El amor destruye
Publicado en Nov 26, 2012
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  Y no podía entenderlo, nunca lo entendería, como ella con su sonrisa podía llenarme por completo, podía hacerme sentir en el cielo, podía tomarme con sus delicadas manos y apretarme, no me importaba que me hiciera daño, podía disfrutarlo en cierto modo, tener algo de ella en mí, eso era, tener algo de ella en mí, lo que me mantenía aquí, de pie, mirando las fotografías colgadas, recordando y llorando los momentos felices que cursamos durante un tiempo, no sé si corto o largo, nunca me pareció suficiente, siempre quería más, y es que la avaricia de obtener más de ella, me volvía loco, recuerdo la primera vez que la vi, parecía ser perfecta ante mis ojos, para mi olfato, para mis sentimientos.  
  Fue un día normal, me vestí sin ánimos,
     
                  ¿Qué ánimos podría tener un chico solitario sin destino como yo?
 La monotonía me absorbía, me cubría en un cubo, me sostenía de manos y pies, sentía que debía escapar, buscar algo que me hiciera ver que la vida valiera la pena, pero los días eran tan largos y aburridos, que me quitaban todo lo que tenía, las esperanzas.
 
  La conocí por una red social, está de moda ¿no? conocer el amor de tu vida por una página, comienzas por un hola y luego sientes que no puedes vivir sin ella, y caí en eso. Encantado y manipulado por su dulce sonrisa de las fotografías, a simple vista la vi como una chica perfecta, como alguien que siempre soñé, su inteligencia, su carisma, su dulzura, su ternura, parecía darme más de lo que yo pedía en una chica, era tan hermosa...
   
   y comenzamos...
 
  Ella decía "me encanta hablar contigo" esas pequeñas palabras, daban un brinco en mí, se trasladaban a alojarse en mi mente, en ese rincón olvidado del amor, me hacían crear sueños, ella me hacía respirar de una manera que no conocía, lo disfrutaba, lo sentía, eran horas y horas en que frente a una pantalla ella me hacía reír, me hacía llorar, me daba emociones olvidadas, creaba mis días a raíz de sus emociones, y es que desde el primer momento sentí que solo ella podía invitarme a pasar a esa habitación de la felicidad.
 
   Nos separaban varios kilómetros, fue la primera señal para no enamorarme de ella, pero no lo pude evitar, no pude. Cada punto, coma, palabra que ella escribía le daba alegría a mi vida, suena loco, suena obsesión, y es verdad ella me volvía loco, pero nunca podría hacerle daño, éramos como niños, a nuestros 25 años, éramos unos niños jugando con halagos:

  -Eres hermosa, tu sonrisa me alegra- le escribía, podía escribirles horas acerca de su sonrisa, nunca me cansaba de decírselo, algo crecía en mi hacia ella y de cierto modo ella estaba encantada.   -Tú también lo eres- me escribía, me coqueteaba, a veces iniciaba las conversas con un "te extrañe" sentía su sonrisa de niña rodear las palabras, me la imaginaba tímida y nerviosa al leer lo que mi cerebro producía por su forma de ser, y entonces sentía... que era feliz, por un momento mientras ella sonreía, lo era, y esto era todo lo que busque una vida, que alguien pudiera hacerme feliz con tan solo su sonrisa.
 
  Uno nunca olvida los hermosos momentos que vives, puesto que son los que te recuerdan que ha valido la pena, ella lo valió, valió la pena, mi vida, mi sufrimiento. 
 
  Muchas veces ella escribía:

  -Quisiera estar con alguien que me quisiera por ser quien soy, es lo que más desearía, me siento tan sola- me clavaba, no entendía como sus palabras podían clavarme tanto y hacer que doliera, pero cuando lo decía, me aumentaban las ganas de ser su alegría, de poder cobijarla, y cuidar de ella, pero callaba, tenía miedo de ser tan poco para ella, me hacía odiarme por no decírselo, pero la animaba y en cierto modo me hacía sentir tranquilo, pero las ganas de decirle cuanto me gustaba, no se iban, aumentaban y aumentaban...
 
  Hablábamos a diario, si no hablábamos horas y horas, nos sentimos extraños, me sentía vacío cuando no sabía de ella, la tristeza me encerraba en una habitación y se alimentaba de mí, y en él decía pensaba solo en ella,  podía alimentarme de nuestras conversaciones, leerlas a diario, una y otra vez, para ver que no era un sueño, porque sentía que no me había levantado de la cama y ella podía ser producto de mi imaginación, pero ella se encargaba de hacerme saber que no era un sueño.
 
  Recuerdo la primera vez que me dijo que me quería, yo se lo había dicho ya, me costó, pero se lo dije, ella vergonzosa solo respondía con alguna carita tímida, me calmaba, que sintiera algo al decírselo, entonces un día comenzó a titubear en su escritura, algo escondía entre tantos emoticones, entre tantos intentos de darme palabras de cariño, había estado ya bastante tiempo esperando leer "te quiero" y sucedió. Me saltó el corazón, lo sentía latir por cada rincón de mi cuerpo, la vergüenza erizo los pelos de mis brazos, me tiritaba la sien, y la sonrisa parecía no irse, reía como un monstruo, pero era feliz.
   
  Recuerdo, ¡No! no es un recuerdo, es algo latente, que no se va, aún la amo, aun me duele, después de tanto tiempo su sonrisa no se escapa de mi mente, la tengo ahí sostenída de sus cuatro esquinas, su rostro, sus ojos, su cuerpo, su ser, su simpática, su ternura, cada detalle de ella, le daba un motivo a mis días. Me sentía el hombre más afortunado al tener su cariño.
 
   Un día ella me pidió que la fuera a visitar
                     ¡Era lo que siempre espere leer de parte de ella!
  Entonces me citó, un día sábado, nos pusimos de acuerdo en el lugar, pero yo ya lo tenía tan pensado que no necesitaba decirme mucho, ese día no pude dormir y supongo que ella tampoco, tanto tiempo esperando poder verle, y este día ya estaba por venir, me acosté y daba vueltas, miraba la pared y pensaba... 
       
                 ¿sera todo tan hermoso como lo he imaginado miles de veces? 
 
Me levanté de la cama, y observe mi monotonía rodear mis paredes en la habitación, sentía que eso ya estaba por acabar, que el sentido de mi vida estaba cada vez mas cerca, y así fue.
  
  Nunca me había parecido un viaje tan largo, esos mitos de las mariposas en el estomago, parecían desgarrarme y apretar, el paisaje se hacía cada vez más profundo ¡Maldición! parecía no llegar nunca, miraba el reloj y allí estaba burlandose de mi... parecía sentir mi desesperación y se divertía.  
  Llegué a la estación, y como alguien que busca algo perdido, me desespere entre la multitud buscandola,  no me sería difícil reconocerla, había soñado con ella tanto tiempo, me lo había imaginado tanto, que sentía donde pisar, para dirigirme hacia ella. 
  luego, vi alzado un brazo entre la gente, de piel blanca, se sentía la simpatía en la señal de saludo, era ella sin duda... me acerque sin importarme que notara que era lo único que deseaba, entonces era ella, me miro con esos ojitos brillosos, estaba emocionada, y en cierto modo yo quería corromper a llanto, era real y estaba frente a mi, al acercarme, lo hice lento, controle el nerviosismo, ella se adelanto y me abrazó, nunca lo olvidare, la primera vez que sentí su cuerpo cerca del mío, sus brazos rodearme y sentir que no exista nada más, cerre los ojos y me envolvi en su ternura, le dije que la quería en su oido, y ella se sintió acogida me lo hizo saber con su mirada. 
  Caminabamos, ella no paraba de hablar, de contarme miles de historias, me sentía encantado con sus palabras, era como una cajita musical, dulce, llamativa y era tan agradable escucharla, sentía unas inmensas ganas de romper los pasos que me separaban de ella y besarla, de tomar su mano y alzarnos contra el cielo, ver las nubes pasar por nuestras cabezas, que el tiempo se detuviera y pudiera amarla.
   Pasaban los minutos, y me carcomian las ganas de unir mis labios con los de ellas, ¡Anda armate de valor! es lo que el deseo le ordenaba a mi cuerpo, pero era tan difícil romper la timidez.
  Nos sentamos en una banca, mis manos traspiraban, los nervios aumentaban, el tiempo me estaba aprisionando, debía hacerlo. 
  Entonces sentí su mirada acercarse, sus mejillas ruborizadas, fue simple, solo dijo una frase que me quito el aliento y me dejo sin respiración:
-Quiero besarte- ella se atrevió a decir lo que no salía de mis labios. Entonces coloqué mis manos sobre su cintura, cuanto lo había deseado, me acerque olfateando el perfume que traia puesto, la mire a los ojos, y me acerqué, sus labios eran tan dulces, parecían deshacerse en mi boca, fueron los minutos mas preciados, aquellos que espere toda una vida, que busque, que me entregaron lo que nunca había sentido.
 Sin duda ella lo era todo para mi.  
 Desde ese momento, los momentos hermosos, llenos de vida, comenzaron a brotar, a ser vividos por si solos... crecieron y se alojaron en mi mente, es lo mas preciado que tengo, es algo que nunca olvidaré, nunca lo haré. 
  Pero no siempre estuvo presente el sol, llegó esa tormenta que derrumbó el refugio que habia creado.
 "Le temía, las lluvías siempre solían mojarnos y separarnos, pero esa tormenta, esa tormenta me destrozó, acabo conmigo. La ví venir, alzé mi mano para sentirla, no tenía altenativa, podría haber sido más fría, pero me congelaba mientras la sentía, y mis lagrimas lograron crear el momento más dramatico en mi vida, ese momento en que ella decía -No quiero dañarte- te das cuenta, que la tormenta no esta solo afuera, más que afuera, esta dentro de ti, y sabes muy bien de que tormenta te estoy hablando"
  han pasado ¿meses? ¿años?
 Y solo alimento el sufrimiento latente, no podría volver a enamorarme, ya no podría, solo era ella, nada más que ella, perfecta e única. No le había mentido cuando le dije que le entragaría mi vida, yo ya estaba acabado, no tenía vida si no era con ella, siento la tormenta dentro de mi, la siento a diario... vamos, que los truenos formen mis cenizas, ella destruyo mi tristeza, pero ahora destruyó todo de mi, no la culpo, la amo. 
  
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Foto del autor Daniela
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Miembro desde: Nov 26, 2012
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Descripción

No lo sé, solo vino a mi mente y me hizo recordar, sentir que las palabras califican tan bien en lo sucedido, es triste, pero no es el final, es como si la vida valiese la pena

Palabras Clave: Recuerdame es un consuelo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Derechos de Autor: Claudia


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