La verdad es que soy más sencillo que un calcetín.
Adoro lo sencillo,
El café, el té, el mate.
Ver una película acostado en el sillón,
Pasar una tarde acompañado de la música,
Ver como juega la U,
Y alimentar a mis tres perros.
Aunque me lea cuatro libros de manera simultánea y no termine ninguno.
Aunque este escribiendo tres poemas y no se concluyan por no encontrar las palabras precisas,
Amo lo sencillo.
La verdad es que me alarma las vestiduras extravagantes, no así las ideas extravagantes pero que en el fondo son sencillas.
Después de todo son solo ideas.
No tengo creencias raras, solo certezas inefables,
¿Qué es Dios si no una certeza?
Tengo días melancólicos y días coléricos y otros que quisiera olvidar.
Trato de no encontrar respuesta a mis preguntas en mis memorias,
Trato que aquellas respuestas se muestren de forma cariñosa y amable como una musa.
Trato no hacer del vicio y el sexo un tabú,
Porque me gusta lo real, no lo vanidoso.
Suelo contarle a Dios mis penurias y al Diablo mis pecados,
¿O al revés?
Da lo mismo.
Cuando al pobre se le dio pan y se dieron cuenta que no tenía dientes, lo dos rieron y lloraron de manera simultánea.
Tal vez mi vida sea para el resto muy sencilla,
Ya que no tiene secretos, ni menos consecuencia alguna,
Es sencilla y también escatológica.
Me gusta escribir sin rendirle tributo al tilde, a la coma y al punto final.
Suelo ser un payaso burlón y un pensador estricto.
Y ni el payaso, ni el pensador se reprimen,
Coexisten como dos amantes perfectos y complementarios.
¿No te suena a la infatigable lucha de un famoso Joker y Caballero Oscuro?
Mi vida es tan sencilla que si lees esto, probablemente no sepas cuál de todos los Eduardos lo escribió, ya que ni el mismo lo sabe y no quiere saberlo.