Fiesta en el cielo
Publicado en Nov 22, 2012
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La noticia la escuché temprano en la mañana. Vi sentado en cada uno de los escritorios de aquella vieja oficina, a la misma gente. Al detallarlo, pude comprobar que era la misma persona, los mismos bigotes, la misma sonrisa solo que en vez de negros habían evolucionado hacia el blanco y tenía razón cuando me dijo como en el tango “es que veinte años no son nada” En efecto, tan solo habían pasado veinte años! Al conversar con Campos, me comentó que lo había escuchado en la madrugada y que lo había sorprendido la noticia. Cuando la falta de sueño insistía me dijo, sintonizaba la radio que le resultaba mucho más placentera que la televisión. De todos modos me recomendó, cerciórate en google, no sea que esté equivocado y el muerto sea otro, esto suele ocurrirme últimamente con frecuencia, el Alzheimer ya me está maltratando, dijo con la mayor de las indiferencias. Entonces recordé casi de inmediato, la vez que lo vi en un capítulo de “Miami bay. Paralelo a los créditos que se anteponían a las imágenes, vi el nombre de aquel músico de mirada adormecida que aparecía nombrado como estrella invitada. Allí se encontraba enfundado en un impecable traje blanco, que se prolongaba hasta los zapatos y caminaba junto a una piscina repleta de bronceadas y bellas mujeres, en minúsculos trajes de baño fosforescentes. Imaginé que sería interesante ver actuar a aquel músico con tantos éxitos de música popular en un pasado reciente, veinte años más, veinte años menos, la misma historia. Recuerdo que me presentó a su gitana y hasta estuve en el funeral de su amigo el gran varón. Antes de salir sobrepuesto el título de director, fulano de tal, entró a la escena una banda de traficantes disparando y aquella chaqueta de impecable blanco, quedó salpicada de dibujos de rosas rojas, mientras el sombrero de paja tejida voló por los aires y quedó flotando sobre las aguas azules de aquella piscina. El músico en aquel capítulo no llegó a pronunciar ni siquiera una sola palabra. Pedro, que hasta aquel momento había permanecido soñoliento, en su cómodo sillón, dio un salto, tres pasos rápidos, alzó el brazo con el puño cerrado y el índice apuntando arriba y gritó con una voz clara y fuerte: entren que caben cien!!! Una hermosa negra que en ese momento estaba de espaldas, dio media vuelta y gritó con una voz bien timbrada que llenó todo el recinto: azúcar!!! Y fue el inicio de aquel jolgorio que se prolongó durante toda la noche. Mi abuelo, quien algunas veces mencionaba frases como conversando consigo mismo, dijo aquella vez que aún recuerdo cien años después: “anoche, hubo fiesta en el cielo…” Al llegar a casa investigué el comentario de Campitos y en efecto tenía razón: esta vez también estaba equivocado……

Caracas, insolar, Mayo 2006.
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Foto del autor Javier Herrera
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Descripción

Un poco alegre

Palabras Clave: El viejo Willy

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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