Mi ltima novela.
Publicado en Nov 17, 2012
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Mi última novela.
 
 
Camino  hacia el living con mi copa en la mano, dejé la botella junto al sofá. Bebí todo antes de llegar a la ventana, deseaba contemplar a mi esposa que se ejercitaba en el jardín.
Me  estoy sirviendo otro trago. Ya van seis. Sostengo entre mis manos inquietas el contenedor de un dulce licor y siento en  mi pecho la culpa, alguien me juzga. Beber. No soy un borracho. Qué fácil es hablar de los demás sin conocerlos!
- Usted! Le molesta que tome? No tiene idea de lo que es mi vida!
Si. A usted le hablo. Si está leyendo esto es porque le interesa saber cosas de alguien a quien no conoce.
Le gusta inmiscuirse en la vida de los demás, no?
Claro, ahora está moviendo la cabeza de izquierda a derecha tratando de convencerse de que es mentira, pero en el fondo sabe que tengo razón.
Hace mucho que hace esto?
Seguro nunca halló un personaje que se dirija a usted con tanta franqueza, quiero mostrarle lo difícil que es ser el protagonista de una historia y desconocer la realidad, estar a merced de un alienado que se le ocurren cosas siniestras, situaciones peligrosas.
Este hombre, el autor, me ha colocado en realidades que no son fáciles de resolver para un personaje.  
Comencé  hace mucho tiempo. Ya protagonicé cuatro novelas y cuatro cuentos. Tuve veinte y setenta años en el mismo relato, viajé a la luna y a los confines del planeta, pasé frío, hambre y dolores físicos sin quejarme jamás. Hace más de dos años que sufro las locuras del que les dije.
Espero que no me descubra contándole esto.
Hasta ahora pude lograrlo por mis propios medios pero ayer me vi frente a algo que no sé si lograré soportar. Un crimen.
En esta nueva historia soy un asesino.
A veces me parece que ya viví algunos de los pasajes, creo estar en medio de una obra ya publicada, pero cuyo transcurso es tan real que parece una vida exenta de ficción.
Nunca me até los cordones ni fui al baño en alguno de los relatos, nunca visité  a mi madre ni almorcé milanesas con puré.
Sin embargo, ahora hasta me duele el estómago. 
Estoy en una novela o la novela toma partes de mí?
Todavía no maté a nadie, pero sé que lo haré.
Qué le parece si le cuento lo que he vivido en apenas veinte páginas?
 Así comprenderá lo que siento.
Soy un renombrado arquitecto, escribo en revistas especializadas en el tema, construyo los  edificios más importantes de la ciudad, mi esposa es joven, hermosa, inteligente. Imagínese. Cuando comenzó la historia estaba eufórico, nunca la había pasado tan bien.
Lejos de las penurias a las que estaba acostumbrado, poseo una casa de dos plantas, un gran jardín con una piscina de aguas transparentes, y todo fue  diseñado por mí. Yo lo hice.
El único problema que tengo es mi edad, sesenta y dos años.
Así es este asunto, no se lo que sucede hasta que está escrito. Aunque haya un espejo descrito con lujo de detalles en el relato, si el loco no escribe que me mire en él, no lo hago, y no sé como soy.
Puedo ser un monstruo  o un Adonis, es un misterio hasta que él lo aclare.
No sé porqué, pero es común que desconozca mi fisonomía.
Usted cree que es justo no conocer su propio rostro?
Piense, no, no cierre el libro que falta lo mejor!
Lea! ( no le puedo decir escuche).
Podría usted vivir sin saber cómo es su cara?
Sería capaz de soportar la imposibilidad de ser libre?
Estar sometido todo el día a las exigencias del creador es agobiante, conociendo que es un cínico, carezco del libre albedrío prometido.
Usted piensa que en verdad existe?
Mi vida transcurre entre la oficina donde realizo mis dibujos, el estudio, y mi lujosa residencia. Lejos de los demás, no tengo preocupaciones porque tengo todo lo que un hombre puede desear. Materialmente por supuesto.
Lo otro, lo otro me lo da él.
Lamento confesar que no comprendo aún la sensación de hacer el amor, no me alcanza con la descripción minuciosa con que narra. Me pasa lo mismo con otras emociones en la que intervienen los sentidos.
A veces me siento como un robot, como un autómata que recibe órdenes y actúa en consecuencia pero que en realidad está vacío de humanidad, de sentimientos.
Pero este nuevo relato me entusiasmó. Hasta hoy.
Aparecí  en un lugar desconocido, nunca he estado allí. Mi esposa estaba también en esa casa. La observaba desnudarse y acostarse con un hombre que no conocía. Yo no conocía.
De repente me esfumé y regresé a mi habitación. Creo que lo soñé. Supongo. No lo sé.
Eso me dejó intranquilo. Debo averiguar, no?
Usted qué cree? Quizá sí fue un sueño.
Pero…yo no puedo soñar. Tampoco sé si está escrito lo que sueño. 
No recuerdo haber estado en una situación similar.
Puedo recordar lo que viví?
Si, en un cuento narraba parte de mi vida. Eso es recordar? Claro, cuál de esas vivencias debo tomar como propias? Todas?
Las historias se entremezclan. Existen algunas cuyo devenir no me queda del todo claro.
Supongo que me quedé dormido, me levanté, me afeité y luego tomé un baño de inmersión. Cuando miré por la ventana, mi esposa Nina tomaba sol a un lado de la piscina. Miré el reloj y me di cuenta que no sabía la hora, nunca lo había hecho. Creo que me desesperé.
No tenía forma de saber a qué hora la había visto entregarse a aquel hombre, estaba espléndida. Su cuerpo bronceado destelló gracias a un haz de luz que no se resignó a ser detenido por la gruesa cortina doble de gross.
No existe otra cosa que una mujer pueda hacer al recostarse sin ropas sobre un hombre, no es así?  
Pero...fue real o lo soñé? Seguro fue un sueño, Nina es incapaz de engañarme. Incapaz?
Quizá ella debe hacerlo, si está escrito no puede negarse.
Vio! No puedo confiar en este pérfido. El está más allá de cualquier personaje. No le interesa otra cosa más que incorporarle obstáculos a mi vida.
Por eso tengo miedo, la primera historia en la que estuve fui testigo de un crimen pasional; el marido celoso apuñaló a la mujer que lo engañaba.
Quizás este amontonador de frases planea hacer de mi otro asesino y sacarme de su vida para siempre. De su vida dije?
De mi vida quise decir. Bueno, después de todo yo no tengo una vida como los demás. Quiere encarcelarme para que le deje el camino libre. Gracias a mi fue famoso, conoció la gloria. Creará  otro héroe para sus novelas.
Si estoy preso, tiene el camino libre. Eso es. No debo dejarme llevar.
Necesito ayuda, estoy sólo en este embrollo.
No tengo manera de defenderme, él tiene la máquina de escribir.
Tengo miedo!
Qué fácil es manejar el destino de los demás sin soportar las consecuencias!
Nada le interesa más que el mero acto de producir una página detrás de otra. Para él es un negocio. El dinero. Cualquier “argumento” es válido mientras el propio peculio se vea incrementado.
Bajé las escaleras dispuesto a encarar a Nina, pero me detuve. No estaba seguro. No podía armar un escándalo sin cerciorarme de lo acaecido en realidad.
Este degenerado me va a matar con la incertidumbre!
Fui a la cocina y me preparé un té. Odio el té. Prefiero café. O mate. Pero este hombre tiene ínfulas de señorito y piensa que es un Lord. Todo porque escribe y decide.
Nina llegó sin hacer ruido, por detrás, furtivamente se acercó y me tomó de los hombros. Luego me abrazó cerrando sus manos sobre mi abdomen.
Me besó en el cuello y me dijo con la voz más dulce que logró colocar que me amaba. Que me amaba más que a su vida.
Le respondí con un esmerado beso aprendido en mi segunda novela, cuando fui un joven enamorado y valiente, casi un Romeo. La  falta de capacidad del autor me impidió parecerme más a él.
Me dolió demasiado que las críticas sobre aquél relato, mediocre desde mi punto de vista, se ensañaran con “un personaje aniñado y falto de coherencia”.
Me entiende usted? Aniñado yo?
Incoherente?
Insisto, ella es incapaz de engañarme.
Mientras hacíamos el amor me preguntaba si era el único hombre en su vida, tan joven, tan voluptuosa. Tan…merecedora.
Ella tiene veinticinco años.
La diferencia de edad puede ocasionar estas cosas, no?
Un sesentón y una veinteañera.
Dudas. Usted no tiene dudas? Seguramente.
Si no es por la edad ya se le ocurrirá algo que le ocasione inseguridad. Siempre habrá dilemas esperando por usted .
La sala de la gran casa estaba desordenada, era un caos, debo reconocer que la escena fue grandiosa y el tiempo que él nos otorgó fue el que necesitaba para estar seguro del amor de Nina. Ella se esmeró y me demostró cuanto disfruta hacerlo conmigo. Sus gestos, sus gemidos. Nunca experimenté algo así, incluso cuando representé un marginal y aventurero. Tuve veinte años. Fue mi tercera novela.
Estoy saliendo para la oficina. Ella se queda. Sola. Dijo que llamará a una amiga.
Ingreso al estudio y me encuentro con mi más estrecho colaborador, casi un socio. Abel.
Dialogo unos minutos para coordinar el trabajo en uno de los edificios que estamos construyendo con la empresa.
No puedo dejar de pensar en ella.
Es mi vida. Nina es mi vida. Mucho más que las pocas palabras que me representan. Porque eso es lo que soy. Un capricho literario. Cuando usted llega a la palabra fin me extingo. Cuando cierra el libro desaparezco. Vivo mientras está leyendo…
Me desvanezco nuevamente.
Hacia dónde iré ahora? Seguro querrá mostrarme que ella me engaña.
Me resisto pero no logro cambiar mi destino. El manda.
Me obligará otra vez a verla mientras está con otro hombre.
No estoy en mi casa. No es el mismo lugar.
No lo soportaré. Cada vez que alguien lea este libro reviviré esta pesadilla. Podría durar mil años. O para siempre.
Una puerta me impide el paso, tampoco deseo ingresar al lugar.
Detrás estará mi Nina. Espléndida como siempre pero con alguien que no soy yo. Disfrutando como una gata que vaga por los tejados. Puta…
No, ella no es una puta. La obligan.
El exige que se comporte así.
Trato sin ganas de abrirme camino. Dejo que la placa de madera lustrada me niegue la posibilidad de ver algo que no quiero.
Pero no puedo, algo más fuerte que yo levanta mi mano para tomar el picaporte; con mi hombro la golpeo tres o cuatro veces.
No cede. Ahora mis puños parecen martillo, no me duelen. No sé aún qué es el dolor. Nunca lo padecí. Es una ventaja.
Sólo dice: golpea la puerta hasta abrirla.
Eso hago. No puedo otra cosa.
Ayúdeme! Haga algo!
Ciérrelo, ciérrelo!
No, saltee la página!
Dios! Estoy llorando como un niño.
Con una patada logré el indeseado propósito.
La cerradura cedió y estoy entrando. No hay nadie aquí.
Todo esto por nada?
Veo una cama revuelta.
No hay rastros de Nina. No puedo saber si ella estuvo acá.
El muy tonto no dejó nada que me indique que ella estuvo acá.
Salgo a la calle y camino. Dejé de lado la idea de tomar un taxi.
No me deje ahora!
Quiero que sea testigo de lo que hará esta basura!
El portón del garaje está abierto. Por ahí me cuelo furtivamente en mi propia casa.
Quien asegura que mi destino no está escrito! Malditos estúpidos!
El silencio gobernaba la finca. Respiré aliviado cuando descubrí que no había nadie.
No puedo vivir así! Vivir?
El timbre del teléfono me sobresaltó. Me sacó de los pensamientos retóricos que me agobiaban.
La voz desconocida me decía que Nina me engañaba con mi  cuasi socio.
No puede ser. Es  como mi hermano.
Es realmente perverso. No escribe con tinta, lo hace con lágrimas, con sangre.
Cuelgo y llamo a la oficina. Pregunto si mi mujer se encuentra ahí.
La secretaria me lo confirma. Le digo que no le avise y raudo salgo hacia allá.
En el camino pienso. Tengo ganas de rendirme. Quizás el final sea un accidente cardiovascular.
Llego y entro sin saludar. Eso extraña a todos. No soy así.
Voy hacia el despacho de Abel que se encuentra pegado al mío.
Abro de un empujón.
Mi joven ayudante estaba trabajando en el tablero de dibujo, su novia estaba a su lado, con una taza de café en la mano. Ambos giraron para verme ingresar con los ojos descolocados de ira.
No puedo más que saludarlos y disculparme por la manera intempestiva de presentarme.
Salgo avergonzado. La encuentro a Nina en mi oficina, me esperaba. Estaba preocupada porque no sabía dónde estaba. Hace horas que no sabe de mí.
Le explico lo que ocurre.
Ella me comprende y me apoya.
No podemos hacer nada, la historia es así. Nina comienza a lagrimear. No me gusta lo que está ocurriendo.
-Perdóname Hugo, te amo pero no puedo evitarlo.-
- de qué hablas?-
- tienes razón, pero te juro que no lo quise hacer, te amo a ti! No sé porque lo hago,  no sé que me pasa, me desconozco!-
-entonces no lo soñé. Era realidad! Quién era el hombre que tenías encima? Te ví! Pensé que lo había soñado.-
- El. Era él.-
- quién es él? Contesta, no sabes lo que haces!-
- Javier.-
- Javier? No hay nadie con ese nombre en la historia!-
- es que tú no lo sabías! Ni deberías saberlo! Yo…no debí decirte.-
-dime quién es!-
- Javier E. Fontana-
- ja, ja, ja, era todo una broma, que alivio.-
- no es una broma Hugo, él es mi amante. Yo no quería pero me obligó.-
- no puede ser, sabes que no puede ser. El escribe esta novela! El no puede ser tu amante!-
De pronto Nina se desvanece. Me quedo sólo. Qué sencillo lo hace. Me clava el puñal, me niega lo que viene. Estará pensando la forma de hacer que le quite la vida. Lo conozco. No le daré el gusto, no me convertiré en un asesino, menos aún de la mujer que amo.
La busco, no sé donde está, no me aclara dónde debo hallarla. No deseo encontrarla, me presiona para que lo haga, sus palabras son claras: la busca desesperadamente.
Nina me llama, siento que requiere mi presencia.
Corro como puedo hacia la calle, allí está. Viene hacia mí, quiere abrazarme, quiero matarla.
Al fin la tengo entre mis manos, la empujo hacia adentro.
No debió hacerme esto, me engañó con quien tanto detesto.
Aprieto su cuello, la amo, maldigo la situación, a ella, a mi mismo. No me olvido del bastardo de Javier. El es claro: la mata con sus propias manos.
No lo puedo evitar.
Ayúdeme! No lo quiero hacer!
Nina no puede respirar, cierra sus ojos enormes y verdes. Sus brazos caen como una triste lluvia de otoño, cuelgan a un lado de su armonioso cuerpo. Me detengo. Parece muerta.
Lo hice! No puede ser! Al fin lo hice! Me engañó y la maté!
Me caigo en el ostentoso piso de mármol y juntas de bronce. Cierro los ojos y los abro al sentir algo frío en mi pecho.
Un cuchillo clavado hacía que la sangre se escape, decidida, fuera de mí.
Tambaleante, Nina, me miraba. Llena de mi propia sangre y de sus lágrimas.
- perdóname, amor, me obligó. Te amo demasiado para dejarte sufrir.-
No puedo hablar, mi vida está formando un pequeño charco a mi lado, ya no hay más palabras para mí. Cierro los ojos.
Javier es claro: Hugo fallece rápidamente sin saber porqué.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor GAINEDDU CLAUDIO
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Descripción

Palabras Clave: autor temor odio personaje protagonista amor besos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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