El enigma de noviembre
Publicado en Nov 24, 2012
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Cuando noviembre comienza a transitar su fin, la misma ansiedad resurge. Como una vieja melodía que uno suele tararear involuntariamente, empezamos a repetir el ineludible deseo: “Quiero que termine el año”. ¿Para qué?, ¿con qué fin?, ¿qué debería suceder una vez que el 1 de enero supere las olas de los brindis? Una respuesta sencilla: termina una etapa, es posible descansar y bajar el ritmo, dedicarse al ocio y planificar nuevamente. Aquella conocida expresión que alude a la recarga de pilas cobra pleno sentido frente al agotamiento acumulado durante los últimos 365 días. Y en noviembre parecería que ya nada es posible: “Lo que no hiciste en todo el año, no lo vas a hacer ahora”, dijo alguien alguna vez cuando sólo restaban 30 días para lanzar al cesto el almanaque vencido.
Aquella primera respuesta resulta válida, pero insuficiente. No sólo las responsabilidades y el amontonamiento de sucesos vividos son causa del fastidio propio de fines de noviembre. La incertidumbre sobre lo que vendrá también se convierte en una razón de una inquieta preocupación. Preocupación más ansiedad, más especulación acerca de las posibles alternativas que asumirá el futuro: una combinación poco sana. Ese estado se potencia con las condiciones climáticas, al menos en este rincón del mundo. Las temperaturas típicas de noviembre se imponen sobre el cuerpo como una piedra pesada. Son el anticipo del verano que –insistimos– en el Litoral argentino se convierte en un agobio constante, sostenido e insufrible. 
El acertijo que sobreviene apunta a descifrar de qué manera llevar el día a día, y la noche a noche. Aquí el asunto se complejiza porque no hay recetas, ni fórmulas infalibles. Cada uno habrá de hallar un modo y pequeños grandes pasos hacia la mentada recta final. Lo relevante, sin embargo, se inscribe en esa imperiosa necesidad de saber qué pasará después, cómo será lo que viene, qué permanecerá y cuál podrá ser la novedad. Porque siempre se acomoda un pero, y tampoco es necesario que todo se modifique. Eso estimula a los miedos, instalados y latentes. La solución más natural parecería apelar a las expectativas que habría que transferir hacia proyectos. Modificar las perspectivas y los puntos de vista y, así, atreverse. Siempre la misma canción. Hace años que se hace escuchar y pocas veces se anima a materializarse en realidad. Quizás no se trate de una gran revolución el objetivo por delante, sino de un par de búsquedas (inciertas), carentes de destino fijo. El tesoro por hallar es un enigma. Son cosas por vivir, cosas que habrán hecho méritos para ser vividas. Vividas con la razón y el alma abiertas.
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Foto del autor Marita
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Descripción

Cerca de fin de año

Palabras Clave: Fin de año - noviembre - ansiedad

Categoría: Artículos

Subcategoría: Comentarios & Opiniones



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