Miradas furtivas.
Publicado en Nov 06, 2012
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 Fue una mirada sincera y discreta,  buscando  un poco de esperanza ajena. Te mire, detenidamente tratando de ver tu alma dentro de aquellos lindos ojos, me miraste y tiernamente reíste, como quien ríe al haber encontrado algo perdido durante años, una risa corta y escondida por la niebla de la duda y la desconfianza.
Te volví a mirar, para tratar de no engañarte y hacerte saber que en realidad te deseaba amar. Alzaste la cabeza y por fin, pude admirar tu belleza en plenitud, como quien ve una imagen divina, te contemple lenta y pausadamente, mirando la perfección de tu blanca tez.
Nos conocimos, te hable de libros, de poesía y de las estrellas, tú me hablaste de nubes, de lluvia ligera y de las flores de invierno. Te conocí pausadamente,  sin prisas ni galanuras. Como el que espera que las flores crezcan y florezcan en una mañana soleada, espere el momento adecuado de entregarte el regalo más preciado de mi corazón: mi amor.
Las tardes libres te iba a ver, con una alegría despampanante que inundaba la calle por la que jovialmente pasaba, sin ninguna pena ni distracción humana. ¡Ah! Esas tardes benditas, las cuales nos dedicábamos al libre oficio del amor natural.
Esas tardes en que recorríamos el largo laberinto de las caricias humanas y celestes, nos encontrábamos solamente tocándonos las almas con la punta de los dedos. Esas tardes en las que te besaba lentamente aquellos hermosos labios, ¡oh! Como olvidar la perfecta droga de los enamorados.
La forma de tus labios, para decirlo simple, eran perfectos. Pequeños como un capullo de rosa, jugosos, como una fruta de verano que sirve para saciar la sed, una sed de años. Pero que estaban dormidos, en un periodo de hibernación abstinente, no por voluntad propia, si no por condiciones humanas ajenas a ti.
Te había pasado, hace mucho tiempo, cuando eras inocente y no conocías el dolor, ni el amor. Alguien te había engañado y te había corrompido, y  se alejo sin el más mínimo dolor, como el niño que pisotea una la flor preferida sin arrepentimiento. Te había abandonado y desdichada te quedabas tu, sin más que el profundo dolor  en el pecho y los sueños destruidos. Solamente fueron espejismos de un amor falso, sin más razón en el deseo de carne y sucia pasión carnal.             
Tú eras joven, muy joven para discernir entre lo verdadero y lo falso, te entregaste, sin preguntar, sin negar nada. Te cortaron las alas y caíste al precipicio de la realidad, sobre el valle de la tristeza, lloraste, lloraste y con infinito dolor maldijiste el día en que probaste el amor.
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Foto del autor Angel Martin
Textos Publicados: 6
Miembro desde: Nov 06, 2012
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Descripción

Palabras Clave: Miradas

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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nelmar

Es precioso, está lleno de la magia de ese momento único que es un encuentro muy ansiado. Un placer leerte.
Un saludo

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November 13, 2012
 

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