En ese momento no existía en plenitud ni siquiera la misma esencia, el acto de la deshonra y de la maldad. Era en aquel entonces más vil el pensamiento de la imperfección que la misma cabalidad de los actos. Era considerado como extraño, en aquel muy mediocre pensamiento la existencia de lo divino, imposible, aquellos bosquejos de humanos hacían el esfuerzo por idealizar aquello absoluto.
Fue así como entonces, llegado el momento, la existencia se dividió entre unos idealistas y los atados, inmóviles e impedidos. El calor se hizo fuego y el frío se sofocó entre las tinieblas, el deseo se encarnó en lujuria y el orgullo engullía la vergüenza. Sin idea de piedad los bastardos comían la posibilidad de la existencia perfecta y relataban entre cavernas lo que no podría llegar a ser un evento perceptible y real, así, dominados por sus impulsos y dejando la razón a un lado, matándose entre ellos aspiraban llenarse. 
Los diamantes y el oro ya existían en La Tierra pero también lo estaba la erosión y el barro. En aquel entonces era poco posible vivir, pero ya los inicios de humanos lo hacían, sin su razón era más superficial y desconcentrada aquella existencia. Empezó en aquel tiempo a florecer la curiosidad, esta criatura se sumergió en la tierra y se trepó a los árboles. Se hizo deísta, creo cultos, adoraciones y ceremonias y se volvió ingenuo. Se creó la idea de demonio. Esto llevó a la búsqueda de otros entre su mismo ser físico y el campo inexplorado intangible. Entre ellos también surgieron unos dotados de peculiar inteligencia, deseosos de poder, ansiosos del dominio y dictadores fanáticos que supieron aprovechar y volverse contra sus contemporáneos y subyugarlos con cadenas y esclavizarlos. Se crearon los ideales sociales y se fue en seguido del camino de la razón humana, creyendo saber de ella mucho. 
Ploriferaban ya entonces los lugares llenos de edificaciones, de feos olores y de indiferencia. El hombre en su idea de inteligencia procuró mantener un orden; hasta vinieron supremos del cielo a dictar sus propias órdenes, muy inútiles para una raza que pretendía tener razón. Ejércitos completos se debatieron y se mataron, conquistaron mercados y territorios completos. El hombre corrompido por su inteligencia y las fuentes de razonamiento de otros filósofos creó títulos y se autoproclamó, se asesinaron y torturaron inocentes por desconocer la supuesta verdad. Se dividió el mundo más que cuando se dividieron los mismos continentes. Llegaron profetas e iglesias, movimientos y transformaciones, el mundo fue cambiando, su concepción también lo hacía a pasos agigantados, el radicalismo trataba de ponerse enfrente de la tradición y viceversa. El arte se tornó libre, pasó del realismo al surrealismo y a la fantasía.  Se acrecentó la diferencia de clases y el mundo entero se llenó de terror varias veces.