Carta de una madre...
Un mundo de ilusiones envuelto con papel, relleno de colores de un loco amanecer. Sonrisa de niña; perdida en sus juegos, correteando por ahí. Sonríe hoy mi niña, hoy vuelve amanecer, nace un nuevo sol con la energía de ayer. Los arboles florecen con su verde color, los pájaros cantan y alaban al señor. Sonríe que tu risa puede sanar, puede salvar mundos y puede alegrar. Nunca pierdas esa vida que llevas hoy dentro, corriendo entre las flores con el viento entre tus dedos. Vestido bordado a mano y zapatos de charol, que cuelgan de un árbol balanceados por tu encanto de niña mayor. Desojas margaritas y miras hacia el sol, divisando a lo lejos un rayito de amor. Miradas risueñas, salidas y risas; son parte de tu vida, son parte de tu día. Te alistas, toda una señorita, tu guardapolvo impecable y sus cabellos rizados; toma su mochila y corre hacia el futuro. 
Niña,  pequeña niña; no crezcas todavía, aun te queda vida. Espera, ve más lento, que siento que me pierdo. Me pierdo tus caricias, me pierdo tus sonrisas.
De repente creses, de la nada creses; ya toda una dama, ya toda una mujer. Ya no correteas por el patio, ya no ríes con amigos, ya no usas tus faldas con bolados y florcitas; tu uniforme escolar en un armario quedo. Ya no usas tus trencitas, ya no ríes, ya no juegas, ya no trepas a los arboles, ya no desojas margaritas. Ya no me miras llorando pidiéndome ayuda, ya puedes tu sola, ya andas tu sola. 
Ya no te veo levantarte, ya no te abraso en las mañanas. Ya eres grande, ya vives por ti. Pero cuando veo tus ojos, no veo una mujer; veo a la niña que corría hacia mí y me abrasaba, veo a la niña cuyos labios dijeron te quiero, veo a la que llegaba a casa con sus rodillas raspadas, con su guardapolvo desarreglado y su mochila en mano.
Ya eres toda una mujer, pero en tus ojos sigues siendo la niña que vi crecer. Por eso hoy mi niña, ríe, sonríe, que hoy vuelve amanecer, nace un nuevo sol, con la energía de ayer...