Una sonrisa y un abrazo  es lo que guardo de ti.
Una palabra, una anécdota entre carcajadas,
una ilusión, una confidencia contada atropelladamente,
una  esperanza, una travesura, varias lágrimas…
Llegaste a mi vida
y te metiste en ella sin permiso…
Me elegiste entre tantos
y creaste un espacio
en el que era libre de opinar casi con autoridad.
Me cediste un lugar en tu corazón
y ocupaste uno infinito en el mío.
Sin ser mi hijo, déjame decirte,
 así lo sentí.
Me alegré con tus progresos,
con tus cambios positivos,
con tus decisiones, de pronto  acertadas.
Me mimaste el alma sin pedírtelo,
me llevaste ,sin saberlo,
por los recovecos de tu adolescencia,
y con un adiós, lleno de silencios,
me dejaste vacía,
olvidada de tus manos cálidas y enormes.
La despedida quedó pendiente
es por eso que cuando nos reencontremos
tendrás mi primer reproche…
¿Sabes?
Los hijos no sólo son   los que se engendran
también te los regala la vida para que los adoptes,
para que los ames como propios,
para que los extrañes como lo hago,
con una sensación hueca
que solo una madre puede comprender.
Fuiste mi alumno,
uno de los tantos
y sin embargo tan distinto…
Si de algo puedes estar seguro
que serás siempre
uno especialmente inolvidable.
Hasta siempre grandulón!!!