Ni Clementina ni Roque se acordaron para nada de Blas.
Pasaron los días y Clementina creyó oportuno presentar los pollitos a todos los habitantes del corral. Le dijo a Roque: Bueno creo que ya es hora de que todo el mundo los vea. Como tú me has ayudado tanto creo que es muy justo que seamos los dos los que presentemos a nuestros pollitos.
¡Gracias, no se como agradecértelo, Me haces tan feliz!
Se pusieron los dos muy guapos y ¡Ale! ha presumir de familia.
Daba gusto verlos. El pato y la gallina iban delante. Detrás toda la prole de pollitos. Daba gloría verlos.
Se acercaron muy ceremoniosos a los habitantes del corral. Estaban orgullosos de su obra.
Cuando Blas vio aquel espectáculo, se quedo de piedra.
¿pero cómo es posible, si todavía no he  resuelto el problema? Pensó.
Luego enseguida se dio cuenta.
¡Claro roque había ayudado  a clementina, Por eso se paseaban los dos por el corral presumiendo de familia1
a Blas le dio una rabia tremenda, pero luego pensó que eso era lo justo. El pato tenía mas derecho que él.
Avergonzado pidió perdón a Clementina.
Lo siento Clementina. Me he portado como un sinvergüenza.
La próxima vez estaré más atento y te ayudaré ¿Me perdonas?
Clementina estaba tan contenta con sus hijitos que lo perdonó.
Desde ese día siempre que hay pollitos, Blas esta muy atento y la ayuda mucho.
Por supuesto Roque que nunca dejará de ser su amigo.
Los pollitos se lo pasan en grande con”Su abuelo Roque! que es como ellos le llaman.
Roque como tenía planeado. los enseño a nadar, y todos juntos vivieron muy felices y contentos.
Inés cuando vio el cuadro de familia que formaban , se explico muchas cosas. Entre ellas que es lo que hacía un pato en un nido de gallina.
Los pollitos crecieron y fueron gallos y gallinas, y siempre, siempre, quisieron mucho a Roque. Para ellos había sido muy importante, según les había contado mamá Clementina.
 
 
 
 
A. Rico
 
 
 
 
                                                                      
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

En el corral de aquella casita blanca había un alboroto tremendo.
Todo el  mundo estaba revuelto.
Clementina había tenido doce hijitos y los habitantes del corral estaban muy contentos.
Clementina, es una hermosa gallina blanca que luce una cresta muy roja y unas patitas color naranja.
Cuando pone un huevo cacarea. ¡Cococo, cococo! Hasta que aburre a  todas las demás gallinas del corral. Se ponen nerviosas y acaban cantando todas y preparan un jaleo terrible.
El rey del corral es Blas.
A Blas, le gustan todas, pero la que más le gusta es clementina. esta enamorado hasta los huesos.
¡Es tan bonita y tan alegre! –Se dice Blas
Cierto día mientras Blas y Clementina paseaban por los alrededores del gallinero, Blas se puso muy cariñoso y le dijo a Clementina: Yo creo querida Clementina que ya va siendo hora de que tengamos hijitos.
La gallina le mira de arriba abajo y le contesta. Me parece muy bien. Pero tenemos un problema.
¿De verdad, Qué problema?
Tú pones muchos huevos. ¿Dónde está el problema?
¡El  problema es Inés!
¿Qué dices? Inés nos da de comer todos los días. ¿Cómo va ha ser ella el problema?
Ya. Contesta  Clementina de muy mal humor.
Inés nos da de comer todos los días pero se lleva los huevos a casa. Y si no hay huevos, no hay pollitos.
¡Córcholis, pues es verdad que es un problema! ¿Qué podemos hacer?
No lo sé, contesta la gallina, y se pone a pensar.
A Blas sin embargo se le ha olvidado el problema y anda revoloteando entre las demás gallinas del corral.
Clementina está de lo más enfadada y le llama: ¡ Blas! ¡Ven aquí ahora mismo!
El gallo no la hace ni caso.
Es que Blas es un poco sinvergüenza y un poco vago. Solo le  importa presumir como un Don Juan por todo el corral.
Pero Clementina además de enfadada está triste, y piensa. ¡Este Blas en un crápula y un  ligón! ¡Pues los pollitos nacerán! Si él no me ayuda a solucionar el problema, lo solucionaré yo!
Estaba muy decidida.
En ese mismo momento se le ocurrió una idea. Buscaré un escondite. Pondré allí mis huevos y así no me los podrá robar Inés.
Tengo que preparar un plan.
Con Blas no puedo contar. ¡El muy presumido, no le pienso hablar en la vida! Se dice clementina.
Necesito a alguien que me ayude a engañar a Inés. Por que si descubre los huevos estoy perdida.
Vamos a ver. Vamos a  ver. Pensó, pensó y pensó y por fin. ¡Ya está! Se lo contaré a Roque.
Roque es un pato grandote y bonachón que se lleva muy bien con Clementina. Son muy buenos amigos.
La gallina se puso ha buscar al pato que como siempre apareció en el estanque.
La gallina le hizo una señal con el ala para que saliera.
Al principio Roque se hizo el desentendido ¡Estaba tan a gusto en el agua!
Si por él fuera no saldría del agua nada más  que para comer.
Por fin salió y  al ver a su amiga tan preocupada la pregunta: ¿Qué té pasa Clementina?¡ Te veo un poco preocupada!
¿Un poco?  ¡Estoy muy pero que muy preocupada!               
Cuéntame. A lo mejor te  puedo ayudar.
Sí te lo contaré,  por que lo que es con Blas no puede contar. ¡El muy presumido! Dice la gallina con unas ganas terribles de retorcer el cuello a Blas.
Veras; te cuento: Blas dice que ya es hora de tener pollitos. Inés, cada vez que pongo un huevo, se lo lleva para casa.
Con Blas no puedo contar. ¿Me ayudaras Tú?
¡Claro! ¿Pero cómo?
Yo había pensado que si pongo los huevos en un sitio que no se vean, Inés no me los robará y podré tener mis pollitos. El problema es que no se me ocurre donde los puedo esconder.
Había pensado que si tú me ayudas entre los dos encontraremos un lugar seguro.
¡Muy bien! ¡ Pues entonces Manos a la obra!
Lo primero dice Roque, buscaremos un lugar seguro para que pongas tus huevos.
Los dos se sentaron a pensar.
De pronto Roque dice: ¡Ya lo tengo! ¡ Detrás del viejo roble hay un montón de ramas secas y también verdes, haremos allí tú nido!
Vamos para allá. Dice Clementina de lo más contenta.
Llegaron junto al roble. enseguida vieron un lugar muy adecuado. Allí no se verían.
Clementina se puso muy contenta y dijo: ¡Ahora si que podré tener pollitos ¡ Luego se pusieron  de acuerdo. No le dirían nada a Blas. Sería un secreto entre ellos dos.
Con el alba comenzó el  plan.
Clementina puso su primer huevo. Después fue ha buscar a Roque y le dijo:
Tenemos que estar muy atentos. Siempre que yo valla al nido tú vigilaras por si se acerca Inés.
Así lo hicieron.
La gallina ya había  puesto cuatro huevos y todo estaba saliendo bien.
A Blas le parecía muy raro que clementina anduviese picoteando tan lejos del corral. Él nunca la había visto tan lejos.
Un día la preguntó: ¿Por qué te vas tan lejos ha picotear? Por allí está todo seco.
¿Sii? Pues será por que me gusta. ¡No te fastidia! Contesta Clementina.  Que todavía seguía enfadada con Blas.
El gallo se quedó tan fresco y  Clementina siguió guardando su secreto
El gallo no sabía donde estaban los huevos ni ella si lo iba ha decir. Sería un secreto entre ella y Roque.
El nido desde luego estaba muy bien cuidado. Ya  tenía siete huevos.
Ese día Clementina había puesto su décimo huevo y satisfecha se fue ha comer.
El pato se quedo al cuidado del  nido.
De pronto se da cuenta de que Inés se dirige hacia donde él se encuentra.
Se echa ha temblar. ¡Hay Dios mío qué los va ha descubrir!
Se hace el loco y pasea delante de ella muy pancho para que se fije en él y no descubra los huevos.
Clementina lo está viendo todo.¡Dios mío, qué no los descubra por favor!
Roque se está poniendo muy nervioso. Inés se acerca peligrosamente al nido.
¡Tengo que hacer algo! piensa.
Y ni corto ni perezoso, se planto delante de Inés.  Fingió un temblor rarísimo y se quedo tieso tirado en el suelo a los pies de la pobre mujer, que le miraba asustadísima.
¡Pero bueno! ¡Qué le puede haber pasado para morirse de está manera?
¡Valla por Dios, con lo bonito que era! Bueno que se le va hacer.  Seguro que le ha dado un infarto. Dio la vuelta y se fue a la casa a por una pala para enterrar al pobre pato.
El pato estaba tan tieso que la pobre Clementina también lo dio por  muerto.
Empezó a llorar desconsoladamente, mientras se acercaba al pobre Roque que estaba patitieso.
Cuando llego junto  a él empezó a picotearlo dándole besos.
¿Qué voy hacer sin ti? ¿Quién me ayudara ahora para que puedan nacer mis pollitos? ¡Hay, hay, hay! seguía llorando Clementina.
Inés ya venia con la pala para enterrar a Roque.
Este abre un poco un ojo y la ve. Al momento sale disparado.
Clementina no podía dar crédito a sus ojos. ¡El pato había resucitado!
Inés pensaba lo mismo. Y dice. Bueno me alegro. Cogió la pala y se fue .
Mientras tanto el pato estaba muerto de risa detrás del roble.
Clementina fue hacia él. Al tiempo que le da un  dulce beso le dice.
¡Muy gracioso! ¡valla susto que me diste! Por favor no me gastes más estas bromas.
¡Claro eres muy lista! Si no me hago el muerto Inés descubre el nido.
¡A! ¿era eso? Pues nos engañaste a las dos bien. Menos mal
Les entro un ataque de risa tan fuerte que Blas los oyó.
El gallo era muy celoso y se acerco para ver que pasaba.
Llego muy tieso haciéndose el importante y dijo: ¿De juerga e?
¡Pues sí! contesto Clementina y se fue con el pato dejando a Blas con  el pico abierto.
¡algo esta pasando aquí!  pensó Blas bastante mosqueado
La gallina y el pato sin importarles lo más mínimo seguían riéndose camino del corral.
A Blas le dio un ataque de celos tremendo.
Ya por la tarde, el gallo decidió que hablaría con Clementina. A  lo mejor le decía lo que estaba pasando. Así lo  hizo.
¡Buenas tardes Clementina! Dijo el gallo muy meloso, tratando de hacerle la pelota.
¡Estas muy guapa, hoy tus plumas lucen blanquísimas.¿Te sientes bien?
¡Divinamente! dice la gallina
¿Pensaste ya como vamos ha solucionar el problema de los huevos?.
Blas como pillado en falta, contesta: ¡El caso es que yo...!  He tenido mucho que hacer.
Si mucho que hacer. No te molestes. Ya no te necesito. Le dijo. Y sin más se fue.
El gallo la mira de reojo. Será la primavera. Y se quedo tan  fresco.
Clementina seguía poniendo huevos y roque acabo sentándose en ellos para que no los viera nadie.
Un buen día paso por allí Inés. Vio al pato tan acurrucado que pensó. Este pobrecito debe de estar malito todavía. Se agacha un poquito, lo acaricia y se va.
¡Puf! dice el pato. Menos mal ya me estaban dando temblores.
Clementina ya tenia doce huevos y decidió hablar con Roque.
Bueno, creo que ya tenemos bastantes.
Ahora tengo que darles calor hasta que nazcan. Solo puedo salir a comer y estirar las patas.
Cuando yo salga, los calentarás tú. ¿Vale?
¡Por supuesto! Dice Roque loco de contento.
¿Cuánto tardarán en nacer?
Tardarán veintiún días.
Estoy pensando Clementina, que a lo mejor te echa de menos Inés.
No lo creas. tiene muchas gallinas y casi todas somos blancas. Si estoy a la hora de comer, no se enterara.
¡Pues entonces, adelante! ¡Vamos ha incubar a tus pollitos!
Clementina se sentó en el nido y empezó ha sudar. Tenía que darles mucho calor para que se formaran los pollitos.
Sería muy aburrido estar tanto tiempo sentada, pero ella no se aburría.  Roque estaba con ,  le contaba unas cosas muy graciosas y se reían mucho los dos juntos.
También hacían muchos planes para cuando nacieran los hijos de Clementina.
Roque quería enseñarles ha nadar.
Clementina decía que ella solo quería que naciesen, después ya vería.
Pasaron los veintiún días.
La gallina le dice al pato:  Bueno, me parece que van ha nacer hoy.
Después de comer no te vallas. Quiero que me ayudes ha sacar a nuestros pollitos.
¿Ya! ¿Tan pronto?
A Roque se le había pasado el tiempo muy rápido.
Después de comer, se sentaron los dos en el nido a esperar.
No tuvieron que esperar mucho. Uno de los huevos empezó a moverse.
Clementina se emociono muchísimo. era su primer hijito.
Mira Roque, ya empiezan ha querer salir. Fíjate  como lo hago yo ,y cuando se mueva otro, lo picas tú para que se rompa la cáscara y lo saca. Con mucho cuidado ¿E?
¿Vale! Dice Roque al borde de un ataque de nervios.
La gallina picotea el huevo. Un pollito muy mojado lucha por estirarse.
Roque está muy emocionado. Nunca ha visto nada igual.¡Es maravilloso Clementina! ¡Gracias por dejar que te ayudara. Es  precioso verlos nacer.
Enseguida se empezó ha mover otro huevo. Roque con mucho cuidado hizo todo lo que le había dicho la gallina y nació en segundo pollito.
Según iban naciendo, la gallina los colocaba debajo de sus alas para que se secaran. Cuando salían estaban preciosos. Amarillitos y regordetes.
Ni Clementina ni Roque se acordaron para nada de Blas.
Pasaron los días y Clementina creyó oportuno presentar los pollitos a todos los habitantes del corral. Le dijo a Roque: Bueno creo que ya es hora de que todo el mundo los vea. Como tú me has ayudado tanto creo que es muy justo que seamos los dos los que presentemos a nuestros pollitos.
¡Gracias, no se como agradecértelo, Me haces tan feliz!
Se pusieron los dos muy guapos y ¡Ale! ha presumir de familia.
Daba gusto verlos. El pato y la gallina iban delante. Detrás toda la prole de pollitos. Daba gloría verlos.
Se acercaron muy ceremoniosos a los habitantes del corral. Estaban orgullosos de su obra.
Cuando Blas vio aquel espectáculo, se quedo de piedra.
¿pero cómo es posible, si todavía no he  resuelto el problema? Pensó.
Luego enseguida se dio cuenta.
¡Claro roque había ayudado  a clementina, Por eso se paseaban los dos por el corral presumiendo de familia1
a Blas le dio una rabia tremenda, pero luego pensó que eso era lo justo. El pato tenía mas derecho que él.
Avergonzado pidió perdón a Clementina.
Lo siento Clementina. Me he portado como un sinvergüenza.
La próxima vez estaré más atento y te ayudaré ¿Me perdonas?
Clementina estaba tan contenta con sus hijitos que lo perdonó.
Desde ese día siempre que hay pollitos, Blas esta muy atento y la ayuda mucho.
Por supuesto Roque que nunca dejará de ser su amigo.
Los pollitos se lo pasan en grande con”Su abuelo Roque! que es como ellos le llaman.
Roque como tenía planeado. los enseño a nadar, y todos juntos vivieron muy felices y contentos.
Inés cuando vio el cuadro de familia que formaban , se explico muchas cosas. Entre ellas que es lo que hacía un pato en un nido de gallina.
Los pollitos crecieron y fueron gallos y gallinas, y siempre, siempre, quisieron mucho a Roque. Para ellos había sido muy importante, según les había contado mamá Clementina.
 
 
 
 
A. Rico
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Descripción

cuento infantil divertido

Palabras Clave: clementina roque pollitos

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Moraleja & Fbula



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