Acariciapjaros
Publicado en Nov 21, 2012
Prev
Next
 
Recuerda de ella, con severa vacilación dado lo imprevisible de la memoria, el idioma de los impostores, la voz de los símbolos y el lenguaje de los colonizadores y conquistadores velando un infinito de papel: el aubin, lenguaje del vacío; el ankiew,  lenguaje de las mariposas;  el babebidocu, lenguaje de las nubes; el isolica, lenguaje de la reencarnación; el silistria, lenguaje del desprecio; el kwak, lenguaje del amor, su favorito.
Un papel, una imaginación y varios lápices de colores. Dibujó con dificultad la forma de un hombre. Por momentos deslizaba una mirada a través de la ventana. La observaba precipitarse de lado a lado del huerto, ahuyentando los pájaros. Fuera lunes, viernes o domingo allí la veía, correteando al grito de chus chus, elevando sus brazos al cielo como el cuerpo de un manzano. ¡Cómo concentrarse! Debe fingir que no existe, que hay otras. Su movilidad efímera de cielo, imperceptible y constante, es su delicia. Ama de ella lo que desconoce, lo que aún no ha perdido. Al hombre sobre el papel, lo vistió con una camisa de franela, un vaquero color azul, botas con espuelas, guantes de trabajo, un sombrero de paja.  Sobre el hombro derecho, colocó un mirlo de madera. Bajo el trazo y los crayones sintió el boceto de una criatura por nacer.
Tomó del granero unas cuantas maderas, un serrucho para moldear, los clavos para afirmar y el martillo para golpear. Trabajó noche y día, sin descanso, con el boceto entre ceja y ceja. Al llegar la séptima jornada decidió darlo por terminado. Corrigió detalles y cuando hubo sentido orgullo, lo arropó. La madre aportó la ternura y las prendas; la mayoría en desuso, descosidas, llenas de remiendos. Abotonó la camisa alrededor del torso de madera, abrochó el cinto sosteniendo el vaquero, calzó las botas, los guantes y el sombrero. Al ocaso, los amigos se presentaron con el informe: “Entre lasonce y lasuna -señalaba uno agitado- ha salidó al huerto. Volvió a eso de las cinco, según la voluntad del sol. El único reloj que teníamos se ahogó en el estanque, era de mi padre, pronto conseguiré otro". Él los escuchó. Asintió pensativo. Tras salir el último de los niños, trancó la puerta y continuó trabajando. Apiñados en el apuro por irse, algunos rodaron cuesta abajo a lo largo del prado y se perdieron en la alameda poco antes de la penumbra.
Al día siguiente despertó valiente. Desayunó en compañía de su padre. Llegado el mediodía abrió las puertas del granero de par en par. Los goznes crujieron y el revuelo de los caballos asustó a las gallinas. Intentó cargar al hombre de madera sobre su espalda pero no pudo, era muy pesado. Con la ayuda de una asadera lo tumbó sobre una carretilla untada de cemento seco. La tierra húmeda se hundía bajo la rueda, la lluvia de la noche anterior conspiraba contra sus planes. El barro le cubría las canillas, entorpecía su paso. Ella lo observó largamente, apoyada en el alfeizar de la ventana. ¿A dónde irá?, se preguntaba. Siguió atentamente cada movimiento del niño y su carretilla y el espantoso hombre con sombrero de paja. Al cabo de unos minutos entraron al huerto que ella cuidaba. Alarmada, bajó las escaleras a toda prisa; el alero trasero de la casa le servia de guarida. Con ojos vidriosos lo examinó. Se debatía entre el maíz como quien lucha contra un panal de abejas. Se levantaba y volvía a caer. Pero no se rendía. Ante su asombro, una silueta extraña apareció recortada por el sol. Los pájaros, en lo alto, graznaban furiosos. Volaban en círculos, merodeando, fraguando una embestida. Cuando se lanzaban en velocidad la silueta les cerraba el paso, aminoraban el batir de alas, detenían la marcha y retornaban al cielo ya resignados. “Has hecho un espantapájaros”, susurró la niña. Sin delatarse había llegado hasta donde él estaba. Éste le sonrió, embarrado hasta las narices. “Lo llamo Acariciapájaros. Es para ti. Ya no tendrás que cuidar del huerto, él se encargará de todo -explicó-. Ten, colócalo donde gustes”, dijo y ofreció a la niña una avecilla tallada sin cuidado. Ella se paró sobre la punta de los pies y con delicadeza posó sobre la camisa del espantapájaros el mirlo de madera. Él, por vergüenza, no apartaba la vista de las nubes en forma de nada. Ella, por amor, tomó su mano. “Ven, vayamos a jugar”, propuso. Eran libres.
Juntos, sin soltarse, habitaron el bosque desde aquel día hasta su muerte, cuando fueron enterrados por sus hijos a los pies del Acariciapájaros, vestido de gala para la ocasión.
Años después, algunos aldeanos atestiguaban verlo deambular por la noche, cerca del maizal. Lo describían taciturno y adusto, como una escultura muerta con vida (o viva con muerte). Pero uno de ellos, peculiar, calvo, de bigote tupido, constructor de abstracciones, desmentía esos rumores. Afirmaba, sin embargo, haber oído recitar de sus labios de madera gris, palabras en un idioma llamado kwak, ignorado en la tierra de la materialidad, las cifras y los riesgos. <>, es lo que dijo que diría el que dirán, mientras las manos astilladas acariciaban al mirlo posado sobre su hombro derecho.
 
Foto del autor Federico Baggini
Textos Publicados: 1
Miembro desde: Nov 19, 2012
6 Comentarios 469 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Texto incluido en el libro "Acariciapjaros y otros cuentos" de Federico L. Baggini, editado en Buenos Aires, en 2012, por editorial )el asunto(.

Palabras Clave: Espantapjaros Acariciapjaros pjaros acaricia cuento nio adulto Federico Baggini

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Derechos de Autor: Federico Luis Baggini

Enlace: http://www.facebook.com/Acariciapajaros


Comentarios (6)add comment
menos espacio | mas espacio

Radharani Delgado Berjman

me gustó mucho... es muy atrapante! noté que te centras más en la historia que en los personajes... muy bueno!
Responder
November 21, 2012
 

Federico Baggini

¡Gracias Radharani por tu comentario! Probablemente se centre más en la historia, pero tal vez desde la historia también se de cierta "relevancia" a los personajes. ¿No te resulta difícil a veces decidir que es lo que se narra teniendo que sacrificar algo dentro del relato?
Saludos.
Responder
November 22, 2012

Radharani Delgado Berjman

Es verdad... supongo que es un poco complicado... la interacción historia- personajes... jaja por mi parte... me gustan mucho los textos... con personajes muy locos... esos personajes que hay que entender y descifrar... si existe una división entre lectores interesados más por el personaje, o más por la historia... yo diría que soy de quienes se enamoran más de los personajes... n.n
Responder
November 22, 2012

Federico Baggini

Totalmente, es de las mayores complicaciones que nos acarrea un texto.
Que interesante esta división que planteas, sumamente interesante y para analizarla y llevarla a cabo.
Si me preguntas para que bando me inclino, debo confesarte que hoy me agarraste indeciso y no podría decir hacia cual me movería, tal vez porque no presto atención, al momento de crear, a que adjudico más importancia, si a los personajes o al texto, aunque supongo que va a ser algo en lo que voy a tener que empezar a empeñar mis energías.
Respecto de lo de los personajes locos, comparto cien por ciento lo que decís, son los más atractivos, los que quedan impregnados en el imaginario popular como representación de algo, los que se distinguen y los que dan colores a las historias.

Excelentes aportes, muchas gracias, y espero que sigamos intercambiando comentarios. Saludos.
Responder
November 22, 2012

Radharani Delgado Berjman

Yo me sorprendí con lo que yo misma plantee por que en verdad no lo había pensado... jaja pero en lo personal... para mí las mejores situaciones y personajes son bohemios... tal vez por me identifico... me gusta ese gusto a dolor y grandeza de ciertos personajes o momentos... n.n (te recomiendo que leas un poema que publiqué que se llama "los pájaros aman el color verde") este relato me lo recordó mucho...
Saludos!
Responder
November 22, 2012

Federico Baggini

Jajajaja, suele ocurrir que en estos intercambios uno dice cosas que no suponia imaginables en su discurso.
Es atractivo ese tipo de personajes, sin dudas, pero el atractivo radica que nos representan de algún modo, ¿no? Me parece que el desafió es sentirnos acuñados en el seno de un personaje dispar a lo que nos sienta bien. Hay muchos personajes, que pese a su densidad, son hermosos, y uno los va descubriendo de a poco. A mi, por ejemplo, me interesa darle importancia al discurso, además de la historia y de los personajes (me hiciste pensar a que me inclinaría, jajaja).
Leeré tu narración entonces.
Saludos.
Responder
November 22, 2012

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy